Confesiones
Capitulo 15
Confesiones
Hinata se asombró mirando la habitación. En realidad estaba anonadada desde que había bajado del auto.
Naruto no le había contado toda la verdad. Él hasta el último momento había dicho que era un departamento. Pero donde ella estaba no lo era. Era una casa, preciosa. Con jardín y una cerca de madera. Hinata no podía dejar de mirar todo con ojos codiciosos.
La pequeña casa estaba en un barrio muy cercano, uno en el cual ella ni sabía que existía. No podía evitar pensar que en sus sueños de adolescente había planeado vivir en una así con Toneri. Él había insistido de que no podría vivir en un barrio donde todos sus vecinos sabrían lo que hacían y decidió vivir en su mansión, dónde sus vecinos tenían que caminar unos buenos veinte minutos para llegar a ellos.
Hinata se había desilusionado, pero jamás había querido decirle. Termino dejando su sueño atrás por él.
Cómo siempre.
Apenas bajo del auto de Sasuke, Naruto ya estaba allí con una cámara bastante cara. Cuando ella le sonrió, su saludo fue una foto. Sus mejillas se colorearon y se sintió atolondrada cuando él observó el resultado y susurró un "hermosa". Después, como si nada hubiera pasado, Naruto la saludó animadamente y la instó a conocer el lugar.
Hinata observó la que sería su habitación. Ya venía amueblada, por lo que le había dicho Naruto y ella no entendía cómo lo había conseguido tan barato, pero no iba a preguntar dos veces. La cama era gigante para ella sola, parecía cómoda y reconfortante. Tenía una frazada rosa con corazones violetas y ella sonrió, parecía una cama de una adolescente. Pero ella la amó.
La habitación no era muy grande, pero tampoco ella tenía muchas cosas. Dio vueltas en el medio, absorbiendo todo lo que veían sus ojos, amando cada línea de la pared, el paisaje del patio trasero en la ventana.
La casa era mediana, una cocina, una sala comedor, dos habitaciones y una baño. Perfecto para una pareja o, en este caso, dos amigos que trabajarían juntos. Dejó su pequeña maleta encina de la cama y se sentó, hundiéndose en el colchón. Cuando su mirada fue hacía la puerta abierta, ahí estaba Naruto.
Apoyando el hombro en el marco de la puerta, con sus poderosos brazos cruzados sobre su ancho pecho. Esa sonrisa deslumbrante en su cara, mostrando el pequeño hoyuelo. De repente ella fue consciente de que ahora vería esa sonrisa todos los días, que estaría expuesta a su colonia seductora. Que admiraría su cuerpo cada vez que él estuviera cerca. Compartirían más tiempo juntos de lo que había pensado hasta ahora y eso la puso nerviosa. Tuvo que desviar la mirada a la cama y su cara se sonrojó al darse cuenta.
— Hermosa, ¿no?
Hinata sonrió, su corazón golpeando en su pecho. Sabía que hablaba de la habitación, pero su voz grave y baja le hizo estragos en lados que no quería pensar.
— Es muy bonita, si. — Contestó luego de aclarar su garganta.
Ella acarició el cobertor, sólo porque aún no podía levantar la mirada, segura que no podría ocultar lo que él le provocaba. De repente se sintió culpable. Naruto le había dado una salida, la había apoyado cuando su vida estaba cuesta abajo, la había levantado, sin saber, del suelo. La empujó a caminar, le recordó lo importante que era ella misma, el amor propio y ella le pagaba de esa forma. Le había ayudado con un lugar nuevo, dónde empezar de cero. Le había ofrecido trabajar con él, conservando su trabajo de camarera.
Y ella le pagaba fantaseando con el las noches dónde se sentía sola. Tocándose...
Era una amiga pésima.
—¡Hey!— Hinata se sobresaltó cuando Naruto se colocó a cuclillas frente a ella, tomando sus manos entre las suyas, más grandes—. Todo estará bien Hinata. No te preocupes por nada, nena.
