Capítulo 5
Fue bastante difícil convencer al beta de que estoy segura de lo que hago. Le tuve que prometer que lo buscaría si necesitaba ayuda y me aconsejó que no espere nada de Atlas. Resumiendo, debí volver a clases debido a un examen al que debía asistir o reprobaría. Los minutos pasaban y comienzo a sentir cierta tensión en el ambiente, miradas sobre mí haciendo que mi omega interior esté bastante inquieta.
Gracias a la Luna, la incomodidad pasa luego de que entregara el examen. Ahora estamos esperando al profesor de literatura, entonces un gran murmullo llama mi atención. En una esquina se encuentran mis compañeras mientras hablan y al verme, todas callan y me devuelven unas miradas de odio.
—Tesa, no pensé que harías algo como esto —comenta una de ellas.
—Yo dudo de lo que le pasó haya sido una violación.
—¿Por qué me están diciendo esas cosas? —pregunto con un nudo en la garganta. En ese momento veo a Zoey entrar al salón, directamente viene hacia mi lugar y se arroja sobre mí. Comienza a jalar en el cabello y araña mis brazos mientras intento protegerme de algún modo.
—¡Zorra! ¡Apenas tuviste la oportunidad te lanzaste a mi alfa! —exclama teniendo un gran mechón de mi cabello en sus manos.
—Puedo explicarlo.
—¡Te marcó con su olor, maldita! —Zoey está a punto de golpearme en el rostro, pero yo nos hago girar. Al estar arriba me libero y salgo corriendo con mi mochila y los pocos útiles que pude tomar.
—¡Regresa! —No sólo Zoey está detrás de mí, sino todas mis compañeras, no sé lo que me harán si llegan a alcanzarme.
—¡Auxilio! —exclamo mientras atravieso los pasillos lo más rápido que puedo. Los alfas y betas simplemente ríen y comentan lo adorable que nos vemos las omegas mientras jugamos. En un momento choco contra Brenda, ella voltea y me dedica un gruñido bajo. Pero, al ver la multitud iracunda, rápidamente me levanta del suelo y me ordena correr.
—¡Alto! —la oigo usar su voz con las demás, esto las detiene por un momento hasta que Zoey la acusa de lastimarla. Entonces los demás alfas voltean hacia Brenda y terminan inmovilizándola contra el suelo bruscamente.
—Luna, moriré, moriré —me digo al sentir que ya no puedo continuar. Me duele las piernas y apenas consigo respirar. Con mi último aliento atravieso las puertas de la escuela y termino derrumbándome en el estacionamiento. Ya no puedo continuar, estoy jadeando y puedo escuchar a la turba acercarse por sobre los fuertes latidos de mi corazón.
—¿Tesa? —Levanto la mirada al escuchar mi nombre y me encuentro con Atlas montado en una motocicleta enorme de color rojo y negro.
—¡Ahí está! —Mis compañeras salen de la escuela y corren hacia nosotros. Entonces él me ordena subir, acelera a fondo una vez que estoy en el asiento trasero y debo aferrarme a su cintura para no caer.
Mantengo los ojos cerrados mientras el viento hace bailar mi cabello, mi pecho sube y baja, y se me escapan algunas lágrimas. Eso fue aterrador.
Los minutos pasan y logro calmarme un poco, apenas noto que la motocicleta se detiene, abro mis ojos lentamente. Todavía estoy aferrada al alfa.
—Eso fue raro, nadie huye de una multitud de lindas y tiernas omegas —comenta cuando baja del vehículo. Yo debo sostenerme del asiento para no caer, además esta cosa es muy alta, ni siguiera alzando el suelo.
—Querían la-lastimarme...
Su expresión de burla cambia rápidamente al verme contener el llanto.
—Estás sangrando —murmura acercando su mano a mi mejilla. Pero se detiene para ayudarme a bajar—. Ven, me ocuparé de eso.
Lo veo empujar su motocicleta dentro del estacionamiento de un edificio, dudo por un momento en seguirlo. Pero termino avanzando, siguiendo a Atlas hasta el lugar en donde deja esa bestia de metal.
Luego tomamos el ascensor, en el camino ninguno de los dos hablamos porque había una anciana intentando controlar a su perro. Lamentablemente dejamos el ascensor primero que la señora y me detuve frente a una puerta junto con el alfa. Él revisa los bolsillos de sus pantalones y toma la llave.
—Es mi departamento, pasa —dice luego de abrir la puerta y dar unos pasos dentro.
En ese momento me detengo, debería ir a casa, hablar con mis padres de lo que pasó y también hablar con Zoey y mis compañeras. Explicarles.
