¡Resultados cuarto desafío!
¡Buenos días a todos!
Gracias ENORMES por participar en nuestro desafío anterior, hubieron historias fabulosas y no solo eso, ustedes mismos se ayudaron al comentar y leer a los otros. A veces eso es lo más importante a la hora de leer: escuchar la opinión de los demás y pasar un buen rato.
Nosotros estamos muy felices con los resultados.
R E S U L T A D O S
Con agrado y gracias a la participación de ustedes, el ganador de este desafío es Kevin4OO con el siguiente relato:
Siento mis mejillas un tanto sucias, y aunque intente no prestarle atención a eso, me hace sentir un tanto triste.
¿Hasta qué punto llegamos? Ya los días no tienen color, el amanecer ya no es hermoso, la felicidad no se siente, y todo lo que parecía que nunca se iría lo hizo.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, mirando los escombros a mi alrededor. Las luces se encuentran completamente apagadas, por lo cual se me complica un tanto en poder visualizar por dónde me encuentro caminando.Lo único que me reconforta es poder observar aquella luz. Una salida. —Nick, ¿Encontraste algo? —Pregunta Owen entrando a lo que sería los escombros de aquella casa. —Lamentablemente, no —digo con tristeza, él se acerca a mí y me abraza. —Hoy es tu día, niño —Expresa, sonrío. —Mi último día... —digo, una lágrima se asoma por mis párpados y recorre mi mejilla. Owen la quita. —No llores ¿Sí? —pide.
Sé que intenta subirme los ánimos, pero sus ojos negros y vidriosos lo delatan. Él se encuentra igual de triste que yo en esto.
—Tengo miedo, Owen —digo con tristeza—. Tengo miedo a la muerte. —Oye, tranquilo ¿Sí? Prometo que estaremos todos en un lugar mejor —responde con pena.
Yo asiento y salgo del lugar, no obstante antes de hacerlo agrega:
— No le tenemos miedo a la muerte, le tenemos miedo a lo que podrá haber después de esta.
Camino entre las calles y suspiro mirando el alrededor. Mi cabello rubio se encuentra desordenado, y mi vestimenta llena de polvo. Desearía que todo fuera como antes, poder jugar con mi hermano Owen en el jardín de casa, ver a mamá Sara cocinando con una sonrisa en su rostro, ir al colegio, y estar con mis amigos. Cuánto extraño esos momentos. Ahora lo único que obtengo al ver los rostros de los pocos vecinos que me quedan, son miradas frías, tristes, que lo único que quieren es que esto acabe de una vez. Como yo, quiero que todo acabe, no quiero sufrir más perdidas.Para tener tan solo doce años, siempre supe cómo arreglármelas, pero ahora no sé cómo, o bueno, no quiero pensar en eso. Estoy cansado, no quiero luchar más, prefiero rendirme y esperar el impacto. La mayoría de las casas se encuentran destruidas, algunos de mis vecinos están sentados en el césped de sus casas, acostados, abrazados, incluso llorando. —Nadie quiere irse, todos quieren que esto acabe —susurro para mí y camino hacia mi hogar. Siento una puntada en el pecho al entrar y observar a mamá Elena llorando. —Nick es demasiado joven, él no puede morir esta noche —expresa entre lágrimas, las mías quieren salir pero no me lo permito.Camino en pasos lentos y silenciosos hacia la sala en la cuál ella se encuentra junto a mi otra mamá. Sonrío al verlas abrazadas, aunque por dentro me duela el corazón saber que ese abrazo es por algo más: una despedida que parece hacerse eterna, pero que ambas no quieren que ocurra. —Yo... —digo, ellas se separan rápidamente, me observan—. Si voy a morir... quiero hacerlo con ustedes. Esa era la verdad, tengo miedo de morir solo, sin nadie a mi lado. Ellas asintieron y me abrazaron, sentí rápidamente la necesidad de llorar, pero me contuve. —Me iré a cambiar —comento y comienzo a subir las escaleras para el segundo piso, dejando a mis madres allí. Entro en mi habitación y recuesto mi espalda en la puerta. Las lágrimas no tardan en aparecer y recorrer cada vez más mis mejillas, me siento indefenso, pero al mismo tiempo feliz, porque todo lo malo acabará.Hace unas horas nos enteramos de que ese sería nuestro último día. ¿Cómo? Simple, la televisión. Afirmaron que muchos misiles se acercan a nuestra localización, pero el estado no los frenará porque deben preocuparse de las personas de mayor categoría, y no de nosotros, que estamos aquí básicamente ya muriendo, o bueno, ya nos dieron por muertos. Dijeron que nosotros nos encontrábamos ya sin vida, que ellos ya habían venido a verificar si habían sobrevivientes, pero no tuvieron buenos resultados. Obviamente mintieron, nunca vinieron, nos encontramos completamente alejados de la sociedad, no tengo forma de comunicarme con mis amigos, saber si se encuentran con vida, y eso es duele