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Manisa
1553

La boda había sido anunciada y todo el harem hablaba de eso, aunque la única que no se había anunciado era la sultana.

-Príncipe Murad.-Lo reverenció al verlo caminar algo desorientado.

-Señorita.-Saludó.-¿Es verdad?

-¿Que cosa? Príncipe.-Cuestionó.

-Que mi padre y tu se van a casar.-Hablo con su ceño fruncido.

-Es verdad.-Asintió.

-¿No te avergüenzas? Mi madre ha pasado todos estos días llorando, no hay manera de aliviarla y estoy segura de que eres la causa de su tristeza.-Estaba angustiado, bastante molesto.

-Mi intención no es entristecer a la Sultana... Pero el amar no me avergüenza, no escogemos a la persona nuestro corazón lo hace, lamento mucho que las lágrimas de su madre sean derramadas pero su padre me ha escogido, alejándome sería el príncipe quien entristecería.

El todavía la miraba, pero no estaba molesto solo frustrado por no saber que hacer por su amada madre.

-Que yo me vaya a casar con su alteza no va cambiar el amor que el Príncipe Selim siente por usted y sus hermanas, tampoco anulará el respeto que tiene por la sultana Nurbanu.-Colocó su mano en su cabeza acariciando sus anaranjados cabellos.-Se lo prometo.

-Aléjate del príncipe, Hatun.-Canfeda se apresuró a ellos.-¿Que crees que estás haciendo? Arpia.

-Está bien Canfeda.-Murad interrumpió.-Solo le preguntaba un par de cosas sobre su país...

-Con permiso.-Reverenció al menor y se marchó, su enemistad era con Nurbanu no con sus hijos.

Las muchachas del harem disfrutaban de la fiesta organizada, bailaban y gozaban de las delicias que habían mandado a preparar.

-La sultana Hurrem vendrá a la celebración, esta muy contenta con lo que haz hecho.-Fakria se acercó con una sonrisa orgullosa.

-La sultana... Su felicidad es la mía, quiero hablar con ella cuanto antes.

-Tienes que ir a los baños cuanto antes.-Se cruzó de brazos.-Será tu noche de bodas, no querrás oler a cabra y espantar al príncipe.

-No digas esas cosas.-Un puchero se asomó.

-Entonces vamos, tenemos que prepararte.-Dio unos suaves empujones obligándola a caminar.

Y como prometieron, Selim la llevo a presenciar como sus testigos declaraban su amor uniéndolos para la eternidad.

-¿De verdad está pasando?-Murmuró con una sonrisa escuchando a los hombres al interior de la mezquita.

-Azra... Está pasando.-Selim sujetó su mano para así besarla.-No me veo pasando mi vida sin ti a mi lado, no puedo imaginar lo que sería para mi no tenerte cada mañana y cada noche, no quiero amar a nadie más que a ti.

Escuchar aquellas palabras la hacían sentir llena de vida, nunca creyó poder amar a alguien de esa manera pero ahí estaba el enseñándole lo que es el amor verdadero.

-Y ahora eres mi esposa.-Colocó un bello anillo con una piedra blanca en el centro, su color favorito.

-Te amo, Selim, no sabes cuanto...-No pude evitar lagrimear.

-Ahora estamos unidos en sagrado matrimonio... Sultana.

-No me importan los títulos ni el poder, lo único que deseo es que nuestra felicidad dure hasta que Allah nos lleve a conocer la verdad.

Dulces y oro habían sido repartidos, la celebración de su boda duraría al menos 2 semanas pero ese sería el día más importante, su noche de bodas y primera noche como la única esposa del príncipe.

-¡Haseki Hurrem Sultán está aquí!-Anunciaron a la entrada del harem.

Azra quien se había mantenido danzando con las demás mujeres se detuvo, después de todo seguía pareciendo una niña con la inocencia intacta y el alma pura, Fakria rezaba todos los días porque nadie le quitara aquella felicidad a la ahora sultana, la vida en el palacio era difícil aunque la rubia había tenido el camino fácil nadie quitaba el hecho de que lo peor podría suceder en cualquier momento.

-Felicidades Azra.-Hurrem se acercó con una sonrisa a la agitada muchacha.

-Se lo agradezco, sultana.-Con apuro sujeto su mano y la beso antes de colocarla en su frente.-Usted me ha dado esta alegría y nunca terminaré de agradecerle por ello.

La mayor sonrió haciéndole un ademán con su mano para que se sentaran juntas a charlar.

-Fakria, ¿Donde está Nurbanu?-Cuestionó Hurrem.

-No ha salido de sus aposentos.-Contestó con el mismo tono sereno de siempre.

-Llámala, que descortés de su parte no venir a saludarme.

Asintió marchándose para cumplir su orden.

-¿Te haz sentido cómoda aquí?

-Así es sultana, no ha sucedido nada malo, todo parece ser siempre tan tranquilo.-Jugo sacudiendo un poco sus pies.-Espero poder alegrarla con un nieto algún día.

-Que Allah te de muchas bendiciones.

-Amén.-Mantenía aquella sonrisa.

Pronto Nurbanu fue anunciada, su semblante estaba completamente entristecido aunque evitada demostrarlo, junto a ella iban Canfeda y Gazhanfar.

Hurrem y Azra se levantaron a la par, ambas con una sonrisa, claro que la mayor tenía aquella expresión por su victoria.

-Sultana.-La azabache murmuró inclinándose antes de regresar su mirada a su rival.-Señorita Azra, ¿Por qué no me haz reverenciado todavía?

-No tiene porque hacerlo.-Hurrem interrumpió.-Como sabes Azra ahora es la esposa legal de mi príncipe... Ahora es una sultana.

-Soy la madre de un príncipe.-Atacó.

-Aún así, tu lugar está por debajo del de Azra.-Levantó su mano indicándole que se silenciara.-Siéntense, adoro estas celebraciones.

Azra se sentía nerviosa por la mirada de Nurbanu, estaba fijamente en ella como si intentase asesinarla con su simple observar.

Pronto las criadas arreglaron a Azra quien portaba un vestido rojo y un velo en su cabeza mientras se dirigía a los aposentos de su príncipe.

-Mi sultana.-Selim abrió sus brazos para ella.

-Selim...-Se recostó en su pecho.-Ha sido un día hermoso, nunca había visto tanta alegría en el harem como hoy.

-Y faltan muchos días más, todo lo que deseo es ver esa hermosa sonrisa todo el tiempo.-La sujeto de la mano llevándola al filo de la cama para sentarse.

-Desearía que este día nunca acabase.-Acercó sus labios a los del príncipe.

-Al contrario, he estado esperando nuestra noche.-La hizo reír.-Mi amada Azra, ¿Donde estuviste todo este tiempo?

-Esperando a que Allah me reúna con usted.-Dió un suave beso a sus labios.

La noche de bodas fue la noche que marcaría un antes y un después en la vida de la rubia, una nueva vida estaba por nacer y con ella se desatarían las peleas.

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