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Manisa
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Luego de aquella noche, Selim se aseguró de no volver a dejar sola a su esposa durante la depresión que estaba pasando, se mantenía a su lado al dormir y si no podía estar con ella, mandaba a sus más fieles guardias a vigilar su bienestar.

-Azra, ¿Te haz sentido mejor?-Cuestionó Fakria mientras su menor arrullaba a su bebé.

-Mucho mejor, Nurbanu se va marchar con Murad a su provincia... Aunque voy a extrañar al príncipe.-Hizo un puchero.

-Entonces ve con el, se van a marchar más pronto de lo que imaginas y dudo mucho que puedas ir a visitarlo.

-Es una lástima, me hubiera encantado que Mehmed creciera junto a el.-Besó la cabeza de su primogénito.

-Que tu amor por el príncipe no te ciegue, recuerda quien es su madre.-Habló con advertencia.-Vela por el bienestar de tu propio hijo, no sabes de lo que son capaces por poder.

-No digas esas cosas Fakria.-Su rostro empalideció.-Nadie sería capaz de lastimar a un bebé, jamás le harían daño.

-¿Quien crees que trato de envenenarte para que pierdas al bebé?-Regañó.-Azra, las cosas en el palacio no son color de rosas, no es un juego, ahora eres madre y tienes que madurar.

No quería decirle esas cosas, pero la inocencia de la rubia empezaba a ser un obstáculo para los objetivos que Hurrem le había encargado, estimaba mucho a la joven pero si no dejaba de ser la "Camille" que llegó al palacio, la aplastarían.

-No pierdas el favor de la sultana Hurrem, se astuta y llegarás a ser como ella.-Fakria se acercó y colocó su mano en el hombro de la muchacha.

-Si te mantienes conmigo, conseguiré eso y más.-La miró con cariño.-Desde que le sirvo a la sultana Hurrem tú me haz aconsejado y ayudado en todo, eres como una madre para mi... Si algún día llegas a marcharte, no se que sería de mi.

-No pienso irme de aquí.-Le enseñó una sonrisa antes de recibir al príncipe en sus brazos.

Al atardecer la ahora madre invitó al príncipe a dar un paseo en el jardín para conversar ya que su partida estaba acercándose, Murad parecía afligido y Azra lo notó al instante.

-Mi príncipe, ¿Qué sucede?-Cuestionó deteniéndose acariciar su cabeza.

-No es nada...-Agachó la mirada.

-Sabes que puedes decirme cualquier cosa.-Hizo una mueca.-No me gusta verte de esta manera.

-Se que mi padre ha castigo a mi madre enviándola conmigo, ella pasa llorando, maldiciendo a todos y dice cosas que...-La observó.-No lo entiendo, ¿Por qué no podemos estar todos en paz?

-La sultana se ha equivocado, Murad, aunque no está en mi derecho decirlo.-Habló con la misma calma de siempre.-Pero no te dejes llevar por su enojo, las personas a veces dicen cosas que no sienten en realidad.

-¿Mi madre sonreirá algún día?-Cuestionó preocupado.

-Lo hará.-Se acercó a besar su frente haciéndolo sonreír.-Ojalá algún día entienda que no todo debe ser odio y enemistad... Quizás podamos ser felices, pero ¿Sabes algo? Me alegra que tú estés aquí conmigo a pesar de que nuestra situación no es la mejor.

Murad por primera vez la abrazó, no podía negar el amor que sentía por ella quien estuvo a su lado a pesar de lo mal que la había tratado al inicio, era comprendido por alguien quien no lo reprochaba a cada minuto.

-Me hubiera gustado ser tú madre.-Besó su cabeza de la misma manera en que hacía con Mehmed.-Aunque no compartamos sangre, te adoro Murad.

No dijo nada, únicamente reposo su cabeza en el pecho de ella sintiendo el cariño que su propia madre le había negado desde que la rubia llegó al palacio.

Cuando las estrellas junto a la luna se establecieron en el cielo, Selim llamó a sus aposentos a esposa donde la recibió con sus brazos abiertos.

-Mi hermosa sultana.-Le dió un beso.-¿Me haz extrañado?

-Muchísimo príncipe.-Sonrió.

-Me alegra verte feliz una vez más.-Acaricio su rostro.-Solo deseo que así sea siempre.

-Mientras estes a mi lado, ¿Qué podría entristecerme?-Sujetó su mano llevándolo a uno de los muebles de los aposentos.-Mehmed es un príncipe muy tranquilo, espero que cuando crezca sea tan fuerte como su padre.

-Estaré con el para que así sea.-Dió un suave apretón a su mano.-Algún día el dirigirá el imperio, será un sultán justo como su abuelo.

-Y como lo será usted cuando ascienda al trono.-Continuó.-Anhelo estar a su lado mientras gobierne, se que será un sultán amado por todo el mundo.

-Que Allah te oiga.

Azra le mostró de nuevo aquella sonrisa que estuvo ocultando, con cuidado se posó sobre las piernas de su príncipe sintiendo la cercanía.

-Te amo Selim, no tengas dudas en que haremos hasta lo imposible porque seas tú quien llegue al trono, no hay nadie más merecedor de eso que tú.-Le dió un beso lleno de amor haciéndole sentir aquella paz que solo ella podría darle.

En ese momento solo eran ellos dos, sus corazones latiendo con la misma intensidad de la primera vez que se vieron, su cariño era único y aunque en ese instante no lo sabían, la misma historia hablaría de la criada que enamoró al príncipe durante años.

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