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Capitulo dos.

Departamento compartido

Vaya niña, se nota que exagero un poco las cosas, pero ahora es mi turno y les contare como pasaron las cosas en realidad.

Aquella mañana era la mas perfecta de todas, un clima fresco y nublado, la música de los noventas sonaba con fuerza en mi auto, canciones que fueron simplemente lo mejor y seguirían siendo de esa época que no podía dejar de escuchar aunque quisiera, era tan relajante, cantando al ritmo de Kathryn Ostenberg a todo pulmón.

Mirando  como a la lejanía el gran edificio aparecía ante mis ojos, tan alto, tan agradable, en un buen vecindario ¿Que mas podía esperar?. Quien diría que después de una larga temporada viviendo en casa de mis padres, en un lugar como cualquier otro, en un vecindario medio decente, sin pobreza ni lujos, simplemente un lugar promedio, como cualquier lugar de los suburbios , donde pagar una carrera universitaria no era nada fácil, trabajar y estudiar, no querer ser una carga para mis padres a los cuales los años los hacia menos incapaces, o mejor dicho, ya no tenían la necesidad velar de la misma manera, yo ya podía hacer mi vida sin necesidad de el dinero de ellos. Se Podría decir que las cosas estaban saliendo justo como fueron planeadas, y las cosas estaban mejorando.

Mientras el portero nos explicaba  me encontré con unos ojos peculiares y hermosos que, tomando entre mis manos las grandes maletas de ropa que llevaba conmigo y un sueño hecho realidad miraban con atención al encargado, que, con paciencia nos explicaba cada una de las reglas y junto a el una cabellera castaña, en una tonalidad chocolate que brillaba con el reflejo de los rayos de sol que se asomaban entre las nubes grises, pero dejando de lado su ropa y rostro sucio, y, ahora que la miraba bien era justamente la misma chica a quien moje accidentalmente,  sus ojos la hacían lucir bella, una belleza  por completo peculiar ¿Cada cuando puedes encontrarte con una persona con heterocromia? Podría decirse que me volví loco, pero solo superficialmente, no la conocía y quizá no era lo que yo buscaba en una persona, ademas, solo bastaba con mirar aquella ropa que llevaba puesta para saber que ella si podria ser superficial. Quería sonreír de una manera agradable pero en vez de eso lo que salio fue una mueca, mi patética manera de intento de hacer amigos me llevarían a la ruina algún día, cada regla que el nos dictaba era sencilla, muy fácil de seguir, mas con cada segundo que pasaba junto a esa chica y al nuevo casero o portero provocaban en mi mas desesperación, quería tener las llaves en mi poder y entrar así a mi nuevo hogar, donde sin duda alguna no tardaría en aparecer Hantonia.

Para los que se pregunten quien es Hantonia. Pues ella es mi mejor amiga, la que siempre me acompaña en mis travesías y desastres, una chica tan sensible como pocas, y en sus propias palabras ella dijo en una ocasión mientras sollozaba, intentando calmarla en pleno baile de bienvenida.

—¡Parece que estoy en menstruación todo el tiempo, odio mi vida, odio ser tan sensible—.

Sin saber que su sensibilidad la volvían tan única como una flor de cerezo en pleno invierno, la persona que me mostró que un libro podía mover tantas emociones en mi y que jamas imagine, la persona que te dedica una alegre sonrisa y las mejores palabras de aliento de todas cuando las necesitas, que te recibe con los brazos abiertos y un buenos días cuando entras al salón de clases, de esas pocas chicas que quedan, las que te llenan de alegría y sabes que siempre existirá una persona a tu lado en los momentos mas difíciles.

En el momento que recibí mis llaves fue un paso mas a la felicidad, con la música retumbando dentro de mi, y el movimiento de los auriculares junto a mis maletas subí hasta mi piso, donde la vista se volvía mejor , sin dejar aquellos movimientos con mi cabeza al ritmo de la música ,mirando cada departamento, cada numero reprimiendo el impulso por bailar Uptown funk, de esas escasas canciones que te provocaban bailar sin parar, retirando la música en el momento en que estaba tan cerca de mi departamento, con la chica de roa blanca manchada de un color rojo y café por todas partes detrás de mi, mirando de vez en cuando ¿Seria ella mi nueva vecina? 

 — Elva... Elva... Quiero comer... —. Repetía un pequeño loro en su jaula fuera de un departamento, del departamento de mi nueva vecina, que aunque intentara ocultarse yo sabia que ella estaba allí, espiando por la ventana detrás de esas cortinas amarillas y alegres de una manera curiosa.

Pero... mirando bien, aquella joven con hipermetropia seguía el mismo camino hasta llegar al ultimo departamento del lugar —Disculpa—. Dijimos ambos al intentar meter la llave, suponiendo que no todo era del todo bueno, nada perfecto como yo suponía que seria gracias a un erro del portero.

