UN ELEMENTO

Fuego. Escuchar el sonido tranquilizador de las brasas consumiéndose en el calor de la nada es simplemente magnífico; daría todo y lo volvería a dar por tan sólo volver a escucharlo una vez más, tan solo unos segundos bastarían para recordarme el cobijo de mi hogar, y el amor de mi familia.

Ahora estoy más lejos de mi hogar de lo que nunca he estado, y esos recuerdos son reconfortantes al principio, pero después de un tiempo se vuelve una tortura añorar algo que sabes que nunca volverás a tener.

Aquí el frío se mete hasta los huesos, con cada exhalada que das puedes sentir cómo el calor abandona lentamente tu cuerpo, hasta dejarlo congelado.

En tiempos de antaño  el paisaje podía ser hermoso y resplandeciente, pero desde que la nieve lo cubrió todo, sólo se puede observar un blanco tan profundo que quema los ojos.

Al principio encendíamos hogueras para calentarnos las manos, creíamos que el fuego podría contra el duro invierno; pero estábamos equivocados, tan pronto lográbamos prender una chispa, los fuertes vientos del Este le arrancaban la vida.

He aprendido que el fuego no es lo único que quema.