Limpia sus lágrimas
Capítulo 6
Limpia sus lágrimas
POV Hinata
El momento más difícil que me toco vivir fue la muerte de mí madre.
Fue repentino, arrollador y doloroso.
Sólo a pasado un año y sigo sintiendo ese dolor como en el momento que me enteré. Hay días que la extraño más que otros. Ella era una luz en mí casa, hacía sonreír a mí padre, que era algo difícil. Sabía cómo lograr que Hanabi hiciera sus cosas y a mí me animaba todo el tiempo, ayudándome con mí timidez.
Mí madre bailaba y sonreía todo el tiempo, era la gravedad en nuestra familia. Nos mantenía unidos.
Su muerte repentina fue un golpe demoledor para todos.
Mi padre se encerró en si mismo, lejano y frío. Mí hermana se hizo más rebelde, odiando todo a su alrededor. Y yo...
Una parte de mí se fue con mí madre, mí confianza, mí manera de ver todo de buen modo. Mí sonrisa murió mucho ese día y ya casi no veía a mí padre y mí hermana.
Toneri me ayudó los primeros meses, era muy comprensivo. Me abrazaba por las noches y me arrullaba cuando lloraba desconsoladamente. Pero, después, ya se cansaba y quejaba cuando me veía llorando. Me decía que tenía que seguir y poner lo mejor de mí.
No le gustaba que hablará de ella, él quería olvidarla y yo quería recordarla.
"Me deprimes, haz algo de tu vida más que estar lamentandote. Tu madre ya no está, no puedes volver en el tiempo ni cambiar nada. ¡Ya vive con eso!"
Ese fue el día que algo, definitivamente, se había roto entre nosotros. Él no me entendía, ni quería hacerlo. Fue cuando sentí como un agujero negro entraba en mí corazón.
Y poco a poco fue comiéndose el amor que sentía por él...
Fin POV Hinata.
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Había pasado una semana tranquila para Hinata. Trabajando en la cafetería con sus amigas y ya casi no veía a Toneri. Últimamente había tenido muchas reuniones hasta tarde en las noches. A Hinata no le interesaba, se sentía tranquila cuando estaba sola en su casa.
Era sábado y estaba terminando de comer salsa con fideos cuando su teléfono sonó. Se levantó con sus suspiro y fue a atender.
—¿Hinata Hyuga de Otsutsuki?— preguntó una voz grave del otro lado.
Hinata no reconoció la voz y su corazón comenzó a latir frenéticamente sin razón.
—Si, ella habla.
— Hablamos del hospital de Konoha, queríamos avisarle que a su hermana Hanabi Hyuga se la ha ingresado por un accidente automovilístico.
El aire de sus pulmones se evaporó y sintió que sus rodillas se aflojaron. Con la mano libre se sostuvo de la pequeña mesa donde el teléfono estaba.
—¿E-esta ella bien?
—No tengo mayor información, sólo que ella y su acompañante fueron ingresados de urgencia. En este momento están preparándola para quirófano. Pero están esperando que llegue un familiar. ¿Está usted muy lejos?
Hinata apenas podía respirar y sentía las lágrimas correr por sus mejillas. Intentó ingresar un poco de aire en su garganta, que pasará por entre el enorme nudo que se formó allí.
—N-no, iré e-enseguida
— Gracias, y lamento comunicárselo señora.
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Hinata no se había dado cuenta que estaba lloviendo cuando salió de su casa. Lo único en lo que pensaba era en su hermana menor. Apuró su pasó por la calle, esperando ver un taxi en cualquier momento. Había estado llamando a Toneri mientras se calzaba y agarraba cosas que tal vez necesitaría. Pero nunca contestó.
El nudo en su garganta no se iba y le costaba correr e intentar respirar. No vivía muy lejos del hospital, pero necesitaba llegar más rápido. Se reprochó nunca haber podido ser más valiente en hacer el trámite para conducir. Aunque eso no importaba ahora.
Miró sobre su hombro cuando notó una luz. Extendió la mano, llendo al medio de la calle cuando el auto se acercaba. Gracias a Dios, era un taxi libre.
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Hinata apenas podía respirar cuando llegó a la mesa de informes de guardia.
