E3: Intentando ser amigos
Los advierto hijos del demonio de las pulgas, las referencia que encontraran aquí serán importantes, los que no las entiendan se las verán conmigo muy seriamente y saben donde.
Amen hermanas, las amo.
Marcos
El partido estuvo más que reñido, el equipo contrincante jugó más que salvaje, pero gracias al dios del baloncesto y al universo, pudimos ganar esa batalla. Y digo gracias a ellos porque a nosotros no fue, o eso nos gritó el entrenador después del último tiempo. Sí, su ira aún estaba por las nubes y solo se aplacaría si empezábamos a jugar bien. Dolor, sangre y harto sudor nos iba a sacar ese señor.
Por otro lado, estaba más que satisfecho de momento. El resto del día pude estar con Andrés, la ventaja de ser parte del equipo era tener de gabela el resto de la jornada, pero de las clases al día siguiente no nos íbamos a salvar, y gracias al cielo era viernes con carnavales a la vuelta de la esquina.
—Mi pulguita preciosa, te extrañé —susurré a su oído, abrazándolo por la espalda después de llegar a él de forma sigilosa—. ¿Cómo te fue en clases?
—Bien, bien, aburrido como siempre, este señor da sueño —se burló—. ¿Y las tuyas? ¿Te dejaron miles de tareas o fui el único desafortunado?
—Lamento decirte que no, sí me dejaron —suspiré con pesar—. ¿Acaso esta gente no sabe lo que significa festivo?
—No les gusta ver felices a sus estudiantes, así son. —Y se rio, tan lindo como siempre—. ¿Y qué harás estos días?
—Carnavalear, las tareas pueden ser para el último día, ni modo —me encogí de hombros.
—Te oyera tu madre.
Su mirada entornada y sonrisa perversa me decían lo que entre líneas pensaba hacer, acusarme con mi mamá solo para ver como me regañaba. Le hacía mucha gracia, y para ser sincero, a mi también, pero el regañado era yo así que no valía la pena.
—Y tú no le vas a ir con el chisme, ¿verdad? —advertí, pero amplió su sonrisa—. No te atrevas, hijo del diablo, me echa de la casa y te adopta a ti.
—Suena tentador —se carcajeó, y por ello lo mordí, o más bien por gusto propio—. Está bien, no lo haré, pero te tengo una condición.
—Esto no me gustará —suspiré, pero me llenaba de curiosidad.
—Si te gustará, es solo salir conmigo los días del carnaval a los desfiles que hacen por tu casa, ¿recuerdas que siempre voy? —reafirmó, puso los ojos en blanco y cierta desazón se clavó en mi interior—. Fui el año pasado con Sol y Sebas, te consta, me estuviste acosando esos días como el celopata que eres.
—Y con Fernando, también me consta —le recordé, lo aceptaba como su amigo, pero seguía sin gustarme su actitud.
—Eras un idiota en ese momento, ¿cómo esperas que haya ido contigo? Ni sabía que vivías por ahí, para empezar. —Y fue mi turno de ponerlos en blanco.
—Pero te gustaba ese...
—¡Mar! —se quejó entre risas—. Deja la babosada, eso fue hace un año ya, medícate, loco.
Sus risas opacaron la creciente molestia que me había invadido, sabía que por más que Fernando se opusiera había sido una decisión tomada y zanjada por el mismo Andrés. Nadie lo había obligado, me disculpe incluso con ellos, pero nada le daba el derecho de tirar indirectas cada vez que me veía. Eso era de niños, además, ¿dónde quedó Sol para él? Había un nuevo idiota y no era yo.
Sin embargo, todo eso lo dejé bien lejos de mí y me centré en lo más importante, su dulce sonrisa y lo precioso que se veía así.
—¿Y si te convierto en mi medicina? —sugerí, acercándome peligrosamente a su boca.
—Solo si cumples la condición —reiteró y me hizo bufar—. Salir a carnavalear como tanto quieres, pero...
—No, solo contigo —le interrumpí sabiendo por donde iba la cosa.
—No puedo, ya me amarraron así que no puedo solo decir que no —se excusó y ni modo, tocó soportar porque solo no lo iba a dejar—. Si quieres ir conmigo, tendremos compañía.
—Y por compañía te refieres a...
—Sol, Sebas, después de todo ellos viven por allá también. —Asentí, mirando el cielo suplicando no mencionara más nadie, pero fue inevitable—. Emma y Gus, porque se sintió ofendido por no invitarlo el año pasado y Emma no tiene más nada que hacer...
—Dilo —insistí al sentirlo dudar.
—Y Fer, por su pollo, como amigos y más nada, todos iremos en plan tranqui de amigos.
—Está bien —suspiré.
No había de otra, pero eso no significaba que no podía yo poner condiciones y tenía una perfecta, con la que me habían quedado unas ganas irremediables de repetir.
—¿En serio? No aceptas tan fácil que... —Hizo una pausa viendo mi nueva expresión—. ¿Qué tramas? ¡Escúpelo!
—También tengo una única condición —sonreí al estilo Gato de Cheshire.
—A ver, no te pongas tan creativo, ¿está claro? —me advirtió, pero un brillo de emoción apareció en sus ojos.
—¿Cuál es el primordial elemento de estos carnavales? —indagué y su carita de confusión fue tan tierna—. Quiero que uses uno, hay que disfrutar esto por todo lo alto, ¿no crees?
—O sea sí, pero... —titubeó, entendiendo por fin a que me referí—. ¿Un disfraz?
—Sí, será divertido, para eso son los carnavales.
—No tengo disfraz, menos para tan de repente, coge juicio.
Trató de apartarse de mí, pero era demasiado tarde para eso, estaba inevitablemente marcado como mío y chupado por el diablo, o sea yo, de forma literal. Lo tomé de la cintura pegándolo a mí de espaldas, mientras mi nariz degustaba ese aroma delicioso de su piel y mis dientes se clavaron con suavidad en su cuello.
—Oh, sí que tienes uno, mi pulguita —susurré y le dejé un reguerito de besos hasta la mejilla.
—No me gusta como lo dices —murmuró entre jadeos suaves.
—¿Por qué? Solo lo estoy recordando, lo lindo que te veías como un mafioso, todo malote y lleno de sangre, de ti me dejo secuestrar. —Usé ese tono grave que siempre lo sonrojaba y lo hacía suspirar—. Quiero que lo uses, para ser yo quien te lo quite después.
—No seas payaso, no lo usaré —titubeó, pero se apretó contra mí.
—Dale, amor, te queda perfecto —supliqué.
—Si digo que sí, ¿mantendrás tus manos quietas? —advirtió sin muchas ganas.
—No necesito verte con algo en específico para estar inquieto, ¿sabes? —Y me reí.
—Ah, ¿no? —bufó.
—No, la ropa no influye en mi calentura, ¿pero sabes que sí lo haría?
—A ver, ¿qué?
Hice una larga y tentadora pausa, girándolo entre mis brazos para que me mirara directo a los ojos, llenos por completo de deseo, mi hambre hacia y por él, la que solo había aumentado con creces después de ese breve y delicioso momento de pasión.
—Verte sin ella.
—¡Marcos!
—Yo que culpa que estes tan sabroso. —Lo tomé del rostro y le estampé un beso, mordiendo de paso su labio inferior—. ¡Te amo!
Después de unos deliciosos sobornos más, quedamos en que se disfrazaría, pero yo también lo haría con el mismo que usé ese Halloween. Mi modo vampiro regresaría con harta sed de Andrés, y no desaprovecharía mi gran oportunidad. Por su parte, Andrés trataría de convencer a los demás de hacerlo, no quería ser el único en pasar pena, citando textualmente sus palabras. Ni que fuera para tanto, ¿cierto? ¿Ustedes saldrían disfrazados en carnavales?
De ese mismo modo, nos citamos para encontrarnos muy cerca de mi casa, en un sector donde pasaba primero el desfile de los niños y las comparsas infantiles, dado que estaríamos en compañía de uno y no, no era Fernando.
Había llegado primero a mi casa, para después pasar a la de Sol juntos bajo amenazas, digo, petición de la susodicha. Y cuando lo vi, se me puso duro el corazón de la misma emoción. ¡El corazón! Se veía aún mejor que en mis recuerdos, más sexy, rudo y con ganas de matarme, ojalá que a besos y sentones.
—Pero que cosita sabrosa ven mis ojos —susurré, dejando salir un largo suspiro.
—No molestes, me siento raro. —Se cruzó de brazos.
—Raro por qué si estas precioso. —Lo envolví en mis brazos, besando su cuello y aspirando su delicioso aroma—. Me encanta tanto como se te ve que me muero por quitarte todo ahora mismo.
—No pues, que halago —se burló, pero lo sentí jadear muy suavemente—. ¡Ordinario! Ya vamos, nos esperan.
Nos alejamos al otro lado de la calle, verificando que mis palabras eran ciertas. Se veían muchas personas disfrazadas caminado por allí, desde esqueletos hasta vestidos de comparsas desfilaban sin ton ni son por los alrededores. Me quedé esperando en la terraza, mientras él entraba a buscar a sus primos. En mi mente, el plan empezaba a trazarse detalle a detalle, sin dejar cabo suelto a posibles interrupciones.
—La Sol aun no está lista —se quejó Andrés sacándome de mis cavilaciones—, y los chicos no me contestan, ¿puedes ir a buscarlos mientras espero a la mugrosa esta? Que vengan un ratito, sabes cómo se pone cuando no la espero.
—Como negarme cuando me haces esos ojitos —murmuré, envolviéndolo en mis brazos y besándolo.
—Sí, sí, apúrele que Emma debe estar impaciente ya —se burló.
Seguía sin gustarme la idea, pero al casarme con él debía aceptar que no iba a estar solo siempre. Él sí tenía amigos de verdad y me alegraba por eso, más porque sé que en nuestros peores momentos lo defendieron y apoyaron, y no había nada más que respetara que eso. Por ello hacía el esfuerzo de integrarme, de llevarme bien con sus amigos para hacer las cosas más tolerables, así que haría un nuevo intento. El llegar y solo saludar como si todo estuviese bien no cuenta y tampoco es que sirva de mucho, menos con don cascarrabias presente.
Al llegar al punto de encuentro, estaban los tres esperando con suma tranquilidad. Como era de esperarse, los tortolos estaban abrazados y dándose cariño frente a un irritado Fernando. Sí, lo estaba y no era por mi culpa, aunque esperaba no continuarle el mal humor. De ser así, no sería yo quien lo iniciara.
—¿Y Andrés? —indagó Emma al verme llegar
—Fue a buscar a Sol, pero aún se demora un poco así que mejor esperemos allá —contesté, recibiendo solo silencio inicial—, solicitud directa de Sol.
—¿Ese milagro que no están pegados como garrapatas? —Y aquí empezó Fernando.
—Él es quien empieza, que conste —suspiré, mirando en especial a Emma por ello.
—Sí, como sea, ¿pasó algo? —volvió a preguntar de brazos cruzados, mirándome ceñudo.
—Bueno, sí quería decirles algo antes de irnos —hice una corta pausa, captando su atención—. Ya se imaginarán que me verán muy seguido tanto en la U como ahora en carnavales, después de todo soy novio de Andrés.
—Aja —murmuró Fernando, enojado, claro.
—Pero no lo digo para generar pleito, Fernando, quiero llevarme bien con ustedes incluso contigo —reiteré, esperando la sinceridad se me notara.
—¿Debería alegrarme?
Esperaba su incredulidad, de todas formas, cosas como esa no se dicen y ya, se hacen, pero para hacerlo él también debía poner de su parte y dejar de ser hostil. Ese granito de arena de su parte era el que faltaba, ni siquiera el derecho a duda me daba ni por accidente, así que tampoco podía obligarlo, pero no por ello dejaría de intentarlo o permitiría que me hiciera quedar como el malo.
—Los invito a almorzar, iremos a Coffe Paté después de los desfiles, es mi restaurante favorito —sugerí, viendo la creciente emoción en dos de ellos—, ¿qué dicen?
—Nunca he escuchado de él, ¿sí es bueno? —preguntó Emma con interés.
—A Andrés le gustó mucho —sonreí.
—¡Ja!... —expresó Fernando—. Si de confiar en sus gustos se trata, paso, le gustas tú después de todo.
—Por la paz mundial, omitiré ese comentario —suspiré.
—Tú fuiste quién pidió paciencia —se burló Emma.
—Gracias, Emma.
—Qué bien, ¿nos vamos? —intervino Gustavo—. Yo jamás le diría que no a comida gratis, ahora mismo tengo un filo, que si me agacho me corto.
Con su aparente creciente emoción, nos fuimos a casa de Sol en medio de una corta conversación. Con ellos era más fácil hablar de lo que sea sin caer en ironías, sarcasmo o indirectas. Fernando por su parte se mantuvo en silencio, con su cara de amargado haciendo alusión a su disfraz de demonio. Emma y Gus, como los tortolos que son iban vestidos iguales, dos Minions.
Durante el viaje y dejando a los tortolos decirse sus cursilerías, me quede atrás con Fernando tal vez buscando algo. Si no quería creerme en que iba más en serio con Andrés que él mismo, se lo haría ver, aunque no quisiera. No a las malas ni a la fuerza, pero sí de forma obligatoria.
—¿Hasta cuándo seguirás con esto? —le pregunté moderando el tono de voz para que no nos escucharan.
—Hasta que me aburra —contestó con una sonrisa ladeada.
Su expresión no supe si era de diversión, maldad o solo estaba tratando de actuar como malote. Pero eso no me gustó, ¿qué esperaba de ello? ¿Sabotear mi relación solo porque sí? No lo iba a dejar.
—A ver si no se aburre primero Andrés de ti —contesté irritado.
—Lo dudo, te recuerdo que primero fui yo antes de que lo manipularas —aseguró como la mayor verdad del universo.
—No manipulé a nadie es solo que...
—¿Qué? —me interrumpió, pisando firme y enfrentándome.
—Lo que es para el perro no se lo come el gato —expresé mirándolo a los ojos con el mismo destello de diversión.
—¡Malparido!
Y con la misma sonrisa me alejé de él, los demás ya estaban entrando en casa de Sol así que esa batalla quedaba ahí y no la inicié yo, aunque tampoco se podía decir que habría un ganador.
¿Qué tal estas sorpresitas, mis pulguitas?
Hechos por mi querida @duppertea y le quedaron bellísimos
En fin, que opinan de este cap
No tiene del salseo que quieren pero creanme
Bomba, para bailar esto es una bomba.
Y, sí, me alargue.
Againa, ni se sorprenda.
En mis planes este era el último, pero bue
Los amo
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