Capítulo 1.
¿Nunca te ha pasado que la vida te prepara sucesos que podrían ser fatales y decisivos para cambiar tu camino? ¿Perder todo lo que tienes con tan solo un descuido? Ellos son casos que muchas personas pueden vivir y nadie lo nota, que pueden afectar no solo su forma de vida social, también en la forma de pensar, puede ser bien tanto como mal, cosa que uno no puede frenar y si no tienes la ayuda apropiada puede llegar a problemas más graves de lo que uno puede manejar. Eso le estaba ocurriendo a Ink, quien ya no entendía cómo seguía vivo después de tanta depresión que acumulaba, no valía la pena sonreír cuando hasta la más mínima esperanza de felicidad se extinguía como fuego sin combustión. Nadie más estaría para él.
Ese día era uno cualquiera del mes de Mayo, el sol estaba en lo alto desgraciadamente luchando por su supremacía en el cielo, las grisáceas nubes atormentaban y amenazaban para arruinar el ambiente templado para ser pleno otoño, en donde las tonalidades de las hojas comenzaban a variar y desprenderse de los árboles, otorgando a los monstruos un ambiente húmedo pero acogedor, exclusivo para sacar una fotografía para ser el patio del instituto donde se encontraba él.
Estaba detestando la idea de quedarse mucho más tiempo en la soledad, seguramente todos estaban en clases y lo que más le desagradaba es que aunque quisiera no podía, quieto como un tronco siendo un individuo opaco para los colores cálidos, con los colores de sus prendas sin color ni vida, estaba siendo un estorbo para algún fotógrafo, para qué mentir, para todo.
No existía para él belleza, no veía las cosas de igual forma como solía antes, solemne y sin rastros de emociones positivas. No era un perfecto día de otoño para pasear o pasar el día en las calles la ciudad más injusta del planeta, donde los barrios cambiaban respecto a la economía de cada sector. Prefería que todos sufrieran por igual, que lloviera como un verdadero invierno, para que sintieran la melancolía y pesadumbre que residían en su corazón envuelto en una oscura fortaleza.
¿Por qué estaba allí entonces? Fácilmente podría volver a casa si no asistía a esas clases aburridas con decenas de monstruos, quedarse leyendo o quedarse mirando la nada en un lugar más privado en vez de hacer el ridículo, mas no podía, debía estar ahí por una razón que le dejaba mal sabor a la boca; iba a comenzar una jornada escolar después de un año. Esperando a una de sus únicas familiares viva matriculandolo en ese instituto, uno moderado, ni tan gran ni pequeño, capaz de meter a mil estudiantes si quería con sus tres pisos y extensas aulas, iba a comenzar una nueva era escolar aunque fuera estúpido, cursaba el último año sin contar su ausencia de un año, pero las cosas funcionaban así, por más raro que suene, se saltó el penúltimo curso para no ser mal visto en la época de universidad.
Porque aquella ciudad era fría y quisquillosa, con tal de saber un pequeño error de ti podrían quitar reputaciones de famosos empresarios llevándolos a la ruina si no se cuidaban de esos tontos rumores que corrían junto a la brisa.
Ink odiaba esa ciudad con toda su alma, no la soportaba pero estaba obligado a quedarse con sus tíos allí, fuera de su antigua escuela. No fue trasladado por tener pésimas calificaciones, es decir, las estaba bajando antes, tampoco era un bravucón que podía matar con la mirada, seamos realistas, con su estado actual no podía matar a una mosca, ni aunque quisiera y lo intentara. La razón fue para mantenerse alejado de los malos importunos y empezar de cero, o eso era como decía su tío, además quedaba más cerca de su "hogar", su tía no gastaría ni céntimos para pagar el bus a su sobrino.
Sí, como se estaba mencionando antes, Ink vivía con sus tíos, después de que su padre se enfermara mortalmente y su madre muriera en un accidente, bastante cliché ¿No lo creen? No tuvo otra opción que irse con los familiares más cercanos, únicos de su "linaje", pero pésimos cuando se trataba de ser cuidadores, y todo por culpa de su tía. Ella era una señora gruñona y fastidiosa que manipulaba a su esposo; hermano de la madre de Ink. Le golpeaba a él como a su tio, alejándolo de diversiones con la oferta de poder sobrevivir en un hogar y tener el pan de cada día, era eso o vivir en la calle.
Mas eso había sido hace dos años, Ink podía soportar esa nueva vida siempre y cuando no le alejaran de su querido amigo todo estaría bien, era lo único que le quedaba y daba igual si se escapaba a jugar, su tía nunca le echaría en falta, era la única esperanza para mantener estable al joven.
Pero después de aquel accidente...
Nunca dijo una palabra de lo que había ocurrido, no lo soportaba y siempre cuando recordaba comenzaba a llorar desenfrenado aunque estuvieran en público. Era un dolor imposible de digerir, algo que le había quitado las ganas de vivir, su yo alegre y optimista, abriendo las puertas a una profunda depresión que no tenía una salida, ni si quiera la cercana muerte se la quitaba.
Desde esa noche nunca más volvió a sonreír de verdad, apenas podía hacer falsas que se combinaban con una fea mueca, varias veces su tío lo encontraba después de trabajar tirado en algún lugar de la casa principalmente en la cocina o el baño agonizando en el suelo, con un cuchillo enterrado en su cuerpo mientras lloraba sin importar nada, quería dar con su alma, buscar la más "fácil" alternativa para sucumbir a la paz, terminar con su sufrimiento. Su tía sinceramente le daba lo mismo si perdía a ese crío tan depresivo, una boca menos que alimentar decía. No le importaba si no volvía, si llegaba robado, borracho drogado o violado, era una peste que solo había aceptado la idea de quedarse por ser familiar de su esposo, con quien tenía un poco más de dignidad de tratarlo mejor para no ser echada. Ink no comprendía qué le veía su tío a esa señora.
Aquel amigo, único en su especie, antiguamente le sacaba las únicas sonrisas al pequeño Ink, llamado "el joven emo" por broma inocente, con él podía ignorar los malos tratos que tenía de su tía que llegaba a pegarle con la correa, se escapaban para ir al cine o comer en algún local de comida rápida, ese amigo siempre invitaba, y no por lástima, siempre había dicho que quería ayudar a Ink con lo que podía, hasta el punto de ofrecerle un lugar nuevo para vivir, era su única vía de escape para olvidar la posible muerte de sus padres tan repentina.
Hasta que ocurrió lo que pasó, en una noche fría y torrentosa...
— Hey, idiota. —Llamó la tía de Ink quitando de sus pensamientos justo a tiempo antes que las lágrimas amenazaran sus cuencas, no se había movido de su puesto en toda una hora.— ¡Estas haciendo el ridículo ahí quieto! ¡Ven!
Ink había mirada de reojo a su familiar, conservando una expresión neutra al completo aunque costara mantenerla por sus ojos que le ardían, deseaba dedicarle una mirada de profundo desprecio a esa señora, pero solo pudo esbozar una línea perfecta pero temblorosa en sus comisuras, asintiendo para ir a la oficina de ese instituto. Cualquiera que le viera ahora pensaría que era un ser sin sentimientos alguno, pero era todo lo contrario, internamente lloraba y sufría, sus pensamientos eran tristes y desesperados, necesitaba con urgencia algún motivo para sonreír y volver a pensar que había algo por qué luchar en la vida, pero esas personas estaban muertas, y no servía llorar para dar pena, porque nadie vendría a socorrerlo, lo verían como un bicho raro que había que exterminar, basura que nadie en la ciudad se ocuparía.
Se habían mudado con el objetivo de empezar una nueva vida, fue por decisión de su tío ello gracias al nuevo trabajo que pudo conseguir, aunque era malgastado por su tía, al menos su instituto era privado, calidad y cercano, tenía un punto a favor que podía aprovechar, sin embargo con su enfermedad le daba completamente igual.
Se encaminó donde su tía estaba, parada fuera de la oficina, era bastante fea a su parecer, claro, hay que recordar que nada era bello ante sus ojos, pero para los demás podía cautivar con la mirada, aunque sea una jodida bruja, llevaba papeles en las manos cuales usó para darle un golpe en el cráneo de Ink, provocando un quejido adolorido, su cuerpo estaba sensible por los contantes maltratos y las autolesiones en toda su anatomía.
