Joven señor que a mi puerta llega, con flores de amor y poemas.

Espere un mentó que ni morada esta desecha.

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Pase joven trovador, la mesa esta hecha, el té esta caliente y pronto serviré la cena.

Cuenteme sus viajes, sus grandes proezas.
Y que es lo que lo llevo hasta mi puerta.
Atenta escuchare las venturas que me cuenta.
Y usted con calma sublime, dará una condolencia.
Pues el viaje desde el puerto hasta mi casa, ha sido para (con gran tristeza) decirme que mi amado descansa entre las rosas del jardín de nuestra Diosa, pues desdichado a sido el destino, que me lo ha arrebatado.
Y en los brazos de la muerte le a dejado.
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Vaya con calma joven de alma buena.
Yo me quedare en la tristeza.
Guardando luto al amor de mis promesas.

Hasta pronto hermano trovador.
Cuide su corazón errante, y no se enamore de mujeres valientes.

Adiós