Capítulo 12
Capítulo 12
Me lancé a mi cama y sonreí. Era uno de esos días en donde deseaba cerrar los ojos y dormir por siempre. Me obligué a no pensar en Ethan, en Ren y en la escuela. Pero mi cabeza daba vueltas en la fecha de ese periódico: hace trece años. Hace trece años se había incendiado mi casa. Tal vez era todo una coincidencia. Tal vez era eso lo que yo quería creer.
Mi madre no estaba en sus mejores días, esa mañana casi ni me saludó. Recordé como me había visto y lo enojada que estaba.
—No aprobaste el trimestre de biología —comentó de la nada.
Dejé de observar mi leche y la vi a ella. Sus pelo castaño estaba descontrolado, al igual que sus ojos. Estaba frustrada, enojada.
—Sí...
— ¿Por qué? —interrumpió.
—Sabes que me cuesta.
—También sé que nunca reprobaste algo en toda la secundaria—cortó.
—Ma, estuve ocupada, perdón...
— ¡¿Con qué?! —casi gritó—. ¡¿Con qué rayos estás ocupada, Emma?! No fuiste a tu última presentación de la universidad, faltaste a una de tus clases y, además, bajaste todas tus notas.
—Tengo diez en tres materias, tengo ochos y nueves —exclamé—. ¿Puedes fijarte en mis logros y no solamente en lo que hago mal?
— ¡Reprobaste una maldita materia, Emma! Sabes lo que pienso de eso, sabes lo que me esfuerzo para pagar ese colegio. No voy a esa empresa sólo por mí, Emma, también voy por ti. Voy para que tengas un techo, un plato de comida y unos estúpidos estudios. ¿Y tú? ¿Piensas en todo lo que me esfuerzo día a día?
—Sí, pero...
—Pero nada —me cortó—. No trabajo para que mi hija repruebe o tenga unos seis mediocres—se dio la vuelta y suspiró—. Tampoco trabajaré para que sea una chica que estudie audiovisuales toda su vida—murmuró.
Dejé de mirar a la espalda de mi madre y observé mi taza, tensa. Estaba tan tensa que casi no respiraba, tan enojada y triste. Mi mama era la única persona que podía alegrar después de un mar de llanto, la que me hacía sentir increíble luego de un terrible error. Pero también tenía el poder de hacerme sentir mal con unas simples palabras. Tenía los ojos llorosos, traté de aguantarme pero salió una lágrima y entró en mi leche.
—Dijiste que estabas orgullosa de mí por querer hacer lo que amo —murmuré y levanté la vista, desafiante. Y ahí estaba ella, arrepentida de haber dicho lo que dijo. Pero yo ya estaba llorando y comenzando un día horrendo—. Dijiste que haga lo que siento, que me apoyarías en todo, y ahora... —me levanté de la silla y coloqué mi mochila sobre mi hombro—y ahora me dices esto. Sabes lo que me costó abrirme a esa idea, lo que costó aceptarme y que me acepten.
—Emma, lo siento —se acercó a mí y yo me alejé.
—Está bien —me limpié los ojos con mi muñeca—. Perdón por no tener las mejores notas, perdón por no ser la hija perfecta o la mujer soñada, ¿está bien? Perdón, pero tengo muchos problemas que ni siquiera te imaginas.
Ella iba a decir algo pero yo negué con la cabeza. Mi mano temblorosa se acercó a la perilla de la puerta, pero no la abrí.
—Valoro todo lo que haces —admití—. Valoro tus días de cansancio, tus sermones y hasta tus retos. Te valoro y te admiro, mamá, créeme. Créeme que todos los días me siento afortunada de tenerte como mi única familia. Créeme que, a pesar de los problemas, hago lo que puedo. Y créeme que todos los días me siento una idiota por no ser la mejor. Nos vemos.
Cerré la puerta y me lancé a llorar antes de llegar a la escuela. A unas cuatro cuadras traté de dejar de hacerlo, no podía pasar desapercibida con un rostro rojo e hinchado. Y traté de arreglar mi corazón lo más que pude.
Observé el perfil de Scott un buen rato, lo observaba de cerca y analizaba cada gesto. Me decidí a hacerlo cuando resonó el timbre en toda la escuela. Scott tardaba más que los demás en guardar sus cosas, y yo lo esperaría.
Estaba segura de que él tenía algo que ver, tal vez en una mínima parte del plan, pero tenía que ver en los asesinatos de la avenida Ren. Él seguía ahí, concentrado y guardando sus cosas mientras las personas se iban del salón. Y yo estaba tensa y ansiosa esperándolo. Todos se habían ido y yo me acerqué a él.
—Scott —lo llamé. Él alzó la mirada y frunció el ceño mientras sonreía.
—Hola—murmuró—. ¿Pasó algo, Emma?
—No, claro que no —sonreí. Me asombré al notar mi tranquilidad cuando, cuatro meses más tarde, yo estaba loca por él—. Bueno, sí. Voy muy mal en Geometría —mentí—.Y vos sos un genio en eso, necesito ayuda para el examen de mañana.
