Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3: El Día de las Cucarachas

Capítulo 3: El Día de las Cucarachas

Era un día gris, uno de esos días en los que el sol parece haberse escondido detrás de nubes pesadas y amenazantes. Me desperté sintiéndome como si una manta de plomo cubriera mi cuerpo, impidiendo que me moviera. La depresión, que había estado a raya durante semanas, decidió hacer su regreso triunfal, y con ella, la sensación de ser una cucaracha arrastrándose por las sombras.

Recuerdo haber mirado el reloj, y aunque era temprano, no había ganas de levantarme. La cama se convirtió en mi refugio, un lugar donde podía esconderme de la realidad. Las paredes de mi habitación parecían cerrarse a mi alrededor, y el aire se sentía espeso. En mi mente, un eco constante de pensamientos negativos comenzó a resonar: “No vales nada”, “Nunca vas a salir de esto”, “¿Para qué seguir intentándolo?”.

Decidí que no iba a hablar con mi terapeuta esa semana. La idea de abrirme sobre cómo me sentía me parecía abrumadora. ¿Qué iba a decirle? Que había caído nuevamente en el abismo? Que la luz que había encontrado parecía haberse apagado? La vergüenza se apoderó de mí, y opté por el silencio.

Pasaron los días y la depresión se volvió más intensa. Las pequeñas cosas que antes disfrutaba, como pintar o escribir, se convirtieron en tareas imposibles. Mi diario quedó cerrado, y los pinceles se acumularon en un rincón, cubiertos de polvo. La energía que antes me impulsaba a crear se evaporó, dejando solo un vacío ensordecedor.

Un día, mientras caminaba por la casa, noté una cucaracha en la esquina de la cocina. Su presencia me pareció un reflejo de cómo me sentía: insignificante, indeseable y atrapada en un lugar oscuro. La vi moverse torpemente, y en ese instante, una ola de tristeza me invadió. Me sentí como si estuviera arrastrándome por la vida, luchando por encontrar un propósito.

Decidí que no quería ver a nadie. Mis amigos comenzaron a preocuparse por mi ausencia, pero no respondí a sus mensajes. La idea de socializar era agotadora; prefería quedarme en mi mundo sombrío donde nadie podía juzgarme. Cada vez que sonaba el teléfono, sentía un nudo en el estómago. “¿Y si preguntan cómo estoy?”, pensaba. No quería mentirles ni tampoco quería contarles la verdad.

La noche llegó y con ella el silencio abrumador de mi hogar. Me senté en el sofá, rodeada de sombras, sintiendo que cada rincón del lugar estaba impregnado de mi tristeza. Las luces estaban apagadas, y el único sonido era el latido acelerado de mi corazón. Era como si la depresión hubiera tomado control total de mi ser.

En un momento de desesperación, decidí buscar ayuda en línea. Comencé a leer sobre experiencias similares, buscando consuelo en las palabras ajenas. Pero incluso eso se sintió vacío; las historias de otros no lograban tocar la herida abierta que llevaba dentro.

Me quedé allí, atrapada entre la lucha y la rendición, sintiéndome como una cucaracha atrapada en una trampa. La metáfora se hizo más fuerte: así como esos insectos se esconden en las sombras, yo también me había convertido en un ser que evitaba la luz. Era una existencia sombría y solitaria.

Finalmente, me dejé llevar por las lágrimas. Lloré por la pérdida de la esperanza que había sentido semanas atrás, por el abandono de mis sueños y por el miedo que me envolvía. En medio del llanto, una parte de mí anhelaba romper el ciclo, pero la otra se aferraba a la oscuridad como si fuera un viejo amigo.

La noche avanzó y caí en un sueño inquieto, plagado de pesadillas que reflejaban mis miedos más profundos. Desperté varias veces, sintiendo que cada intento de cerrar los ojos era una batalla perdida. Al amanecer, el sol finalmente asomó tímidamente entre las nubes, pero su luz apenas logró penetrar la neblina que me rodeaba.

Aquel día se convirtió en un punto crítico en mi viaje. La depresión había cobrado su máxima expresión y me dejó sintiéndome más sola que nunca. Aunque sabía que debía buscar ayuda, algo dentro de mí seguía resistiéndose. El ciclo parecía interminable.
Sin embargo, en medio del caos emocional, una pequeña chispa de resistencia comenzó a encenderse dentro de mí. Tal vez era hora de enfrentar mis demonios nuevamente. Tal vez era hora de hablar con mi terapeuta y dejar atrás el miedo al juicio. Después de todo, incluso las cucarachas pueden encontrar su camino hacia la luz si deciden salir de las sombras.

Ese día fue oscuro y doloroso, pero también fue un recordatorio de que la lucha es parte del proceso. Y aunque me sentía perdida en ese momento, sabía que aún había esperanza para encontrar el camino hacia la sanación nuevamente.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro