Capítulo 6.
Horas después Fiorella miró el reloj y pudo observar que eran las nueve de la noche, la muchacha hizo la cena y se limitó a servirles. Como no aparecían decidió tocar a la puerta de las diferentes habitaciones.
—La cena ya está servida, cuando deseen pueden pasar —informó.
Idaira y Gael al escucharla, fueron al salón y Gael se sentó en su sitio. Idaira lo miró enfadada.
—¿Será idiota?. ¿Cómo no me retira la silla delante de esa? —se preguntó a sí misma.
Idaira tosió y Gael la miró.
—¿Ocurre algo?, ¿Porqué no te sientas? —preguntó el.
—¿No se te olvidó algo? —le preguntó ella.
Gael miró a los lados y negó con la cabeza.
—No.
Idaira suspiró y se sentó.
—Ya te puedes retirar Fiorella, si te necesitamos te llamamos —anunció la señora de la casa.
Fiorella asintió.
—Buen provecho —dijo con amabilidad.
Gael miró a Fiorella.
—Espera, siéntate con nosotros a cenar —le comunicó a Fiorella.
Gael le retiró la silla que tenía a su lado.
—No debo, cenen ustedes. Yo ceno en la cocina —negó con la cabeza.
—¿Perdón?. No le hagas ni caso, tu a la cocina ya —le exigió a Fiorella— A ella si le retiras la silla ¿No?.
—Con permiso.. —dijo Fiorella.
La muchacha fue a la cocina para evitar más enfrentamientos y cenó por su cuenta. Gael suspiró enfadado y cenó sin decir nada.
Media hora después acabaron de cenar y Fiorella fue al salón de nuevo.
—¿Desean algo más? —preguntó.
—No, gracias —respondió Gael.
La joven empleada miró a Idaira.
—No, si quieres cuando termines de recoger y fregar puedes irte a dormir —anunció Idaira.
Idaira se levantó cuando vio que Gael no le quitaba el ojo a la muchacha. Fiorella empezó a recoger y a llevar cosas a la cocina, la segunda vez que volvió las miradas del joven y de la inexperta empleada se volvieron a cruzar, tras terminar de recoger todo la joven italiana volvió a la cocina, fregó los platos y colocó. Mientras tanto en el salón..
—Gael —intentó llamar Idaira la atención de él.
—Dime —contestó el frió.
—¿Podrías dejar de mirarla y prestarme atención please?. ¿Te parece bonito lo que haces?, me estas dejando mal delante de una criada.
Gael miró a su prima.
—Te estoy haciendo caso —aclaró.
—No, no paras de mirarla. ¿Porqué lo haces? —preguntó enfadada—Te gusta o algo?
Gael se levantó harto.
—Te lo voy a decir por enésima vez. Ni soy tu novio ni te tengo que dar explicaciones de lo que hago —refunfuñó.
Gael sin decir nada se dirigió a su cuarto, entró y se tumbó en su cama. Por otro lado Idaira resignada entró al suyo, se tumbó en la cama y se durmió profundamente.
Veinte minutos después Fiorella se quedó mirando las estrellas por la ventana de la cocina cuando el señorito de la casa entró. El muchacho se quedó fascinado al verla y se acercó a ella lentamente.
Fiorella cuando se dispuso a dar media vuelta se sobresaltó al verlo tan cerca.
—¡Qué susto! —dijo sobresaltada.
Gael se empezó a reír.
—Perdón, no era mi intención. ¿Estás bien? —le preguntó preocupado.
—Si, si —contestó ella nerviosa— Voy a dormir. Buenas noches ¿Necesita algo? —preguntó.
—No. Buenas noches preciosa —sonrió Gael—Sueña conmigo, digo.. con los angelitos —se le escapó.
Fiorella nerviosa se fue a su aposento, se tumbó y recordó la situación. Gael apagó la luz y por su lado hizo lo mismo.
—¿Qué me pasa con ella? Se está convirtiendo en mi debilidad.. —dijo en voz baja Gael.
En el interior del cuarto de Fiorella, la muchacha estaba dando vueltas en la cama.
—No seas tonta, no tienes porqué ponerte nerviosa al tenerlo tan cerca. Es tu jefe no alguien que te gusta —intentó convencerse.
Ambos jovenes pensaron mucho el uno y en el otro hasta que el sueño los venció. A la mañana siguiente durante de la mañana Gael y Fiorella se intercambiaron inocentemente miraditas. Cuando ambos estaban en el salón, Idaira entró y los interrumpió.
—Fiorella. Prepárame un baño con sales minerales, por favor —ordenó.
La empleada del hogar miró a Gael y después fue a cumplir su tarea. Idaira miró a Gael desafiante.
—Mucho cuidado con meterte con ella —le amenazó.
Gael optó por ignorarla y salió con la bicicleta a dar un paseo. Minutos después Fiorella anunció que ya tenía listo el baño, Idaira con aires de superioridad entró y se dio un baño muy relajante. Después de una larga sesión de sauna, se empezó a hacer la manicura en su gabinete especial.
