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No es lo mismo

Capitulo 31

No es lo mismo

POV. Hinata

Mí cuerpo vibraba con fuerza, me sentía tan excitada y sin aire. El cuerpo de Toneri se movía con fuerza sobre el mío, mis manos en su espalda y mis piernas urgiendolo a que se moviera más rápido. Sus gemidos eran fuertes mientras se sumergia una y otra vez dentro de mí.

Nuestros cuerpos estaban sudorosos mientras nos unimos en la pasión.

Toneri se quejó sobre mí, y apuró el paso. Yo lo alenté con más gemidos, eran tan bueno y a la vez no suficiente. Un hormigueo se instaló en mí estómago, me mordí el labio mientras las sabrosas sensaciones pasaban por mí cuerpo.

De repente, Toneri se sumergió con fuerza tres veces, la suficientemente fuerte para que yo gimiera de lo bien que se sentía, para que luego él se corriera dentro de mí.

Mí respiración eran errática mientras acariciaba la espalda de mí esposo, el cosquilleo en mí estómago permanecía allí, haciéndome sentir extraña. Mis caderas se movieron un poco, aún me sentía tan caliente. Toneri se quejó y salió de mí, rodando de costado y dándome una sonrisa pretenciosa. Mis jadeos aún eran fuertes, mis pezones estaban duros y mí vagina estaba temblorosa, sentí un agujero en mí estómago mientras está tenía espasmos, espasmos que me hicieron sentir vacía.

Cuando pude recuperar el aliento, Toneri ya estaba dormitando y me levanté a lavarme y vestirme para dormir.

Esos eran nuestros encuentros de siempre, y yo amaba como él deseaba mí cuerpo y se perdía en mí. Como acariciaba mis pechos, como su miembro se volvía duro cuando lo tocaba, cada gemido que él soltaba era música para mí... porque él me quería a mí....

¿Entonces por qué sentía que no era del todo suficiente?

Fin del POV. Hinata

Hinata despertó al sentir un leve "click" y se removió en la cómoda cama. Se sentía descansada, su cuerpo deliciosamente perezoso, una neblina feliz la envolvía mientras estiraba sus extremidades, una sonrisa en su boca y los ojos cerrados.

Su cuerpo se tensó cuando escuchó otro click muy conocido para ella y abrió los ojos.

Naruto estaba arrodillado al lado de la cama y la mitad de su cara era tapada por la cámara que tenía en manos. Cuando está se apartó, le regaló una sonrisa de pura felicidad.

—Buen día nena—, Naruto dejó la cámara en la mesita de noche y se levantó de a poco para acercar su rostro al de ella—. ¿Y mí beso de buenos días?— susurró ronco mientras se cernía sobre su cuerpo.

Hinata se tapó la boca antes de que él apoyará la suya y Naruto frunció el ceño cuando se alejó un poco.

—No me he cepillado los dientes—, dijo Hinata alejando un poco sus dedos para que él escuchará su murmullo.

El ceño de Naruto desapareció al escucharla y volvió a bajar con una sonrisa depredadora, su grande mano tomando la muñeca de ella para apartarla de los labios.

—Quiero mí beso igual— susurró con tono juguetón.

Hinata rió mientras corría la cara a un costado, dejando que el rubio besara su mejilla. Naruto no se dejó amedrentar, dándole besos cortos por toda su mejilla y bajando a su mandíbula y su cuello. Hinata gimoteo cuando él encontró un punto sensible, quiso apartarlo, empujando sus grandes hombros desnudos.

Naruto rió después de morder levemente el lóbulo de su oreja y se dejó caer del otro lado de la cama. Hinata se sentó, y un jadeó sorprendido salió de ella cuando se dió cuenta que no tenía el camisón. ¿En qué momento se había desnudado? Levantó rápidamente las sábanas y se cubrió hasta la barbilla y bajó su mirada tímida a Naruto.

Naruto estaba acostado de lado, su codo apoyado en la cama y su cabeza sobre su mano. Él no tenía vergüenza de mostrar su gran cuerpo. Hinata observó su pecho bronceado y marcado, su bíceps estaba abultado por su posición y su estómago duro, aunque parecía relajado. Ella siguió con la mirada el camino de bello rubio que bajaba hasta su v de su bajo vientre y se perdía por debajo de sus boxer azul marino. Hinata se mordió el labio y subió la mirada al darse cuenta que lo que Naruto escondía con esa delgada prenda empezaba a alzarse y endurecerse.

