21
3 AÑOS DESPUÉS
Manisa
1561
Azra observó el pecho de su esposo subir y bajar mientras el descansaba, dentro de aquel infierno, el estar juntos era su único escape de la realidad, habían encontrado la paz uno junto al otro, con cuidado plantó un dulce beso en su mejilla para así recostarse intentando dormir, pero se le hizo imposible pues desde temprano los recuerdos empezaron a molestarla.
La sultana de dorados cabellos suspiro algo desanimada y se levantó de la cama en busca de la bata con la que cubriría su denudes, a veces se sentía así luego de pasar una acalorada noche en brazos de Selim pues le era vergonzoso no poder quedar embarazada, no importaba cuanto lo intentara, el daño era irreversible y le haría pagar con sangre a cada uno de sus enemigos.
-Traigan el desayuno.-Ordenó asomando su cabeza fuera de los aposentos un segundo.
-Si, sultana.
Regresó a observar las hermosas ventanas de los aposentos, distraída con su mirada perdida pues no era más que eso, un cuerpo inerte que cada día rezaba a Allah por que se la llevase y reunirse con su Mehmed, pero por otro lado sentía remordimiento, por inercia colocó sus manos sobre donde alguna vez el había estado, su vientre plano la hizo querer llorar.
-Allah...
¿Cómo podía tener esos oscuros pensamientos? ¿Cómo había podido pensar en abandonar a su amado Selim? Observó el anillo sobre su dedo anular antes de soltar un suave suspiro.
-Azra...-La voz de aquel que tanto adoraba resonó en la habitación provocando que ella volteara.
Lo vio ahí, con aquella sonrisa que hacia su corazón un loco, con lentitud se acercó a la cama y trepó en ella para así gatear hacia el colocándose sobre sus piernas.
-Buenos días, alteza.-Murmuró para así robarle un delicado beso.
-La sultana que hace mis mañanas alegres.-Sonrió en medio de los besos que la misma le daba.
-¿Acaso hice ruido y te desperté?-Tiró su cabeza a un lado fingiendo inocencia.
-No.-Sonrió antes de posar sus manos a cada lado de su cintura mientras lentamente las deslizaba hacia su trasero donde finalmente las dejó.-Podemos hacer ruido juntos, si lo deseas.
Azra soltó una no muy sonora risa ante la ocurrencia del pelirrojo el cual se echó para atrás llevándose consigo a la rubia.
-Mi príncipe, ya hemos hecho suficiente "ruido" por una noche, ¿No lo cree?-Se burló mientras las manos de Selim iban hacia el simple nudo que mantenía aquella bata en su cuerpo.
-Nunca me cansaré de escucharte suplicar y decir mi nombre mientras te hago mía.-Le susurró al oído haciendo que instantáneamente se encendiera aquella chispa.
Con poca delicadeza Selim quitó por completo la tela que cubría aquel hermoso cuerpo que adoraba reclamar y marcar como suyo, Azra pasó sus manos por cada centímetro del fornido cuerpo de su esposo que la hacía soltar suspiros de deseo, los jadeos y suaves gemidos se hicieron presentes mientras la pareja se besaba con ferocidad, como si no se hubieran visto en años, se necesitaban el uno al otro.
Ambos se sobresaltaron cuando alguien tocó la puerta rompiendo así la pasión que compartían, la rubia aprovechó el momento y se vistió con aquella bata que a Selim poco le había costado sacarle.
-Juro que decapitaré al que esté tocando esa puerta.-Gruñó el principe.
La sultana rio esperando a que su esposo se vistiera para así llamar al Aga y criadas que servirían el alimento para la pareja.
-Muchas gracias.-Habló con su calmo tono antes de sentarse junto a Selim.
Ambos comieron en paz, ninguno decía de más tan sólo eran ellos viviendo el momento como cada día, hasta que nuevamente alguien tocó la puerta.
-¡Adelante!-Selim habló.
-Príncipe... Sultana...-Un Aga se reverenció.
-Habla, que deseas.
-Es... Su hermano...
Selim no tardó en levantarse mostrando autoridad.
-El príncipe Bayaceto está reuniendo tropas y aliados, ha enviado un mensaje... Desea pelear a muerte.
El pelirrojo levantó su mano en señal de silencio, pronto regresó su mirada a su esposa.
-No puedes enfrentarte a el, Selim, se matarán el uno al otro.-Se levantó preocupada.
-Azra déjanos a solas.-Ordenó.
-No me iré.-Gruñó mirándolo suplicante.-Perdí a Mehmed, no pienso perderte a ti.
-Ve a tus aposentos, te veré luego.-Había tocado aquella latente cicatriz.
-Selim, escúchame por favor...
-Azra.-Le dio una última mirada bastante serio y finalmente le dio la espalda.
Mientras su esposo planeaba como ir a la batalla, ella sentía su corazón romperse al imaginar que no lo volvería a ver.
-Llamen a mi príncipe, que reúna a todos sus aliados, iremos a la batalla.
Fue lo último que escucho antes de retirarse.
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