Reto 1: Fin del mundo
Todo comenzó como una bella historia de amor imposible, fíjense que ternura. Una polilla se enamoró de una termita y esto generó un revuelo general en el mundo de los insectos. Sus respectivas familias estaban en total desacuerdo, por supuesto. Se repetía, una vez más, la historia de Montescos y Capuletos, pero ahora con animalitos invertebrados.
A pesar de las habladurías generales y desafiando a todos, estos dos tiernos bichitos se casaron igual y después, como suele suceder, tuvieron hijitos, o insectitos, o crías, o como ustedes quieran llamarlos.
Si la historia de Romeo y Julieta terminó mal, ésta terminó peor, créanme.
La humanidad en general no vio una verdadera amenaza en esta nueva especie de insecto. Por ese entonces la gente todavía le temía a las cucarachas voladoras, bicho endemoniado y asqueroso, pero inofensivo al fin. Para ser la especie dominante en la tierra, los humanos somos bastante estúpidos a veces. Pero resultó que este nuevo superinsecto no sólo heredó de papá y mamá la capacidad de consumir tela y madera, sino que la evolución hizo de la suyas y se convirtió en un verdadero depredador capaz de comer cualquier tipo de material, orgánico e inorgánico.
Conclusión: desde hace años estos bichos se están comiendo al mundo, de forma literal y nadie sabe cómo pararlos.
Las polimitas -sigo pensado que el nombre "terlillas" era mejor- devastan ciudades enteras en horas. ¡Qué digo ciudades! Países enteros. Chau Rusia, chau Francia, chau India. ¡Con lo lindo que era el Taj Mahal!
Ayer lo vi con mis propios ojos, mientras doña Rosa encarnaba una trabajosa lucha, escoba en mano, con una cucaracha voladora, vino un enjambre de polimitas y se la comió viva a ella, a la escoba y a la cucaracha también, de paso.
Logré huir de casualidad y estoy escondida en mi casa, rodeada de bolas de naftalina, cruces, ajos y balas de plata, por las dudas, quién sabe lo que pueda pasar.
Contra todo pronóstico no fue una bomba nuclear, no fueron los zombies, no fue un virus, el devenir del fin del mundo está a cargo de insectos, que ni siquiera llevan el nombre que me gustaría. Estas historias de amores prohibidos siempre terminan mal, ¿nadie supo interpretar a Shakespeare? El tipo nos advirtió de esto en 1597. No saben lo enojada que estoy.
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