Are you sick of me?
Would you like to be?
I'm trying to tell you something
Something that I already said

La puerta del clóset se cerró detrás de ellos.

YoonGi besó su hombro.

Sus labios finos.

Sus camisetas colgaban sobre su cabeza.

Su relación había sido intensa, arrasadora. En constante en irse y venir, en constante prometer y desprometer.

Como una ola violenta que volteó todo a su paso, JiMin finalmente se dejó arrastrar. Había querido sólo mojarse los pies, pero en realidad se llenó de arena hasta en las pestañas. La arena en sus ojos siempre lo hacía llorar.

YoonGi lamió la piel de su cuello.

Su perfume de coco.

Nunca habían sido novios en realidad. YoonGi era un puto cobarde que se asustaba a morir cuando JiMin bromeaba sobre lo gay que era con su novio gay. No hubo un título y apenas, a veces, una vaga garantía sobre la exclusividad. Nunca se tocó el tema directamente, nunca hubo un acuerdo. A veces un poco de seguridad, si JiMin tenía suerte. "No hay nadie a quien quiera besar hoy" Bien, JiMin besaba a YoonGi entonces.

Pero era una relación. Aunque YoonGi se burlara y llamara a JiMin mentiroso, lo era. Ambos se gustaban hasta los huesos y se pertenecían malditamente duro. Un casi cerca de serlo todo. Un casi cerca de perder el miedo.

—Quiero ir a la cama —susurró. Apretando a YoonGi contra sí.

Su suéter de algodón amarillo.

Su amor amarillo.

—NamJoon podría llegar en cualquier momento. Podría vernos.

NamJoon era el roomie de YoonGi. La paranoia de YoonGi llegaba a tal punto: Sus encuentros eran sólo en la noche, sólo cuando NamJoon estaba con su novia. Siempre todo tan meticulosamente planeado.

Pero esto no era un encuentro. YoonGi iba a devolverle sus libros, JiMin devolvería un suéter naranja. Lo que estaban haciendo era una vil, catastrófica y patética recaída. El contacto cero de JiMin hecho añicos mientras YoonGi pellizcaba sus pezones. Su proceso hecho mierda por un segundo intenso del paraíso.

JiMin entrecerró los ojos. El sol de medio día se colaba entre las puertas del clóset.

Era una mierda simbólica que estuvieran jodiendo en un clóset. Muy dentro, muy escondidos.

Los dedos de YoonGi.

JiMin sabía que no merecía esto.

Merecía un hombre que lo llevara orgullosamente de la mano, merecía ser presentado a su familia y a sus amigos con la temible palabra con N. "JiMin mi novio" Él quería escuchar. Merecía flores en fechas cursis. Merecía fotos con poses de parejas en Instagram y dedicatorias de playlist en Spotify.

YoonGi no lo merecía.

Incluso si JiMin desesperadamente quería que YoonGi lo mereciera. Lo sermoneo un montón de veces y lo dejó un par de veces más. Sin embargo, otro tercio más de veces, volvió. Era humillante. Era doloroso. Sólo Dios sabía cuanto luchó para que YoonGi le diera todo eso que se merecía.

Pero al final del día, estaban besándose en el clóset.

Los dedos de JiMin se hundieron en la piel de YoonGi para dejar una marca rosa.

Sus ojos se humedecieron.

Cuando la primera lágrima se desprendió y cuando el primer gemido escapó de sus labios: JiMin lo supo. Esto era su despedida final.

Tenía que marcharse, porque YoonGi no iba a cambiar por él. Si se quedaba, sólo tendría lugar en el clóset. Nunca tendría un lugar en la cama.

Así que, en lugar de mirar su sucia cogida rápida como una recaída, pensó que era un regalo. No todos los amantes tenían el privilegio de despedirse, así que JiMin apretó fuerte los parpados y tomó todo por última vez.

Sus labios finos.

Su perfume de coco.

Su suéter amarillo.

Los dedos de YoonGi.

Recordaría todo con amor. Cuando doliera, recordaría lo feliz que fue. Las tardes a escondidas donde había risas de montón y luego besos en su frente.

Cuando doliera, no miraría atrás.

—Te quiero, YoonGi —murmuró, mientras se fundía en uno solo. Quería tanto a YoonGi, pero YoonGi no lo quería tanto de vuelta.

Mañana en la mañana, bloquearía a YoonGi de todas las redes sociales.