Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

E7: Especial de San Valentín

Dedicatoria Lizbeth399622
Gracias por leer esta historia.
Bienvenida al club.

Andrés

Siempre había renegado y hablado pestes del amor, de los tontos que perdían la cabeza por otra persona; me había burlado de aquellos que se desvivían por llamar la atención de otros, por llenarlos de detalles y esas cosas, mucho más en esas fechas de San Valentín. ¡Dios! ¿De verdad fui tan castroso? ¡La hipotenusa!

El universo y el mismo dios Eros estaría partiéndose de la risa con su karma, en realidad, ellos eran mi karma; porque claro, aquí estaba yo don «jamás me voy a enamorar» enculado hasta los huesos y sin saber que hacer para el culpable ese día, IdiotaPreciosoMarcos. El reloj avanzaba, el perro día se acercaba y mis neuronas no me ayudaban ni para salvar mi vida. Por lo general, habría preferido pasarlo con Emma y Sol, salir solo los tres por ahí o atiborrarnos de comida chatarra en casa de alguno de los tres viendo películas.

Este año no se podía, ni siquiera se me cruzó por la cabeza tal cosa, ¿por qué será? La respuesta con cabello rubio-fresa, de mirada encantadora y labios deliciosos me sonreía desde la pantalla de mi celular. Sí, tengo su foto de fondo de pantalla, hasta allá he caído.

—Hola, pulguita —se burló Emma.

—Cierra el hocico, mugrosa —le reñí, no se escuchaba igual de lindo en boca de nadie más.

—Pero que genio, tu caramelito no te ha dado amor hoy, ¿no? —continuó burlándose—. Tal vez está esperando iniciativa de tu parte, ¿ya sabes que harán mañana? Porque sí sabes qué día es, ¿no?

Y ahí vamos, sabía a dónde iría a parar toda esa retahíla. Desde iniciada mi relación con Marcos, la muy infeliz no había perdido oportunidad de restregarme en la cara y burlarse por todas esas veces que dije, con cara de asco, que jamás estaría en ese jugar. Le doy un punto, pero no se lo tolero, no por mucho tiempo.

—Mira, desgraciá, por mí solo nos quedaríamos en casa viendo pelis como siempre, así que...

—Frena el carro, velocista, eso era antes, en tiempos de escasez —me interrumpió—. Ya no, primor, ya tengo a mi amorcito para que me dé du... Me de muchos besitos y salgamos a divertirnos.

—Dudo que sea eso lo que hayas querido decir, pervertida.

—Como si fuese la única, ¿no, compadre? —Me miró con ojos entornados, sonriendo con perversidad—. El regalo del pobre, le dicen.

—¿Y si tengo para dar un regalo?

—Yo también, pero no me lo puedo negar, ¿eh?

—Ay ya...

Sus carcajadas eran tan estridentes que me sacaban de quicio, estaba estresado y no sabía qué hacer, y ella no hacía nada para ayudar. Era, literalmente hablando, un novato en eso.

—Bien, ya, ¿aún no tienes nada planeado?

—No sé qué hacer, te juro que llevo una semana pensando en eso y nada se me ocurre —expresé casi desesperado—. En casa no puedo hacer nada porque ya me lo advirtieron, nada de arrumacos y eso, no se para que si ya... Este, no quieren, no nos darían privacidad, punto.

—Sí, ya se comieron ese pastelito, dígalo sin pena —replicó ella encogiéndose de hombros—, el sexo no es tabú ni delito, es rico.

—Sí, sí, como digas, gurú del sexo —suspiré—. ¿Qué harás tú?

—Bueno, contigo nada, ¿eh? —aclaró, sonriendo.

—¿Y yo qué dije, infeliz?

—Solo por si acaso, es San Valentín, en honor al sacerdote que casó muchas parejas cuando eso estaba prohibido —narró como si de una historia mágica se tratara—, no es sobre amigos, eso déjalo pa' amor y amistad, ahí si salimos todos si quieres, pero mañana, a gozar con tu rubio-fresa presumido.

—No le digas así —gruñí.

Sí, se podía meter conmigo, decirle un par de cosas a Marcos, pero estando él presente; a sus espaldas, ni por muy enojado que estuviera con él, dejaría que hablara mal o lo insultara, eso solo lo hago yo.

—Pero no me equivoco, en fin, Gus me invitó a comer a un restaurante nuevo que hay cerca del rio, iremos a nadar y pasaremos todo el día juntos. —Emoción era poco para lo que su rostro reflejó, ya había caído—. Te diría que hicieras lo mismo, pero no los quiero cerca.