Dos horas después, Fiorella terminó de limpiar la casa y se subió a una escalera, empezó a colocar unos paños de cocina cuando de repente cruzó la puerta Gael todo manchado.
—¡Maldito coche, como me ha puesto! —exclamó fuerte.
Fiorella se sobresaltó, se giró y se le resbaló la escalera, por suerte el muchacho pudo reaccionar a tiempo y la cogió entre sus brazos.
—¿Estás bien?. ¿Te hiciste daño? —preguntó el.
—Si, lo siento —pidió disculpas avergonzada.
Gael con mucha dulzura puso los pies de ella sobre el suelo, cerró la puerta del armario y se empezó a acercar a ella. Tanto Fiorella como Gael se miraron fijamente nerviosos, este le acarició la cara y cuando estaba a punto de besarla..
—¡Fiorella! Recoge el baño ya —exigió gritando Idaira.
El grito agudo de la señorita Rotermeyer los espantó y se separaron. En ese preciso momento entró Idaira.
—Fiorella, ¿Me escuchaste? —le preguntó.
Fiorella asintió.
—Si, ahora mismo voy señorita. ¿Desea usted algo Gael?, ¿Le preparo un baño?. —preguntó mirando a Idaira.
—No, no te preocupes —dijo Gael.
Fiorella sin pronunciar ni media palabra más, fue y recogió el baño, al tenerlo ordenado fregó el suelo. En la cocina estaba sucediendo mientras..
—¿Qué haces así? Por dios que asco y que olor, lávate apestas —le ordenó a Gael —¿Qué estuviste en una granja con puercos? —preguntó horrorizada.
—Voy porque yo quiero, no porque tú me lo digas —dijo cabreado.
Una vez más dejó a Idaira con la palabra en la boca, entró a su habitación y se dio una ducha con agua caliente. Por otro lado, Idaira entró a su cuarto y echó a Fiorella sin dejarla terminar.
La joven italiana sin entender la reacción empezó a perder la paciencia.
—¿Che cosa incolpa io avrò affinché mi tratti così? (¿Qué culpa tendré yo para que me trate así?). Sono stanca di lei già (Estoy cansada de ella ya.) —refunfuñó Fiorella.
Horas después Fiorella y Gael tuvieron situaciones similares a las que ya habían vivido, Gael volvió a entrar a la cocina y sin dar ninguna explicación le plantó un beso apasionado a la inocente muchacha, está intentó resistirse pero no pudo, algo se lo impedía. Segundos después Fiorella se apartó.
—No vuelva a hacerlo Gael o me veré obligada a hacer algo que no quiero —dijo sonrojada.
—No puedo pedirte perdón porque desde ayer me nacía hacerlo. Después de quedarnos con la miel en los labios antes no podía aguantarme más —dijo sincero.
—Gael por favor. Soy tu empleada, no debió de hacerlo. ¿Quién se cree que soy?, no soy de esas que se dejan envolver por una cara bonita —anunció nerviosa.
—Se perfectamente que no lo eres ¿Reconoces que tengo una cara bonita? —preguntó sonriendo sexy.
—No me cambie de tema. No me haga darle una bofetada por favor.. —dijo agobiada.
Gael la miró a los ojos.
—No me lo cambies tu. Me gustas Fiorella y mucho, no eres un capricho para mí. ¿Sabes?, no me importa si eres mi empleada, eres un ser humano como todos, contigo quiero compartir mi vida y en un futuro formar una familia. Solo me importas tu, no lo que opinen los demás —volvió a decirle lo más sincero posible.
Fiorella empezó a agobiarse.
—Le ruego que no se ilusione conmigo. No vamos a llegar a nada joven Gael —explicó el.
Gael la miró sin entender.
—¿Porqué?, mira si es porque te contraté yo eso se puede solucionar. Dejas de trabajar aquí y vives conmigo como mi pareja —intentó darle una solución.
La muchacha cogió aire sin dar crédito a las palabras que estaba escuchando.
—Gael por favor. Use la cabeza, no sabe lo que está diciendo —dijo con esperanza de convencerlo.
—Claro que lo se Fiorella. También se y noto como me miras. Noto como..
Fiorella lo interrumpió para que no siguiera.
—¡Basta ya! Yo no puedo estar con usted porque en poco tiempo volveré a mi ciudad de origen, solo vine por un asunto personal. Baje de la nube —comentó resignada.
—¿Porqué? Cuéntamelo, necesito entenderlo —volvió a insistir Gael.
—No puedo, conformase que en un corto plazo tendré que irme —anunció Fiorella.
La muchacha salió de la cocina y se refugió en su cuarto. Gael se apoyó en la pared y se tapó con las manos la cara.
—Gael que estás haciendo, no puedes perderla así. Ahora no que la has encontrado.. —pensó.
Por una vez en la vida Gael tuvo miedo de perder a una chica, no podía permitir que se esfumara así como si nada. Ella no, el temor que sentía no iba a ser más fuerte que el.
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