23
Topkapi
1561
"Estimada Azra, la que le trajo luz y paz a mi Selim,
Espero Allah te mantenga sana y llena de felicidad a pesar de las malas noticias que nos están siguiendo en estas épocas oscuras... Escuché sobre el fallecimiento de la madre de mi querido nieto Murad, he rezado por que su alma encuentra paz algún día.
Espero verte pronto en la capital, desearía tener aquí a mis seres queridos pues lamentablemente mis príncipes han escogido pelear entre sí, ¿Crees que mi amada sultana Hurrem podrá perdonarme algún
día por permitir esto?
Si ella estuviera aquí, entristecería y se que haría algo por mantener la armonía como siempre supo hacerlo,
El Sultán."
La Francesa había leído esa carta enviada por su querido suegro el sultán que gobernaba al mundo entero, tan pronto como regreso del antiguo palacio se tomó unos días para descansar y partir nuevamente a un destino distinto, el palacio de Topkapi.
-Su majestad, es un honor verlo nuevamente.-Se acercó a besar su mano.
Llevo su vista hacia Mihrimah quien la veía con severidad, como si conociera su pecado.
-Sultana...-De igual forma la reverenció.
-Mis queridas sobrinas.-Mihrimah ignoró la presencia de Azra llevando su mirada a las trillizas.
-Ahora que están aquí, deseo verlas en la cena... Solo así podré tener un poco de paz.
-Le agradezco su invitación, ahí estaremos.-Ella mostró una cálida sonrisa llena de sinceridad.
-Vayan a descansar, se que tuvieron viajes largos hacia aquí.-Les hizo un ademán dejándolas marchar.
Pero tan pronto tomaron caminos lejos de los aposentos de su majestad, Mihrimah sujeto el brazo de Azra deteniéndola.
-Niñas vayan a sus aposentos.-La mujer habló.
-Tía...-Geverhan intentó intervenir cuando vio la forma en la que sostenía a su madrastra.
-Adelante, vayan... Yo iré atrás de ustedes.-Habló con un tono de voz bajo.
Las tres se miraron entre sí notando la incomodidad pero decidieron seguir, nunca desobedecerían a quien las había cuidado desde pequeñas.
-Me han informado que la criada Nurbanu falleció, tomó su propia vida.-Usó aquel profundo tono como si la estuviera amenazando.
-Que Allah la tenga en su paraíso, no pudo sobrevivir mucho tiempo en el antiguo palacio.-Su rostro reflejaba tristeza.
Y no la fingía, el alma le dolía pues había arrebatado la vida de alguien, se había convertido en una de ellos, una pecadora, la sultana del sol y la luna miró a la esposa de su hermano, con una sonrisa irónica en su rostro.
-Cuando mi querido Murad lo sepa...-Trago saliva reprochándose.
-¿Que te hace creer que Selim ganara y regresaran? Tienes mucha fe en eso Azra, recuerda que a la final nada está dicho todavía.
-¿Le alegraría la muerte de su hermano?-Levanto su ceja.
-Amé a todos mis hermanos pero Selim nunca fue mi favorito, si tengo que llevar el luto de otro hermano, le rezo a Allah que sea el.
-Siempre creí que usted era diferente a los demás, pero ya veo que me equivoqué.-La miro con fiereza a los ojos, sin miedo a lo que podría sucederle por hacerlo.-Es igual a todos, juzgan a Selim como si fueran perfectos pero no lo son...
Mihrimah llenó sus pulmones de aire sintiéndose ofendida de que la concubina de su hermano le hablara así.
-El tuvo errores si... ¿Quien no los ha tenido? Pero el aprendió de ellos, no hay mejor opción para el trono que el y lo sabe.
-Cuida tus palabras, Azra, que no se te olvide a quien tienes en frente.-Gruñó.-Se que tuviste que ver en la muerte de Nurbanu, pero me pregunto que quieres conseguir con eso... ¿Ser madre sultana?
Una risa cínica inundó los pasillos antes de que continuase hablando.
-Perdiste a tu único hijo y no conforme con eso, eres una mujer infertil, por lo tanto eres inútil e inservible, ¿Que bien puedes hacerle a mi dinastía?-Dio unos pasos hacia ella.-Eres una criada, tu único trabajo era hacer crecer a mi familia... Pero ya no puedes hacerlo, que no te sorprenda si algún día encuentras a tu amado esposo en la cama con otra, claro, solo si Allah te cumple el milagro de mantenerlo con vida.
-¿Por que se desquita conmigo?-Ladeo su cabeza.-El que Rustem Pasha la haya engañado a usted, la gran sultana del sol y la luna no nos hace desdichadas a las demás, mi esposo nunca me ha traicionado y nunca lo hará, ¿Sabe por qué?... Porque nosotros si nos casamos por amor.
Mihrimah sentía su cuerpo temblarle de la impotencia, ¿Acaso estaba escuchando bien? ¿Una esclava le estaba hablando de esa forma?
-Debe ser humillante para usted que una simple criada pueda disfrutar del verdadero amor mientras usted llora todas las noches compartiendo la cama con un hombre al que aborrece-
El sonido de su palma se escuchó como un eco mientras Azra sujetaba su mejilla adolorida.
-¡¿Quien te crees que eres para hablarme de esa forma?! ¡Soy la sultana Mihrimah, miembro de la dinastía otomana, la única hija del Sultán Suleiman!-La sujetó del rostro obligándole a ver sus ojos llenos de ira.
-No importa cuánto me golpee... Adelante desquitece, nada cambiará el hecho de que su matrimonio es una farsa... Un arreglo político con el que su madre se benefició a costa de su sufrimiento.
-¡Cierra la boca!-Otro golpe dio contra su rostro mientras sus ojos empezaban a cristalizarse.
Azra había dado en su punto débil, por primera vez perdió la compostura e intento seguir golpeando a la muchacha.
-¡Sultana cálmese por favor!-Sumbul Aga llegó junto a las demás criadas de Mihrimah haciendo que la sostuvieran para separarla de la rubia.
La esposa del príncipe adolorida por los golpes se paró recta demostrándose así misma que ya no importaba cuanto la hirieran, era una nueva persona y no se dejaría volver a humillar por nadie.
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