La miré con todo el ceño fruncido que pude; por más tentadora que fuese la idea, porque si sonó muy lindo y toda la cosa, jamás iría al mismo lugar donde ellos fuesen porque... Bueno, ya saben, los señoritos no pueden estar sin las manos despegadas del otro ni por mucho público que haya. ¡Gas!

—Tampoco quiero tragarme su show, gracias —repliqué.

—Delicado... —se burló—. ¿Y entonces? Por lo menos sabes que le gusta a Marcos, que podría interesarle, ¿lo conoces un poco siquiera?

—Sí, pero aún así no se me ocurre nada. —Mi pensamiento más tortuoso batalló por salir de mi boca—. ¡Lo voy a decepcionar!

—¡Ay, por favor! —exclamó Emma con un bufido—. Ese está tan tragado de ti que, si solo le das un confeti de cinco pesos, te lo agradecerá el resto de su vida. Que decepcionado ni que nada.

—Dame una idea siquiera, ¿no? Deja de regañarme.

—Es que eres tan menso que dan ganas de... —Hizo fuertes señas de querer golpearme la cabeza con una piedra, yo también quería, la verdad—. Sí, sí, bueno, a ver, si quieres algo que compartan los dos podrían ir al museo del deporte. Creo que tiene una sección de baloncesto exclusiva, es la obsesión de ambos, ¿no? La tuya en especial, porque la de él eres tú, grrrr.

—Te odio, en serio.

—Me amas y no puedes vivir sin mí, acéptalo.

—Creí que ese lugar en su corazoncito era mío.

Detrás de nosotros, con los brazos cruzados sobre su pecho y su preciosa carita haciendo pucheros, estaba mi Marcos. Nos había interrumpido, pero poco importaba que estábamos hablando si me miraba de esa manera. ¡Sí, Emma tenía razón, estaba perdido por ese idiota!

—Y hablando de la peste de Roma, se asomó —se burló Emma.

—Hola, pulgosa, ¿cómo va todo? —Se acercó a mí, dando suaves besos en mis mejillas—. Te extrañé mucho esta mañana, ¿cómo has estado, mi cielo?

—Ay, wacala, busquen cuarto —replicó Emma con cara de asco.

—Tú ni hables que eres más exhibicionista —contraatacó Marcos—, en fin, la hipotenusa.

Verlos a ambos interactuar de esa manera, entre violenta y divertida, con ganas aún de querer matarse, pero no hacerlo porque saben que yo los buscaría en el infierno para rematarlos, era medio tierno de ver. Se llevaban mejor de lo que podía pedir, aun sabiendo toda la ira que Marcos provocaba en Emma, o lo hacía antes, ya no. Ya podía respirar tranquilo, sabiendo que la tercera guerra mundial no se avecinaría, claro está, si Edgar no aparecía en el mapa, a ese era el único a quien no perdonaba ni lo hará. No después de mi brazo, obviamente.

—Bueno, este pechito se va de aquí, tengo cosas que hacer y babosos que evitar —se burló.

—Vaya por la sombrita —contestó Marcos, sin soltarme—, no vaya ser que te quemes... más.

—¡Púdrete!

Suaves risas se ahogaron en mi cuello, mientras sus manos seguían explorando mi cintura con caricias que me llenaban de placer y cosquillas. Era tan dulce tenerlo así, que sentía que perdía una parte de mi cuando me soltaba.

—¿Ya terminaron tus clases por hoy? —indagué entre suspiros.

—Sí y mañana no hay clases, así que soy todo tuyo. —Mordió mi cuello haciéndome jadear.

—Mar, contrólate, estamos en la calle —me reí, fue más bien algo entre un gemido y una risa.

—No quiero, tengo unas ganas de comerte justo ahora, duro y toda la tarde. —Volvió a morderme, terminado en un delicioso beso en el mismo lugar—. ¿Estás libre?

—Sí, lo estoy y bueno... Quería decirte algo, o más bien sugerirte algo —titubeé, estaba nervioso.

Mi miedo a decepcionarlo no era una broma, era por desgracia, muy real y palpable, tanto así que se detuvo en sus caricias y giró mi cuerpo para quedar frente a frente. Me dio un beso lento y cálido en los labios, me acarició las mejillas y me miró con esa sonrisa que me derretía. Sí, me calmó un poco, pero no fue suficiente, en realidad, jamás tengo suficiente de él, siempre quiero más.