No se había dado cuenta que su semblante había decaído y él pensó que era por su separación seguramente. Ella intentó sonreír, no quería preocuparle.
—¿Tienes hambre cariño?— Naruto sonrió de nuevo, acomodando un mechón de su pelo atrás de su oreja. Hinata se estremeció levemente al sentir la caricia en su mejilla.— Voy a prepara algo. Creo que estamos cerca del horario de la cena.
Hinata negó con la cabeza.
— Puedo cocinar algo—, se ofreció, no quería sentirse inútil.
Una mueca incómoda se cruzó por el rostro de Naruto.
— Si te soy completamente sincero,— dijo—. No compre comida—, se rió entre dientes—. Tengo unos ramen instantáneos, es lo único que hay para cenar.
Hinata se rió bajo junto con él.
— Suena bien para mí— sonrió.
Naruto apretó sus manos antes de soltarlas y levantarse.
—¡Hey! Hago el mejor ramen instantáneo del mundo. Te aseguro que no te arrepentirás.
Ella lo observó irse, sin poder evitar ver las mejillas de su trasero moverse en su pantalón. Con la cara roja, desvío la mirada a la ventana, sintiendo calor.
— ¿Por qué no te das un baño mientras caliento el agua? No tardaré mucho.
Hinata miró hacia la puerta, pero Naruto ya había desaparecido. Decidió que eso haría, tal vez con un poco de agua fría, se le aclararía la mente.
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Naruto observó en la pantalla de su netbook la fotografía que había tomado de Hinata. Sus ojos perlas brillosos, una sonrisa pura en sus labios. Su cabello negro con ese brillo azulado gracias al atardecer de fondo. En el momento que sabía que estaba viniendo, supo que era el momento perfecto para sacarle una foto.
Sonrió y guardo la foto en una carpeta especial, una que era sólo para él, cuando escuchó hervir el agua.
Estaba tarareando cuando bajó unas tazas del ramen de cerdo, contento de por fin empezar a conocer a Hinata. Se preguntaba cómo sería ella en la convivencia, pero estaba seguro que no tendrían problemas. De por sí, el carácter de Hinata era complaciente, pero esperaba que ella le ponga en vereda cuando lo peor de él salía. Naruto sabía que era desordenado, no sucio, pero sí dejaba ropa o cosas por aquí y por allá.
Sonrió al pensar en Hinata enojada con él por su desorden.
Cuando estaba por abrir las tazas, un gritó agudo y aterrado lo hizo saltar.
—¡HINATA!— Corrió hacía el baño, sin pensar en nada más que algo andaba mal.
Cuando llegó a la puerta Hinata seguía gritando, desesperada. Naruto, asustado y protector por igual, abrió la puerta del baño con un golpe de su hombro. Cuando logró entrar se quedó congelado.
El agua seguía corriendo en la ducha, pero Hinata no estaba bajo ella. Ella estaba a un costado, fuera de la ducha, toda mojada y sonrojada.
Naruto tragó con dificultad.
Ella sostenía fuertemente una toalla en su frente, pero no hacía nada por ocultar sus hombros, sus piernas regordetas, pagada a su húmedo y abundante pecho. Ello no se había rodeado con la toalla, así que podía ver sus caderas redondeadas asomarse por los costados.
Hinata lo miró, con sus ojos enormes llenos de miedo y señaló a la ducha, aún gritando cosas incoherentes.
A Naruto le costó todo de sí para dejar de mirarla con la boca abierta. Ella dió un pequeño paso hacía él, aún diciendo algo que recién ahora, Naruto llegaba a entender.
—¡Por favor! ¡Sacala! ¡Sacala!
Tuvo que sacudirse mentalmente para poder apartar la mirada de su cuerpo. Observando a donde ella había apuntando, se acercó cauteloso. Pestañeo, incrédulo, al ver una pequeña araña de patas largas. Esos pequeños animalitos eran indefensos y estaba justo a un lado del estante dónde estaba el acondicionador que se ve que Hinata había querido agarrar.
—¿La araña?— preguntó cuando Hinata pareció contener la respiración cuando él alargó la mano para atraparla.
