Capítulo 17| ¿Tú me amas?
»Este capittulo está contado desde la perspectiva de Kim Dan. 💖💖💖
Cuando desperté lo primero que vi fue a él. La imagen de Su fornida espalda desnuda era más impresionante que el amanecer que se asomaba. La vista desde el hotel no era lo bastante atractiva como para llamar mi atención.
En silencio quise memorizar ese momento; el recuerdo de su cuerpo desnudo cubierto por los pantaloncillos y su mirada perdida en el ventanal, tal vez esperando los primeros rayos de luz.
Por un momento quise besarlo, siempre quería hacerlo para ser francos, pero esta vez lo anhelé con desesperación, como ese sentimiento irresistible de ternura cuando un gatito ruega por caricias. Aún con tanto motivos desistí a mis impulsos pero eso no impidió que saboreara cada minuto a su lado. Hoy me sentía de maravilla, encantado y enamorado. Como si fuera el hombre más sensual del planeta, Lentamente con delicadeza arrastré mis rodillas por el colchón hasta abrazar por detrás de mi amado Alfa. Cuando rocé mis dedos en sus bíceps giró su rostro por encima de su hombro derecho. Lo asusté. Con ternura le sonreí y besé su mejilla.
—Buenos días~
No me respondió, se limitó a mover las comisuras en un intento de sonrisa que jamás llegó. No quise interpretar más su rostro, por una vez me permitiría no sobrepensar. Continúe envolviéndolo entre mis brazos, nuestros cuerpos al ser de diferente tamaño dificulta que sea capaz de cubrirlo por completo, era prácticamente un Hámster abrazando a un enorme lobo. Respiré en su cuello, al instante me embriague de su fragancia a Georgio Armani. Al parecer se había dado una ducha mientras dormía.
—Debiste despertarme, nos pudimos bañar juntos. ¿Todavía queda agua caliente? Dejaré que me enjabones donde quieras—Coloqué uno de sus rebeldes mechones detrás de su linda oreja de coliflor.
Quería quedarme aquí por siempre, quería creer que esto era el inicio de algo nuevo, algo precioso, una historia de amor para nosotros. No quería nada más que sumergirme en la felicidad del momento.
—Anoche me gustó mucho lo que hiciste. Eres maravilloso ¿Lo sabes?— Susurré permitiendo que mis mejillas se calentaran al igual que mi corazón. No temía expresar lo que me pasaba por la cabeza, pensé que sería un inicio comenzar a ser más atrevido. Jaekyung posó su mano sobre la mía, con un agarre firme y contradictoriamente vacilante, más su mirada reflejaba neutralidad.
De pronto alejo mi mano de él, no fue un manotazo, ni un movimiento brusco sencillamente se puso de pie marcando una notoria distancia entre ambos.
—Dan...— Pronunció mi nombre vacilante, sin afecto y distante. No me miró, se quedó parado dándome la espalda— Esto.. Nosotros..— Noté que chasqueó la lengua como si le costara encontrar las palabras correctas para expresarse.
—¿Nosotros?
—Nosotros deberíamos parar con esto.
Me quedé inmóvil de rodillas en la cama, sin ser capaz de procesar lo que sucedía, no entendía a que se refería o tal vez sí pero mi mente bloqueó toda la información con tal de protegerme. El problema es que esto no es cuestión de la razón, es del corazón, y mi corazón es tan fuerte como la porcelana.
El desconcierto llamó a mi puerta seguido de abrumadoras emociones que fui incapaz de detectar o canalizar, todas y cada una de ellas peleaban por plasmarse en mi cara provocando que se me fuera la respiración. Lo que sentí era tan ridículo que solté el aire en una sonrisa incrédula, burlesca. Pensé que no era tan grave esto, que yo había malentendido todo.
—¿Parar?— Repetí— ¿De qué estás hablando, Jaekyung? ¿Por qué te estás comportando así?
