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Cuando An Yuri abrió los ojos esa mañana lo primero en lo que se fijó fue que estaba en otro lugar que no era su habitación, pues aquel techo era mucho más alto que el de su casa. Y la principal y más notoria diferencia que le sacó de toda duda sobre si se había confundido: su póster de Jin de BTS no estaba en su lugar, justo sobre su cama, acompañado de estrellitas fluorescentes de decoración.
Miró cautelosamente a su alrededor. Recordaba perfectamente haberse ido a la cama la noche anterior y sabía que era su cama. ¿Estaría confundida? No. Estaba segura de que la noche anterior no había hecho nada más que eso, además, aquella habitación no la conocía en lo absoluto.
Se incorporó levemente, apoyándose sobre sus codos, e inspeccionó mejor la estancia, pero algo la hizo sobresaltar y sintió su corazón latir desbocado. Había una chica durmiendo a su lado. Una chica de cabellos dorados y rostro bastante hermoso, pero que se le hacía totalmente desconocido. Y eso no era la peor parte.
Aquella mujer desconocida estaba totalmente desnuda, únicamente tapada con una sábana.
Lentamente comenzó a entrar en pánico. ¿Qué era lo que había hecho la noche anterior? ¿Cómo es que había acabado durmiendo junto a una chica desnuda? La verdad era que nunca había tenido problemas con la gente homosexual, pues pensaba que cada persona debía de amar a quien quisiese, pero jamás se había planteado a sí misma su sexualidad. O sea, sabía que le gustaban los hombres, ¿pero las chicas?
Sacudió su cabeza de un lado a otro, intentando alejar aquellos abrumadores pensamientos, y una segunda cosa llamó su atención. Quedó sin respiración al ver que su cuerpo no era parecido al suyo, en absoluto. No tenía pechos, sino pectorales, y su abdomen estaba regado de músculos. Incluso su piel le pareció de un color ligeramente más moreno. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue un bulto cubierto por las sábanas, justo sobre su pelvis.
Tragó saliva y levantó una mano para mirarse. Ya no era pequeña y delicada, era grande y de dedos largos.
Se terminó de incorporar y pudo divisar un espejo de cuerpo completo junto a la puerta de la habitación, por lo que, con sumo cuidado, se levantó y caminó hasta él manteniendo los ojos en el techo, temiendo lo que se pudiera encontrar si miraba hacia abajo. Cuando se miró se dio cuenta de que no sólo su cuerpo no era suyo, sino que su rostro tampoco.
Pestañeó un par de veces, como si aquello la hiciera despertar de aquel sueño en el que pensaba que estaba. Se acercó más al cristal y se observó de cerca. Sabía de quién era ese rostro, lo había visto múltiples veces, y no era de cualquier persona.
Era de un hombre mundialmente hermoso.
Sin quererlo, sus ojos se fueron hacia abajo, encontrándose con algo que precisamente no quería ver y sus mejillas se enrojecieron violentamente. Aplanó sus labios y volvió a mirar el techo a la vez que comenzaba a dar pequeños golpes en el suelo con su pie derecho.
Esto no es real. Se repitió varias veces a sí misma, intentando convencerse de que todo no era más que producto de su gran imaginación.
— Hyung, ya es hora de despertar. —la puerta a su lado se abrió de pronto.
Un chico notoriamente menor apareció en el umbral y se le quedó viendo con los ojos muy abiertos y una expresión de horror. Su cabello casi negro estaba despeinado y tenía los ojos levemente hinchados.
— ¡Ah! —exclamó, retrocediendo inmediatamente y cerrando la puerta.
— ¡Ah! —gritó Yuri al mismo tiempo, cubriendo su cuerpo, que no era suyo, en sus partes íntimas.
Y finalmente supo que su voz era mucho más grave, una voz masculina que en algún momento le había sacado suspiros, pero que en ese mismo momento le aterraba.
— ¿Por qué te miras desnudo en el espejo? —gritó con pánico el chico menor desde el otro lado de la puerta— Creo que estás llevando el egocentrismo demasiado lejos.
— ¿Qué? —fue lo único que atinó a decir.
— ¿Jin?
Su corazón se detuvo al escuchar una tercera voz. La chica rubia acababa de despertar con todo el revuelo de los últimos segundos y se había incorporado levemente. La sábana había resbalado por su cuerpo y sólo le tapaba hasta la cintura.
Yuri se giró lentamente y se encontró con el rostro confundido de la mujer desconocida. Trago saliva y soltó un suspiro tembloroso, quitando inmediatamente los ojos de los pechos de la rubia. Realmente no quería ver eso.
— ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? —insistió.
No respondió nada, pues realmente no tenía palabras para explicar que justo aquella mañana había despertado en el cuerpo de un famoso al que idolatraba desde hacía años.
A cualquiera le sonaría como un chiste, un pésimo chiste, como los que acostumbraba a hacer Jin.
— ¿Por qué Jungkook gritó? —la mujer se levantó y se plantó frente a ella— ¿Estabas mirándote desnudo?
De manera inevitable, Yuri paseó sus ojos por el cuerpo de la chica, y le pareció exuberante, pero inmediatamente corrió los ojos y se giró, dándole la espalda.
No habían pasado más de cinco minutos y ya estaba harta de ver cuerpos ajenos desnudos. Con suerte había visto el suyo, aunque rápidamente alejaba la vista del espejo porque se sentía avergonzada.
— ¿Estás bien, cariño?
La chica estiró sus brazos con la intención de rodearla y abrazarla, pero Yuri se alejó inmediatamente, como si fueran dos polos iguales de un imán.
— Creo que debo ir al baño. —murmuró con voz temblorosa.
Dio grandes zancadas, porque su nuevo cuerpo se lo permitía, hasta otra puerta que había dentro de la habitación, suponiendo que era el baño, y cuando abrió la puerta cerró los ojos por un momento ya que se había encontrado con un montón de ropa y colgadores.
— Jin, el baño es la puerta de al lado.
Sin mirar atrás, abrió la siguiente puerta y se encerró dentro.
Estuvo un momento con la luz apagada, porque sabía que si la encendía se encontraría nuevamente con su reflejo, y no estaba preparada para verlo de nuevo. Aunque las inaguantables ganas de orinar le hicieron dudar.
Claro, cuando te acabas de levantar te dan ganas de orinar. Pensó, sintiéndose estúpida.
Y tuvo que encender la luz, porque la idea de orinar a ciegas, sin saber realmente dónde estaba el inodoro, y encima siendo hombre, no le pareció buena. No quería dejar un desastre.
Se acercó al inodoro, ignorando su reflejo en los grandes espejos del baño, y con un poco de recelo bajó su mano. Los hombres orinaban de pie. Tenía que sostenerlo, aunque de todas formas ya estaba erecto. Ahogó un grito cuando lo sintió contra la palma de su mano y cerró los ojos, dando grandes bocanadas de aire.
Era increíble que su primer acercamiento sexual con un hombre fuera de ese modo.
Agarró con un poco más de confianza el miembro, soltando todo el aire que tenía acumulado en sus pulmones, y apuntó hacia el inodoro. Tuvo dos problemas: el primero era que por más que intentaba apuntar hacia abajo, le era prácticamente imposible sin sentir dolor, y el segundo lo descubrió cuando retrocedió un paso y haciendo cálculos mentales se había atrevido a predecir dónde caería la orina si mantenía el miembro como estaba y simplemente no salió nada.
Los hombres no pueden orinar con el pene erecto. Lo sabía desde hace un tiempo, aunque no se relacionaba prácticamente con hombres, porque lo había aprendido en las pésimas clases de educación sexual que le habían impartido en la escuela.
Lo soltó inmediatamente y se limpió la mano en sí misma. ¿Qué iba a hacer? No podía salir así de la habitación, y ni siquiera del baño porque estaba aquella mujer, y no podía ignorar las tremenda ganas de orinar que sentía.
Caminó hasta el lavamanos y se mojó la cara con agua fría. Se observó en el espejo, su rostro no era su rostro, y la verdad nunca, ni en sus más locas ocurrencias, había imaginado que la tendría.
Frunció el ceño de repente. ¿Quién era aquella mujer y por qué llamaba cariño a Jin?
Jin no tenía novia, ¿o sí?
Se tapó la boca cuando se dio cuenta de que mantenía una relación secreta. Y se sintió decepcionada de que pudiese esconder algo como eso.
— ¿Hyung? —escuchó otra voz masculina al otro lado de la puerta.
Esa voz también la conocía.
— ¿Todo bien? —insistió el chico al no escuchar respuesta.
¿Qué diría Jin en un momento así? No lo sabía. Pues lo conocía, pero sólo la imagen que mostraba al público, aquella con la que hacía chistes malos y se adulaba a sí mismo por ser tan guapo.
¿Sería así realmente?
— ¿Acaso no puedo admirar la belleza de mi cuerpo con tranquilidad? Además, el mocoso de Jungkook debería aprender a tocar la puerta antes de entrar.
— Hyung, tú mismo le dijiste que no lo hiciera.
— ¿Ah, sí? —su voz salió ligeramente más aguda que antes.
Hubo un momento de silencio. Sentía que la había cagado con ganas y ahí se dio cuenta de que no se le daba bien actuar de una manera diferente a su forma de ser.
— ¿Namjoon? —preguntó después de un rato, pensando en qué el chico se había marchado.
— Sólo ven a desayunar, hyung.
— Sí. —respondió con un suspiro tembloroso, estaba dispuesta a salir del baño, pero miró su cuerpo desnudo hacia abajo y volvió a ruborizarse— Oye, ¿puedo hacerte una pregunta extraña?
— Dime.
— ¿Cómo bajas tus erecciones matutinas?
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La mesa del comedor donde todos desayunaban se mantenía en un absoluto silencio, todos los chicos se miraban entre ellos preguntándose lo mismo con la mirada:
¿Qué le pasa a Jin hyung?
En cambio, Yuri comía con la mirada fija en la mesa. Había podido orinar, sí, pero después de diez minutos encerrada en el baño porque no lograba bajar esa maldita erección, pues cuando le preguntó a Namjoon cómo hacerlo se había largado a reír y le había dicho que le esperaría en la mesa.
Quien también le miraba extraño era la chica rubia, cuyo nombre descubrió era Hwang Haneul y que, como había supuesto cuando estaba en el baño, era la novia de Jin. Estaba sentada a su lado y Yuri evitaba su mirada a toda costa porque no se podía quitar la imagen mental de ella desnuda.
Como si tener que ver al mismísimo Kim Seokjin desnudo no fuera suficiente.
Ya se había preguntado varias veces si estaba soñando, pero ¿cómo podría tener un sueño tan lúcido? Todo lo que estaba sucediendo le parecía completamente real y las caras de los otros miembros eran muy parecidas a las que ella ya había visto un par de meses en los fanmeeting. Incluso, Yuri aseguraría que eran iguales.
Por todo ese rato se había olvidado de algo importante. No se había preguntado qué había ocurrido con su cuerpo o dónde estaría la conciencia de Jin, porque estaba totalmente ausente en su cuerpo.
Eso hasta que su celular negro comenzó a vibrar sobre la mesa. Haneul se lo había llevado hasta allí después de vestirse. Tragó saliva y corrió sus ojos con miedo hacia la pantalla. Conocía el número que estaba marcando.
Era su número.
El número del celular de An Yuri.
Estiró la mano hacia el teléfono y lo silenció, dejando que la llamada continuara hasta que se cortara, simplemente porque no estaba preparada para enfrentar ni una cosa nueva más. Durante esa mañana habían sido muchas cosas nuevas.
— ¿Quién es? —preguntó Haneul a su lado.
Yuri se encogió de hombros, con los ojos fijos en su cuenco de arroz.
— No lo sé.
— ¿No vas a contestar? —preguntó otro chico en la mesa. Yoongi.
— No. —respondió rápidamente, negando con la cabeza.
Vio que todos se dedicaron miradas extrañas, pues lo más extraño era cómo estaba actuando Jin.
Después de un nuevo momento de silencio en el que todos se miraban extrañados, Namjoon se atrevió a hablar.
— En media hora debemos estar en la empresa.
Todos se pusieron de pie, a excepción de Haneul y Yuri, que todavía no acababa de comer. Y ambas se quedaron solas.
La rubia no apartaba su mirada penetrante de Yuri, haciéndola sentir extremadamente nerviosa, pues sentía que ella más que todos se había dado cuenta de que había algo extraño con su novio, sobretodo el hecho de que se demorara tanto en comer, cuando Seokjin siempre era de los primeros en terminar. Por su parte, Yuri se echó todo el arroz que le quedaba en el cuenco y con las mejillas expandidas por la comida se atrevió a hablar por voluntad propia en mucho rato:
— Me iré a vestir, creo que...
— Sí, me iré a casa. —le interrumpió Haneul.
Y la rubia se puso de pie, tomó sus pertenencias que había dejado la noche anterior por ahí cerca, le dio un beso en la sien a Yuri y se marchó, sin decirle lo molesta que se encontraba porque, al igual que su novio, prefirió no hablar sobre lo que le ocurría.
Si había algo que le molestaba a Haneul era la falta de comunicación y, hasta esa mañana, lo estaba llevando bien con Jin.
Yuri se apresuró en dejar sus cosas en la cocina, donde Taehyung lavaba lo que habían ocupado, y se encaminó hacia su habitación, o sea, la habitación de Jin, donde había despertado hace un rato. Cerró la puerta con llave, con miedo de que Jungkook quisiera volver a entrar sin tocar antes, y se pasó la mano por el rostro repetidas veces.
¿Qué era lo que estaba haciendo ahí? Se suponía que a esa hora debería estar en clases en la universidad.
¡La universidad!
Tomó el celular negro, que gracias a Dios se desbloqueaba con la huella digital porque de otra forma no hubiese podido, y buscó entre el registro de llamadas, allí donde estaba su número. Tragó saliva, un poco indecisa, pero sabía que tenía que ponerse en contacto con la persona que estaba en su cuerpo para que así actuara de la manera más natural posible, así que cuando estuvo a punto de llamar de vuelta sintió un par de golpes en su puerta.
— ¡Hyung! —exclamó Jimin al otro lado— En cinco minutos llegan a buscarnos, eres el único que falta.
— ¡Ya voy! —respondió.
Negó con la cabeza y dejó el celular de lado, pero no se iba a olvidar de llamar de vuelta cuando se encontrara nuevamente a solas. Se levantó y buscó en la puerta que —ahora sabía— era el armario algo que ponerse. Pasó sus dedos entre los colgadores sin estar totalmente convencida de lo que podría usar.
¿De qué forma tenía que vestirse? ¿Cómo estaría vestido el resto?
Tuvo miedo de asomar la cabeza hacia el pasillo para averiguarlo, pues el resto de los miembros lo seguiría mirando extraño. Así que simplemente buscó algo casual. Terminó sacando unos jeans, una camiseta de talla grande y unas zapatillas, todo del mismo color: negro. Porque, a pesar de que no era su color favorito por ser muy oscuro, lo consideraba algo versátil. Se arregló el cabello en el espejo y se puso un cubrebocas blanco. Y antes de girarse se encontró con un lindo reloj color plata que reposaba en un exhibidor acolchado sobre la cómoda, así que también se lo puso.
— ¡Ya era hora! —Yoongi puso los ojos en blanco al verla aparecer por el pasillo.
Yuri no respondió nada, en cambio pasó su mirada sutilmente por el resto de los miembros y se sintió ligeramente agradecida de verlos a todos vestidos de manera casual.
— ¿Por qué te vistes igual que yo? —demandó Jungkook.
En efecto, ambos llevaban prácticamente lo mismo, con la única diferencia de que el menor llevaba unos pantalones deportivos. Yuri trago saliva y se preguntó qué respondería Jin en ese momento.
— Tú te vistes como yo porque yo nací antes.
Los miembros ahogaron una risa. Todos, incluyendo Yuri que ya se estaba sintiendo tonta, sabían que era una respuesta estúpida, por lo que no dijeron nada al respecto, a excepción de Jungkook, que tenía la intención de seguir reclamando.
— Ya, Kookie, basta. —Hoseok se puso en medio de ambos con una sonrisa y luego se giró hacia Yuri con una expresión totalmente seria que sintió que le caló hasta los huesos. Una expresión que desapareció inmediatamente cuando la miró de arriba hacia abajo— Hyung, te pusiste el reloj que te regalé. Creí que no te había gustado.
Yuri bajó la vista hacia su muñeca, donde brillaba el accesorio plateado, y sonrió tímidamente.
— Me gusta.
— ¿En serio? Porque cuando te lo di por tu cumpleaños me dijiste que nunca habías visto algo tan feo y realmente me sentí mal...
La expresión de la chica cambió a una de horror. ¿En serio Jin había dicho algo como eso? Entonces, si no le había gustado, ¿por qué lo tenía tan bien mantenido y sobre la cómoda?
Soltó una pequeña risa nerviosa.
— No sé de qué hablas.
— Ya están aquí. —intervino Namjoon.
Yuri soltó sutilmente el aire que estaba acumulando y se puso en marcha junto con los otros miembros. Prefirió mantenerse en silencio durante el resto del camino, pues aparte de no saber qué decir, no sentía verdaderas ganas de hablar. Todavía estaba afrontando esa nueva y extraña realidad en la que se encontraba en ese momento. ¿Cómo es que había terminado en algo tan turbio? ¿Cómo era siquiera que algo así pudiese estar sucediendo? Porque su mente era de An Yuri, pero el cuerpo era de Kim Seokjin.
¿Kim Seokjin estaría en su cuerpo en ese mismo momento o estaría otra persona? Porque existía también la posibilidad de que muchas personas hayan intercambiado sus cuerpos y ella haya quedado en el cuerpo de Jin, pero Jin en el de otra persona. ¿Y si el que estaba en su cuerpo en ese momento era un psicópata o algo así? Se alarmó al imaginar que le podría haber hecho algo a su familia.
Cuando llegó a la empresa se bajó en silencio y caminó desde la calle hacia la entrada, y al pasar su mirada entre la multitud que la rodeaba vio una cara conocida y palideció. Fue como verse en un espejo, claro que ella en ese momento no estaba dentro de su cuerpo, pero lucía un poco diferente. Llevaba una capucha y un pantalón deportivo gris, un conjunto que le habían regalado para su cumpleaños número dieciséis, hace al menos tres años, que estaba guardado en el fondo del armario y que seguramente debía de oler a guardado. Esa otra Yuri, o la persona en el cuerpo de Yuri, tenía una expresión de desagrado, muy inusual en ella porque siempre andaba sonriendo, y tenía el ceño fruncido y el labio inferior tirado levemente hacia adelante, como si estuviese haciendo un puchero que no se veía para nada tierno.
Tragó saliva al verse a sí misma, pero no tuvo la oportunidad de detenerse, pues la estaban empujando suavemente para que entrara lo más rápido posible a la empresa. Giró su cabeza para seguir mirando y aquella persona dentro de su cuerpo le miraba molesta, como si quisiese ir a golpearle la cara por algo que ella ni siquiera tenía la culpa.
Miró nuevamente hacia adelante cuando estuvo frente a las puertas de cristal, sintiendo su corazón acelerado, y no tuvo más opción que hacer como si nada hubiese ocurrido.
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