Naruto tomó suavemente a la pequeña y la dejó en su puño cerrado, no quería hacerle daño. Se volteó hacía Hinata, que ella había aprovechado para cubrirse mejor con la toalla. Ella asintió y dió dos pasos hacia atrás cuando él dio uno a su dirección, golpeándose la espalda contra la repisa del baño.
—¡N-No!— gritó cuando él dio un paso más, alargando la mano.
Naruto se quedó estático, se llevó el puño al pecho y la miró asombrado. Se percató que ella parecía tener una fobia por su respiración apresurada y sus ojos brillosos, estaba a un paso de estallar en lágrimas, así que asintió y caminó a la puerta.
— No te preocupes, la llevaré afuera—. Naruto tomó el picaporte con la mano libre, mientras la miraba sobre el hombro—. Tú... Uuh... Báñate tranquila. Ya casi está el ramen.— Sonrió tranquilamente mientras cerraba la puerta.
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Hinata se sentó sobre la tapa del retrete e intentó recuperar la respiración. Sus manos temblaban cuando las pasó por su frente, sintiendo el sudor mezclado con el agua que goteaba de su cabello.
Su corazón tronaba en sus oídos, golpeando contra su garganta. Cuando comenzó a calmarse quiso llorar y acurrucarse en un rincón.
Naruto debe pensar que soy una tonta, pensó desanimada. No había pasado ni una hora y ya lo había echado a perder. No pensó en la mirada de incredulidad que le daría Naruto cuando se diera cuenta de por qué hacía tanto escándalo. Pero ella no podía evitarlo, las arañas eran terroríficas para ella. No importaba que fueran pequeñas, ella gritaría y lloraría.
Se abrazó el estómago y un sollozo afligido lleno el baño cuando ella no pudo evitar más el miedo.
Ella se decía que la araña ya no estaba allí, Naruto la había sacado y podía seguir bañándose.
¿Pero... y si había más?
Su mirada borrosa barrio las paredes y el techo, buscando una telaraña, pero el baño estaba impecable. El estómago se le revolvió al pensar que había una mirándola desde algún rincón. Quería levantarse, pero todo su cuerpo estaba tembloroso aún.
Dejó de sollozar cuando un gentil golpe sonó en la puerta.
—¿Hinata? ¿Todo está bien?
Ella cerró los ojos con fuerza, intentando recuperar su voz. Otro golpe sonó.
— Voy a pasar...
Hinata no pudo levantar la mirada cuando la puerta se abrió lentamente.
Naruto no entró al baño, simplemente la miró desde el umbral. Hinata lo agradeció, no quería derrumbarse frente a él... otra vez.
—¿Qué puedo hacer?— susurró él, Hinata sintió la impotencia en su voz.
—Y-yo... s-solo...
Hinata respiró profundamente, la terapeuta le había dicho cuando era una adolescente que debía concentrarse en la respiración. Inhalar lentamente por la nariz, exhalar pausado por la boca.
— Si quieres..— Naruto dudó—. Puedo revisar el baño. No creo que haya más, pero lo haré mientras estás aquí. Así, tal vez, ¿Te sentirás más segura?
—Por favor—, murmuró sin mirarlo aún.
Naruto entró lentamente al baño, fue a una de las esquinas pasando la mano por la pared, poniéndose de puntillas para tocar el techo. Hinata lo observó desde donde estaba, él no la miró y ella de verdad lo apreciaba. Él cerró la ducha. Dejó para último el estante dónde había encontrado a la araña, sacando los potes uno a uno.
Hinata sintió un tirón en sus pezones y se dió cuenta, recién en ese momento, que estaba desnuda bajo esa toalla.
Estaba desnuda, su pelo aún goteando agua, y Naruto estaba en el baño con ella.
Su cara ardió de mortificación.
