Nuevamente me encuentro en la casa de Grace, en su habitación, en su cama y con un montón de sus libros. Estoy ayudandola a organizar su estantería.

-Oh, ¿ya leíste este? -pregunta, emocionada.

Asiento, sonriente. -Es bueno, pero no me fascinó el final. Es muy triste.

-Para mí fué un gran final, era necesario que muriera -opina, colocándolo en la estantería. Sonrío y tomo otro de los tantos libros que estan tirados en la cama.

-¿Cuál es tu libro favorito? -le pregunto. Ella bufa una carcajada.

-Eso no se pregunta.

Río. -De acuerdo.

No decimos nada más mientras terminamos de organizar los libros. Nos sentamos en la cama una vez acabamos.

-Oye -Ella se levanta rápidamente, asustandome-, vamos a salir. Ven

-¿Qué? ¿A dónde vamos? -La veo movilizarse mientras yo me levanto de la cama. Grace me toma del brazo, sacandonos de la habitación.

-A ver a Santa -canturrea.

***

-¿En serio estamos haciendo esto? -pregunto bajito a Grace. Nos encontramos en el centro comercial, haciendo fila para hablar con Santa.

-Oh, vamos, será divertido -Entrelaza nuestros brazos, ya no me siento tan nervioso cuando me toca, ahora se siente bien, muy bien-. ¿Ya pensaste qué le pedirás?

Eso me hace reir.

-No puede ser -murmuro-. A ver... Siempre quise tener un camión de bomberos, que suba la escalera y tenga una manguera que lance agua de verdad.

Ahora la que ríe es ella, ríe fuerte, llamando la atención de los padres que acompañan a sus hijos.

-Bueno -dice, aún riendo-, en ese caso, mi sueño frustrado era tener el castillo en miniatura de La bella y la bestia, con la biblioteca y todos sus libros incluidos.

-Pff, lo mío está más sencillo.

Ella rueda sus ojos. -E infantil.

Ya es nuestro turno, Grace me suelta y vá corriendo a sentarse en las piernas de Santa. Luce emocionada, como una niña pequeña.

En estos días que tengo compartiendo con ella me he dado cuenta de que no era como yo creía, no la conocía como creí conocerla. Grace es increíble, es una chica llena de sorpresas, divertida, dulce, tierna y muchos adjetivos más que nisiquiera se han inventado para describirla. Grace me gustaba, siempre hemos sido amigos, desde que se mudó al lado de mi casa hace cuatro años, pero nunca había conocido este lado de ella, ella me gustaba porque se veía tierna, por su sonrisa, por su pelo, la amaba por eso... Pero ahora la veo de una manera diferente, veo a una chica dulce, apasionada por la lectura, divertida, ocurrente... Ahora la amo por lo que es en realidad. Me tiene cautivado.

-Douglas -me llama, trayendome a la realidad-, te toca.

Arqueo una ceja. -mmm. No voy a sentarme en sus piernas.

Grace rueda sus ojos. -Sí lo harás, ahora vé, hay niños esperando.

Camino hasta Santa y él me sonríe invitandome a sentarme sobre sus piernas. Respiro realmente hondo y me siento, muy a mi pesar, en sus piernas. Esto es lo más vergonzoso que he hecho en mi vida.

-Feliz navidad, hijo -Santa hace su típica risa-. ¿Ya has pensado en lo que quieres este año? ¿Te has portado bien?

Oh Dios mío...

-Supongo que sí... -Sonrío a la fuerza.

Santa vuelve a hacer su típica risa, -Y bien, ¿qué es lo que deseas esta navidad?

Ruedo los ojos disimuladamente, doy una breve mirada a Grace y luego sonrío hacia Santa.

-Quiero solo una cosa para esta navidad -susurro- y es que ella -Señalo a Grace con los ojos-, se enamore de mí como yo lo estoy de ella.

Santa mira alrededor y baja un poco la barba del disfraz, me dice que me acerque y lo hago.

-Considéralo hecho -Vuelve a colocarse la barba y me guiña un ojo. Me levanto algo extrañado y camino hasta Grace.

-¿Y? -pregunta, emocionada-, ¿sí le pediste el camión de bomberos con todas las características que dijiste?

-Ajá -miento, y ella ríe. Otra vez me toma del brazo y nos guía fuera del centro comercial. Solo vinimos a ver a Santa.

Caminamos de vuelta a nuestras casas.

Cuando estamos ya en la puerta de mi casa, Grace carraspea -Buenas noches, Douglas.

-Buenas noches, Grace.

Me da una pequeña sonrisa y se aleja a su casa.

-¿Qué pasó? ¿Una cita? -Es la bienvenida que me da mi familia. Los encontré a todos reunidos detrás de la puerta principal.

-¿Ya le dijiste que te gusta? -pregunta mi tía.

-¿Tuvieron una cita? -cuestiona mi papá.

-¿La besaste? -Ahora también Blake.

Frunzo el ceño. -No, no y no.

Voy corriendo a mi habitación y cierro la puerta antes de que se les ocurra venir.

Rápidamente me quito la ropa y me coloco la pijama. Me acuesto abrazando la almohada y sonrío.

Esto me está gustando, me gusta mucho.

Ojalá ella sintiera igual que yo...

Ojalá se enamorara como yo lo estoy.

Ojalá algún día nos encontremos en la misma página.