—¿Se siente bien señorita?— pregunto la recepcionista al verla enrojecida y llorosa.
Hinata negó con la cabeza, sólo un acto reflejo.
—B-bu-bu... — Intentó inhalar aire en sus comprimidos pulmones. El tartamudeo era su peor enemigo en ese momento— Bu-busco a Ha-Hanabi Hyuga.
—¿Usted es pariente de ella?— Hinata agitó furiosamente con la cabeza— ¿Tiene una identificación, por favor?— Con manos temblorosas le pasó su documento—. Por favor, seguidme por aquí.
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La recepcionista la dejó en un pasillo, diciéndole que a su pequeña hermana le habían ingresado a quirófano. Su estado era crítico y necesitaban compensarla lo más rápido posible.
Le había explicado que ella iba en un automóvil con su novio (cosa que sorprendió a Hinata, ya que ella ni siquiera sabía que tenía) y que un auto los había chocado de costado. Su hermana recibió la mayoría del golpe, el chico saliendo casi ileso más que una quebradura de pierna y unos cuantos moretones. Su hermana tenía dos costillas rotas, con gran peligro de perforación de pulmón, un brazo con quebradura expuesta y un fuerte golpe en la cabeza.
El cinturón de seguridad la había salvado.
Hinata estaba sentada mirando el suelo, retorciendo las manijas de su bolso. Esperando una noticia de los doctores. Ella sentía que había pasado una eternidad en ese pasillo frío y esterilizado.
Sacó su celular, esperando ver aunque sea un mensaje de Toneri preguntándole por qué lo había llamado tanto, pero no había nada.
Lo necesitaba más que nunca, necesitaba alguien que la ayudará a no caer. Sabía que tenía que ser fuerte, estaba segura que Hanabi saldría bien.
No quería creer en otra cosa.
Se preguntaba desde cuándo su hermana estaba de novia...
Prometió que empezaría a prestarle más atención a su hermana. Entendió que ella también se encerró en su dolor y no fue la mejor hermana mayor. Ella tendría que haber estado para su hermana con la muerte de su madre y no pensar solo en ella misma.
Sus ojos estaban secos, no le salían más lágrimas. Pero no sé molestó en limpiarse la cara, manchada por el llanto. Estaba húmeda y era apenas consciente de que temblaba por el frío. Estaba segura que se enfermaria, pero no podía moverse del asiento.
—¿Hinata?
Hinata parpadeó al escuchar su nombre y miró a un costado.
Lo primero que vio fue a un muchacho, de tal vez unos 20 a 23 años, en una silla de ruedas. Su cabello café alborotado y culpa en sus ojos azules oscuros. El muchacho era muy buen mozo, aunque estaba magullado. Su pierna en un yeso.
—¿Hinata eres tú?
Hinata levantó la vista, y si hubiera podido reaccionar, se habría asombrado. Naruto estaba atrás de la silla de ruedas, con su alborotado cabello rubio corto, un ceño de preocupación ocupaba todo su hermoso rostro.
—¿Naruto?— susurró ella, llena de confusión.
—Nena, ¿Que haces aquí?— Naruto salió de atrás de la silla del muchacho y se acercó a ella.
Hinata todavía lo miraba sin expresión, no sentía nada más desconsuelo.
Se sentía tan sola.
No podía sobrevivir si algo le pasaba a su hermana.
Cuando Naruto se sentó a su lado, sintió que algo se rompió en ella. Intentó retener sus lágrimas, haciendo un mohin, pero las gotas llenaron sus ojos y se derramaron sin control. Hinata estaba tan avergonzada, cuando comenzó a sollozar con fuerza. El nudo de su pecho apenas dejándola respirar. Apenas podía ver la expresión de dolor que cruzo por el rostro del rubio.
—Shhh, shh, nena. Ven aquí—, Naruto la agarró del hombro y la empujó a su pecho, abrazándola con fuerza.— Todo estará bien.
Hinata no sabía si fue su caricia en la espalda, su olor embriagador, su pecho sólido como un muro. Pero se sintió mejor, como si le pudiera transmitir fuerza y tranquilidad.
—Todo estará bien...
Hinata sonrió entre lágrimas, con su rostro escondido en el pecho de Naruto.
Porque le creía. Todo estaría bien.
Continuará...
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