tanto. En una guerra siempre hay bajas, siempre habrá heridos, y siempre habrá muertos. Parece haber sido ayer cuando un terremoto hizo las casas derrumbarse, crear pánico, y luego la muerte de muchas personas, a la mayoría yo las quería. Nuestro país enemigo no demoró en atacarnos, ya que nos encontrábamos bastante preocupados con los problemas que vivíamos. No obstante, lo que más me duele, es que el estado es corrupto, trata de ocultarle a su población una verdad: Nosotros moriremos, y ellos no harán nada para cambiarlo. Solo faltan unas pocas horas para el impacto, y eso me duele cada vez más. Respiro con dificultad y trato de calmarme al sentarme en mi cama. No esperaba que la puerta se abriera y por la misma entrara mi hermano. Se sienta junto a mí y une su mano con la mía. Su cabello es negro, al igual que sus ojos, mientras yo tengo mis ojos celestes. Ambos fuimos adoptados por nuestras madres cuando éramos pequeños, y ellas tenían el deseo de adoptar a una niña, pero la guerra que comenzó hace tres años no se lo permitió.Owen sonríe tristemente, yo le devuelvo la sonrisa y puedo divisar un hoyuelo en su mejilla. —¿Nervioso? —pregunta, asiento suspirando. —Es que... siento que todo es tan injusto —expreso, él asiente, me entiende perfectamente. —Yo también —suspira—. Ver como nos dejarán morir a todos, como si no fuéramos nada... —Sí —afirmo. El silencio reina entre nosotros dos, no obstante no es pesado, a decir verdad es un tanto agradable, en el cuál me dispongo a pensar en qué podría pasar, cuando los misiles impacten, y la reacción de las personas, estoy seguro que alguna que otra tiene al menos un poco de seguridad de que seguimos con vivos, que un simple terremoto no acabó con todos nosotros. —¿Me extrañarás, Owen? —mi pregunta lo toma desprevenido, pero luego de unos segundos niega con la cabeza, el dolor de mi pecho se vuelve más grande. —No veo por qué deba extrañarte —eso duele—. Nuestros cuerpos podrán separarse, sí, pero nuestras almas aún estarán unidas, Nick, yo siempre estaré junto a ti, hermanito. —Te quiero —digo para luego abrazarlo, una lágrima resbala mi mejilla y mi corazón late rápido. No sé que haría sin él en estos momentos. —Yo también te quiero —responde sonriendo. Pasan los minutos, las horas, y nos mantenemos allí, en la casa, pasando nuestros últimos momentos con vida con nuestra familia. ¿Por qué no nos hemos ido? Algunos ya lo han intentado, pero hay policías impidiéndoles la pasada. El que lo intente, muere. —Debe ser algún trato con el país enemigo —dice entre lágrimas mamá Sara. —Bueno, ¿por qué no pasamos nuestros últimos momentos de buena manera? —responde mamá Elena. Yo me mantuve allí, sentado en aquel sillón verde un tanto desgastado de la sala. El ambiente estaba bastante tenso, pero yo ya no lo estaba, me mantenía tranquilo. —Oye, Nick, hoy es tu día ¿Lo recuerdas? —pregunta, asentí suspirando. Lamentablemente era verdad, el día del niño, mi último día con vida.Mi hermano se acerca a mí teniendo algo en su espalda y cuando se acerca me tiende un pequeño trofeo de oro. Las lágrimas aparecen lentamente por mis ojos y el recuerdo de mi mejor amigo aparece, lo extraño tanto... —Lo encontré en su casa —dice, ese trofeo era el que siempre utilizábamos para jugar—. Estoy seguro que hubiese querido que te lo quedases tú. Los nervios se sienten cada vez más, hasta que por fin llega la última hora. Todos salimos para afuera de nuestras casas, con velas en nuestras manos. Observo como mis vecinos lloran, y otros, esperan la hora de su muerte tranquilos, deseando que todo acabe por fin. Al llegar el momento, lo primero que veo son unas luces en el cielo. Suspiro, y me mantengo abrazados de mi familia. Mis dos mamás lloran, pero Owen no lo hace, él simplemente cierra los ojos esperando el momento. Los misiles se acercan como fuegos artificiales en el cielo, solo que en cualquier momento tocarían la tierra cerca nuestro. No cierro los ojos en ningún momento, simplemente me mantengo observando el momento del impacto, y cuando este sucede, doy mi último respiro. Siempre tuve la mejor família, ellos me amaron y cuidaron mucho. Los amaré por la eternidad.Y aunque nuestros cuerpos se extingan, nuestras almas seguirán unidas.Y sin importar que este sea el día del niño, y sea mi último día con vida, ellos me hicieron saber en cada momento cuánto me amaban. No importa los regalos, ni tampoco el dinero. Lo único que importa es que los tengo junto a mí hasta el final, y eso es lo que realmente sé valorar. Y que volvió este día del niño, en el más especial.
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