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Topkapi
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-Espero tengas un agradable viaje.-Un agotado sultán se despedía de su nuera.

-Que Allah le de fuerza en este luto, alteza.-Besó su mano antes de colocársela en la frente.-Se que nuestro señor a llamado a la Sultana Hurrem para que guíe el alma de su amado nieto al paraíso.

El hombre de avanzada edad le enseñó una melancólica sonrisa antes de mirar a su hijo con seriedad, eso era todo para saber que debían marcharse, ya estaba todo preparado en los jardines donde los carruajes esperaban por ellos.

-Fakria, ¿Crees que estoy haciendo lo correcto?-Murmuró.

-Si sultana.-Contestó.-Nuestro príncipe Mehmed debe ser vengado, esa serpiente no se saldrá con la suya.

-Tienes razón.-Afirmó antes de avanzar hacia su familia.

-Mi amada.-Selim sujetó las mejillas de su mujer para posar sus labios en su frente.-Estaré custodiando tu carruaje hasta nuestra provincia.

-Príncipe, tenga mucho cuidado... Recuerde que su hermano hará todo a su alcance para lastimarlo.-Lo miró a los ojos encontrando paz en ellos.-¿Que sería de mi si le sucede algo?

-No pienses cosas malas.-Una sonrisa se escapo de sus labios antes de volver a plantar en beso en su rostro y marchar a su caballo.-Murad, espero noticias tuyas pronto.

Miró a su hijo quien custodiaría a su madre hacia su provincia, Nurbanu le lanzó una última mirada antes de intentar subir al carruaje.

-¡Sultana Nurbanu!-La llamó manteniendo su semblante alegre.-Lamentó informárselo de último momento, pero temo que no acompañara a nuestro príncipe a su provincia.

-¿Qué?-Hizo una mueca antes de bajar y encaminarse hacia ella.

-Los sirvientes de este palacio son todos testigos de que haz levantado tu mano en mi contra y como sabes, tocar a un miembro de la dinastía está penado con la muerte...

-Sultana.-Murad quien estaba junto a su caballo se apresuró a ellas.

La mujer se puso atrás de su hijo esperando a que abogara por ella, Azra levantó su mano pidiéndole tiempo.

-Como dije ayer, seré muy piadosa en lo que la ley respecta y solo porque eres la madre de un príncipe.-Continuó.-Tú nueva residencia será el antiguo palacio, el palacio de las lágrimas.

Nurbanu empalideció buscando ayuda en Selim quien solo miró a otro lado dejando a su esposa accionar, todos ahí sabían lo que sucedería con ella, será una sultana olvidada quien estaba por perder su fortuna, poder e incluso su título.

-¡Por favor asegúrense de que Nurbanu llegue a salvo a su nuevo palacio!-Pidió a los guardias mientras se encaminaba al carruaje.-No nos gustaría que algo le ocurriese.

Manisa

Azra pudo sonreír luego de días en llanto, había llegado a su castillo hace unas semanas y aunque seguía con el luto en su corazón, su cuerpo casi danzaba de alegria al tener la mitad de su plan completo, finalmente pudo relajarse imaginando a Nurbanu en aquel viejo lugar donde no tendría nada, ni nadie.

-Me alegra volver a verte feliz, Azra.-Fakria hablo mientras ayudaba a la sultana arreglarse antes de ir a los aposentos del príncipe.

-Pronto esa mujer desaparecerá, solo ese día volverá haber luz en mi vida.-Suspiró.

-Ya está todo listo, solo tienes que dar la orden y acabaremos con ella.

-Oh no, quisiera hacerlo personalmente.

-¿Estas segura de eso?-Frunció el ceño.

-La inocente Azra que conocías ha muerto, lo único que deseo es ver a los ojos de esa víbora mientras da sus últimos miserables respiros.-Gruñó mientras se encaminaba a los pasillos que la llevarían con su príncipe.

Con una seña le pidió a Fakria que la dejara ir sola, no importaba cuantas veces pasara por ahí, siempre recordaba cuando solo tenia 18 años y estaba aterrada por entrar a esos aposentos que ahora adoraba.

-Avísenle al príncipe que estoy aquí.-Habló a los guardias.

De reojo pudo observar a una conocida mujer quien parecía esconderse, pero en ese momento no le tomó importancia.

-El príncipe está ocupado con su harem, sultana.

Ahí lo comprendió.

-No te preocupes, no van a tardarse nada.-Habló burlona pues sabía el destino de la muchacha.

Cumpliendo su palabra, no pasaron ni 5 minutos antes de que la puerta fuese tocada desde adentro.

-Y ahí está...-Murmuro al ver salir a una mujer con la cabeza agachada.

-Sultana.-Ella se reverenció.

-Ven aquí mujer, ¿Quien te envió?-La sujetó del brazo obligándola a caminar.

-N-Nadie sultana, el príncipe había pedido verme-

-No te creo, Selim nunca estaría con otra mujer.-La zarandeó.-Alguien te envió, ¡Habla o te lanzare al mar!

-¡Canfeda Kalfa!-Cerró sus ojos con fuerza.

-Vete, si te vuelves acercar a los aposentos del príncipe no tendré misericordia contigo.-La soltó viéndola correr hacia el harem.

A paso rápido fue los cuartos de las criadas encargadas del harem, asomando su cabeza pudo observar y escuchar los murmullos de Canfeda y Ghazanfar Aga, pronto hizo notar su presencia ingresando a los aposentos.

-Sultana...-El eunuco y la mujer se reverenciaron.

-No se que están tramando, pero sea lo que sea deténganse ahora... Ya no hay más sultana Nurbanu aquí y quien se muestre rebelde a ello, será expulsado.-Advirtió.

Ambos se miraron rápidamente entre sí algo temerosos, su sultana les había dado una orden y debían cumplirla.

-Por más que lo intenten Selim no recibirá a otra mujer, el me ama más de lo que se imaginan.-Entrecerró sus ojos.-Les juro por Allah que su final está cerca porque se que ustedes tuvieron algo que ver con la muerte de mi hijo.

-Jamás Sultana, nunca nos atrevería-

-Silencio.-Gruñó algo cansada de ellos.-Van a estar bajo vigilancia, cuiden bien cada paso que den porque desde ahora seré sus sombras.

Y sin una palabra más se marchó al encuentro con su esposo, el único que podía hacerle olvidar cualquier mal momento.

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