Scott frunció el ceño y yo le sonreí. Realmente era buena mintiendo.
— ¿Desde cuándo me hablas? Digo, la última vez casi me matas cuando...
—Ya sé —interrumpí—. Pero tenía un día pésimo, y estaba como loca. Perdón.
Él asintió y colocó su mochila en su hombro derecho.
—Entonces —suspiré—. ¿Hoy estás ocupado?
—A la noche estoy libre —se acercó hasta quedar a menos de un metro de mí. No me alejé, eso sería sospechoso en muchos sentidos, simplemente sonreí.
—Gracias, ¿en tu casa a las ocho?
Miré a Ethan moverse por mi cocina mientras yo tomaba un café.
—Traté de averiguar algo más sobre EIR, pero no sirve nada —comentó Ethan. Se veía tan lindo en esa pose: despreocupado contra la mesa de mi cocina.
—Supongo que en la biblioteca debe haber diarios viejos —me encogí de hombros—. EIR no es nuestro mayor problema.
—Nuestro mayor problema siempre va a ser la maldita empresa Ren, mi querida amiga —rió Ethan mientras se daba la vuelta para escribir algo en su celular.
—Hablando de eso —recordé—hoy por la noche iré a la casa de Scott.
Ethan dejó de escribir, se dio la vuelta y me miró con el ceño fruncido.
— ¿Qué?
—Le pedí que me ayude con Geometría.
— ¿Por qué?
—Para ver si se convierte en un panda —entrecerré los ojos—. Para revisar su casa, Ethan, ¿qué rayos crees?
—Creo que es peligroso juntarse con Scott Thompson en su casa por la noche—aclaró él—, mientras llueve.
—Scott no sabía que yo iba a pedirle ayuda, los asesinatos de Ren son más que una coincidencia, todos están planeados—lo miré a los ojos—. Y lo sabes, Ethan.
—También sé que hace cuatro meses estabas a punto de desmayarte cada vez que lo veías. Vamos, Emma, puede ser una asesino en serie con la cara de un modelo.
Alcé ambas cejas y me reí.
— ¿Crees que soy tan idiota como para comerme el verso de Scott? ¿Otra vez? —reí y me despegué del umbral para acercarme a Ethan—. Es mi sospechoso principal, tal vez el único que tengo, esta es una oportunidad.
Ethan me analizó con la mirada. Me ponía tan nerviosa y extraña. Tan segura, tan yo que me asustaba, Me gustaba tanto que era imposible explicar con palabras, limitarse a una descripción cuando todas esas emociones estaban dentro de mí. Miré sus ojos verdes y su cabello castaño. Su mandíbula era delicada, al igual que sus facciones. Sus labios normales pero pequeños a la vez.
—Tu pelo está naranja —entrecerró los ojos sobre mí—. Y tus ojos están más oscuros, ¿estás bien?
— ¿Distingues cómo me siento según mi cabello y ojos? —reí a unos centímetros de él.
Sentí una electricidad en todo mi cuerpo cuando sonrió también. Parecía que mis órganos temblaban cuando él aparecía.
—Pero, ¿estás bien? —preguntó luego de reírse.
Asentí, mintiendo lo mejor posible, tratando de ocultarlo con una sonrisa.
—Me levanté de malas, no pasa nada—asentí mientras elevaba las comisuras de mis labios.
—Bueno—frunció el ceño, pero luego sonrió—. Cuídate de Scott, cualquier cosa me llamas, ¿está bien?
—No me voy a ir a caminar dentro del océano, va a salir todo bien.
—Me gustaría caminar dentro del océano con vos —comentó perdido. Me miraba a los ojos pero parecía que no pensaba lo que decía. Reí.
—Eso fue muy raro —bromeé.
Él parpadeó y abrió la boca, parecía querer decir algo, pero sólo se rió. Y yo reí con él, nuestras risas juntas me hacían sentir tan bien. Ethan me hacía sentir tan bien. Él era el tipo de persona que podía con mi ser, cualquier cosa que haría me parecería tierno y me moriría de amor. Un gesto, una sonrisa, algo gracioso.
—Digo cosas raras seguido, no sé si te diste cuenta —sonrió.
Me di la vuelta y comencé a servir gaseosa en un vaso se lo tendí y me agradeció.
—Después de cuatro meses te puedo decir que tenés mucha razón.
—Cuatro meses —suspiró dramáticamente—. Parece que ayer te conocí.
—Enamoro fácil —bromeé.
—Ya sé eso.
Lo miré a los ojos unos segundos y fruncí el ceño.
—Me tengo que ir a la casa de Scott en diez minutos, y me estoy dando cuenta de que ninguno de los dos somos buenos en los comienzos —dije de la nada, era como si todo lo que estaba en mi mente se expulsara.
— ¿Crees que hay que besarnos ahora?
—Supongo que sí —reí.
