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Capítulo 5.

Tras conectar las miradas del joven Gael y la señorita Fiorella ambos se pusieron nerviosos. Idaira se dio cuenta y miró mal al muchacho.

 —¿Y a ti que te pasa? —preguntó Idaira enfadada.

Gael miró a Idaira y intentó disimular.

—¿A mí?, Qué me va a pasar?  —contestó con interrogativa.

Fiorella miró a los dos familiares, no sabía por qué razón pero notaba tensión entre ellos.

—Si no vine en buen momento, puedo venir en otra ocasión   —anunció tímida.

Gael la miró de inmediato y decidió intervenir aunque sabía que esta reacción le iba a disgustar a su prima caprichosa.

—Pasa porfavor  —pidió con buenas modales él.

Fiorella entró cargada de maletas mientras Gael cerraba la puerta. Idaira les ofrecio asiento y Gael se interesó sobre la situación profesional de la joven, acto seguido Idaira la puso a prueba con varias tareas y le hizo preguntas de interés.

Una hora después Gael le ofreció un contrato.

—Si es tan amable puede leer los términos —aclaró el.

La muchacha italiana cogió el contrato y leyó todo al pie de la letra.

—Ya  —comunicó ella.

—¿Está de acuerdo con lo acordado? —preguntó con curiosidad.

—Sí  —contestó Fiorella.

Gael le acercó un bolígrafo y firmó el contrato, finalmente lo firmaron Gael e Idaira.

—Bienvenida  —dijo cortés él.

El muchacho miró a su prima y le hizo un gesto.

—Ah, sí..Bienvenida. Prohibido meterse en mis cosas y tocarlas, a la mínima te quito el empleo, personas que lo quieren sobran  —dijo borde Idaira.

Fiorella asintió obediente. En ese momento Gael miró mal a Idaira, como llegar a ser tan insoportable encima que todo esto es exclusivamente por un capricho suyo.

 —Antes de empezar, ¿Podría salir un momento para arreglar un asunto personal? —preguntó Fiorella.

—¿Perdón? Acabas de firmar y ya pides favores.. que poca vergüenza —dijo disconforme Idaira.

Gael intervino de nuevo para suavizar la situación y para controlar el genio de su "agradable" prima.

—Sí, acompáñeme. Le enseño la casa, deja sus maletas y puede ir  —comentó.

Gael le mostró la casa y le dio una copia de las llaves. En segundo lugar, Fiorella dejó en su nueva habitación sus maletas y salió de casa con el permiso del patrón.

En tercer lugar, la muchacha llegó a un buffet de abogados y entró en el despacho del abogado Cimarro.

—Fiorella, te estaba esperando, toma asiento  —ofreció Cimarro.

Ambos se saludaron con la mano, segundos después, ella se sentó. El abogado Cimarro le explicó detalladamente cómo estaba la situación y a las adversidades que se podía enfrentar.

—Entonces, la herencia la tengo que compartir con dos personas más  —comentó ella.

El asintió.

—Si, al parecer son familiares tuyos  —contestó.

—¿Puedo saber sus nombres?   —preguntó ella.

El abogado negó con la cabeza.

—Hasta el día del juicio no está permitido  —aclaró.

—La verdad es que prefiero renunciar.. —dijo cabizbaja la muchacha—.  No sé, no me siento bien cobrando el dinero. Yo lo quiero a él no a su fortuna.

El abogado profesional la miró.

—No digas eso, tienes que luchar por lo que te corresponde, es la última voluntad de tu abuelo. No es justo que otros disfruten lo que es tuyo, no sabes aún si lo puedes llegar a necesitar —aconsejó.

 —Pero es que en realidad mientras pueda trabajar, no lo necesito ya te informé que encontré trabajo y parece ser bueno. Lo único que no me agrada es ella, se la cree de superior.. o que se yo —dijo ella.

—Hazme caso Fiorella. No sabes lo que te depara el día de mañana  —insistió nuevamente con intención de convencerla.

Fiorella después de pensarlo mucho aceptó y firmó los papeles que le dio Cimarro. El al tenerlos en orden, los selló y los guardó en un archivador.

—Ya está todo. Nuestra próxima cita será en dos días a las 10 de la mañana —dijo mientras le daba una tarjeta con la cita—. Tráete los documentos oficiales para la lectura del testamento.

Fiorella cogió la tarjeta y toda la documentación, se dieron la mano y volvió a su nuevo hogar. Nada más llegar llevó sus cosas a su cuarto y se puso a hacer tareas de la casa. En ese instante en el salón Gael y Idaira discutían como de costumbre.

—Es súper fuerte, acaba de empezar y ya le estas dando confianzas.. ¿Si luego te roba también se lo permitirás? —dijo furiosa.

—Solo estuvo fuera una hora, no saques de contesto la situación, no es para tanto... No va a ser tu esclava,vino porque tu quisiste y recuerda, viene a cumplir su función. Como acordamos cada día tendrá una hora libre —le explicó a ella.

—Pero.. —dijo con intención de alargar la frase.

Gael cansado decidió pasar de ella y encerrarse en su habitación. Solo necesitaba un rato de paz. Por otro lado, Idaira se enfadó y entró al suyo.



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