Entonces giró sus talones, y posó sus pupilas en mi como dardos afilados. Si hubiera un espejo delante de mi se que vería reflejado mi propio dolor cuando me percaté del semblante frío, cruel y arrogante de Jaekyung. ¿A donde se había ido su mirada gentil? ¿Dónde estaba el Alfa que me contemplaba como si fuera lo más hermoso del mundo?
Su cuerpo era tan grande que tapaba la luz que entraba por la ventana detrás de su espalda. Por un segundo pareció una persona desconocida para mi, era como si su cuerpo fuera consumido por una oscuridad, como un agujero negro. Desde la posición en que me hallaba yo tenía que alzar el cuello para mirarlo al igual que un superior. Descubrí que él era quien lideraba el curso de nuestros pasos al igual que esta conversación. Él es quien tiene el dominio completo de lo que ocurre entre nosotros.
—¿Sientes algo por mi?— Inquirió, sin curiosidad o al menos expectativas por mi respuesta, meramente como si quisiera que no contestara.
No aparté la mirada de él, ni vacilé, era una pregunta insultante, no requería ni un minuto para pensarlo, ya lo sabía, lo que siento por él es tan profundo que la palabra "amor" queda corta. ¿Por qué era necesario afirmarlo? ¿No era algo obvio? En todo este tiempo demostré cuando lo adoraba desde el más grande gesto hasta el más mínimo suspiro. Y yo pensé que él estaba entregándose a mi del mismo modo.
Su pregunta todavía seguía sin ser contestada, no temí responderle.
—No hay...— Contuve la respiración—. No hay ni un sólo día en que no te ame.
Lo confesé porque para mi no había nada de vergonzoso en expresar la manera en que lo quería, no como un amigo, no como mi superior, yo lo amo como nunca he amado a otro hombre.
Entonces su expresión cambió, se tornó atónita como si no esperara escucharlo de mi. Se llevó una mano a la barbilla, la frotó al mismo tiempo que sus pies se giraron para caminar en círculos en el mismo espacio, sin irse muy lejos de mi vista. No era para nada la reacción que esperaba obtener de él. Mi corazón me dolió.
—Esto...— Suspiró frustrado— Esto debe de ser un error, crees que me amas por culpa del animal viviendo dentro de ti. Sé lo "real" que pueden llegar a sentirse sus emociones, tanto que las confundes con las tuyas.
—¿Qué?— No podía creer lo que escuchaba, mis propios sentimientos estaban siendo invalidados—. Yo no..
—Tú no me amas, Dan— Afirmó.
—¡No lo sabes!— Refuté— No puedes asegurar que estoy confundido, no me digas que no se distinguir mis propios sentimientos. Son reales y tan validos como los del ser que habita dentro de mi. Tú me gustas, traté de reprimirlo tantas veces porque pensé que no era adecuado que alguien como yo saliera con alguien como tú, pero a medida que el tiempo pasaba pensé.. que tal vez...
—¿Qué? ¿Qué pensaste, Kim Dan? ¿Que nosotros podríamos estar juntos?— Me Interrumpió dejándome mudo.
Bajé la mirada avergonzado como si el hecho de amarlo fuera lo más horrible e imperdonable del mundo. Nunca me imaginé que escucharía esas palabras crueles venir de la misma persona que era capaz de cuidar de mi abuelita. Era tan ilógico e hiriente. Apreté mis labios intentando suprimir las ganas de llorar, sabía que tenía derecho de hacerlo, me había destrozado, y aún así me negaba a liberar lágrimas. No quería verme más patético de lo que ya lucía.
Joo suspiró indicando que esta conversación no había terminado. Por mi parte no quería escuchar más, no le daría la ventaja de encontrar nuevas formas de romperme el corazón. Me levanté de la cama para recoger tanto mi ropa interior como la bata de baño tirada en el suelo. No toqué el Smoking, no era digno de usar algo que desde el inicio no me pertenecía. La magia de mi cuento de hadas se acabó, era hora de regresar a la realidad.
—Dan..— Volvió a llamarme ahora con un tono culpable — Si hice algo que te hiciera pensar que lo nuestro era real, lo lamento, jamás tuve esas intenciones contigo.
