Escenarios, luces, aplausos. ¿Al precio de qué?
     Abro los ojos. Me encuentro sola, perdida en la oscuridad. Estoy cayendo como una estrella fugaz estrellándose en un rincón, donde su luz, tan etérea, se esconde por miedo a no encajar. No lo vi hasta ahora;  me estoy destruyendo.
¡Debo buscar mi libertad...!
     El mundo se muestra desvaído a través de mi mirada. El invierno vive en mí. La nieve cristaliza al corazón que dejó de latir. Laberinto de errores, pasillos que asfixian cuando intento luchar contra las paredes, siendo rehén de mis propias decisiones.
     Y entonces sucedió...
Tuve el valor de romper el concreto, de huir, de correr tan lejos como para escapar de todo aquello en lo que me convertí y de las sombras que grabaron mi nombre en su penumbra.
¡Hoy las dejo marchar!
     La puerta al pasado se abre y veo dos cristales que perfectamente coinciden. Soy yo, yo soy aquella niña que viene a rescatarme. Voy de la mano de su inocencia, rodeada de espejos que no muestran mi verdadero ser. Focos y flashes por doquier, ¡no reconozco a esa mujer! Mi yo interno se revela contra el espejo equívoco, con tal fuerza, que lo termino por romper.
     Rodeada de monstruos que me quieren detener, me siento frágil. Sé que sola no puedo vencerlos, porque dejé de creer en mí. Pero la fortaleza de esa niña que me acompaña, su capacidad de soñar, la entrañable bondad de su corazón, me dan la fuerza necesaria para continuar. Me encontré a mí misma en ella, en su valor, en sus ojos, mis ojos, que me muestran el camino a seguir, indicándome: «Escucha tu propia voz»
     Estoy tan cerca de sentir mi alma florecer y las heridas sanar. Estoy a un paso de desvanecer cualquier oscuridad, de rozar con la punta de la nariz la libertad, pero aparece un príncipe con falsas promesas, vendiendo jaula de oro a precio de desistir...
Mas ahora, mi castillo lo construyo con ladrillos de sueños; no quiero un príncipe porque soy mi propio reino.
     Llegamos juntas al final del camino. La niña se fue cuando mi mundo, al fin, tomó color.  En su lugar, apareció una mariposa que llevaré conmigo porque me recuerda que soy inmarcesible ante tanto dolor.

ilargiluna/ Leslie_Carmona