— Maldito saco de huesos, ya tengo todo listo, ahora parte a la clase, mira que me costó para que te metieran ahora, ¡ ve, idiota! ¡No te quedes parado! Yo me voy a trabajar, bestia inútil.
A Ink le dolía, aunque no lo demostrara en su semblante frente a ella u otros, le dolía como cuchilladas en su pecho, odiaba que le trataran de esa manera, porque no era la única que le hacía ver como escoria, todo el mundo al verle le discriminaban con malas vistas, empujándolo cuando caminaba y abusado por desconocidos por ser un blanco fácil. Parecía que todos jugaban en contra suya para arruinarle más la vida si eso era posible, ¿Para qué serviría llorar ante los maltratos si nadie le ayudaba? Aunque fuera por pena, deseaba vivir con ignorancia, pero ahí iba de nuevo la cruda realidad, que le pegaba como una cachetada, fria, dura.
Se aferró a su bolso nuevo por su tío, quien pocas veces cuando estaba en casa le hacía sentir un poco querido. Apenas tenía un cuaderno y lapiz grafito, su tía había guardado lo demás para cosas con más importancia. Y se dirigió a su salón con rapidez para escapar de las garras de ella, sin saber donde quedaba el lugar.
Dobló en una esquina próxima para quedar apegado en la pared, conteniendo las ganas de deslizarse y sentarse y hacerse ovillo, eso hacía para no sentirse tan mal, pero era lo contrario. Estaba en un lugar público, tuvo que respirar profundamente antes de limpiar con las mangas las lágrimas que se asomaban por sus cuencas, ¿Por qué tenía que él pasar por esto? No deseaba el mal para los otros, desear que llueva no era tal punto para que todos vivieran en sus condiciones, pero lo veía injusto, todos tenían vidas tranquilas y él tenía que soportar horribles tratos hasta el punto de llegar a creer lo que le repetían todos los días:
A nadie le importas.
No valía la pena sentirse triste si eso era verdad.
Llegó a calmarse para caminar lentamente por los corredores, parecía un instituto fantasma aunque pudiera escuchar murmuros en los salones, unos más fuertes que otros, observaba los casilleros con sus opacas pupilas sin brillo ni formas, eran color azul, normal para muchos, ¿Cómo podía conseguirse uno? Sentía que tuvo que ir a informase algunas cosas básicas antes de partir huyendo.
— ¡Hey! —El silencio se vio brutalmente interrumpido por la exclamación de un individuo que jamás en su vida había visto antes, eso perturbó y alteró al joven Ink quien se detuvo por la lógica de ser llamado, no había nadie más como para confundirse, aunque le veía ilógico el por qué gritonear si estaban solos.
Aquel chico también era un esqueleto, con una sonrisa adorable y pupilas celestes con forma de estrella, Ink también tenía esa forma antes, pero después de su depresión jamás la volvió a ver. Llevaba una bandana celeste al igual que gran parte de sus prendas, excepto los pantalones y camisa, la primera negra y la otra blanca, con unas hombreras que le daban más hombros, como dicho objetivo de la prenda.
— Tú debes ser el... nuevo. ¿Me equivoco? —Continuó él con carisma al notar que Ink no respondía, pero a su pregunta asintió con incomodidad, no estaba acostumbrado a que le hablaran con un tono amigable, iba a permanecer en silencio.— ¡Bien! La directora me llamó y acudí lo más pronto que pude. ¡Debo situarte a tu nuevo salón, conmigo, el magnifico Blue!
Ink no se inmutó como deseó el tal llamado Blue, intentaba quedarse sin emociones ante él ni nadie, así no se le iba a ser dificil su estancia allí, no lo verían como un débil y crédulo con quien podías jugar, porque así eran muchos en la ciudad, sin excepcionar a los adolescentes que podían ser peores en otra escala, todos te usarían tarde o temprano.
— ¿No sabes hablar, Ink? —Insistió ahora, las alturas no eran muchas, quizá se llevaba cuatro, Ink más alto. De todas maneras Blue no pareció afectarle mucho su silencio, él no veía eso como un prejuicio para enlazar lazos, ¡era un nuevo desafío! Por lo que su sonrisa no se borraba, se hacía más dispuesta.— ¡No importa! ¡Aún puedes ser mi amigo, Mwheheheh! Quién no querría serlo.
Puede que para cualquier persona ese tono empleado y confianza era tierna, uno donde cualquiera aceptaría la oferta de ser amigos, pero para Ink, se le hizo complicado no hacer una mueca de desagrado, no le gustaba ello, pero era la oportunidad perfecta para pasar desapercibido y hacerse pasar por mudo, no muchos querrían hacerle preguntas si no podía responder.
No teniendo otra solución tuvo que seguirle mientras Blue hablaba de como estaba compuesto ese instituto, uno privado y clase media, donde sus compañeros iban a ser todos esqueletos, cosa que le sorprendió disimuladamente a Ink, puede que por todos lados hubieran monstruos esqueletos pero nunca tener que ver todos los días los de su misma... ¿Raza?
La ciudad en donde estaban era rico en distintos tipos de monstruos, así como también era totalmente injusto cuando se trataba de oportunidades. Ink siempre cuando caminaba por la ciudad para perderse y dejar de pensar en su miseria siempre se fijaba en las personas mendigas de las esquinas siendo mal vistos por personas empresarias o con trabajo estable, odiaba mirar mal a esas personas, pero era difícil no suspirar, por supuesto que todo era distinto si el esfuerzo de quien pide limosna era malgastado por alcohol también sería uno más del montón, tomar y drogarse era malo, y aunque muchas veces Ink se quería suicidar, esos componentes eran la peor solución.
Esperaba que la división de su curso no fuera así, ni quería pensar que dejó de ser un "alma libre" para estar en la misma situación en peores condiciones, porque tenía que interactuar con ellos por el resto del año. Quería al menos irse alejados de ellos.
Sin embargo al abrir la puerta, se encontró con un ruido ensordecedor similar a un bar con la música alta, o en las ferias donde todos gritaban para conseguir ventas, ¿Había acaso orden acá? Ink hizo una mueca de disgusto, escondiendo la expresión con parte de su oscura bufanda, asomándose algo tímido, ya quería irse.
— Bah, ¡no seas tímido! Ahora mismo vamos a tener un receso, por eso todos están así. —Explicó Blue siempre alegre y con un tono que permitía ser escuchado, mas al mirar a donde estaba su mesa, la lealtad que estaba formando con Ink desapareció en un instante. Había gente en la mesa de Blue encima.— ¡HEY FRESH, NO TE SUBAS A MI MESA!
El más bajo dejó abandonado a Ink, quien perdió la confianza de avanzar a buscar un asiento, pensaba que iba a ser más fácil por tener una pequeña ayuda de alguien para seguir pero ese rayo de luz se apagó. El miedo estuvo a flor de pie, y la inseguridad lo alertó, no quería entrar al nuevo mundo que le esperaba, porque realmente no estaba, él debía de asentarse como podía, y el temor no le dejaba saltar al carril de la seguridad, era mejor huir..
Se aferró a su bolso respirando profundamente, se iba a tomar un tiempo antes de entrar, nadie lo miraba aunque estuviera haciendo el ridículo estando ahí quieto en la entrada, eso le dejó tranquilo antes que un ataque de pánico lo tomara cautivo entre sus zarpas. El salón era amplio y con tres filas con cuatro hileras cada una, a la pared de la entrada habían dos pizarras y a la ventana estaba la mesa del profesor, vacía al parecer, si contaba, eran veinticuatro puestos y alguno debiera estar disponible para no dejar de ser simétrico el sistema.
La mayoría de los puestos estaban ocupados, algunos sentados y otros formando un grupo en cada sitio del salón, en una de las esquinas había uno, en el fondo, y dos más a los laterales, algo que no lo entusiasmó, le amargaba y recordaba de esa forma su antiguo grupo de amigos, tan diferentes y tan geniales entre sí, la diversidad se había perdido en este tiempo, y las influencias eran claras, estaba siendo innecesario descifrar que uno de los grupos eran de los chicos "malos". Bufó.