 —Disculpa pecoso, pero este departamento es mio—. Dijo ella mostrándose tan segura y con falta de amabilidad, en un intento de verse tierna y adorable, algo que en ese momento ella no era, pero mira quien se cree para hablarme así, y mucho mas que eso, para llamarme pecoso, esa es la única cosa que yo odio queme digan, si, quizá tenga unas cuantas pecas pero no es para que ella me lo recuerde, no malinterpreten, me gustan mis pecas, mas la manera en la que se refieren a mi con ese apodo molesta mucho.

  — ¿Es que estás loca? enana este es mi departamento, además ¿A quién llamas pecoso? Te recuerdo que al igual que yo, tú también tienes pecas, aunque sean más discretas y las cubras con excesivo maquillaje —. Conteste en mi defensa con un tono burlesco, al ver como su maquillaje se había corrido por el agua dejándola cual mapache y si creía ella que podía llamarme pecoso sin afrontarse a las consecuencias estaba muy, pero muy equivocada.

Los segundos pasaban con lentitud en completo silencio entre ambos, solo mirándonos a los ojos, mientras que, el perico de la vecina seguía pidiendo una y otra vez comida, percibiendo la tensión entre ambos, en realidad no recuerdo cuantos minutos pasamos en silencio, respirando tan profundamente hasta el momento que se escucho un gran <<Basta ya>> del perico, y, unto a el los empujones, tiradas del brazo y forcejeos no se hizo esperar, intentando entrar ambos al mismo tiempo, mas, en el forcejeo la muy inteligente de la enana me metió el pie, provocando que me fuera de bruces al suelo de una manera tan repentina que difícilmente me percate de ello.

¿Cuál es la probabilidad de que a otra persona le den el mismo departamento? Las posibilidades son nulas, en su rostro sucio se mostraba la desesperación que sentía al saber que un completo extraño tomaría su lugar en el departamento que le correspondía, o mejor dicho que me correspondía a mi, una y otra vez marcamos hasta que finalmente contesto, explicando que el solo entregaba las llaves y se encargaba de recoger el dinero, en pocas palabras no se podía hacer nada.

La única solución que nos dieron fue esperar un mes a que la señora Thompson se mudara a finales de mes, pero mientras eso pasaba tendría que vivir con esa chica mugrosa de ojos peculiares, de la cual no sabia su nombre, eso es asombroso... ¿No?.
La tarde pasaba lentamente, intentando organizar nuestras cosas terminábamos chocando, el caos era inminente, entre sus cosas y las mías, y ella al "organizar" era aun mas rara, mas con el rostro libre de esos kilos de maquillaje, dejando al descubierto sus pequeñas pecas se veía mejor, y sin ropa tan "elegante".

  — ¿Qué haces?—. Pregunte al mirarla colocar una cortina frente a mi dejando de lado mi pequeño juego de LEGO a un lado, la estrella de la muerte podria esperar para después, quería saber cual seria su respuesta inteligente, aunque, sabiendo lo que estaba haciendo mi pregunta no era tan inteligente.

Intentando mostrar la sonrisa mas sincera que me permitía, recibiendo cambio una mirada llena de sospecha, de cansancio y desde ante mi, somo si ella fuera la gran cosa, ella no podria ser la gran cosa, y mucho menos sentirse así, alguien que tiene la planta de los pies tan sucios no podía comportarse así. — Pongo una cortina ¿Es que no lo ves?— vaya contestación la suya.

— Eso lo note, pero la pregunta es, ¿Porque es que la pones? ¿Es que acaso desconfías de mí? porque te aseguro que, si es así lo olvides, no eres mi tipo, y ni tu ni tus ojos peculiares me harán cambiar de opinión.— Faltaba que ella pensara que quisiera espiarla mientras duerme para tomar fotos y venderlas a los bobos del colegio, no soy tan infantil y tan repugnante como para llegar a esos grados.

Sin contar que, entre otras ventajas estaba la cocina que se encontraba semi equipada , solo faltaba un poco de nuestro toque para que esto funcionara.

¿Porque no usar las habitaciones ? ¿Porque no vivir en armonía mientras todo se resolvía? esa pregunta no era para mi si no para ella que fue la dueña de gran gran idea, ya que, solo se contaba con una recamara  y al no poder compartir era mejor dormir ambos fuera.

Mas... si te pones a pensar, ahora que me pongo a pensar fue muy torpe de su parte esa propuesta, pongamoslo de este modo ella esta colocando una cortina porque teme que la espié, lo cual es aun mas tonto, y dormirá en la sala donde una sabana no le ayudara de mucho, no digo que tuviera intención de hacerlo pero hay que tener un poco mas de cerebro para eso, ¿Porque montar todo esto si fácilmente ella se puede quedar en el cuarto?, pues es facil.

Ella es una torpe.

Las horas pasaron, y en todo ese tiempo establecí muy poca comunicación con ella, era raro ver que podía reír y no solo hacer malas caras llenas de desdén, en todas esa horas, a pesar de que la noche ya había caído yo me despegaba de mis LEGO, esas pequeñas cositas podían traer horas de diversión, mas el habré me estaba ganando, y tenia que aprovechar que ella se encontraba allí en la cocina preparando la cena.
Acercándome a la cocina con un caramelo en la boca aclare mi garganta para hacer acto de presencia y hablar en la manera mas gentil que pude.