Escuché un chillido provenir de mi interior, el pequeño Hámster que se resguardaba en la madriguera de mi corazón comenzó a llorar. Sentí como sus patitas se movían inquietas en un intento por escapar, tal vez esa era su manera de pedirme que huyera antes de que nos lastimaran más. Como no lo hice, se acurrucó en bolita tratando de protegerse del filo de los labios de Joo.
Fue hasta ese momento que entendí que el Hámster era un reflejo mio, era la parte más pura y honesta de mi a la cual únicamente Joo Jaekyung podía acceder. ¿Y para qué? Para que al final acabara haciéndome agonizar.
—¿Entonces qué significa esto?— Alcé ambos brazos indicando que mirara a su al rededor— ¿Qué hacemos aquí? Dices que no era tu intención, pero mira hasta dónde hemos llegado. Te dejé que cambiaras mi mundo, permití que engañaras al público al iniciar una relación falsa conmigo ¿sabes por qué? Porque jamás dejaría que te hundieras, quería protegerte y no me arrepiento. Desde el comienzo fui honesto contigo.
Todo lo que hemos hecho significa algo para mi, cada caricia, cada detalle, todo tiene importancia para mi.
Rogué que su semblante cambiara con el poder de mis palabras, quería por lo menos provocar algo en él, desembocar cualquier expresión suya que no fuera indiferencia. Me desesperada, me ponía histérico y ansioso ver como no le daba importancia a lo que yo sentía, parecía que se burlaba de mi por ser dramático con algo que según él no era relevante. Seguramente me encontraba patético y a la vez le satisfacía verme romper en mil pedazos.
—¿Hay una posibilidad de que me ames?— Pregunté mientras la voz me temblaba, tratando de contener el llanto.
—La hay... pero no de mi parte— Una vez más destrozó mis esperanzas— Mi lobo te ama, pero yo, Joo jaekyung no siento lo mismo que tú.
Todo pareció derrumbarse bajo mis pies. Lo peor es que yo sabía que esto pasaría, y aún así me creé ilusiones falsas. Permití que jugara conmigo, le creí cada una de sus palabras de amor porque pensé que las decía de corazón. Dejé que pintara estrellas con su labios sobre mi piel para al final acabar con cicatrices. Nada de esto era real, no hay ningún futuro porque para empezar jamás existió un pasado ni menos un presente. Ya no podía distinguir la honestidad en sus acciones.
¿Todo era falso? ¿Cómo podía existir alguien que te abraza con amor en la cama sin sentirlo realmente? ¿Todo este tiempo estuvo mintiéndome? ¿Qué era yo para él? ¿Qué hay tan malo en mi como para que le disguste la idea de amarme?
Me quebré en un llanto amargo, lo que tanto tiempo estaba reteniendo dentro de mi se desbordó, explotó, trono como un interruptor el cual no estaba seguro si volvería alguna vez a funcionar. La luz que brillaba en mis ojos se apagó. No escuché al Hámster de mi interior, no lo sentí moverse, por un instante me sentí vacío como si ya no hubiera nada ahí. Empujé mis manos hacía mi pecho queriendo asegurarme que estuviera a salvo, debía protegerlo del peligro. No sentí nada más que mi palpitar. Algo no andaba bien.
—¿Dan?— La voz del alfa se escuchó lejana, distorsionada, me provocaba repulsión simplemente oírla.
Gracias a mis reflejos agudos le di un manotazo para evitar que me tocara. Por muy adolorido que estuviera no le daría la satisfacción de que cuidara de nuevo de mi, ya no podía confiar en él.
—¡¿Por qué hiciste todo eso?!— Exclamé presa de la rabia y victima de la humillación— ¡¿Qué creías que era lo que pasaba entre nosotros?! Sabías que esto era más que sexo, tenías idea de la manera en que yo te quería, pero sí tú no sentías lo mismo...— Me llevé ambas manos a la cara en un estúpido intento por borrar las marcas de humillación —, ¿Por qué lo hiciste ver como si fuera algo especial? ¿Por qué no paraste si ya sabías que te amaba?
