Pagando errores
Advertencia: Escenas violentas.
Capitulo 34
Pagando errores
Hinata tembló aún más cuando escuchó reír al hombre que estaba frente a ella.
Cuando cortó la llamada que estaba en alta voz se sintió sola de nuevo. Escuchar la voz de Naruto, esa energía que él desprendía, le dieron ánimos a no dejarse rendir. Él estaba buscándola.
El hombre que mantenía una máscara en la cara giró el rostro a ella, sus ojos era lo único que podía ver.
—Parece que tu amante está desesperado por ti.
Hinata apretó los labios mientras las lágrimas seguían bajando por sus mejilla. No le iba a dar conversación a una persona que obviamente estaba enferma de la cabeza. Sólo había algo que ella quería saber.
—¿Q-qué qui-qui-quieres?— susurró con un hilo de voz.
Los ojos se achicaron, como si estuviera sonriendo.
— Sólo quiero lo que es mío—, volvió a decir.
Hinata negó con la cabeza, ella no sabía lo que estaba hablando.
—Y-yo...— Hinata intentó controlar el tartamudeo respirando profundo—. N-no sé de q-qué hablas.
El hombre se colocó en cuclillas frente a ella, Hinata se apretó más contra la pared sintiéndose pequeña e indefensa. Él ya había demostrado su fuerza cuando había tironeado su pelo para que le hablara a su primo, el cuero cabelludo se sentía sensible allí.
—Alguien tomó algo que es mío y lo quiero de vuelta.
Hinata miró los ojos oscuros sin saber qué decirle, ella simplemente no podía conectar los puntos. Su cabeza aún se sentía pesada y estaba mareada. Ni siquiera sabía cuánto tiempo estuvo inconsciente y encerrada allí. Su estómago se quejó, debía ser cerca de la tarde para que ella tuviera hambre aunque su estómago estuviera cerrado.
—¿Tienes hambre?— Hinata detectó el tono burlón en su pregunta y ella negó con la cabeza, temía que le pusieran algo a la comida.
Ella se asustó cuando la puerta de la habitación fue abierta de nuevo. Otro enmascarado asomó la mitad del cuerpo.
—Jefe, lo tenemos.
Los ojos del jefe volvieron a achicarse, Hinata entendió que estaba sonriendo ahora. Ella casi se mete dentro de la pared cuando él estiró la mano a su dirección, pero él no se detuvo. Apoyó su mano en su frente y le dió unas leves palmaditas, como si ella fuera un buen cachorrito. Su mano bajó por su mejilla y Hinata agitó su cabeza a un lado, intentando no tener contacto con él. El supuesto jefe la tomó del mentón e hizo que girará el rostro a él. Hinata intentó pelear, pero sus dedos se apretaron fuertemente en su piel. Ella gimió un poco por la presión y volvió a mirarlo.
—No me hagas enojar— susurró el jefe para que en un rápido movimiento le diera una bofetada que la mandó directo al suelo.
Hinata lloró en silencio, pero no se movió del suelo, su cabello corto cubriendo su rostro. Susurró el nombre de Naruto cuando la puerta se cerró dejándola sola de nuevo.
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Naruto miraba intensamente el teléfono, esperando que sonará.
Había demasiada gente en la sala Hyūga. Los familiares de Hinata, las amigas de ella y de Hanabi, sus amigos, y policías. Todos en una sala en un silencio sepulcral, sólo interrumpido por los susurros de los policías que hablaban o tecleaban en sus computadoras y el sonido de tazas y sorbos.
Naruto sabía que tenía a su lado derecho a Sakura y de su lado izquierdo estaba Sasuke, pero él no tenía ánimos de hablar con nadie. Lo único que quería era a Hinata al lado de él de nuevo. Naruto miró distraídamente al reloj que estaba colgado, dándose cuenta que era casi las 19 horas, el horario que Hinata y él se ponían a cocinar o hablaban de su día.
Él quería eso.
No estar rodeados de esa gente, que por más que tenía buenas intenciones, no ayudaban en nada. Podía sentir la mano delgada de Sakura en la suya, su dedo delgado acariciando su palma, intentando consolarlo. Pero no lo hacía. Él se sentía vacío y sólo.
