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Desición

Capitulo 13

Desición

Pov Naruto

Nunca olvidaré mi primera cita romántica.

Recuerdo que había estado ahorrando tres semanas para comprarme mí cómic favorito. Mí madre me daba los fines de semana un pequeño dinero si yo hacía las tareas en la casa y yo juntaba eso para comprarme las cosas que ella no podía.

Shion había aceptado por fin salir conmigo en una cita y no dude en gastar ese dinero en ella.

Recuerdo haberme preparado con mis mejores ropas, no pude quedar más que asombrado cuando llegue a la puerta de su casa para buscarla. Era prácticamente una mansión, con un gran jardín, la casa más enorme que había visto en toda mí vida.

Había planeado todo con antelación, obviamente. Le había preguntado a mí madre como mí papá la había conquistado e hice mí plan. Iríamos a pasear por el parque y tomaríamos un helado en una vieja pero bonita heladería del centro.

Mí dinero me alcanzaba para el helado y el viaje en transporte público, así que me puse manos a la obra.

Shion estaba hermosa cuando salió de su mansión y me sentí tan especial cuando ella no se opuso a tomar mí mano mientras caminabamos en el parque.

Siempre fui una persona que podía sacarte temas de conversación fácilmente, y siempre me criticaban que no paraba de hablar. Pero por primera vez, me mantuve en silencio y me deleite escuchando la angelical voz de Shion. Si bien, más de la mitad de cosas no entendía de lo que me hablaba, no me aburría escucharla. Generalmente habló de ella y sus amigas, de la escuela y el deporte. De los muchos trofeos que había ganado y de la ropa que le gustaba usar.

Yo estaba ansioso por llegar a la heladería, pero no quería interrumpirla. Caminamos hasta llegar al puesto donde íbamos a tomar nuestro helado y le pregunté si quería alguno.

Mí corazón palpitaban fuertemente, mis manos transpiraba cuando las metí en los bolsillos para ocultar lo nervioso y ansioso que estaba por su repuesta.

Shion había arrugado la nariz mientras miraba el puesto. Si bien era humilde, yo conocía al hombre y recordaba que mí madre me traía a comer un helado cuando había sido más chico. Shion había terminado encogiéndose los hombros y pidiendo un helado.

Mí garganta tragó con fuerza cuando me di cuenta que sólo me iba a alcanzar para comprarle el suyo y negué con la cabeza cuando el anciano me preguntó si iba a querer yo también.

Con el helado en su delicada mano, Shion y yo caminamos a una banca. Pero antes de llegar se detuvo abruptamente cuando le dio una pequeña probada.

Nunca voy a olvidar como me gritó en la cara que el helado era un asco y lo tiró a la basura. Tenía ganas de decirle lo que había sacrificado para comprarle ese helado y que sabía que era el mejor de la ciudad.

Pero me quedé callado.

Temeroso de que ella se enojará más conmigo.

Ella se había dado media vuelta y comenzó a alejarse.

Y yo corrí tras ella...

Ahora que lo pienso, tendría que haber corrido, pero para la otra dirección. Porque después de eso, nada era suficiente para ella.

Shion estaba acostumbrada a una vida de lujo, que yo no podía darle. Lo intente, diablos que sí. Pero nunca llegaba a sus espectativas.

Comencé a trabajar de medio tiempo, los fines de semana cortaba pastos y limpiaba piscinas en el barrio de los ricos, dónde vivía Shion.

Recuerdo cuando ella me vio la primera vez en la casa de una de sus amigas mientras yo cortaba el césped. Había intentado saludarla, pero ella hizo como que no me vió y se metió en la casa. Pero mientras yo estaba guardando las cosas que había usado, ella había llegado y me había besado (nuestro primer beso).

Me había dicho que sus amigas eran Snobs y no entenderían que estuviéramos juntos. Por eso, siempre que ella estaba acompañada, hacíamos como que éramos desconocidos, pero cuando estábamos solos... era un asunto completamente diferente.

Era emocionante, para un chico con pura testosterona, era lo mejor.

¿Pero cuando ya no eran suficientes los besos robados? ¿Cuando tenías que morderte los nudillos al verla con sus amigos varones?

Ella juraba que era fiel, que cuando cumplieramos los dieciocho nos escaparíamos juntos.

Que ingenuo fui...

