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Manisa
1553

La pancita de Azra había crecido ya tenía siete meses de embarazo, ella se sentía más feliz que nunca, era joven y quería tener ese bebé entre sus brazos, las personas que trabajaban en el castillo se mantenían al pendiente de sus travesuras pues temían que se lastimara al correr o jugar en el jardín con el príncipe Murad quien a pesar de los regaños de su madre se mantenía a lado de la rubia cuidando a su futuro hermano o hermana.

-¡Guardias!-El príncipe llamó durante el almuerzo que compartían en familia.-La sultana quiere fresas, tráiganselas.

-Gracias, príncipe.-Azra sonrió mientras acariciaba su vientre.

La rubia llevo su mirada a su esposo quien no había probado ni un solo bocado desde que se sentaron.

-¿Selim?-Llamó su atención.-¿Qué sucede?

-No es nada.-Suspiró con sus voz tranquila pero ella sabía que le estaba mintiendo.

Llevó una de sus manos a la de el haciendo que finalmente levantara su mirada hacia ella.

-¿Podemos hablar un momento?-Preguntó.

-No es-

-Selim.-Enarcó sus cejas finalmente se levantaron antes de decirle a Murad que los esperara.

Caminaron unos metros lejos de la carpa donde estaban almorzando dándole paso a la conversación que necesitaban tener.

-Dime por favor, ¿Que te tiene así?

-Nurbanu ha enviado una criada a Bayaceto y... No estoy seguro si dio la orden para que la muchacha actuase, me envió una amenaza quizás...

-¿Quizás?

-Ya esté marchando hacia aquí con un ejército.

Azra sintió su corazón detenerse.

-Hay que avisarle al sultán, salir de su provincia y venir de esa manera está prohibido.

-Mi hermano llegará antes que una carta para mi padre... Vamos a pelear hasta la muerte.

-Selim, no puedes ponerte en un riesgo así.-Se puso adelante de el para sujetar su mano y colocarla en su vientre.-Estamos esperando a un hijo, ¿Qué será de nosotros si algo te sucede? No puedo vivir sin ti.

-Azra...-Acarició su abultado vientre.-Estoy seguro de que Bayaceto a estado haciendo cosas a mis espaldas, no puedo permitir que ensucie mi honor de esa manera.

La mirada entristecida de la rubia estrujó su corazón.

-Te amo, mi sultana.-Se acercó a la joven.-Te amo más que a nada en este mundo.

-Príncipe-

-Ahora, necesitas sentarte.-Llevo su mano al hombro de su contraria.-Murad nos está esperando.

Luego de comer en un silencio algo incómodo, de no ser porque Murad le comentaba sobre sus clases a la embarazada quien ahora iba por los pasillos de su castillo angustiada, Selim de había negado a ver a cualquier persona en sus aposentos pues sabia que ella le rogaría detener aquella pelea.

-Fakria, tengo miedo... No quiero perderlo.-Se sujeto del brazo de la mujer que se había dedicado acompañarla.

-Tranquila, estoy segura de que esto se resolverá cuanto antes.-Acaricio su brazo para calmar sus nervios.-Angustiarte solo le hará daño a tu hijo.

Frente a ellas apareció Nurbanu junto a Ghazanfar quien se inclinó, la mujer todavía se resignaba a reverenciar a la esposa del príncipe y evitaba hacerlo a toda costa.

-Es tu culpa.-Gruñó.-Enviaste a esa criada a causar caos.

-No sé de que estás hablando.-Nurbanu hizo una mueca.-Me estás acusando falsamente.

-Selim me lo ha contado todo.-Dió unos pasos hacia ella siendo retenida por Fakria.

-Sultana por favor, enojarse le hará mal.

-¿Acaso haz perdido la cabeza? Azra.-La madre de Murad mantenía su semblante tenso.

-El príncipe ahora está en peligro por tu culpa.-Murmuró.-Ojalá algún día Allah te haga pasar la misma angustia que yo.

Sin más se marcho dejando a Nurbanu intranquila, se sentía culpable pero al mismo tiempo enojaba por lo que ella había dicho.

-Llama a Canfeda, Camille necesita que le pongan los pies sobre la tierra pero ya.-Siguió su camino hacia sus aposentos.

Lo que estuvo reacia a hacer finalmente se puso como idea principal en su cabeza, esa muchacha merecía un castigo, nadie podía desafiarla.

-Haré lo posible para que ella beba la infusión sin sospechar.-La criada habló frente a la sultana.

-Bien... Que Camille sea el ejemplo de que le sucederá a cualquier mujer que intente meterse en mi camino.


Un baño podría tranquilizarla o al menos eso creía, nada quitaba de su cabeza la idea de ver a su esposo muerto, no quería ni imaginar que algo así pudiese ocurrir.

-¿Quieres que te traiga algo para relajarte?-Fakria sujetó la mano de la menor.

-Por favor...-Murmuró con un suspiro.

La mujer asintió antes de salir en dirección a la cocina, Azra miró su vientre, faltaban solo 2 meses para conocer a su hijo o hija pero ya estaba ansiosa.

-Amor mío... Gracias por estar conmigo durante este tiempo de malestar que tengo.-Habló para su bebé.-Quiero verte crecer y conocer a tu padre, quiero que seamos muy felices...

Alguien tocó la puerta, pronto dijo "Adelante" algo extrañada por la rapidez en que Fakria había preparado su té.

-Sultana...

-¿Quien eres? Señorita.-Cuestionó al verla.-¿Fakria Kalfa te ha enviado?

-Si... Le traje esta infusión para que duerma tranquila.-Se acercó con un vaso en bandeja.

-Te lo agradezco señorita.-Lo sujetó dispuesta a tomarlo.

-Que tenga una buena noche sultana.-Con apuro se marchó.

Azra notó su nerviosismo, pero decidió ignorarlo mientras ingería la bebida lentamente para disfrutarla, tenía un sabor extraño, nunca antes había probado algo así.

-¿Que estás tomando?-Fakria ingreso llevando atrás de ella a otra criada con lo necesario para servirle una bebida tibia.

-El té que enviaste con esa criada.-Habló obvia soltando un suspiro luego de dar el último sorbo terminando así.

-Yo... No he enviado a nadie.-Sus ojos se abrieron a más no poder.

-No importa, te agradezco pero creo que con esto podré dormir mejor.-Le extendió su vaso pidiendo que lo retirase.

-Azra...

-Fakria, muchas gracias pero quiero descansar, por favor.-Frunció el ceño suplicante.

La mujer se marchó dejándola a solas, tenía un mal presentimiento al respecto.

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