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Capitulo tres

El disgusto de unos ojos peculiares

¿Como saber realmente cuando alguien puede ser tu amigo?

Esa pregunta podía ser fácilmente contestada por unos y por otros mantenerse en el aire pensando una y otra vez su respuesta, mas cuando aquella persona que recién conoces todo se vuelve un lió, ya sea porque no sabes si realmente es quien dice ser en un principio volviéndose mas irritante o mas agradable con el pasar de los días, y cuando hay una persona que en un principio te llevas mal, una mala impresión no es fácil arreglar las cosas, simplemente esas personas no podían se tu amigo ni de chiste, una cosa son las bromas pesadas entre amigos, pero... esa cosa no es un amigo, no no.

La lluvia comenzaba a cesar dejando a su paso la brisa fresca que golpeaba contra mi rostro, tiritando de frió y una falda empapada pegada a mis piernas causando irritación y picason, pensando en las mil y un manera que existían de matar a una persona de la manera mas cruel que existiera, el simple hecho de pensar en extirparles las pelotas a ese sujeto se quedaba como un rito de tortura mínimo.

El sonido de los autos y camiones pitando a la vez retumbaba en mi cabeza, el dolor era prominente, mis libros seguramente estarían empapados al igual que le trabajo para aprobar el semestre.

Por algún motivo sentí que aquel chico de cabellera cobriza estaba empeñándose en hacerme estas bromas, que, si bien esta era la primera no dudaría que fuera la ultima, mas esos intentos tan idiotas por hacer que deje el departamento no resultarían.

Solo de imaginar mi rostro lleno de decepción al saber que no podía con algo como eso, llegar a casa de mis padres escuchando el infinito sermón de mis padres diciendo hasta el cansancio que sabia que no duraría estando sola o era algo muy bueno.

Ir en el autobús repleto de gente mojada, sudorosa y una combinación desagradable de olores fue para mi el momento en que sentía el explotar de mi ser y esa rabia recaería en el y solamente en el.

Mis pisadas retumbaban sobre el azulejo del piso dando grandes zancadas dejando al descubierto mi descontento, el ave de la señora Thompson agitaba sus alas de manera alarmada a la par que gritaba el nombre de su ama una y otra vez. Ama que miraba por la ventana con una alegre sonrisa llena de diversión, como si esta se burlara de mi, mas lo deje pasar, después hablaría con ella.

—No te enojes chula. No te enojes chula, ¡Elva... La chula esta enojada!—. Gritaba este una y otra vez sin detener su aleteo.

Pude decir que el disgusto se me paso con esa ave parlante, pude respirar hondo y contar hasta diez, pero no lo hice, la rabia que corría dentro de mi era enorme que al escuchar la música a todo volumen del interior del departamento y las grandes risas y gritos aquella rabia que sentía se volvió una bomba nuclear dispuesta a desatarse y acabar con todo lo que se encontrara a su paso y comenzaría con aquello que el tanto tardo, dando su dedicación y paciencia, esa amada nave que toda la noche armo.

El interior del departamento estaba hecho ruinas, con figuras LEGO tiradas por todos lados amenazando con encajarse en la planta de tus pies si no tenias cuidado, y allí frente a mi, colocada en bandeja de plata estaba esa nave espacial esperando, aguardando a que fuera destruida por mi.
Lo siguiente que se escucho fue un estruendo, el estruendo de su nave chocando contra el suelo, las piezas volaron por todos lados provocando que el sonido atroz se detuviera en un armonioso y tenso silencio, donde dos par de ojos me miraban con asombro y bocas abiertas.

Un silencio que no duro demasiado al ser roto por un gran grito proveniente de una cabellera zanahoria.

—Calel..—. Hablo la voz femenina tomando por el hombro al chico.