Naruto sonreía un poco más.

—¿Te lavaras los dientes para que pueda tener mí beso de buenos días o no?— preguntó con un falso tono indignado.

Hinata tironeo de la sábana hasta que Naruto la dejó sacarla de la cama. Ella se cubrió su cuerpo desnudo y salió de la habitación de Naruto con un paso rápido al baño.

¿En qué momento de la noche habían ido allí?

Tal vez había sido después de desnudarla...

Hinata se movió mecánicamente, sentándose en el retrete, haciendo sus necesidades primarias para luego lavarse las manos y limpiarse los dientes. Dudo antes de salir, pensando que tal vez debería darse un baño, pero no tenía nada para ponerse. Así que decidió ir a su habitación y buscar ropa antes de enfrentar a Naruto de nuevo.

No llegó muy lejos cuando salió y llegó a su habitación. Al abrir la puerta se encontró de frente con Naruto.

—¿Crees que no te conozco?— preguntó antes de prácticamente tirarse sobre ella.

Hinata, sorprendida, llevó sus manos a los anchos hombros cuando él saqueó su boca y la alzó en vuelo. Ella jadeó cuando él golpeó su espalda contra la pared, dándole el acceso que Naruto quería. Su lengua se sumergió en la cavidad dulce y con sabor a menta casi con desesperación, mientras sus manos iba a las piernas enredadas con la grande sábana. Con torpes manotazos, Naruto pudo sacarla del camino y apretó sus dedos en las carnes de los muslos femeninos.

Hinata gimoteo.

—Me vuelven loco tus piernas—, jadeó Naruto mientras daba besos a su cuello, hundiendo su cara allí.

Los uñas de Hinata se clavaron en sus omóplatos mientras él comenzó con un vaivén de sus caderas, haciéndola consciente de la protuberancia que tenía allí.

Ella aún no podía creer lo que había pasado la noche anterior. Al fin había sabido lo que sentía cuando un hombre hacía que tuviera un orgasmo y se dió cuenta que toda su vida sexual hasta eso momento había sido tan pobre.

Tan mediocre.

Naruto se había preocupado de hacerla llegar al clímax antes de siquiera sumergirse en ella y una vez que lo había hecho, había velado por su placer de nuevo. La visión que tenía del mundo había cambiado completamente con la explosión que había sentido la noche anterior.

Hinata jadeó cuando Naruto la dejó caer en la cama, tan concentrada en las sensaciones estaba que no se percató que él se había movido por su habitación. Él se cernío sobre ella, su poderoso cuerpo bronceado, su mirada tan hambrienta y su respiración tan errática como la suya. Aún así, Hinata peleó un poco cuando el quiso sacarle la sábana.

Ella no quería ver cómo el fuego se apagaba en su mirada si veía su cuerpo desnudo.

Naruto frunció el ceño, sólo unos segundos cuando ella no le permitió sacar la tela, para luego sonreír y mirarla con los ojos llenos de ternura. Él la beso de nuevo, está vez más lentamente, para subir por su mejilla hasta su oído.

Hinata se estremeció cuando él le habló.

—Quiero verte. Entera—, ella negó con fuerza—. Vamos, nena. Me encanta tu cuerpo— gimoteo acariciando la suave piel de sus muslos y frotando la prueba de ello contra Hinata.

Hinata cerró los ojos y decidió que no podía ocultarse por siempre de él. Su cuerpo era de una mujer normal, con pansa, estrías y posos. Si a Naruto no le gustaba... Bueno tendría que buscarse una modelo... Pero Naruto parecía cada vez más excitado mientras iba sacando la sábana de su cuerpo, descubriendo cada trozo de piel, cada rollito, cada pozo.

—Maldita sea. Eres perfecta— dijo casi sin aire.

Hinata no sabía si creerle y él no le dió tiempo a debatir, ya que atacó su boca con desesperación. Ella olvidó todo lo que había pasado antes, olvidó todo lo que podría pasar y sólo se concentró en ellos.

En las caricias.

En los besos.

En los gemidos y jadeos.

En la forma única que Naruto la hacía sentir.

Continuará...

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