La mejor idea era esperar a que todos salieran al recreo para poder revisar con calma qué puestos estaban desocupados, y rezar a dios que con quien le haya tocado no sea un idiota que le arruinara más la vida.
No pudo procesar cuando el timbre sonó con impresión, provocando un eco por los pasillos, aumentando los gritos y revueltos de los estudiantes, corriendo para salir de esa prisión de cuatro paredes. Y con ello empujaron a Ink cuando quisieron salir, ignorando y tratándolo como un estorbo.
Todos estaban encima suyo echándolo a un lado, hasta que sintió un brazo que lo empujó hasta los casilleros, eso asustó a Ink abrazándose en el rincón que formaba la pared con el casillero, ya con los últimos esqueletos saliendo de ahí. Ni siquiera parecía que eran menos de treinta.
Su inexistente corazón latía desenfrenado, con su pálida piel aún más blanca como la nieve de invierno, estaba asustado y lleno de pavor, eso había sido impactante y no quería vivir otra estampida parecida. Pero era un camino más libre, era mejor entrar.
Ya estaba de por sí acostumbrado a lo que le esperaba el futuro, lo trataron como a una piedra en el camino cual no importa si lo pateas, no siente absolutamente nada por ser un sustantivo común inanimado, todos jugarían con él tarde o temprano, y no debía sorprenderse si pasaba.
Pasaron quizá tres minutos antes de recuperar el ánimo de atravesar el umbral que le deparaba su nuevo futuro, cualquier acción era importante, y aunque no le importara, seguiría para olvidarse de sus problemas, la escuela podía ser un buena distracción si sabias como usar las horas sin desaprovechar la oportunidad, no era tan idiota. Evadiendo el susto formuló un semblante neutro, caminando.
Eran tres esqueletos quienes estaban sentados en sus puestos en silencio, a la derecha, por el lado de la ventana en el segundo puesto habían dos quienes no hablaban pero uno parecía estar concentrado en un libro mientras el otro solamente le abrazaba sonriendo, parecían una pareja pero la actitud del lector era crispada, como si ese tacto le molestara, llevaba una bufanda roja puesta y tenía un parche blanco en una de sus cuencas, igual al de la mejilla de Ink, tapando una cicatriz extraña.
Quien le abrazaba llevaba una especie de túnica elegante, por supuesto no llegaba a suelo, sería típico de los tiempos antiguos pero... Bueno, en otras palabras sería ridículo una túnica en la época contemporánea.
A la izquierda del tercer puesto había otro durmiendo, no supondría mayor problema entrar, aunque le llamó la atención que usara pantuflas para ir a la escuela.
Ya con ver a ellos sabía que no iba a ser tan normal aquel curso.
Caminó con lentitud buscando un asiento, encogido de hombros al notar la mirada de alguien sobre él, era incómodo, pero pudo notar un asiento desocupado en la fila de al medio en la tercera fila, había sido fácil, y lo mejor es que estaba ciertamente atrás, era lo mejor en vez de estar al frente.
Se sentó en el lado de la ventana, provocando en cadena que la pareja comenzara a murmurar, eso le tensó, ¿por qué estaban hablando a sus espaldas? Pero podía ser sus paranoias, estarían comentando sobre otra cosa de seguro.
Llevó sus brazos cruzados encima de la mesa, y escondió su cabeza entre ellas, tenía sueño, lo habían levantado a las seis de la mañana sin muchas razones si ahora eran las diez, si descansaba nadie le notaria, ya que de por sí era alguien invisible.
De pronto el sueño lo atacó, dejándolo en el mundo de los sueños para escapar un rato de la realidad.
¦¦¦
Wow, acá tenemos una historia Errorink, he visto muchos "Aus" sobre tendencias fuera de los multiversos, y me he animado a seguir este camino con un cambio fuerte sobre el pequeño Ink.
He estado animada con este capítulo, lo escribí de nuevo para mejorarlo, y espero tener suerte con vosotros viendo y apreciando.
La historia es para mayores de doce porque a veces estos temas de la depresión no son fáciles de digerir, y habrán entre alcohol, droga algún futuro, o puede que no, todo depende de la imaginación y mi mente que cambia abruptamente las ideas.
Buenas noches ~
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