Y tampoco podía dejar que su imaginación volará con lo que podría estar pasando Hinata. No podía derrumbarse de nuevo, y sabía que lo haría si pensaba en lo que podrían estar haciéndole.
Aún así, su mente lo torturaba cuando se imaginó a una llorosa y asustada Hinata siendo maltratada. Soltó a Sakura y se levantó de golpe, necesitaba aire.
—Naruto—, lo llamó su amiga, pero él no contestó mientras se movía a la entrada de la casa.
Salió sin prestar atención a todos lo que lo miraron. Sabía que hacía frío, pero él estaba entumecido mientras comenzó a caminar más rápido a la reja de salida.
—¡Naruto!
Sus piernas empezaron a moverse más rápido con un pequeño trote y cuando se dió cuenta estaba corriendo a la reja, intentando alejarse de esa cada. Pero antes de llegar fue retenido, en ningún momento se dió cuenta que estaba llorando. Pateó la reja mientras alguien lo agarraba de los brazos y de forma brusca se volteó para dar un puñetazo al que no lo dejaba avanzar. Sasuke lo esquivó con facilidad y lo redujo haciéndole una llave que mantenía sus ambos brazos a la espalda del rubio.
Naruto peleó, pateó y gritó.
—No lograrás nada así— le dijo tranquilo su amigo.
Él lo sabía, pero eso no evitó que lo mirará por sobre su hombro con una expresión furiosa.
—¡Déjame en paz! ¡Maldita sea! ¡Suéltame Sasuke!
Pero él no lo hizo. Lo retuvo mientras estaba peleando y también cuando se derrumbó con más lágrimas.
Sasuke suspiró mientras lo mantenía. No se sorprendió cuando Sakura corrió a ellos y abrazó a Naruto. Él escondió el rostro en el hombro de la novia del azabache, llorando y quejándose de que la vida era malvada con él y no lo dejaba ser feliz de verdad.
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Hinata abrazó sus piernas mientras estaban sentada en una esquina de la pequeña y apenas iluminada habitación. Su barbilla estaba apoyada en sus rodillas e intentaba tener buenos pensamientos para no pensar en su situación.
Rezaba, también, por su padre, su hermana y su primo. Rezaba para que estuvieran bien y pudieran encontrarla. También lo hacía por Naruto, esperando, aunque no sabía el modo, él pudiera salvarla. Un tonto engaño romántico que tenía su mente, porque su lado racional le decía que él no podría ni siquiera saber dónde empezar a buscarla.
Sus ojos se mantenían secos mientras miraba a la nada, estaba tan silenciosa que podía escuchar los ruidos de afuera. Una gotera. Él arrastre de patas en el techo, un gato tal vez. Un zumbido constante... ¿un aire acondicionado? Sus manos se movieron en sus brazos desnudos cuando sintió su piel de gallina. Hacía frío, se sentía pegajosa y su cabeza estaba con un palpitar constante. Su mejilla dolía y se había cortado el interior de la boca con los dientes por el golpe. Sus dedos apenas rozaron la mejilla herida, sintiéndolo un poco hinchado o tal vez era la impresión.
A ella jamás la habían golpeado.
Su cuerpo se tensó cuando escuchó pasos acercándose a la puerta. Apretó más las piernas con el ruido del candado siendo abierto y desvío la mirada de la puerta cuando la abrieron. Pero sus ojos volvieron cuando dejaron caer a alguien más en la habitación con ella. Hinata frunció el ceño, pero la puerta ya estaba siendo cerrada y ella volvió a mirar a la persona inconsciente del suelo.
Hinata espero unos segundos para saber si volverían, pero los pasos sólo se alejaron. Lo costó, pero se movió lentamente para ver al hombre que dejaron sin cuidado. Su brazo se estiró para tomarlo del hombro, ya que estaba boca abajo y lo volteó lentamente para ver si estaba muy herido o simplemente drogado como lo había estado ella.
Un grito ahogado se le escapó cuando vio su rostro desfigurado por golpes, pero aún podía reconocerlo.
Era Toneri. Y no estaba respirando.
Continuará...
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