Naruto se volteó, mirando a Hinata aún sentada en el váter. Se veía tan pequeña y desamparada. Después de haber sacado a la araña de la casa, dejándola en un árbol del vecino, Naruto volvió a la puerta del baño. Le rompió el corazón escuchar los sollozos mezclados con el ruido de la ducha. Esperó unos minutos, tal vez ella se había vuelto a bañar, pero no escuchó ruido aparte de ella llorando, así que había decidido hablarle.
— No hay más intrusos nena. ¿Quieres seguir bañándote? O tal vez deberías esperar, comemos y terminas de bañarte.
Naruto se acercó, ya no podía estar sin poder consolarla y sin tocarla. Se puso en cuclillas, así podría mirarla a la cara, aunque tuvo que agacharse un poco más. Hinata escondía su rostro de él y sólo pudo mirarlo un segundo antes de desviar la mirada.
—¡Hey!— El tomó su rostro entre las manos e hizo que lo mirará. La vergüenza haciendo que sus ojos estuvieran vidriosos.— No te avergüences, soy tu amigo Hina.
Naruto la miró profundamente a los ojos, hasta que ella asintió levemente. Él sonrió cuando se lo ocurrió algo.
—¿Sabes qué? Yo tenía Coulrofobia, hasta hace poco. En realidad aún me aterran los payasos—, un escalofrío subió por su espalda, haciendo que temblará involuntariamente.— Yo simplemente... me moría de miedo al ver uno, donde sea—. Sintió su cara calentarse mientras Hinata lo observaba detenidamente—. ¿Viste la película It? Demonios, odio eso de sólo pensarlo. Es mí pesadilla personalizada.
Naruto rió al recordar algo.
— Cuando era pequeño, fui al cumpleaños de un compañero de escuela. Todo era perfecto hasta que el payaso apareció. Te aseguro, nunca olvidaré ese día.
Él perdió la mirada en la pared, detrás de Hinata. Recordando el momento como si hubiera sido ayer. La sonrisa permanente y aterradora de ese hombre. Su ropa llamativa, la pintura en el rostro. Tembló, ese recuerdo aún le daba pesadillas. Alejándose del pasado, volvió a mirar a Hinata con una sonrisa.
—¿Por qué no cenamos? Ve a tu habitación y te llevaré el ramen allí. Después o mañana, cuando te sientas cómoda, puedes bañarte de nuevo.
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Hinata estaba tapada hasta el mentón. Se había puesto una remera muy holgada que le había regalado Tenten y sólo tenía sus bragas abajo. Había terminado de comer el ramen, Naruto sentado en una silla cerca de su cama. No habían hablado, sin embargo no fue un silencio incómodo. Ahora el rubio había llevado las tazas que habían utilizado y escuchaba la canilla de la cocina ya que Naruto había dejado abierta la puerta de su habitación.
Hinata estaba calmada ya, había intentado peinarse el cabello, le había costado ya que sólo había usado shampoo. Logró hacerse una trenza y dejarlo. Ella tomó el celular de su mesita de luz y estaba poniendo la alarma más temprano para poder bañarse antes de ir a la cafetería, cuando Naruto entró de nuevo.
Ella lo observó sentarse en la silla y él le sonrió. Hinata aún no podía creer que Naruto tuviera una fobia.
Parecía tan sólido, tan perfecto.
— ¿Sabes?, nunca le había contado a otra persona sobre mí fobia—, le habló, aunque sin mirarla directamente. Parecía que sus manos eran demasiado fascinantes para apartar su mirada celeste de su regazo—. Ni siquiera recuerdo el nombre del cumpleañero...—, su mirada perdida —. Pero la risa y la voz de ese payaso me persigue a veces.
Naruto hizo una mueca y la miró de reojo, la comisura de sus labios intentando levantarse con una sonrisa.
Ella intentó decirle que no era necesario que le dijera nada, pero él continuó.
— Y lo gracioso es que él sólo quería que le diga el nombre de un animal. Él... él fue directo hacia mí, Me sonrió, tenía los dientes amarillos y un aliento horrible. Yo... me quedé pasmado...
Naruto se quedó en silencio, Hinata lo observó detenidamente, ahora que él tenía la mirada perdida de nuevo. Sus hermosos ojos claros abiertos en par en par, parecía congelado, hasta que palideció y comenzó a respirar con jadeos rápidos. Hinata estaba por levantarse cuando él cerró los ojos con fuerza y respiró lentamente.
—¿Cuántos años tenías?
Naruto parpadeó, se acomodó en el asiento.
— No sé, ¿seis o siete? Estaba en primer grado. Mí madre tuvo que ir a buscarme, me había metido bajo la mesa llorando y no quería salir de nuevo. Ella—, él sonrió—, estaba muy preocupada. Me llevó a un loquero, pero no teníamos suficiente dinero para pagarlo. Así que aprendí a vivir con ese miedo irracional... Ahora, no les temo tanto, supongo que es un tema de crecer, la verdad es que no tengo idea.
Naruto se mojó los labios con la lengua mientras bajaba la mirada. Hinata apretó el cubrecama y decidió confesar como él.
— Cuando tenía seis años fuimos a una excursión con mí familia—. Ella lo miró, Naruto había apoyado su mejilla en una mano, recostando su cuerpo en la silla.— Hanabi era apenas una bebé, mí madre estaba todo el tiempo con ella. Yo me había metido más en el bosque de lo que me habían dejado y termine pérdida.
Hinata miró la ventana, afuera estaba oscuro ya de noche. Fue como revivir ese recuerdo.
— Empezó a hacerse de noche y yo, simplemente no me topaba con el camino. Era pequeña, yo sólo quería a mí mamá y a mí papá, pero no podía encontrarlos. Me senté, para mí fueron horas, hacía frío y estaba muy oscuro.
Ella se abrazó el pecho cuando sintió que se helaban sus brazos.
— Estaba llorando cuando algo caminó hacia mí. Pensé que era un pequeño insecto del bosque y no le dí importancia. Cuando me calme lo suficiente para verlo, la a-araña ya estaba sobre mí—. Apretó más fuerte los brazos cuando el miedo la recorrió y el nudo se instaló en su garganta—. G-grité—, carraspeó para poder seguir hablando.— Pero nadie vino... Ella subió por mí pi-pierna y y-yo...
De repente sintió esas patas peludas en su pie derecho, ese fantasma que lo seguía y gritó moviendo las piernas desesperadamente. Naruto estuvo ahí en menos de un segundo, ella había pateado el cobertor, pero lo seguía sintiendo ahí. El dolor subió por su pantorrilla, le quemaba. Quería sacarse la araña de encima.
Naruto la abrazó, la apretó contra su pecho ancho y poderoso. Ella seguía pataleando, sin darse cuenta que ya no estaba en el bosque, habían pasado años desde eso, pero nunca había querido recordarlo. Naruto se subió sobre ella, logrando controlar sus piernas con las suyas. Hinata dejó de gritar cuando el olor de Naruto llegó a ella. Su respiración en jadeos, apretó su remera en puños, pero se sentía completamente drenada, sin fuerzas. Estalló en llantos.
—Shhh, shhh, está bien— Naruto acariciaba su cabeza, su voz baja consoladora.
Ella se escondió ahí, sintiendo como se sentía segura, el calor y la fuerza de su cuerpo arrullando al suyo.
No supo cuánto tiempo él la sostuvo así, diciéndole en voz baja que ya no estaba sola. Que él siempre estaría para ella.
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Naruto observó el rostro plácido de Hinata. Ella se había dormido mientras él la consolaba. Su mano acarició sus mejillas, marcadas por las lágrimas. Su piel suave y blanca, tan cálida y suave.
Era lo último que quería, pero se obligó a levantarse. Volvió a tapar las piernas de Hinata, la remera se había subido por su ataque de pánico, pero él no bajó la vista. No era apropiado.
Cuando estuvo totalmente tapada, beso su frente, apartando su cabello.
— Descansa bella,— le susurró— a partir de mañana, una nueva vida empieza. Una mil veces mejor que la anterior.... Te lo prometo, de verás.
Continuará...
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