— ¿Tú harás la cena?

—Sí, haré mi cena—. Contesto ella sin dejar de mirar la mezcla de las o panquecas que preparaba, yo amo las panquecas con frutilla y era justo como ella las estaba preparando, en hora buena.

— ¿Y la mía?

—Tú debes hacer tu cena, yo no tengo porque hacer la tuya, suficiente es que comparta mi departamento contigo.

—Te recuerdo que es nuestro departamento ahora, y si tú haces la cena hoy yo preparare el desayuno.

El sonido frecuente del TIC TAC era lo único que se escuchaba, ella aun preparando la cena y yo jugando con mis LEGO como niño pequeño tumbado en el suelo esperando de manera paciente a que la cena se encontrara lista .

Tenia que admitir que ella si sabia cocinar para aparentar ser una chica mimada, niña de mami y papi .

Ya en el momento de acostarnos y finalmente descansar de un día tan pesado como lo fue ese, creo yo, que lo único que buscas es dormir tranquilo sin que nada te moleste, pero a pesar de que ella estuvieras cubierta por esa sabana rosa de estampados horribles la luz de computadora penetraba dando en el lugar una pequeña ráfaga de luz que de igual manera me molestaba, hubiera preferido que la luz se mantuviera prendida en ese momento aunque después me arrepintiera de mis palabras.

—Pecosa .

— ¿Qué es lo que quieres?—. Contesto sin descubrir su rostro de la sabanas para que "La luz no molestara

—Ya duérmete.

—No aún tengo cosas que hacer, deberías de callarte y duérmete o romperé tu nave.

—No es una nave, es LA NAVE, estamos hablando de la estrella de la muerte por dios —. No podía creer que dijera aquella palabra, como podía decir que la estrella de la muerte era una nave cualquiera, tendría que mostrarle que no era así, y para eso la obligaría a ver una maraton de todas las películas existentes de Star wars.

—Lo que sea gerbera.

¿Gerbera? ella cosa me llamo gerbera... no tenia nada que ver con una gerbera, entre el destello débil de su monitor y el frió que se colaba por la ventana el comienzo de mi plan malévolo para vengarme se hacia presente en mi mente, bueno.. No toda la idea, también tenia que colaborar una compañera del colegio, no, no se trataba de Hanntonia, si no de otra persona de nombre Daniela, de quien mas adelante sabían mas.

Ala mañana siguiente el aire fresco de la lluvia entraba por la ventana y el olor a pan tostado y un par de huevos, el momento de poner en marcha el plan malvado estaba aquí, el cantar de las aves daba eco por el departamento volviéndolo un agradable despertador., solo era cuestión de esperar a que ella despertara de su profundo sueño.

—Buenos días ojos raros —. Al parecer aquel comentario no fue de su agrado al ver como en su rostro se dibujaba una mueca llena de disgusto.

—Buenos días gerbera

— ¿Ese será mi apodo? ¿Gerbera?

—Si... supongo que sí, o al menos hasta el momento en que no resistas más estar aquí y te des por vencido dejando el departamento.

—Como sea pecosa, me voy al colegio, espero no te mojes mucho —. Si la broma constaba de una magnifica ida al colegio en domingo, tenia la esperanza de que no fuera tan torpe, mas sin embargo cayo, cayo en la trampa, en menos de cinco minutos ya estaba vestida bajando por las escaleras como loca mientras gritaba mi nombre, esquivando a la vieja señora Thompson quien trapeaba la entrada de su casa con lentitud de una manera cantarina.

Ella no se volvería a referir a la estrella de la muerte como una simple nave y no me llamaría Gerbera de nuevo y como si no le importara lo que pudiera pasar, podía ver como ella corría las ultimas escaleras hasta tropezar y dejarla atrás, la diversión que me causaba ese momento era tan grande que no podía medir las consecuencias de mis actos al llegar a casa, seguramente terminaría como perro callejero y el rostro de un mapache, solo de imaginarlo provocaba que la soda que bebía saliera por mi nariz.

  — ¿Estas bien? — .Pregunto Hantonia secandome con una toalla

— Si Hantonia... ven, acompáñame a mi nuevo departamento alguien, o mejor dicho algo vendrá hoy y no quiero estar solo.

Ya no podía esperar mas para ver la reacción de esa chica cuando llegara a casa y se viera en un espejo, el grito que debe de dar seria simplemente  espectacular y para eso necesitaba testigos que estuvieran presentes y se aseguraran de que yo no moriría por su culpa e intentar calmar a la bestia con comida rápida de un kentucky parecía ser buena idea, aun si Hantonia decía lo contrario dando por hecho que me mataría de igual forma, eso ya lo veríamos en el momento en que ella cruzara la puerta del departamento.

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