19
Topkapi
1558
No fue mucho el tiempo que necesitaron para volver a vestir de negro pues la sultana Hurrem se había marchado del mundo dejando otro inmenso dolor en el corazón de los príncipes.
Azra reposaba su cabeza en el pecho de su esposo, se habían mantenido así toda la mañana, ninguno había podido dormir ni si quiera en la compañía del otro, estaban inertes pues les habían arrancado la vida en tan solo un momento.
-Lo siento...-Luego de horas en silencio la suave voz de su mujer lo hizo reaccionar.
Selim no entendía porque se estaba disculpando, solo optó por sentarse en la cama siendo seguido por ella.
-Es mi culpa... Yo-
Su voz se corto, ahí estaba el llanto de nuevo.
-No puedo darte más hijos y no cuide bien de nuestro Mehmed.-Sollozó.
-Azra...
-Te amo Selim, pero voy a entender si deseas mandarme lejos de ti... Ese es el castigo por mi pecado.
-Mi amada, lo único que deseo es estar contigo toda la vida.-Acunó su rostro con su mano.-No eres la culpable de esto, se sigue investigando al culpable detrás de lo ocurrido y cuando lo encuentren te aseguro que no tendré piedad.
-Sospecho mucho de alguien.-Habló al mismo tiempo que sostenía la mano de Selim.-Alguien muy cercano a ti que podría tener la maldad de causar esto.
-¿Quien?-Frunció el ceño.
-La Sultana Nurbanu.-Acusó.
Selim negó incrédulo, aunque era bastante posible que así fuera.
-Azra mi amor, ¿Por qué dices eso?-Cuestionó esperando que estuviera equivocada.
-Desde hace mucho está detrás de mi cabeza, hizo que me envenenaran cuando todavía estaba embarazada, durante años a hecho cosas para lastimarme y finalmente lo logró... Esa mujer no tiene corazón.
-Lo que estás diciendo es algo muy grave.-Habló con su voz calmada buscando en sus ojos la verdad.
-Se que tú también lo sabes, pero la haz cuidado todo este tiempo por Murad.-Acercó su rostro al de su esposo pegando así sus frentes.-Pero no puedes seguir permitiendo que haga lo que se le antoje sin recibir un castigo.
El corazón del príncipe latía con fuerza, su sultana tenía razón en cada palabra que decía, no podía seguir defendiendo a la mujer que ahora era la potencial asesina de su hijo favorito.
-Escúchame, no te estoy pidiendo que la mates... Para personas como ella existe un castigo mucho peor que la muerte.
-Te doy la libertad de castigarla como prefieras.-Confesó antes de plantar en beso en la frente de la rubia.
Así una pequeña sonrisa se plantó en los labios de la Francesa, ese día tomaría venganza por su hijo, haría que Nurbanu le rogase de rodillas de ser así necesario.
-Este hermoso anillo está hecho para lucirse, no para ser enterrado.-Nurbanu apreciaba la bella joya sobre su dedo.
-Sultana, Camille ha pedido verla en el jardín.-Canfeda comunicó.
-¿Te ha dicho para que?
-No, Sultana... Pero el príncipe Murad estaba con ella.
La mujer no dudo ni un segundo más antes de ponerse en pie, mientras que Azra mantenía una mirada cansada sobre las hermosas flores del jardín, su hijastro a su lado le contaba sobre asuntos de la provincia que gobernaba.
-Príncipe, si quiere llevar bien la economía debería mantener los gastos al margen, escatimar lo más posible.-Comentó.-Si necesita ayuda no dude en pedirla.
-Temo que mi padre se enfade y me revoque del cargo de gobernador.-Murmuró algo apenado.
-No se preocupe por eso.-Sonrió.-Siempre seré su intermediaria... y por si no lo había notado, Selim nunca me da un no como respuesta.
Ambos rieron con suavidad, después de todo el palacio seguía de luto por las recientes pérdidas.
-Me alegra que usted ame a mi padre con tanta fuerza.-Se sinceró.-Lamentó mucho haberte tratado mal cuando era un niño.
-Oh Murad, no tienes porque disculparte.-Frunció el ceño.-De hecho me alegra un poco que nuestra primera conversación haya sido una discusión, así pude conocer al valiente príncipe frente a mi que no dudaría en defender a quienes ama.
-Sultana usted es parte de mi familia, de ser necesario la defendería de lo que sea.
-Tú también eres mi familia, eres como un hijo para mi... Siempre soñé con...-Mordió su labio momentáneamente aguantando el llanto que quería soltar.-Con verlo junto a su fallecido hermano gobernando juntos, sin rivalidades.
El menor suspiró con tristeza antes de acercarse a la rubia para abrazarla.
-¡Murad!-Una conocida voz llamó su atención.
-Madre.-El príncipe algo indiferente la reverenció.
-¿Que crees qué haces? ¿Eh?-Nurbanu encaró a Azra.-Aléjate de mi hijo, Camille.
-Sultana.-Murad intentó calmar la rabieta de su madre.
-No quiero volver a verte cerca de mi príncipe.-Aclaró en un murmullo.
-Es una lástima que alguien tan bueno como Murad tenga una madre asesi-
Los sirvientes alrededor se quedaron boquiabiertos cuando el sonido de una cachetada resonó en el amplio jardín y tan pronto como accionó, Nurbanu supo que había cometido el error más grande de su vida.
-Acabas de golpear a una sultana...-Azra regresó su rostro a la mujer mientras sostenía su mejilla.-No a cualquiera, a la legítima esposa del príncipe heredero, ¡¿Quien te crees que eres para levantarme la mano?!
-Por favor Sultana, perdone a mi madre.-Murad intento acercarse a la Francesa quien solo relajó su rostro antes de sonreír.
-Está bien, está bien... No tiene de qué preocuparse príncipe.-Suspiró.-Todos aquí saben que siempre seré una sultana piadosa, vete a tus aposentos Nurbanu y quédate ahí hasta que regreses a la provincia con tu hijo.
La de cabellos oscuros miro con algo de angustia a la mujer frente a ella, algo dentro de si sabía que tendría un castigo por lo que había hecho, y no estaba equivocada.
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