Ya cállenme, por favor.

—Soy todo oídos, mi pulguita deliciosa —susurró con esa tonalidad grave que me ponía duro... el corazón.

—Ok, bueno, la cosa es que... Por lo general como solo éramos ella y yo, antes veíamos películas en nuestras casas y eso y pues, no sé si... —suspiré, estaba yendo en círculos.

Apoyé mi cabeza en su hombro, sintiendo sus brazos rodearme y abrazarme con ternura.

—Tranquilo, mi amor, nada de lo que hagas podrá decepcionarme, todo de ti me encanta. —Me estremecí en sus brazos, ¿había escuchado?

—¿Cuánto escuchaste, chismoso?

—Solo un poco y por accidente, lo siento —rio por lo bajo.

—No es nada —me reí nervioso—. Soy un tonto, lo sé.

—No es cierto, solo eres el chico más dulce que he conocido en mi vida y es normal estar un poco asustado, así que.... —Levantó mi rostro hasta conectar nuestras miradas—. ¿Dejas que me encargue yo de esto? Sería todo un honor para mí llevarte a la luna con todo mi amor, ¿qué dices?

—¿Te refieres a ese amor...? —sugerí con mi tono más pícaro.

—Desde luego que sí, se celebra el amor después de todo, ¿no? —Me devolvió la misma sonrisa, toda una ternura caliente—. Y yo quiero hacértelo toda la noche, es válido.

—Eres un sucio pervertido. —Tomé su rostro entre mis manos, mordiendo solo un poco su labio inferior—. Pero me encanta.

—En ese caso, mi amor, te recojo a las doce en tu casa y pide permiso para no llegar esa noche porque te voy a secuestrar —se burló.

Con aquella sugerencia, pasamos el resto de la tarde solo conversando y riéndonos como siempre. Cada día que pasaba con él, era aún mejor que el anterior, y de verdad me sorprendía lo que una sola de sus sonrisas podía hacer en mí. De tratarse de cualquier otra persona, ya me habría hartado, pero era él, mi Marcos, jamás pasaría algo así.

Aun así, una nueva preocupación se instauró en mi pecho. Mi mamá le había cogido cierto cariño, aunque trataba de ocultarlo y demostrar que aún le caía mal por lo de mi brazo; pero mi papá, el si era más resentido que mamá, había salido un poco a él en ese aspecto, aunque no lo suficiente, ya sé.

De decirles que pasaría la noche con Marcos, podría pasar dos cosas; la primera y que veo más factible, que simplemente me digan que no y que estaría castigado; y la segunda y más extremista, que me encierren que con tal de no salir el resto del día ni el siguiente. Pero, como sé que mis pensamientos no estaban en orden y solo se dejaban llevar por el miedo, ninguna de esas dos era viable
Además, ¿qué más podrían hacer? Entre espadazos no hay embarazos, de todos modos.

En fin, estando ya en frente de la puerta de mi casa despidiéndome con un largo y dulce beso de mi novio, debía prepararme psicológicamente para la conversación final. Don dramas, ese soy yo.

—Ya llegué, hola, pa'. —El susodicho se encontraba en la sala, viendo televisión con su mayor expresión de aburrimiento—. ¿Y mi mamá?

—En la cocina, está haciendo uno de sus nuevos experimentos, y ni te acerques, la escuché decir toda clase de grosería que ni te imaginas—resopló.

Mala señal, muy mala para la situación que se venía. Cuando mamá intentaba sus recetas, que veía en internet, casi siempre salían de lo mejor, pero cuando no, el diablo le tenía miedo y ni si diga de querer negarse a probarlo.

—¿Dónde hay agua bendita en esta casa cuando se necesita, señor? —susurré.

—¿Querías algo? ¿La cena tal vez? —se burló.

—¿Es seguro? —indagué.

—La perra madre que te parió... —gritó mamá desde la cocina.

—¿Tú qué crees? —se carcajeó papá.

Me limité a ir a mi habitación, necesitaba respirar y tranquilizarme, después de todo solo era un permiso para salir con mi novio por todo un día y pasar la noche con él... Sí, estaba perdido.

Me di una ducha, quitándome el sudor y el calor que los besos de Marcos dejaron en mí; me preparé y salí de la habitación, no sin antes asegurarme de revisar todo y verificar que no tuviese pendientes, solo por si acaso se querían agarrarse de ahí.

—A comer, Andrés —gritó mamá.

—¡Voy!

Salí no sin antes persignarme y echarme todas las bendiciones que me sabía, si de tener un trébol de cuatro hojas, créanme que lo habría usado también. Así que, deseenme suerte, tal vez me eche la soga al cuello. Soy experto en eso, por si no lo notaron.

—¿Cómo te fue en clases? —indagó mamá, mientras colocaba una olla humeante con algún tipo de puré amarillento en la mesa, sea lo que sea, no resultó tan bien como ella esperaba.

—Bien, sin nada pendiente y libre de exámenes —contesté con neutralidad—. Todo normal y tranquilo, por ahora.

—Mas te vale niño, más te vale. —Se acomodó en su asiento y nos miró ceñuda—. Sírvanse, pues.

—¿Qué es eso? —preguntó papá, yo no me atreví.

—Comida, ahora come y calla —se quejó ella esperando al primer valiente.

Si de ganar puntos se trataba, lo haría con tal de poder tener un día de tranquilidad con Marcos. Así que, ojalá valga la pena el sacrificio. Me serví una gran cucharada de ese menjurje en el plato, con un par de tostadas y un poco de salsa para, no sé, mitigar el sabor de sea lo que sea que fuese esa cosa.

Con la mirada atenta de mamá sobre mí, y papá meneando su porción en el plato, me metí la primera cucharada en la boca. No era más que puré de yuca con demasiado queso cheddar y leche, estaba delicioso pero la presentación no era la mejor, tal vez eso era lo que le molesto.

—Te quedó rico —expresé un poco contrariado—, ¿es puré?

—Iba a ser una tarta, pero sí, es puré ahora —suspiró con resignación.

—Así quedó mejor, está rico —comenté mientras untaba bastante de ese puré en una tostada.

—Alguien tiene hambre... o ganas de pedir algo, ¿no? —sugirió mi papa y casi me atraganto.

—Cuando tú ibas, nosotros ya veníamos por tercera vez, mijito —replicó mamá ceñuda—, así que escúpelo.

—Bien, lo que pasa es que...

—No.

—Pero no he dicho nada —exclamé indignado.

«Diosito, soy yo de nuevo, tu hijo querido y posiblemente, guerrero más fuerte, sácame de esa lista, por favor. Amen», recé para mis adentros.

—Me vale, es un no y punto, tu papá y yo saldremos mañana todo el día y no queremos cochinadas aquí, en eso habíamos quedado.

—¿Saldrán? —pregunté asombrado.

—San Valentín, mijo, sé que sabes que es mañana y no, cualquier cosa que quieras hacer con tu Marquitos, que sea lejos de aquí —rebatió papá, señalándome con la punta de su tenedor.

—¿De verdad? —pregunté, con expresión de confusión y decepción, todo falso claro.

—Tienes dos opciones, o te vas o te quedas encerrado y solo, lo tomas o lo dejas —se burló mamá.

—¿Y como a qué hora regresan? —me atreví a preguntar, solo por si las moscas—. Pa' estar aquí antes que ustedes, no vaya ser que me regañen por estar en la calle hasta tarde.

—Andrés, ya eres un adulto, sabrás cuidarte así que... —Hizo una pausa larga, masticando lento y saboreando su mezcolanza con gusto—. Mientras no sea aquí y estés seguro, puedes llegar cuando quieras.

—¿De verdad? —Sorpresa, y esta vez sí fue real.

—No, sueña. —Y papá estalló en carcajadas, mientras mamá me miraba ceñuda—. Te queremos aquí antes de medianoche, y sobrio.

—Sí, tampoco es que vaya a tomar, ni más ganas me quedaron —resoplé.

—Más te vale.

—¿Puedo tomar más puré?

—Déjame algo, hambriento —replicó papá, alejando la olla de mí.

—Estoy en desarrollo, necesito alimentarme. —La tomé del asa jalándola hacia mí.

—En desarrollo mis nalgas, trae acá. —Volvió a jalarla y la pelea inició.

Por fuera estaba tragando como si no hubiese un mañana, pero por dentro, una parranda con orquesta y bailarines se había formado de un momento a otro y llenando mi cuerpo de emoción, expectativa y ansias por el nuevo día. Un San Valentín jamás me había parecido tan prometedor.

¡Sorpresa!🥳 Wiiiiii

Hola pulguitas de mi corazón

Ya falta poco para esta fecha especial, el San Valentín

Y como no esperaban, igual quise hace este especial para mí niño antiromance...
Jajajajajaj nótese el sarcasmo.

En fin, espero les haya gustado.

Esperen la segunda parte y ...

Los quiero, besos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro