24
Topkapi
1561
Para felicidad de unos y tristeza de otros, la muerte de uno de los príncipes ya había sido anunciada en todo Estambul y quizás el mundo entero, ahora solo quedaba un sucesor al trono.
-Allah... Haz escuchado mis plegarias, me haz regresado la alegría.-Unas lágrimas de felicidad se asomaron en los ojos de la sultana quien empezó a sollozar con una hermosa sonrisa en su rostro.
-Sultana, ha ganado.-Fakria sonrió.-Su alteza ya está regresando al palacio, por fin verá a su familia completa de nuevo.
Ambas se abrazaron con una alegría que no habían sentido en muchos años.
-Tranquila Azra, el príncipe llegará en cualquier momento y será a la primera que visitará.-La mayor tomó el rostro de la rubia de forma maternal.-Estoy orgullosa de ti.
-Fakria, si me he mantenido en pie ha sido gracias a ti, no se que abría hecho durante estos años de haber estado sola.
-No me lo agradezcas, quizás te di el impulso pero todo lo que haz logrado lo hiciste por ti misma.
Juntas se sentaron en el diván a esperar que anunciaran al príncipe por la puerta, las trillizas se unieron a la espera pues ansiosas no podían estar solas, las horas pasaron y aquel nombre finalmente se escuchó.
-¡Atención, su alteza el príncipe Selim!
-Me retiro sultanas, es mejor que estén a solas.-La Kalfa hizo una reverencia antes de marcharse.
La puerta de los aposentos se abrieron dejando ver a su cansado esposo, sus ojos estaban enrojecidos por el llanto que la culpa le causaba, estaba un poco pálido pero aún así encontró paz en esa dulce mirada que solo era para ella.
-¡Mi amor, Selim!-Ella corrió hacia el como una niña y no dudo en despegarse del suelo para enredar sus brazos alrededor de su cuello.
-Mi hermosa sultana...-Apretó su delicado cuerpo contra el respirando su perfume y reteniendo sus lágrimas.
Ahí estaba su mujer, su esposa, su alma gemela, después de todo el sufrimiento que pasaron pudo volver a verla, pudo sentirla una vez más, su corazón estaba por estallar de alegría.
-¿Como estas? ¿Te encuentras bien?-Ella se apartó y empezó a examinarle el rostro bajando poco a poco.
-Cualquier herida deja de doler teniéndote aquí conmigo.
Los amantes tomaron sus labios como nunca antes lo habían hecho, desesperados y gozando el volver a tenerse el uno al otro, la perfecta sincronía que tenían era preciosa, el amor que se tenían podía sentirse en cada rincón del palacio, eran el príncipe junto a su sultana reencontrándose.
-Te he pensado día y noche... No sabes como le pedí a Allah volver a verte.-Sollozó contra sus labios.
-Ya estoy aquí cariño, he regresado a ti.-Sonrió mientras acariciaba sus dorados cabellos.
-No vuelvas a hacerme esto, te lo suplico, no vuelvas a dejarme sola.-Agachó un momento la cabeza.
El de nuevo beso sus labios fugazmente antes de llevar su mirada a sus hijas.
-Mis princesas.-Extendió sus brazos para ser recibido por ellas.
-Solo Allah sabe cuanto rezamos por verlo de nuevo...
-Temíamos que le pasará algo.-Esmahan busco protección y alivio en el.
-Verlas una vez más ha traído luz a mi vida nuevamente.
La familia se sentó un momento descansando uno junto a otro, pero Azra notó aquel dolor que atormentaba a su amado.
-Se que lo que hizo lo ha entristecido, puedo verlo.-Frunció el ceño.-Pero no derrame una sola lagrima más, nos ha salvado, salvo a su hijo y a sus futuros nietos... Si Bayaceto hubiese ganado, no nos perdonaría la vida.
-Cuando cierro los ojos solo pienso en el y en sus últimas palabras.-Una risa triste se mostró en su rostro y pronto se transformó en una mueca.-Incluso moribundo me maldijo.
-Hiciste lo correcto Selim.-Acurrucó su rostro en el cuello de su esposo.-Está noche podrás dormir tranquilo, estaré a tu lado, siempre lo estaré.
-Eres la única que puede hacerme feliz en un momento así.-Murmuró arropándola entre sus brazos.
Para lo que el resto parecía eterno, para ellos era solo un pestañeo, las horas pasaron y nunca se soltaron, no querían y tampoco sabían como sobrevivir el uno sin el otro por más tiempo, por primera vez en muchos meses el príncipe pudo dormir con tranquilidad, no tuvo pesadillas, ni se levantó en medio de la madrugada asustado pues sabía que ahí estaba su amada esposa cuya alma estaba pura de pecados o al menos eso es lo que el quería pensar.
Después de unos días la llegada del príncipe Murad se anunció pues habían tomado diferentes rutas, hijo fue a la tumba de su madre y la llenó de todas las flores más hermosas que encontró en el bosque, rezo para ella y lloro lamentándose no haberla visto una última vez.
-Sultana, padre.-El menor hizo una reverencia para ambos tan pronto como llegó a sus aposentos.
-Hijo mío.-Selim se acercó a darle un abrazo a su primogénito.
-Nos da mucha alegría que haya llegado sano y salvo al palacio.-La mujer dio pasos suaves hacia el acariciando sus anaranjados cabellos.-Escuché que la sultana Nurbanu se encontró con la verdad... Lo lamento mucho, espero que Allah la tenga en su santa gloria.
-Amén.-Murmuró sin muchas ganas.
-Ven aquí.-El pasó a los brazos de su madrastra refugiándose en ellos.
-Príncipe de mi corazón.-Lo consoló.
-Solo... Quiero saber una cosa...-Tragó saliva mientras tenía ligeros espasmos.-Por favor Sultana... Dígame qué usted no tuvo nada que ver con la muerte de mi madre.
-Murad.-Selim lo regañó.
Azra levantó ligeramente su mano pidiéndole silencio al pelirrojo, ¿Como se había atrevido a quitarle su madre a un niño? A penas y se reconocía, pero así tenían que ser las cosas en el imperio, mata o deja que te maten.
-Mi Murad... Yo no tuve nada que ver con la muerte de la sultana.
Mentirosa, eso era, pero su consuelo fueron los brazos del príncipe rodeándola buscando apoyo emocional, le había creído.
¿Como no hacerlo? Estaba frente a la sultana cuyo nombre significaba pureza, nadie conocía su pecado y no dejaría que lo hicieran.
Selim se unió al abrazo, después de todo esa era su familia, su tan adorada esposa y su hijo, los únicos que no lo juzgaron o despreciaron como todos lo habían hecho, pronto tendrían su recompensa pues no abría otro sultán además de el y no habría otra haseki además de Azra.
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