Nivel 1: ¿Misión cumplida?
—Aleación, ¿cuánto hace que sacamos a todo el mundo del planeta para salvarlos de sí mismos?
El hombretón, sentado en su silla y con las piernas extendidas, levantó la mirada de su tableta electrónica. Se quedó pensativo unos segundos y, finalmente, respondió.
—Aún no han pasado tres meses. ¿Por qué?
Su interlocutora, una joven de pelo alborotado, traje ceñido en tonos azules e iris a juego, sentada en el lateral de una mesa, movía ociosamente las piernas adelante y atrás.
—Con cada nueva misión que me encarga Sinapsis me agobio más. Paso sola muchas horas sin ver a nadie hasta que por fin regreso aquí. ¡No me imaginaba que echaría tanto de menos a la gente!
—No te preocupes, Nimbo. Cuando te quieras dar cuenta ya habremos acabado y volverás a quejarte como antes de los problemas que causen nuestros queridos hermanos humanos.
Una inesperada implosión de luz atrajo la atención de ambos mutantes hacia una esquina de la habitación. Una figura encapuchada, envuelta en oscuros jirones, los observaba fríamente.
—Me encantan tus dramáticas llegadas, Umbral —saludó Aleación con una sonrisa socarrona mientras le guiñaba un ojo—. Apuesto a que has estado escuchando antes de materializarte.
Por toda respuesta la recién llegada les dio la espalda y se aproximó a la máquina de café para prepararse una taza. Aleación miró a Nimbo, sonrió maliciosamente, y se encogió de hombros.
—No puedo evitarlo, querida Nimbo. Su elocuencia me cautiva.
La joven reprimió una risa, pues sabía que el humor no era el punto fuerte en la personalidad de Umbral. Pero a Aleación no parecía importarle, y nunca dejaba escapar una ocasión para provocarla de algún modo. Hasta el momento, sin éxito.
—Hay buenas noticias —dijo Sinapsis mientras entraba a paso vivo en la sala de control, haciendo que Aleación y Nimbo dieran un respingo en sus respectivos asientos.
—Odio cuando hace eso —susurró la chica.
—Hemos llevado a cabo con éxito un noventa y cinco por ciento del plan establecido —anunció Sinapsis—. Si todo marcha como hasta ahora, podremos empezar a preparar el regreso de los habitantes de la Tierra... y afrontar su reacción cuando se den cuenta de que nunca hubo una amenaza alienígena.
—¡Seguro que nos lo agradecerán! —afirmó Nimbo con su característico entusiasmo juvenil, y se ganó una mirada de ternura de la telépata.
—Aunque quisiera, lamento no poder compartir esa hermosa perspectiva. En cualquier caso, nos encargaremos de ese problema cuando lleguemos a él. Ahora lo que nos importa...
Una de las pantallas se iluminó y el altavoz empezó a emitir una señal acústica. Aleación acudió al momento para ver de qué se trataba y, tras realizar varias comprobaciones exhaustivas, levantó la mirada. Con rostro serio, anunció:
—La red exterior de satélites de defensa acaba de detectar una enorme nave de origen desconocido.
—¿¡Qué!? ¿¡Cómo es posible!? —Sinapsis no salía de su asombro.
—Ni idea... Lo que sí sé es que en estos momentos se aproxima a Marte.
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