Sonrió y tomó mi rostro entre sus manos. Reposó sus labios contra los míos unos segundos, como si quisiera tocarlos más tiempo, disfrutando el momento. Sonreí y lo besé, mientras mi corazón se aceleraba totalmente. Me sentía en una película, como si detrás de ese beso se encontrara una canción lenta. Tan lenta que me hacía querer ir más rápido.
Me senté frente a Scott, sonreímos y abrimos nuestros libros. Me sentía nerviosa por la lluvia, por los relámpagos, por esta noche tan... terrorífica. Sin mi madre, sin Ethan, sin Fred; sólo con Scott.
Sus ojos claros leían mi carpeta con el ceño fruncido. Me miró unos segundos y dijo:
—Voy arriba a buscar mi carpeta, en cinco minutos vuelvo.
Asentí y observé la espalda de Scott alejarse en las escaleras. Esperé unos segundos y me levanté haciendo el menor ruido posible. Tomé su celular y abrí en mensajes. Mi pulso se aceleraba cada vez más. Miraba la escalera y el teléfono sucesivamente.
Abrí los mensajes y trate de leer los más importantes. Mayormente eran de sus amigos o chicas, su madre estaba entre ellas. Ningún mensaje me llamaba la atención, hasta que apareció un mensaje de Isabel. Me quedé helada observando su nombre entre todos sus contactos, entre todos sus mensajes. Abrí su conversación.
<<Scott, soy Isabel.>>
<<¿Pasó algo?>>
<<No, pero quería saber si hiciste lo que te pedí.>>
<<¿Lo de Emma? Sí, ya mandé la carta>>
<<Gracias, ¿nos vemos este sábado?>>
—No sabía que eras tan curiosa —dijo Scott.
Me di la vuelta y solté su celular. Mi pulso se aceleró al ver sus sonrisa y sus ojos, tan fríos y tensos que tenía ganas de llorar. Estaba a dos metros de mí, dejando su carpeta en la mesa. Tronó los dedos de su mano.
—Me diste un gran susto —sonreí mientras tocaba mi pecho, el corazón golpeaba con fuerza dentro de él.
—Era la idea —comentó—. ¿Sabías que hoy llueve, Emma?
Se acercó a mí hasta quedar pegado contra mi cuerpo, traté de retroceder pero choqué contra la pared. Comencé a sudar frío, tenía ganas de llorar y de alejarme corriendo de él. Acercó su cara a la mía y sus labios a mi oído, me estremecí en el tacto, fue débil y delicado, pero parecía fuerte y grotesco.
Mi cuerpo comenzó a temblar del miedo, respiraba de forma agitada y violenta. Siguió pegando su oído al mío y suspiro en él.
— ¿Sabías que hoy hay relámpagos, Emma? —susurró en oído—. ¿Sabías que pueden chocar contra tu cuerpo como yo lo hago? —gemí al intentar correrme, pero él me sostuvo de la cintura y no logré moverme. Elevó su mano y tocó mi otra oreja, colocó un mechón de cabello detrás de ella y siguió susurrando—. Sos una chica muy linda Emma, siempre me pareciste linda —sonrió contra mi mejilla—. ¿Yo te parezco lindo?
—Sí —respondí.
— ¿En serio?
—No.
Levanté mi mano y golpeé su rostro con mi puño. Lanzó un gruñido y se alejó de mí. Presionó las dos manos contra su ojo y lanzó un grito de dolor. Lo miré asombrada unos segundos, estaba sorprendida de mi misma. Tomé mi bolso y me dirigí a la puerta. Él seguía contra la pared, mientras uno de sus ojos lloraba del golpe.
—Si me volvés a tocar, el próximo golpe será en lo que no tenés, imbécil.
— ¿Me estás diciendo que se apegó a ti? —preguntó un Ethan sorprendido—. ¡¿Y quieres que no haga nada?!
— ¡Cállate!
Le había escrito a Isabel y esperaba su respuesta, impaciente.
—Le pregunté si iría el sábado a la fiesta en la playa, es lo único que se me ocurre —susurré para mi misma.
— ¿Y luego te preguntó si era lindo? ¿Quién rayos pregunta eso? Tenemos que denunciarlo.
—Vos también sos bastante lindo, Ethan, cállate —mencioné—. Sabes que no podemos denunciarlo.
—Sabía que era mala idea y...
—Sí, es la fiesta en la playa —interrumpí.
Ethan dejó de hablar y se acercó a mí hasta ver mi conversación con Isabel.
—No le digas que iremos, necesitamos ir encubiertos o algo.
—No puedo creer que hable con Scott, Ethan —suspiré y apagué el teléfono—. No puedo creer que me quiera asesinar, ella es... mi mejor amiga. Es mi persona favorita en la escuela...
—Emma, averiguaremos eso el sábado, tenemos que ir a esa fiesta en la playa.
¡Hola a todos! Les quería pedir perdón por no actualizar antes, y gracias por todos esos comentarios ;)
Estamos participando en #LFAwards, ojalá nos vaya bien.
Nos leemos pronto,
Camila A. Caligiuri.
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