Baila a mí son
Capitulo 35
Baila a mí son
Hinata se despertó con un sobresaltó. Todo su cuerpo estaba entumecido gracias a las largas horas en la que estaba en la misma posición. Le dolía todo el cuerpo y el palpitar sordo de su cabeza sólo empeoraba. Su mejilla no estaba mejor, la sentía definitivamente hinchada.
Parpadeó intentando salir de la neblina del dolor y la confusión, para saber qué era lo que la había despertado.
Escuchó un gemido bajo y miró, aún algo dormida, a Toneri mover la cabeza levemente. Ella tardo sólo unos segundos en darse cuenta que estaba volviendo en sí. Hinata se acercó a gatas a su ex.
—¿Toneri? ¿Me escuchas?
Otro gemido fue su respuesta, Hinata se acercó lo suficiente para ver su rostro. Toneri a penas podía abrir un poco los ojos gracias a la hinchazón, su rostro transformándose a un extraño color negro bordo. Hinata se dió cuenta que movió la boca, pero no podía salir un sonido de él.
—Soy yo, Toneri. Hinata—, le dijo en voz baja, estando segura que él tal vez se preguntaba si de verdad era ella.
Puede que Hinata ya no lo amara, que por algo que había hecho, ella estaba en esa situación, pero no podía dejarlo solo o darle la espalda. Ella era mejor que eso.
Con esa idea, acarició su cabello plata manchado de sangre y sus ojos se llenaron de lágrimas. De verdad, nunca había deseado verlo así, por más que él le había dicho muchas cosas hirientes cuando estuvieron casados. Y cuando ella se fue de la casa, le dijo sólo cosas denigrantes... Ella sólo había querido ser feliz y que él lo fuera a su manera.
Pero como dicen, las cosas que damos se nos devuelven. Toneri estaba pagando pecados más pesados de los que ella les conocía. Porque, o sino cómo se explicaba que hombres tan malvados los secuestraran a ambos.
La mano de Toneri se alzó con dificultad, temblando fue a la mejilla de Hinata, su dedo índice tocando las lágrimas que caían por su rostro. Él volvió a mover los labios.
—¿Qué?— preguntó Hinata mientras acercaba su oreja hasta que prácticamente podía sentir el aliento en su oído.
—Per-dón-na-me..
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Naruto caminó por la sala, se puso detrás de Obito para ver lo que estaba viendo, pero no le encontraba lógica. De todos modos se quedó allí. Su mirada fue a parar a su padrino que hablaba con Yamato y tomaban un café. Sus ojos fueron al sofá, Neji dormitaba despertando con un sobresaltó cada cinco o diez minutos.
La mayoría de los amigos se habían ido cuando no les permitieron quedarse en la sala y eran cerca de las 22 horas. Sabía que Hanabi estaba en su habitación con Konohamaru y el señor Hiashi habían tenido que darle una medicación para que pudiera descansar. Neji parecía tan o más arruinado de lo que se sentía Naruto.
—¿Es tu novia?
Naruto se volteó para ver a Kakashi prácticamente sentado sobre la mesa a un lado de donde estaba Obito. Él le extendió una taza de café y Naruto negó, ya había tomado una hacía sólo unos minutos. Kakashi se encogió de hombros y se la dió a Obito, que esté siguió tecleando con una mano mientras le daba un sorbo.
—Si, es mí novia—, contestó cruzándose de brazos.
Kakashi lo observó con ojos entre cerrados. Conocía a ambos hombres desde que tenía uso de razón. Ambos eran inseparables, por lo que sabía se habían criado juntos en un orfanato y jamás se separaron. Su unión iba tan lejos, que ambos compartían a una mujer.
—¿Cómo está Rin?— preguntó Naruto.
Kakashi mostró su extraña sonrisa, Naruto ya se había acostumbrado al extraño ojo falso que usaba al haber perdido uno.
—Muy bien, gracias por preguntar. Le faltan sólo unos dos meses para dar a luz.
Naruto alzó una ceja.
—No sabía que estaba embarazada.
—Si, y antes de que preguntes, no. No sabemos quién la embarazó.
Naruto frunció el ceño, él jamás haría una de esas preguntas.