Todo a mi al rededor empezó a dar vueltas como estar en un carrusel del cual no puedes bajar, y subido desde mi asiento veía como todos los recuerdos se hacían trizas. No conocía al hombre frente a mi, pensé que lo hacía pero en realidad era una imagen distorsionada, yo mismo le dí color a la oscuridad que lo rodeaba.
No sé en que momento corrí hasta el ascensor, quizás mi cerebro bloqueó ese momento debido al shock. Tampoco sé cual fue el botón que presioné, no me importaba a que piso me llevara con tal de que me sacara de ese lugar, no soportaba seguir en esa habitación. Permanecí sentado en una esquina del elevador, llorando, sintiendo que algo había sido arrancado de mi pecho. No me sentía completo, no me sentía bien.
Toqué mi pecho, algo andaba mal, algo dentro de mi se congelaba, me calaba hasta los huesos, me costaba respirar, mi visión se empezó a volver borrosa.
—Mi Hámster— Murmuré.
¡Ding!
Las puertas del ascensor se abrieron, un grupo de personas entró, pero al verme se quedaron congeladas en su sitio como si temieran que los atacara o trataran de averiguar que estaba mal conmigo. Toda mi cabeza daba vueltas, no podía enfocarme en nada más que en sumirme en la miseria. Escuché un pitido en mis oídos, me desequilibró, el carrusel bajo mis pies empezó a girar y girar más rápido. Todo daba vueltas.
—Permiso— Reconocí una voz.
Una cabellera rubia sobresalió entre todas esas personas. Heesung cuando me vio vino corriendo. Empecé a llorar con más amargura, tal vez una parte de mi se sentía aliviada. Él se agachó para ayudarme.
—Sácame de aquí— Le supliqué sollozando— Por favor, sácame de aquí.
No recuerdo mucho después de eso. Creo que me desmayé dado que cuando desperté fue en una habitación oscura o eso al menos pensé. Escuché unos pasos acercarse a mi, seguido de la dulce voz de Heesung que sonaba... extraña.. No podía mentirme, había estado llorando.
—¿Por qué está todo tan oscuro? ¿Dónde estamos? ¿Puedes encender la luz?— Pregunté tratando de enfocar el sitio o por lo menos detectar donde se hallaba Heesung.
Él no respondió mis preguntas.
—Dan, necesito que te calmes y me escuches atentamente ¿de acuerdo?— Su voz sonaba sería como también trataba de evitar que un sollozo se escapara de él.
Más tarde.. entendí lo que pasaba.
Después de haberme desmayado en el elevador, Heesung me llevó al hospital dado que mi cuerpo estaba frío como el hielo. Me hicieron unos análisis, y yo..
—Tu Hámster.. Se ha ido.
Me quedé helado, congelado, incapaz de reaccionar. Pensé que había oído mal.
—¿Qué?— Mis labios temblaron.
—Los médicos dijeron que...
—¡No!— Supliqué.
—Dan..
—Basta.
—Dicen que sufrió un shock.
—¡No! ¡Para!
—Dan, tu Hámster está..
—¡No! ¡No lo digas!
Raspé mi garganta a gritos, no podía soportar la noticia. Hace unos días esa hermosa cosita aún corría dentro de mi con sus suaves patitas. Debía de ser un maldito error.
—Lo siento...— Me susurró.
Las lagrimas empezaron a caer,
me llevé ambas manos a la cara únicamente para percatarme que una tela cubría mis ojos y dicha se ponía húmeda a causa de mi llanto. Me quise retirar lo que sea que fuera eso, pero Heesung me sostuvo las manos.
—Es una venda, no la quites— Me dijo.
Poco después entendí... que la partida de mi Hámster causó la perdida de mi visión. Así es, quedé ciego. Esa era su marca, su despedida. Era algo que toda la vida me recordaría su ausencia y mi gran error por no haberlo protegido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro