Camina
Capitulo 9
Camina
POV Hinata
Yo sabía que algo andaba mal. Él nunca llegaba temprano después de tres años de matrimonio. Siempre tenía "reuniones" y, había visto muchas novelas, para saber lo que eso significaba.
Cuando preguntaba sobre eso muy seguido, Toneri dejaba de tener esas "reuniones" por un tiempo. Coqueteaba conmigo, me daba regalos y me seducía. Cuando se daba cuenta que estaba tranquila, nuevamente volvía a sus andadas.
Estaba muy deprimida cuando leí que salir de tu casa era una forma de combatirla. Es así que busqué un trabajo, encontrando el de la cafetería. La paga era mínima, ya que trabajaba media jornada, pero me gustaba. Poco a poco fui haciendo amigas, Ino y Tenten, el trabajo también me ayudó con mí timidez. El hablar con distintas personas todos los días era un gran avance para mí.
Toneri dejó de importarme poco a poco. A veces me molestaba que él siempre tuvieras esas supuestas reuniones, pero como él no me tocaba ni me besaba muy seguido, no me molestaba ya que mientras no me molestará a mí, sentía que era una forma para que él se distrajera.
Yo muy bien sabía que me estaba engañando, pero no tenía pruebas concretas. Así que simplemente dejé de pensar en ello. ¿Qué podía hacer, además de enfrentarlo para que él me negara todo?
Así que lo dejé ser.
Poco a poco fui consiente de cómo él se alejaba más y más, y yo no hice nada para detenerlo.
Supongo que eso es lo que en realidad yo quería...
Fin POV Hinata
.
Hinata terminó de bañarse y se cambió. Salió del baño y se dirigió a la cocina para prepararse alguna cena rápida antes de volver al hospital.
No tenía planeado ver a Toneri ese día, pero se asombró cuando la puerta se abrió dejando ver a su marido. Toneri no tenía ni un sólo pelo fuera de lugar, su traje impoluto e impecable. Lo vió dejar las llaves en la mesita dónde estaba el teléfono, mientras tomaba lentamente el té helado.
A comparación de su marido, Hinata estaba hecha un desastre. Su cabello largo, peinado pero aún húmedo, goteaba agua por su remera y pantalón. A pesar que había llegado del hospital cerca de las 12 del mediodía,ya que había ido a comprar un celular nuevo. Se había duchado y había dormido hasta cerca de las 18 horas. Se había levantado pérdida, sin saber ni que día era, por eso había decidido bañarse nuevamente e intentar despejar su mente antes de volver con su hermana.
Cuando Toneri estaba entrando en la cocina, Hinata bajó la mirada y se concentro en el sándwich que estaba preparando. Nunca se le habría ocurrido hacer como si su marido no existiera, jamás lo había ignorado.
Pero no esta vez.
Toneri se sentó frente a ella, observando sus movimientos y esperando que lo mirara.
Hinata sólo se concentró en su cena y le dio un mordisco a su sandwich, tomando su celular, sólo para mantener la mirada en otro lado. Se sorprendió sólo un poco al ver qué tenía un mensaje sin leer.
Naruto:
Hola nena, sólo quería recordarte que camines. No mires atrás. Besos amiga.
Hinata no pudo evitar sonreír. Después de la charla tan profunda que había tenido con Naruto, él le había pasado su número de teléfono y era el primer mensaje que le mandaba. Se asombraba de cómo él sabía cuando ella necesitaba ese empujoncito.
—¿Cómo está Hanabi?
El rostro de Hinata cambió completamente al escuchar la voz que antes tanto le gustaba. Sentía como si tuviera el rostro de piedra.
— Bien. Gracias.
Su respuesta fue corta y fría. Había comido la mitad del sándwich y ya su estómago se había cerrado. Decidió guardarlo para más tarde, y se dió vuelta para envolverlo.
—¿Hasta cuándo vas a estar así, Hinata?
Ella no contestó, no necesitaba ni quería que el supiera lo que sentía. Simplemente estaba tomando valor para lo que tenía que hacer.
—¡Lo siento! ¿Ok? Sé que fue un imbécil —, Hinata escuchó como la silla se movía y los pasos de su marido que se dirigía a ella. Ya sabía lo que venía—, ¿Puedes perdonarme Hime? He estado con mucha presión últimamente...
Hinata saltó al sentir sus manos en su cintura y se alejó. Ese comportamiento logró que Toneri se detuviera en las disculpas tan conocidas para ella. Hinata lo observó fijamente, no sentía miedo por su reacción, ni sentía dolor por lo que iba a hacer. Su marido, en cambio, la miraba anonadado.
—¿Sabes? Esta vez no quiero escucharte—, le dijo levantando el mentón, con la mirada desafiante.
Toneri parpadeó, pero ella no había terminado. Decidió que le iba a decir todo lo que se había guardado esos años.
—¿Sabes los años que estuve sentada en silencio, llorando todas las noches, preguntándome qué hice mal?
Hinata apretó los puños, sintiendo cómo su corazón latía fuertemente y su sangre comenzaba a calentarse.
— Fui una tonta al creer que me amabas en algún momento. ¿Donde quedaron todas esas palabras vacías que repetiste en nuestra boda. ¿Respeto?— Hinata resopló mientras comenzaba a contar con una mano.— ¿Cariño? ¿En la salud y enfermedad? ¿En la riqueza y la pobreza? ¡Puras patrañas!
Toneri retrocedió cuando Hinata avanzó con un ademán violento con la mano. Él estaba demasiado sorprendido para responder. Hinata siempre había sido como un títere. Él creyó que ella lloraría un rato, para después aceptar su disculpa, como siempre lo hacía.
Pero algo había cambiado...
—¿¡Y quieres que te diga algo!? ¡Estoy cansada! Cansada de tus palabras hirientes, de tus "reuniones"—, dijo haciendo las comillas con las manos y con una sonrisa irónica.— Estoy cansada de ser la culpable de todo lo malo que pasa a tu alrededor. Pero cuando logras algo, sólo tú estás relacionado al éxito.
Hinata respiraba furiosamente y podía sentir su rostro arder, pero por primera vez no era de vergüenza. Estaba furiosa, y nunca se había sentido tan viva.
— Siempre me dejas como la tonta, la que no sabe hacer las cosas bien, que si no estuviera contigo no serviría para nada ¿Y sabes qué? No es así.
Toneri frunció el ceño, pero aún no podía hablar. Hinata le golpeó el pecho con el dedo índice una vez, mientras él volvía a retroceder.
— Quédate con tu amante y a mí no me molestes más. Me iré de tu vida y tu de la mía. No quiero verte nunca...
Hinata se detuvo de golpe cuando Toneri la tomó de la muñeca y la apretó dolorosamente.
—¿Qué mierda dices?— siseo.
Hinata sintió tambalear su valor al ver cómo el rostro de su marido se transformaba con la comprensión. Pero tragó saliva y levantó el mentón con la fuerza que le había dado Naruto. Sus palabras resonando en su cabeza.
Camina. No mires atrás...
— Lo que escuchaste. No puedes decir que no me entiendes.
Intentó zafarse del agarre, pero Toneri la tomó con más fuerza, logrando que hiciera una mueca.
—¿Quién te ha estado metiendo ideas estúpidas en la cabeza? Seguro que son esas zorras de amigas que tienes.— Él se acercó a su rostro, Hinata comenzó a tener algo de miedo. Él jamás la había tratado de ese modo, pero ella tampoco le había contestado así antes también. —¡Contesta maldita sea!— Le gritó mientras le zamarreaba el brazo y por su fuerza todo el cuerpo.
—¡Detente! Me lastimas.
Hinata intentó zafarse nuevamente, pero su agarre era de hierro. Estaba segura que le dejaría una marca.
— Escúchame bien, Hinata. No me vas a dejar ¿Escuchas? Te conviene seguir cerrando la puta boca, Hinata. La próxima vez no seré tan bueno.
Toneri la soltó con un empujón, haciendo que ella retrocediera dos pasos. Hinata le frunció el ceño mientras se masajeaba la muñeca maltratada. Toneri la miró por unos minutos, como si esperará una reacción y cuando no hubo ninguna, se volteó agarrando una taza.
No le importaba las consecuencias, ella quería ser libre y buscar su propia felicidad.
—No me importa lo que digas.
Tarde se dió cuenta, que a veces es mejor permanecer callada.
Toneri lanzó la taza contra la pared y cuando los cristales se hicieron añicos Hinata supo que algo no iba a terminar bien. Cuando su marido se volvió a ella, Hinata comenzó a correr.
Su corazón galopaba cuando sintió las fuertes pisadas en su espalda. No sabía a dónde iba, sólo por costumbre, en vez de correr a la puerta, tomó el camino de las escaleras.
—¡Hinata!— Toneri gritó cuando cerró la puerta del baño con la llave.
A los pocos segundo los golpes comenzaron a sonar, fuertes y violentos. Hinata se sobrasaltaba, igual que la puerta con cada uno. Se alejó lo mas que pudo, retrocediendo y mirando a todas direcciones, buscando una forma de defenderse si él lograba entrar.
—¡Maldita sea Hinata! ¡Abre la puta puerta!
Cuando su espalda chocó con la pared del otro lado, los golpes se detuvieron.
—¡Muy bien! ¿Sabes qué? Te quedarás allí, hasta que tu pobre cabecita entienda que no puedes dejarme. ¿Entiendes?— Ella no contestó y saltó asustada cuando un violento golpe sacudió la madera. Ella sospechaba que era una patada.— ¿Me escuchas Hinata?
Hinata estaba temblando mas que una hoja en pleno otoño. Apretó los puños cuando sus manos se movían involuntariamente.
Por primera vez, le tenía miedo a su marido. Intentando recuperar el aliento, buscó en su pantalón su celular. No sabía qué hacer, y sólo apretó el aparato contra su pecho. Podía sentir el fuerte golpe de su corazón casi en su ganganta, era como si intentará salir por su boca.
Le costaba centrar la mirada, pero hizo lo único que se le ocurrió.
—Hola...
—¿N-Naruto?
Continuará...
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