꧞VII. Hipnosis ꧞
Yoo Ji-min
Días antes a su desaparición.
Me bajaba constantemente la corta falda de encajes que me llegaba a la mitad de los muslos. Con mi otra mano sostenía una antorcha encendida. Mis pies pisaban el suelo mojado. A lo lejos podía ver al fin la salida.
Necesitaba huir, me estaban persiguiendo. A lo mejor ya descubrieron que soy una infiltrada, debí haberme dado cuenta al ver como me miraba él, como si supiera quien era.
Una mano sostuvo mi boca atrayendome a un lugar más oscuro que el anterior. Mordí su mano y él me soltó de inmediato.
Aproveché para escapar, pero resvalé y conseguí ensusiarme de fango desde la cara hasta los pies. Me limpié un poco y seguí corriendo.
Cuando conseguí que los rayos solares me calentaran no dudé en cerrar los ojos. Al fin era libre, ya no sería más una prisionera.
Pero, mi felicidad duró poco. Ahí estaba Kim Seok Jin esperándome sobre su caballo y su fiel escudero llegó al poco tiempo quejándose de la mordida.
Los miré con repudio y los maldije, pero solo conseguí una flecha en algún lugar de mi cuerpo. Podía sentir como el dolor se iba extendiendo por todo mi cuerpo hasta que caí al suelo. Solo me quedaron fuerzas para decirles algo a esos dos —Malditos vampiros —maldije—Alguien vendrá a por mí y me las pagarán. Se pudrirán con ajo —cerré los ojos.
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Kim Seok Jin
Miraba a mi antigua amiga mientras cabalgaba a Murfi. Estaba extendida en el suelo boca abajo y toda sucia.
—Traéla aquí Soobin— le indiqué que la colocara sobre el caballo.
—¿Todavía quiere hipnotizarla? ¿Cree que funcionará? —Soobin era un joven muy dudoso, a veces me descontrolaba. Preferí ignorarlo.
Nos adentramos en el gran bosque hasta llegar a una casita dimimuta, donde escondía algunas cosas.
Al ver la puerta rota le exigí al nervioso junto a mí que la cambiará cuanto antes.
—Si señor —se alejó a paso apresurado.
Tomé en brazos a la chica y la llevé a dentro de la casa dejándola sobre la cama. Primeramente pasé a quitarle la flecha, como había planificado no tocó ningún órgano, solamente corría sangre, la cual limpie delicadamente y luego cosí la herida.
Nuevamente la cargué y la metí en una bañera de agua caliente que le tenía preparada para bañarla. La vestí con uno de esos vestidos que solía ponerse en su vida pasada, lo tenía guardado para cuando la viera.
Proseguí a peinarla, extrañaba esos rizos voluminosos que siempre se andaban moviendo, habían sido remplazados por un tieso pelo lacio. Si hubiese tenido materiales sin duda se los hubiera hecho.
—Señor, he traído la puerta. La colocaré —Soobin me hace mirarlo y yo asiento a modo de aprobación.
—¿Tienes el reloj de bolsillo de Sunmi? —le interrumpó mientras coloca la puerta.
—Si, aquí lo tengo —me lo acerca y lo tomó.
Era un reloj dorado del cual colgaba una cuerda de oro. Según Sunmi lo había heredado de sus parientes en latinoamérica. Había conseguido un ama de llaves con descendencia latina, aunque pareciera solamente asiática.
Soobin empezó a dar golpes fuertes para poder colocar correctamente la nueva puerta, lo cual me detuvo, necesitaba tranquilidad para el proceso que llevaría acabo.
—Ya esta —él se sentó en el suelo, miraba lo que hacía.
—Podemos comenzar —me levanté de la silla donde estaba sentado pensativo.
Me coloqué a poco centímetros de ella mientras esperaba como Soobin la amarraba a la cama. Ella abrió los ojos en ese proceso.
—¿Qué me están haciendo? ¡Sueltenme! —se movía desesperadamente.
Me le acerqué al oído —Tranquila. Todo estará bien, solo volverás a ser la que eras antes.
Me escupió —.Eres un sucio vampiro.
¿Cómo lo sabía? Solo Soobin sabía mi secreto. ¿Había alguien más?
—No se de que me hablas —tomé de mi bolsillo un pañuelo y me limpie.
—Se que eres un depredador de humanos, eres un sanguinario. Te he visto como te alimentabas de una mujer la otra noche.
Me descubrió.
—Estaté quieta —Soobin se subió arriba de ella aguantandole los brazos hacia arriba.
—Sueltenme ya ¡Dejénme! —insistió y empezó a llorar.
—Tranquila. Sigue con la vista esto —le señalé el reloj entre mis manos—. Todo estará bien.
Comencé a mover por el cordel de un lado a otro el reloj. Ella lo seguía con la vista, sus ojos se tornaron juguetones y de ellos desaparecieron el color rojo por la hichazón que trajó el llanto. Era el momento oportuno para empezar la hipnosis.
—¿Cómo te llamas?
—Yoo Jimin.
—No, te llamas Karina. Lee Karina.
—Cuando eras niña, ¿con quién vivías? —pregunté, Soobin me miró extrañado.
—Soy huérfana.
—No, no eres huérfana, tienes una familia que te atesora—le rectifiqué—¿En qué año estamos?
—2020 —parpadeó.
—No —negué — Estamos en 1906.
—¿1906? —pregunto extrañada.
—La tratas como niña chiquita —interrumpió el que estaba encima de ella.
—Tú calla y aguantala bien. —él siguió a lo suyo y pidió disculpas —. Vayamos al grano mejor. Karina en 1906 me prometiste que —ella cerró los ojos sin dejarme terminar.
—¿Qué ha pasado? —Soobin le soltó las muñecas a Karina — No tiene pulso —dijo nervioso.
—¿Cómo? —me exhalté.
—¿Est-a mu--eeerta? —tartamudeó Soobin.
—Calmate —lo agarré de los hombros.
Karina se sentó en la cama y abrió los ojos como platos. Colocó mechones de pelo detrás de su oreja y miró lo que llevaba puesto. —Me gusta este vestido —sonrío.
—¿Karina? —me acerqué a ella.
—¿Sir Jin? —saltó a abrazarme— Estaba loca por verte. Te he extrañado mucho —me apretaba ,sentía que me quedaba sin aire.
—Dejalo ya— saltó Soobin a mi rescate y ella le sacó la lengua al soltarme. Seguía siendo una niñita.
—Al fin te tengo conmigo amiga mía. Fue difícil, pensé que esos medicamentos no la harían recordar.
—Te dije que si —Soobin aprovechó el momento para peinar su flequillo.
—¿Quién es él? —ella señaló a Soobin.
—Choi Soobin para servirle señorita —él intento besar su mano, pero ella se la quitó.
—¿Y Miyeon? —ella miro alrededor— ¿La has encontrado?
—No, aún no. ¿Me ayudarás a encontrarla?
—Pues, claro.
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