Fin POV. Naruto.

Hinata se removió incomoda en el sofá.

El silencio era pesado en su espalda, Toneri y su padre sentados junto con ella esperando que trajeran el té. Ella guardo silencio, sabía que no podía hablar hasta que su padre le diera permiso y prefería esperar a que él tomará su té calmante.

No podía adivinar cómo se tomaría la noticia de su divorcio y no podía mirar a Toneri. La única vez que lo miró, él la observó con tal resentimiento que no pudo sostenerle la mirada. Rezaba para que él no haya podido decirle nada a su padre de su separación. Estaba segura que si era así, su padre defendería a su marido en vez de a su hija.

Hiashi observó a su hija respirar profundamente y mantener su atención en sus manos.

Hinata le recordaba mucho a su esposa, físicamente era casi idénticas. Tan sólo que su difunta esposa había sido más alegre que tímida. Ella había sido la luz de su vida y al ver a su hija mayor se dio cuenta que sus hijas tenían ese algo que su esposa había tenido.

Asintió cuando Natsu trajo la bandeja y espero pacientemente a que sirviera las tres tazas antes de despachar a la mujer. Hiashi no tenía ni una pálida idea de por qué había venido su hija junto con su esposo a su casa. Pero era lo suficientemente mayor para darse cuenta que no era algo que le gustaría escuchar. Sólo por eso espero hasta que había tomado la mitad de su té para hablarle a su hija, preguntándole el propósito de su visita.

Hiashi no era un hombre paciente, pero su té la ayudaba con los dolores de huesos y con la paciencia. Sólo siguió tomando el té mientras observaba a su hija dejar lentamente la taza en la pequeña mesita que estaba entre ellos.

— P-padre...

Hiashi ni siquiera se inmutó por el tartamudeo. Hinata siempre había tartamudeando cuando se dirigía a él, y también no pasó por alto la mueca en el rostro del marido de su hija.

Se sintió algo asombrado cuando Hinata respiró profundamente para verlo, por primera vez, directamente a los ojos. Sus ojos perlas, tan parecidos a los suyos, brillaban con determinación. Ocultó su sonrisa en el borde de su taza, siempre había querido ver esa mirada en su hija mayor.

— Padre—, está vez Hinata sonaba más segura— quería decirle que ya no estoy viviendo con Toneri y que quiero iniciar un divorcio con él.

Hinata observó la sorpresa en el rostro de su padre. Se dio cuenta que su ex marido no había tenido tiempo para envenenar a su padre en su contra, y estaba agradecida por ello. Pudo sentir la tensión que emanaba de Toneri, la mirada asesina clavada en su perfil. Su padre se recuperó fácilmente de la sorpresa, aunque miró varias veces entre ella y el peliblanco.

—Toneri, ¿Eso era de lo que querías hablarme?— Hiashi tomó nuevamente otro sorbo de té, como si le dijera que se compraría un nuevo vestido en vez de que se iba a separar.

Hinata bajó la mirada a su regazo, no podía ni siquiera mirar a la persona que una vez había amado más que ella. Pero también no era tonta, sabía que algo seguía sintiendo por él, pero era más fuerte su amor propio ahora.

— Señor Hyuga, me había acercado a su casa para pedirle que hiciera entrar en razón a su hija.

Hinata inmediatamente se puso tensa. No podía creer que Toneri jugaría la carta que ella estaba desvariando.

—¿Por qué haría eso?— Preguntó Hiashi tomando otro sorbo.

— Como bien sabe, su hija a estado trabajando en una cafetería. Ella a hecho mala compañía...

— ¡Eso no es verdad!— Hinata lo interrumpió sin dudar, sus manos apretadas en puños por la impotencia.

Ella miró a su padre y notó el interés en su cara.

— Padre, las cosas simplemente no van entre nosotros. Peleamos y...

— Todas las parejas pelean Hinata—, esta vez le interrumpió Toneri a ella.— Llevamos unos cuantos años casados, me sorprendería que no peleemos. — Toneri miró a su suegro—, estoy preocupado Hiashi. Hinata a empezado a decir cosas que no tienen sentido. Afirmando que yo la engaño y que la golpeó...

Toneri esta vez se detuvo porque Hiashi levantó una de sus manos arrugadas pidiéndole silencio. Él obedeció en seguida. La mirada del anciano se centro en Hinata.

