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Siempre sincero

Capitulo 20

Siempre sincero

Hinata se ahogó cuando tomó un poco más de té cuando sintió que su garganta se cerraba. Mientras ella tosía y sentía que hasta le salía líquido por la nariz, miró a Naruto que la observaba con una ceja alzada mientras se cubría la mitad de la cara con una servilleta.

Su rostro, que ya estaba caliente, se sintió hervir mientras se limpiaba la barbilla y las fosas nasales. Ella cazó a Naruto ocultando su diversión tras la lata de refresco y quiso que un agujero se abriera en el suelo y la tragara, con silla y todo.

—¿Estás bien?— preguntó mientras intentaba muy duro no reír, pero ella vió como las comisuras de sus labios temblaban.

Ambos se quedaron mirando unos segundos, hasta que reventaron en carcajadas. Hinata simplemente dejando que toda la tensión de su cuerpo y mente se escaparan por ahí. La risa de Naruto era fuerte, alegre y brillante, ella podía reír sólo contagiada por él. Muchas veces había pasado eso mientras vivían juntos, simplemente algo pasaba, podían ser cualquiera de los dos, y ambos terminaban riendo como si fueran un par de idiotas.

Hinata se tomó el estómago, le empezaba a doler por la compulsiva risa. Naruto intentaba ponerse serio, pero terminaba carcajeando de nuevo al verla. A ella no le importaba ser la fuente de su risa, es más, le llenaba el alma.

Porque Naruto era la fuente de ella también.

Luego de unos interminables minutos de risa, ambos se limpiaban los ojos llenos de lágrimas de diversión, ella con una servilleta limpia y él con su camiseta.

Naruto hizo un último bufido divertido, para sumergirse en un silencio tan cómodo y conocido por Hinata, que ya ni siquiera recordaba por qué había estado tan nerviosa.

Ella negó con la cabeza mientras le daba otro mordisco a su tostada y Naruto bebía su refresco. Cuando levantó la mirada, él tenía sus ojos celestes clavados en ella, claros y tan intensos que por un momento se perdió totalmente en ellos.

—Hinata..—, Naruto se aclaró la garganta cuando su voz salió algo rasposa. Ella ocultó el escalofrío que recorrió su cuerpo con el tono de su voz, tan profunda e íntima—. Quería hablar contigo sobre algo importante.

Hinata alzó una ceja, sin saber qué esperar de él. Después de todo Naruto tenía prioridades que no todo el mundo los consideraba así. Como por ejemplo, el día que la miró sin rastros de humor para decirle que, por lo menos una vez por semana, sin negociar, tenían que cenar ramen.

Así de especial era Naruto.

—De acuerdo..— susurró al ver qué él parecía esperar una respuesta.

Naruto se mordió su labio grueso mientras desviaba la mirada a un costado por unos segundos. Hinata sintió sus mejillas calientes al ver cómo su labio inferior era soltado por sus rectos y blancos dientes, casi haciendo un pequeño rebote.

¿Desde cuándo ella prestaba atención a esas cosas?

—Es sobre ayer. Más específicamente anoche— dijo jugando con la lata y Hinata desvío la mirada, cerrando los ojos.

Había llegado la hora...

Naruto le iba a pedir una explicación por su reacción y no sabía qué contestaría. Cuando su respiración se puso un poco trabajosa, pensó en desmayarse para liberarse de la tortura.

—Quería contarte la verdad— murmuró, logrando que Hinata abriera los ojos de golpe y lo mirará.

Naruto tenía las mejillas bronceadas levemente sonrojadas y se rascaba la mejilla con el dedo índice mientras mantenía su atención en la lata al frente de él.

—¿La verdad?— preguntó Hinata cada vez más pérdida con la conversación.

¿No era ella la que tenía que confesarse?

¿Qué me estoy perdiendo aquí?

Naruto asintió.

—No me dejaste explicar anoche que no pasó nada entre Sara y yo—. Las cejas de Hinata se alzaron hasta casi tocar la raíz de su cabello—. La conozco desde hace unos años y salimos, pero fuimos a comer y luego... — Él parecía bastante nervioso y carraspeó—. El asunto es que ella me dejó en el estacionamiento del restaurante y volví caminado a casa.

Hinata parpadeó, aún confundida y extrañada por la confesión de él.

Ella abrió la boca, ni siquiera sabía lo que le iba a decir, pero Naruto no había terminado.

—En realidad, no había querido salir con Sara—, él frunció el ceño a la lata y se quedó en silencio de nuevo.

—¿Entonces por qué lo hiciste?— preguntó Hinata mientras ella agarraba la pequeña cucharita de su té y la dejaba apoyada en el plato. Sus manos se cerraron el la taza tibia, ocultando sus manos temblorosas.

Naruto la miró unos minutos de forma sería, para luego mirar a un costado y pasarse la mano por la cabeza. Suspiró, parecía indeciso.

—De acuerdo, te lo diré. Pero debes prometerme algo primero—. Hinata alzó una ceja, y se encogió de hombros—. No, en serio Hinata. Lo debes prometer.

—Esta bien. Lo prometo— murmuró sin mucho insistir, después de todo se moría de curiosidad por saber qué tenía Naruto.

Naruto sonrió de lado.

—Ni siquiera te dije que tenías que prometer, nena.

Hinata rodó los ojos.

—Bueno, está bien. Dímelo.

Naruto asintió, poniéndose serio de nuevo.

— Prométeme que no huiras.

Hinata frunció el ceño y por un momento pensó que él estaba jugando con ella. Pero su expresión era seria, hasta casi el punto de parecer enojado. Hinata tragó saliva y asintió.

—De acuerdo. Lo prometo—, murmuró—. No huiré...

—De mí—, completó él.

Hinata se mordió el labio, cada vez más asustada de lo que podría decir.

—Si, no huiré de ti— dijo al fin, logrando que Naruto se relajará en la silla.

—Bien— suspiró—. Ahora te lo diré—, Hinata asintió mirando intensamente al rubio.

Su cabeza se ladeó mientras él parecía sólo poder sostener sus ojos unos segundos, para luego mirar a cualquier dirección. Él silencio se fue prolongando tanto, que Hinata se preguntó si Naruto estaba bien.

—¿Me lo vas a decir?— preguntó suavemente.

Naruto asintió, su nuez de Adán trabajando más duro cuando el empinó el codo, tragando todo el contenido de la lata. Hinata ocultó su diversión cuando Naruto la dejó sobre la mesa como si fuera un trago fuerte.

—¡Muy bien!¡Te lo diré! ¡De verás!

Hinata se tapó su boca curvada con la mano, mientras lo veía divagar, perderse en sus pensamientos y no decirle nada.

—¿Ahora? O ¿En otro momento?— le provocó.

Naruto entrecerró los ojos mientras la miraba con un mohín.

—No te burles, Hinata— lamentó.

Ella rió un poco.

—Entonces dímelo de una vez— dijo divertida, confundida y ansiosa.

—De acuerdo— él movió su cuello, haciendo sonar sus articulaciones.

Sus siguientes palabras la dejaron sin habla y con ganas de desmayarse... Aunque ella no fue la de la confesión:

—¡Me gustas!

Continuará...

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