Calel... Asi que ese es el nombre de quien esta mañana llamaba Gerbera, aquella chica parecía ser agradable, con un rostro tierno, demasiado tierno para su edad, mientras que, en el rostro de "Calel" no había nada más que un gran disgusto, su cara estaba completamente roja mezclándose a la perfección con el color rojizo natural de su cabellera, sus lentes no estaban ¿Donde estaba esa apariencia de chico nerd y soso?.

Su cabellera estaba revuelta y ya no llevaba mas el uniforme escolar, si no una chaqueta negra, unos pantalones de mezclilla y una camisa azul marino, parecía ser uno más de aquellos jóvenes que se juntaban en la cafetería, sin entrar a clases, solo divirtiéndose con sus amigos del comité, disfrutando robar dinero a la escuela para pagar así los regalos costosos de sus novias, en pocas palabras un chico mas del comité, de aquellos que no valen nada en la vida.
¿Donde había estando ese chico de gafas y suéteres tejidos por la abuela que la noche anterior se la paso con su armable LEGO  en el suelo cual niño pequeño?.

—¿Tu nombre es Calel?—. Pude hablar finalmente antes de mostrar una gran risa que retumbo por el lugar dejando a ambos chicos sin habla ¿Que clase de nombre se suponía que era ese?.

Todo el lugar permanecía en un silencio armonioso para mi antes de que aquella chica se despidiera, no sin antes advertir al chico que no se fuera a salir de sus cabales por su juguetito infantil, podía notar como su pecho subía y bajaba lentamente intentando controlarse, no me retractaría en ese momento, ya que había roto su nave la estrella de marte, o como sea que el le había nombrado.

—Armalo.

Fue todo lo que dijo buscando en sus pocas pertenencias una hoja arrugada y vieja, lanzandola a mis pies sin perder esa distancia de cinco metros que había entre los dos, su mirada penetraba con desdén esperando paciente a que me moviera.

Los pájaros cantaban fuera de la ventana alegres, era un nido, un pequeño nido de pájaros, la habitación tenia por todos lados rastros de mis pisadas llenas de lodo manchando el piso que estaba hasta hace un momento pulido, a unos metros el chillido de la tetera comenzaba a sonar cada vez mas fuerte clavándose en mi mente de manera agresiva.

Aquellos orbes que no dejaban de mirarme se volvían a cada segundo que pasaba mas y mas molestos, al grado de sentirme acosada, como si mirara mas allá de mi ropa, como si juzgara todo de mí, no hacia falta preguntar si estaba criticándome, estaba mas que claro que lo hacía, las horas pasaban tan lentamente que podía sentir el sudor mezclada con agua de lluvia bajaba lentamente por mi sien hasta llegar a mi barbilla, y en ese momento, cuando me sentía mas incomoda ya no soportaría mas aquella mirada sobre mi no tuve mas alternativa que poner manos a la obra, mirando con desconfianza cada minúscula pieza en diferentes tono de negro, grises unos blancos y otros mas rojos, no eran mas grandes que la mitad de mi meñique, y, ya viéndola en aquel estado deplorable esas pequeñas piezas se volvían mas y mas, multiplicándose en el suelo.
Aún si no entendía nada, aun si me moría de ira internamente y mis dientes rechinan  al encontrarse unos con otros fui colocando de pieza por pieza hasta no sentir la mirada sobre mi.

Pero... ¿Y si estaba allí?

Por mas torpe que pareciera, me aterraba el por un momento, verlo de esa manera tan imponente, dejando en segundo, no, en ultimo plano su apariencia de chico matadito del colegio y víctima de todos los del comité, con aquellos sueteres a botones, lentes mas grandes que sus ojosy cuadrados, mas grandes que su cara, y esas adorables pecas para dejar a relucir su lado... Imponente, seguro de si mismo.

—Es un H-I-P-S-T-E-R.

Hablo una compañera de mi salón de manera segura al escuchar la conversación que mantenía con mis amigas, estaba claro ante mis ojos, ante los ojos de mis amigas y de los veinticinco alumno de mi salón, no me dejaría sola en eso. Que opinábamos todo lo contrario, solo era un chico mas, sin etiquetas, solo el.

Un suspiro se escuchó detrás de mi, casi rozando mi nuca, el suspiro lleno de cansancio de Calel se escucho, y detrás de el, evitando que abriera la boca para hablarle, el timbre comenzó a sonar una, tras otra, tras otra vez llegando a ser molestó.

—¿Quien es?—. Preguntó Calel frente a la puerta, pegando su vista por el picaporte, ¿Quien era esa persona que picaba tan insistente, los segundos pasaban hasta convertirse en minutos donde el no se movió.

¿Acaso serian los tan temidos testigos de Jehová que intentaba llevarnos por el camino de la rectitud?

Porque... Si ese era el caso conmigo era caso perdido, no dejaría la nicotina tan fácilmente, ni mucho menos aquellos vestidos y faldas muy por arriba de la rodilla, sin llegar a ser vulgares, su estilo de vida no estaba comparado con el mio, aun si se tratara del lugar de donde Provengo, aun si aquel comentario de la droga era falso.

—¡ELVA LA CHULA SE ENOJO CON EL HIJO DEL DEMONIO!

Pues no se trataba de un testigo de Jehová, si no del loro de la vecina quien tocaba con su pico.

Era aun peor tener ese animal gritando una y otra vez, gritandome  cada vez que pasaba frente a el "chula", el TIC TAC paro remplazado por la melodía de cambio de hora, llevaba mas de una hora sentada arreglando eso y no tenia mas de la mitad, ¡NO! seguía con las malditas misma veinte piezas de un inicio ¿cuantos días pudo haber tardado el? ¿Dos? ¿Una semana entera?, no estaba segura.

—Espero que les gusté.

Esa voz, una voz femenina de una persona mayor, una mujer con su cabellera gris y delgada, una sonrisa amistosa y un pastel en sus manos, un rostro que solo veía oculto tras unas delgadas cortinas blancas, nuestra vecina estaba dentro de la casa, examinando todo, contorsionando esa sonrisa en una pronunciada mueca.

—Llamame Elva querido... Veo que no tienen muchas cosas, tengo un par de muebles que no utilizó y pensaba tirarlos, aún están en buenas condiciones, cuando tengan tiempo pasen por ellos... Y, ustedes... ¿No son una pareja muy joven para vivir juntos? No digo que este mal solo que...

—No, no señora... Elva no somos nada, somos desconocidos viviendo en el mismo hogar —. Me apresuré a decir, sintiendo como mis piernas flaqueaban ante el entumecimiento, no permitiría que eso pasará ni hoy ni nunca, el no estaba a mi altura, no digo que yo sea una chica de ciudad exageradamente rica pero no dejaría que un matadito saliera con una chica de buen promedio y presidente del comité estudiantil.

—Hermosa estas cubierta de lodo y húmeda ¿que te paso? Ve a bañarte o cojeras un resfriado.

Finalmente alguien que se preocupaba, y al estar ella aquí Calel no diría nada, utilizándola de pretexto escape del lugar antes de escuchar la contestación del pecoso a la anciana.

¿Que tanto le diría? Tras la puerta del baño solo se escuchaban murmuros, después de cinco minutos me rendí y no hice otra cosa que limpiarme en un caliente, casi hirviendo baño, ya me las arreglaría con el mas tarde, eso estaba seguro, ahora solo tenia que pensar en mi, pues si salia no dudaba que me volviera obligar a sentar en suelo para arreglar su juguetito tonto.

Y tenia una venganza planeada, una que le costaría todas las noches a menos de que se rindiera y decidiera irse por su propia cuenta del lugar.

Si, ya puedo saborear la venganza, la dulce venganza que pedía a gritos que se cumpliera, si es que no me enfermo antes, que es lo mas seguro que pase.

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