—¿Es eso cierto, Hinata?

Ella tragó saliva, con la mirada baja, pero sabía que su padre no le creía si no se mostraba fuerte a la hora de exponer el por qué de su separación. Levantó su mirada, para cerrarla con la de su progenitor.

— No tengo pruebas de su infidelidad padre. Pero cuando quise hablarle de eso, él...— se removió incomoda, mirando de reojo a su ex, para volver a los ojos de su padre.— Se volvió loco.

Hinata estaba nerviosa, pero se sentía segura al frente de su padre. Puede que él haya sido estricto, pero jamás le había levantado la mano, ni a ella ni a su hermana.

La expresión de Hiashi se enfureció y miró a su yerno, silenciosamente y con la mirada pidiendo una explicación. Toneri se pasó la mano por el cabello, despeinado su perfecto peinado.

— No era mí mejor día...— susurró.

—¿Crees que eso te dan derecho a violentar a mí hija, Toneri?

— Yo no...

—¡Silencio!

Hinata se tensó automáticamente, la orden no era para ella, pero su padre a pesar de la edad seguía manteniendo ese tono poderoso. Hiashi dejó la taza en la mesita y se sentó derecho, Hinata supo que él diría algo definitivo.

— Toneri, yo no puedo manejar a mí hija. Quiero creer que las crié con un carácter para no dejarse influenciar por nadie, y si es algo que de verdad quieren, aunque a mí no me guste, que peleen por ello.

Hiashi miró a su hija fijamente antes de continuar:

— Te agradezco que hayas venido a mi a decirme ésto, pero no esperes mí ayuda monetaria. Fue tu decisión casarte cuando te dije que aún eras joven, pero me dijiste que lo amas y lo acepte y respete tu decisión. Ahora es tu decisión separarte, a pesar de mí advertencia. Ya eres mayor y no tengo obligación de mantenerte, además de que soy demasiado viejo para que me traigas estos problemas matrimoniales. Una vez que saliste por esa puerta, eres libre de hacer tu vida como te plazca, dentro de los límites de la decencia en los cuales fuiste criada.

Hinata tragó saliva y mantuvo la mirada cerrada con su padre.

Hiashi asintió y miró a Toneri, su turno para el sermón.

— Toneri, cuando viniste a pedirme la mano de mí hija te dije, no estaban preparados para eso. Pero estabas tan encaprichado con mí hija como ella lo estaba de ti. Entiendo la vida matrimonial y sé que no todo es color de rosa. Pero jamás, NUNCA— resaltó—, le dañe ni un solo pelo a mí esposa. Si dañaste a mí hija, física o emocionalmente, no mereces ni siquiera estar sentado al lado de ella.

Hinata miró asombrada a su padre y observó a Toneri para saber su reacción. Su rostro tensó y puños cerrados arriba de su rodilla.

— Puedes irte—, Hiashi señaló la puerta de la sala—. Sabes dónde está la puerta de salida. — Toneri abrió la boca para decir algo, pero el hombre mayor habló antes—. A mí no tienes que explicarme nada, ni convencerme de nada Toneri. A la única que tenias que responder era ante mí hija, pero fallaste y ella no quiere estar contigo. No tienen hijos en común, entonces no estamos emparentados en nada. Espero que el karma te trate bien y tengas una larga vida. Puedes irte.

La boca de Toneri se convirtió en una fina línea, y con todo el cuerpo tenso asintió, se levantó haciendo una leve reverencia. Antes de irse miró a Hinata fijamente antes de desaparecer por la puerta. Ella se sintió mucho más ligera y no pudo evitar que se le escapara un suspiro.

No podía creer aún que su padre halla dicho todas esas cosas y por primera vez se sintió apoyada por él. Puede que no le diera un lugar para vivir, pero ella ya no quería volver a esa casa. Demasiados recuerdos, se dió cuenta. Dejó la taza, llena de té frío, sobre la mesita y miró a su padre.

— Al lado del teléfono de mí oficina tengo una agenda. Antes de irte ve a buscarla y saca el número de tu primo. Neji te ayudará con lo legal, llámalo y el te representará en el divorcio. — Hinata asintió—, tu primo estará contento. Nunca le cayó bien tu marido.— Dijo con un leve toque de humor.

Hinata sonrió.

Continuará...

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