⠀⠀six.
DERNIÈRE DANSE ₊˚★ | chapitre six.
I love you and it's getting worse. ❜
─ Joseph E. Morris.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Y A PESAR DE QUE CON SOLTURA SU MANO GUIABA LA PLUMA SOBRE EL PAPEL, su mente estaba lejos de aquellos documentos. Su mente estaba perdida en sus caricias, en la suavidad de su piel bajo sus dedos y la dulzura de sus labios contra los suyos. Estaba perdido en el hermoso brillo de sus ojos bajo el cielo nublado y la forma en la que sus dedos se enredaban entre su pelo cuando ascendía la mano por su cuello, atrayéndola hacia él.
⠀De dónde surgió aquel atrevimiento se preguntaba, aquella oleada de emociones que impulsó a su mano a rodearle la cintura y a la otra a acariciar su nuca, a cubrirla con su cuerpo y arroparla de aquel frío que se instalaba en sus huesos. Desde cuándo su claro pensar se había transformado en un amasijo de peligrosas emociones tan difíciles de comprender y que aceleraban su frágil corazón que no tenía respuesta para tanta emoción. Quién llegaría a pensar que sus mejillas se tornarían rojas cuando la viera cruzar la puerta con aquella taimada sonrisa y su ensortijado cabello castaño donde deseaba volver a perder las manos para atraerla hasta él.
⠀Dónde se había quedado toda su profesionalidad, su tan importante apariencia. Dónde dejaba su careta de Gran Juez cuando estaba con ella, por qué su psique lo dejaba vulnerable ante ella, con toda su alma volcada hacia afuera. Si sus labios estaban sellados en su presencia por qué dejaba que sus ojos hablasen por él, por qué le mostraba su dolor, su tragedia y su rabia, por qué la convertía en conocedora de su pesar y dueña de su fragilidad.
⠀⠀──La situación parece más grave de lo descrito en su mensaje ──escuchó entonces una pequeña vocecilla.
⠀De vuelta a su cruel realidad, la señorita Gigi se encontraba de pie junto a la puerta, como era habitual; en cambio, lo disonante allí eran las dos melusinas que lo miraban con curiosidad. Sedene, junto a Sigewinne, estaban frente a su gran escritorio, observándolo fijamente, en busca de algún daño que pudiese haber estado sufriendo los últimos días.
⠀El origen de aquella situación residía en una carta que Sedene había hecho llegar con urgencia al Fuerte Merópide para la doctora Sigewinne, donde ponía en manifiesto el extraño comportamiento de Neuvillette en cuanto a los últimos días, desde que la lluvia había cesado. Era como si el agua se hubiese llevado consigo la verdadera esencia del Juez, quien vagaba cual fantasma entre las paredes del Palacio Mermonia con la cabeza perdida en sus propios pensamientos, algo tan impropio en él que había alertado hasta a la pequeña melusina. No obstante, la situación estaba lejos de poder resolverse.
⠀⠀──Neuvillette, me haría el favor de sentarse ──indicó Sigewinne con amabilidad mientras abría su pequeño maletín ──. Voy a realizarle un chequeo.
⠀El Juez, aún atónito, no tuvo más remedio que obedecer y se sentó en uno de los sofás mientras se deshacía de su larga toga. Estaba atento al chequeo, a los instrumentos que la melusina usaba, a sus indicaciones y sus palabras, pero era incapaz de olvidar a la castaña que lo miraba desde la esquina de la sala y que hacía que de nuevo su corazón se acelerara, lo que llamó la atención de la doctora, aunque esta no quiso decir nada.
⠀⠀──No he podido percibir ningún malestar ──anunció entonces mientras recogía su material, lo que le arrancó un largo suspiro de alivio a Sedene ──; pero, debería de descansar más y alimentarse mejor.
⠀Neuvillette asintió, sí era cierto que desde hacía unos días los juicios por altercados públicos y obstrucción de la autoridad, así como casos de vandalismo, habían ido en aumento, lo cual mantenía al Gran Juez en vela durante largas noches. A veces todos esos casos se tornaban tan sospechosos que siquiera sabía por donde empezar a cerrarlos, era todo una oleada de crímenes que parecían ser mínimos e inocentes, sin busca de un mal mayor, pero daba la sensación de que todo eran rastros pequeños de algo más grande que se estaba preparando y esa incertidumbre era lo que le mantenía en vela en su despacho.
⠀⠀──Neuvillette ──escuchó una voz que lo llamaba, escuchó su voz. ──. La doctora Sigewinne ha dicho expresamente que debes de descansar más.
⠀Allí estaba Gigi, de pie frente a su escritorio, recogiendo los últimos casos examinados y aprobados. La noche había caído sobre Fontaine con la misma rapidez que lo había hecho días posteriores, al punto de que siquiera se había percatado de ello, como si hubiese perdido la noción del tiempo en su totalidad. Tenía tantas cosas en mente que el tiempo como concepto había dejado de ser importante, había pasado a un segundo plano y no sabía cuando los minutos avanzaban o retrocedían.
⠀⠀──Sí, ya estaba acabando ──respondió levantándose, poniendo orden en su propio escritorio para tenerlo todo preparado para el día siguiente.
⠀Quería decir tantas cosas, quería pedirle que se quedara, que no se marchara, que quería hablar con ella, pero antes de poder articular cualquier palabra veía como su espalda cruzaba la puerta tras haberse despedido con un pequeño hasta mañana, dejándolo con todas las palabras en la boca. Qué gran error había cometido en verdad y ni tan siquiera era consciente de él.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀De regreso al ático Ghyslaine dejó caer sus cosas con rabia al suelo mientras un grito ahogado en lágrimas abandonaba su garganta. Si tan solo se hubiese limitado a ser profesional nada de aquello estaría pasando, el gran dolor que oprimía su corazón sería solo cosa del pasado y motivación de su presente, no el culpable de las lágrimas que amenazaban con brotar de sus ojos. Tenía tanto dolor que sentía ganas de vomitar para expulsarlo todo y de gritar si se daba la oportunidad. Por qué nunca podía tomar buenas decisiones, por qué siempre se dejaba guiar por las influencias aunque estas no fuesen buenas. Qué sentido tenía su vida si siquiera podía manejarla como quería.
⠀Se sentía dolida, enfadada y decepcionada consigo misma, al punto de que, con las últimas fuerzas que le quedaban, se abalanzó sobre aquel gran mural de fotos y cordones rojos y comenzó a arrancarlo todo de la pared sin importar que el delicado papel floreado se arrancara también, sin importar que sus uñas rasgaran la pared y el suelo se llenara de tinta y papel. Todo lo que había estado perfectamente unido ahora estaba destruido, al menos allí dentro, porque fuera, en la realidad, todo seguía su ritmo, todo seguía su curso sin poder ser detenido. Los meca-gendarmes avanzaban por las calles con aquella pequeña luz parpadeante que ella misma había implantado en la nueva generación, algo aparentemente inofensivo y bajo la excusa de que notificaba la actividad de la máquina, cuando en realidad estaban programados para obedecer a un botón que ella ya no tenía en su posesión.
⠀Todo salía según lo planeado y ese era el origen de todo su dolor por más que intentara arrancarlo de la pared. Los papeles ahora volaban por la habitación, los cordones se enredaban a su alrededor y la única foto que quedaba en su lugar era la de Neuvillette, salpicada de tinta y lágrimas. Qué culpa tendría él de no ser partícipe de la maldad humana, de ser ajeno a ella y por eso poder juzgarla, qué culpa había tenido para tener que sufrir aquello, qué mal había hecho enamorándose de quien no debía y ahora no podía remediarlo, qué gran error había sido confiar en sus palabras y aún no lo sabía.
⠀⠀──Lo siento...de verdad que lo siento ──dijo entre lágrimas, quitando la foto de la pared para llevársela al pecho ──. No te mereces todo esto...lo siento.
⠀Suplicaba porque en algún rincón pudiese escucharla, rezaba porque la otra vida existiera para poder hacer las cosas bien de una vez, por poder cumplir todas las promesas que le había hecho. Deseaba que en alguna otra vida su padre no hubiese tenido que morir, porque así nada de eso estaría ocurriendo y todo ese dolor simplemente sería fruto de un mal sueño.
⠀Pasados unos minutos se levantó dispuesta a recoger el desorden que había causado y bajo los montones de papel y polvo encontró aquellas desgastadas zapatillas de ballet.
⠀⠀" ──Papá ¿Qué es esto? ──quiso saber la pequeña Ghyslaine al ver aquella caja entre sus manos."
⠀⠀" ──Un regalo para mi pequeña bailarina ──le adelantó con una sonrisa ──. Prometo que para cuando las estrenes yo estaré allí para verte."
⠀⠀──Tal vez si nunca hubieses querido venir seguirías vivo...lo siento papá.
⠀Y qué culpa tenía ella de que el amor fuese tan doloroso, de que no entendiera de tiempos ni de trabajos ni de barreras. Un error tras otro y todos cometidos por amor.
© KEEISHI, 2O24
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