18
Topkapi
1558
El entierro del príncipe había entristecido al pueblo, un alma inocente que cayó por culpa de una rivalidad, quizás el único error de Mehmed había sido tener una madre que no conocía la maldad dentro del palacio.
-No llore más sultana, mi hermano ahora descansa junto a Allah.-Sha habló intentando no llorar.
-Ven aquí.-Murmuró para abrazarla y calmar su dolor.
La pequeña sultana acompañó a sus hermanas cuando la criada de su madre las llamó.
-Sultana.-Fakria sujetó su mano.
-Mi príncipe ahora es un ángel...-Su voz estaba rota.
-Se que no es el momento, pero estoy segura de que Nurbanu tuvo algo que ver.-Acusó mirando al otro lado del harem donde la mujer se veía tranquila y por momentos una sonrisa se le escapaba.
-Yo también lo estoy.-Gruñó.
Tan pronto como el rezo acabó, Azra alcanzo a Nurbanu quien parecía querer correr a sus aposentos.
-¿No le temes a la ira de Allah?-Cuestionó llamando su atención.
-No tengo por qué.-Le dió la espalda.-Deberías empezar a empacar, es más que seguro que te enviaran al palacio de lagrimas y yo iré a Manisa con Selim.
-Que nunca se te olvide que yo soy la esposa legal del príncipe, solo me separaran de el cuando este en un ataúd.-Enarcó sus cejas.
-Entonces prepárate, le harás compañía a tu hijo.-Soltó una ligera risa.
-Te juro Nurbanu... Que te daré un destino horrible.-Relamió sus labios mientras contenía sus lágrimas.
-No vas a matar a mi hijo-
-No.-Hizo un movimiento de negación con su cabeza.-Voy hacer que desees estar muerte, Nurbanu.
Ninguna de las dos dijo nada más, solo se dieron una última mirada antes de darse la espalda e irse.
-Siento que mi cabeza va reventar en cualquier momento...-Nurbanu murmuro encerrada en sus aposentos.
-¿Desea que le traiga un té para relajarse?-Su leal sirvienta comentó.
La mujer se limitó a asentir viéndola salir de la habitación al mismo tiempo que su hijo ingresaba.
-Mi leon.-Saludó con una sonrisa.
-Madre.-No demoró en dejarle un beso en la mano.
-Ha sido una espléndida ceremonia.-Fingió tristeza ocultando sus verdaderas emociones.-Que Allah guíe a tu hermano al paraíso.
-Yo...-Tragó saliva tratando de encontrar la manera de preguntar.-Hablé con la sultana Azra antes de la muerte de Mehmed y ella cree que-
-¿Que yo lo hice? No escuches a esa mujer.-Frunció el ceño.
-Nunca dije que tú lo habías hecho, pero ella tiene sospechas que alguien de la dinastía lo hizo... Alguien con el poder y razones de hacerlo, madre necesito que me jures que no tuviste nada que ver en esto.
-¿Crees que podría hacer algo así?-Habló ofendida.
-Mi hermano no le hacía daño a nadie...-Murmuró con la garganta seca.-Pero conozco bien las cosas que susurras con tus sirvientes, tú odio hacia la sultana y tú deseo de que ascienda al trono después del sultán y mi padre.
-Murad, soy tu madre ¡¿Como puedes estar dudando de mi?!
El príncipe se mantuvo quieto, tratando de quitarse aquella idea de la cabeza.
-El príncipe Mehmed era tu rival, así como dices saber de mis conversaciones con mis sirvientes, debes estar enterado de que tu padre ya había puesto a tu "Hermano" en el trono sin pensarlo dos veces.
-¿Que hay de malo con eso?-Hizo un movimiento con la cabeza.-No importa quien subirá al trono, lo que importa es la lealtad...
-Lealtad... ¡¿Piensas que esa arpia no haría rodar tu cabeza a penas su hijo hubiera gobernado?!-Lo sujetó de los hombros intentando hacerlo entrar en razón.
-¡Terminar con la vida de un inocente tampoco era la solución!-Por primera vez derramó sus lágrimas en frente de ella.-Mi hermano era solo un niño, mi hermano no pensaba en el poder o lo que conlleva ser un sultán... Tenia 5 años y le arrebataste la vida.
-Mi Murad...-Trató de acuñar su rostro entre sus manos.-He hecho todo esto para asegurar tu bienestar.
-No, madre.-Dió un paso atrás.-Haz hecho todo esto para asegurar tu bienestar, tu estatus y tu poder en el palacio... No lo hiciste por mi, yo jamás permitiría que alguien manchase sus manos de sangre inocente por mi.
-Hijo, estás hablando sin pensar.-Regañó angustiada.-Estás dejando que Camille llene tu cabeza de tonterías.
-La sultana Azra nunca lastimaría a nadie, mucho menos me manipularía como tú lo haz hecho todo este tiempo.
Nurbanu colocó su mano en su corazón sintiendo el rechazo de su propio hijo.
-Yo soy tú madre, Murad... ¿Como puedes defenderla a ella?
-La amo de la misma manera en la que te amo a ti, madre.
Sin una palabra más que decir se marchó dejando a la mujer sola, luego de muchos años volvió a sentir como su corazón se rompía ante las duras palabras que su primogénito le había dicho.
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