10
Manisa
1553
La pancita de Azra había crecido ya tenía siete meses de embarazo, ella se sentía más feliz que nunca, era joven y quería tener ese bebé entre sus brazos, las personas que trabajaban en el castillo se mantenían al pendiente de sus travesuras pues temían que se lastimara al correr o jugar en el jardín con el príncipe Murad quien a pesar de los regaños de su madre se mantenía a lado de la rubia cuidando a su futuro hermano o hermana.
-¡Guardias!-El príncipe llamó durante el almuerzo que compartían en familia.-La sultana quiere fresas, tráiganselas.
-Gracias, príncipe.-Azra sonrió mientras acariciaba su vientre.
La rubia llevo su mirada a su esposo quien no había probado ni un solo bocado desde que se sentaron.
-¿Selim?-Llamó su atención.-¿Qué sucede?
-No es nada.-Suspiró con sus voz tranquila pero ella sabía que le estaba mintiendo.
Llevó una de sus manos a la de el haciendo que finalmente levantara su mirada hacia ella.
-¿Podemos hablar un momento?-Preguntó.
-No es-
-Selim.-Enarcó sus cejas finalmente se levantaron antes de decirle a Murad que los esperara.
Caminaron unos metros lejos de la carpa donde estaban almorzando dándole paso a la conversación que necesitaban tener.
-Dime por favor, ¿Que te tiene así?
-Nurbanu ha enviado una criada a Bayaceto y... No estoy seguro si dio la orden para que la muchacha actuase, me envió una amenaza quizás...
-¿Quizás?
-Ya esté marchando hacia aquí con un ejército.
Azra sintió su corazón detenerse.
-Hay que avisarle al sultán, salir de su provincia y venir de esa manera está prohibido.
-Mi hermano llegará antes que una carta para mi padre... Vamos a pelear hasta la muerte.
-Selim, no puedes ponerte en un riesgo así.-Se puso adelante de el para sujetar su mano y colocarla en su vientre.-Estamos esperando a un hijo, ¿Qué será de nosotros si algo te sucede? No puedo vivir sin ti.
-Azra...-Acarició su abultado vientre.-Estoy seguro de que Bayaceto a estado haciendo cosas a mis espaldas, no puedo permitir que ensucie mi honor de esa manera.
La mirada entristecida de la rubia estrujó su corazón.
-Te amo, mi sultana.-Se acercó a la joven.-Te amo más que a nada en este mundo.
-Príncipe-
-Ahora, necesitas sentarte.-Llevo su mano al hombro de su contraria.-Murad nos está esperando.
Luego de comer en un silencio algo incómodo, de no ser porque Murad le comentaba sobre sus clases a la embarazada quien ahora iba por los pasillos de su castillo angustiada, Selim de había negado a ver a cualquier persona en sus aposentos pues sabia que ella le rogaría detener aquella pelea.
-Fakria, tengo miedo... No quiero perderlo.-Se sujeto del brazo de la mujer que se había dedicado acompañarla.
-Tranquila, estoy segura de que esto se resolverá cuanto antes.-Acaricio su brazo para calmar sus nervios.-Angustiarte solo le hará daño a tu hijo.
Frente a ellas apareció Nurbanu junto a Ghazanfar quien se inclinó, la mujer todavía se resignaba a reverenciar a la esposa del príncipe y evitaba hacerlo a toda costa.
-Es tu culpa.-Gruñó.-Enviaste a esa criada a causar caos.
-No sé de que estás hablando.-Nurbanu hizo una mueca.-Me estás acusando falsamente.
-Selim me lo ha contado todo.-Dió unos pasos hacia ella siendo retenida por Fakria.
-Sultana por favor, enojarse le hará mal.
-¿Acaso haz perdido la cabeza? Azra.-La madre de Murad mantenía su semblante tenso.
-El príncipe ahora está en peligro por tu culpa.-Murmuró.-Ojalá algún día Allah te haga pasar la misma angustia que yo.
Sin más se marcho dejando a Nurbanu intranquila, se sentía culpable pero al mismo tiempo enojaba por lo que ella había dicho.
-Llama a Canfeda, Camille necesita que le pongan los pies sobre la tierra pero ya.-Siguió su camino hacia sus aposentos.
Lo que estuvo reacia a hacer finalmente se puso como idea principal en su cabeza, esa muchacha merecía un castigo, nadie podía desafiarla.
-Haré lo posible para que ella beba la infusión sin sospechar.-La criada habló frente a la sultana.
-Bien... Que Camille sea el ejemplo de que le sucederá a cualquier mujer que intente meterse en mi camino.
Un baño podría tranquilizarla o al menos eso creía, nada quitaba de su cabeza la idea de ver a su esposo muerto, no quería ni imaginar que algo así pudiese ocurrir.
-¿Quieres que te traiga algo para relajarte?-Fakria sujetó la mano de la menor.
-Por favor...-Murmuró con un suspiro.
La mujer asintió antes de salir en dirección a la cocina, Azra miró su vientre, faltaban solo 2 meses para conocer a su hijo o hija pero ya estaba ansiosa.
-Amor mío... Gracias por estar conmigo durante este tiempo de malestar que tengo.-Habló para su bebé.-Quiero verte crecer y conocer a tu padre, quiero que seamos muy felices...
Alguien tocó la puerta, pronto dijo "Adelante" algo extrañada por la rapidez en que Fakria había preparado su té.
-Sultana...
-¿Quien eres? Señorita.-Cuestionó al verla.-¿Fakria Kalfa te ha enviado?
-Si... Le traje esta infusión para que duerma tranquila.-Se acercó con un vaso en bandeja.
-Te lo agradezco señorita.-Lo sujetó dispuesta a tomarlo.
-Que tenga una buena noche sultana.-Con apuro se marchó.
Azra notó su nerviosismo, pero decidió ignorarlo mientras ingería la bebida lentamente para disfrutarla, tenía un sabor extraño, nunca antes había probado algo así.
-¿Que estás tomando?-Fakria ingreso llevando atrás de ella a otra criada con lo necesario para servirle una bebida tibia.
-El té que enviaste con esa criada.-Habló obvia soltando un suspiro luego de dar el último sorbo terminando así.
-Yo... No he enviado a nadie.-Sus ojos se abrieron a más no poder.
-No importa, te agradezco pero creo que con esto podré dormir mejor.-Le extendió su vaso pidiendo que lo retirase.
-Azra...
-Fakria, muchas gracias pero quiero descansar, por favor.-Frunció el ceño suplicante.
La mujer se marchó dejándola a solas, tenía un mal presentimiento al respecto.
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