—Es obvio que fui yo—, murmuró Obito sin apartar la mirada de la computadora.
Kakashi le dió un suave empujó en la nuca y sonrió de nuevo a Naruto.
— Tú concéntrate en eso...
—Puedo hacer muchas cosas a la vez..— murmuró él moreno.
—Y en tu sueños la embarazaste— siguió Kakashi.
—Ya lo verás cuando nazca—, aseguró.
Kakashi rió de forma disimulada y negó con la cabeza para ponerse serio de nuevo cuando su mirada volvió a Naruto.
—¿Hace mucho estás con ella? Ella se divorció hace menos de un mes o algo así ¿no?
Naruto hizo una mueca.
—La conocí cuando volví a Konoha. Aún seguía con el ex, pero me hice su amigo. Ella me llamó cuando quiso irse y tuvo problemas. Nunca me lo confirmó, pero sufría violencia por parte de él. Le partí la cara para que ella pudiera irse—, Naruto apretó los dientes al recordar ese día. Deseo volver en el tiempo y hacerle varias visitas a Toneri—. Ella vivió un tiempo con una amiga hasta que se mudó conmigo—, él se encogió de hombros—. Hace muy poco su primo logró que él firmará el divorcio, pero estaban separados hace meses. Ella me gustaba mucho desde el primer momento que la ví, pero mientras más la conocía más me enamoraba de ella.
Naruto se detuvo, desviando la mirada cuando sintió un escozor en los ojos, parpadeó las lágrimas y se tragó el nudo en la garganta.
—Hace sólo una semana que estamos de novios—, murmuró con la voz ronca.
—Eso es una mierda. Digo, que justo cuando consigues a la mujer que quieras...— Obito se detuvo cuando Kakashi le volvió a golpear la nuca.
— Perdónalo. Es muy bueno con las computadoras, pero es horrible con las palabras— dijo Kakashi.
Naruto asintió, no lo tomaba personal, además que el hombre estaba siendo muchísimo más útil que él para buscar a Hinata.
—¿Has averiguado algo?— preguntó en cambio.
—Puede ser—, dijo Obito—. Sólo dame unos minutos más.
Kakashi observó su reloj de muñeca y levantó la mirada para asentir a Jiraiya del otro lado de la sala. Yamato y su padrino de acercaron con la señal.
—Ya va llegando la hora— dijo Kakashi cuando ambos llegaron a ellos.
Naruto frunció el ceño y estuvo a punto de preguntar cuando el teléfono sonó. Neji saltó del sofá, pero Kakashi se movió a la mesa y le hizo una seña de que no contestará. Naruto frunció el ceño cuando Obito le hizo una seña a Kakashi y él levantó el aparato.
—¿Ya sabes lo que quiero Hyūga?— la voz computarizada.
— Sé lo que quieres. ¿Pero estas dispuesto a tomarlo?— preguntó Kakashi con voz calma.
La línea se quedó en silencio y Naruto no supo que pasaba. Él miraba a todos, buscando que alguien le dijera qué estaban haciendo.
—No pueden darme lo que quiero—, la voz salió más fuerte, como si la otra persona hubiera gritado.
—Puedo ayudarte a encontrarla.
—¿Quién eres? ¡Pásame a Hyūga!
—Quiero una prueba que la mujer está sana.
—¡No estás en posición de exigirme nada!
—Nos has puesto en esta situación. Tú tienes algo que yo quiero y yo puedo darte lo que tanto buscas. Sólo quiero hablar con la muchacha.
Naruto sintió su corazón palpitar más fuerte mientras la línea se quedaba en silencio de nuevo. Hasta ahora esa era la conversación más larga que habían mantenido con el secuestrador. Él se volteó para ver la pantalla de la computadora de Obito, un mapa de Konoha se mostraba y tenía varios puntos que parpadeaban y cada pocos segundos se iban apagando uno a uno. Él contó rápidamente diez.
— Llamaré— y cortó.
Kakashi dejó el teléfono en la mesa y miró a Obito. Su compañero se volvió en la silla giratoria y sonrió, una expresión extraña para el que no estaba acostumbrado a la mitad de su cara arrugada.
—Lo tengo.
Continuará...
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