—Tesa. —Atlas regresa a la entrada al ver que no me he movido, entonces me da una sonrisa y toma mi mano—. Debo limpiar esas heridas, entra de una vez.
—Si —respondo, dejándome llevar por su toque gentil. La puerta se cierra detrás de mí y veo que estamos en la sala. Un sillón en medio de la habitación está en dirección al televisor de la pared. Delante a este hay una consola y una pila de cajas de juegos sangrientos y de estrategia.
—Toma asiento —me pide mientras señala el sillón. Él toma el lugar junto a mí y deja un botiquín sobre la mesa de centro.
—Me sorprende que todo esté muy ordenado —comento para romper el incómodo silencio. Atlas está muy concentrado en limpiar los arañazos de mis brazos.
—Debe estarlo para recibir visitas —responde.
—Oh. —Me escuché decepcionada. No.
—Bien, ya casi termino —murmura al colocarme la última bandita sobre los pequeños cortes—. Listo.
—Muchas gracias —respondo dándole una pequeña sonrisa.
—¿Qué pasó? —pregunta buscando mis ojos. Yo mantengo la mirada en mis manos.
—Zoey y mis compañeras. Pudieron sentir tu olor y me atacaron. M-Me dijeron cosas horribles, y-yo no... no soy así —no puedo continuar porque la voz me falla. Me abrazo a mí misma hasta que siento los brazos de Atlas rodearme.
—Lo lamento, no creí que pudieran hacer algo como esto. Son omegas, por el amor de Luna —dice mientras me acomoda en su pecho. Su mano derecha acaricia mi cabello al mismo tiempo que la izquierda se posa en mi cintura.
Cierro los ojos mientras me concentro en su toque suave, mi omega interior se relaja por completo, olvidando el mal momento que pasé. Ahora me siento segura gracias al olor de ese alfa.
—Hueles bien —susurro dando unas cortas respiraciones en su ropa. Un segundo después abro los ojos por la sorpresa y doy un salto para alejarme—. Quise d-decir que-
Él me calla con un beso, luego se separa y me sonríe cuando aprieta mis mejillas.
—Gracias por el cumplido —responde—. ¿Tienes hambre?
—Mmm, si —respondo al verlo ponerse de pie. Él me toma de la mano para llevarme a la cocina, el lugar se ve bastante lujoso y equipado con todo lo necesario. Incluso hay una mesada de mármol en el centro del lugar.
Estaba tan distraída que solté un pequeño grito cuando Atlas me alzó sobre la mesada. Respondo con un golpe que lo hace reír en lugar de sufrir.
—Me gustan las manzana —comenta teniendo la fruta en su mano y un cuchillo. Mi rostro comienza a arder cuando él se ubica entre mis piernas, ambos quedamos muy juntos y lo veo cortar la manzana en seis partes. Las deja con el cuchillo sobre un plato que está a mi lado y coloca un trozo en su boca.
El alfa se acerca a mí, sosteniendo la manzana. Yo bajo la mirada e intento tomarla con mis manos, pero él me detiene haciendo un sonido de negación.
—Entiendo.
Lentamente me inclino a su encuentro y tomo la manzana, provocando que nuestros labios se rocen. Rápidamente muerdo y me alejo una vez que tengo el trozo de fruta en mi boca. Es la más dulce que he probado. Atlas me compensa con un beso en la frente y toma otra pieza de manzana en su boca. Rodo los ojos pero aún así le sigo el juego hasta comer toda la manzana entera.
—Ya se acabó —digo al ver el plato vacío.
—Tengo antojo de algo más. —Atlas coloca sus manos en mi cintura con firmeza y toma mis labios de manera experta. Me acaricia y muerde mi labio inferior suavemente, gimo al estar abrumada por todo lo que me hace sentir.
—E-Espera —susurro cuando retomo el control de mi cuerpo. Me dejó sin aliento.
—Eso sonó tan bien —murmura en mi oído, entonces siento sus labios recorre suavemente mi cuello, trazando un camino de fuego—. Vamos a mi cuarto.
No consigo responder porque ya nos encontramos saliendo de la cocina con destino a su cuarto. El alfa simplemente me alzó en brazos haciendo que envuelva mis piernas en su cintura.
—No estoy segura de esto —confieso cuando me deja en la cama. Se coloca sobre mí y deja un par de besos más en mi cuello.
—Sé que puedes —responde y comienza a levantar mi blusa. Hago todo lo posible por controlarme mientras él descubre mi ropa interior—. Muy lindo —comenta al ver el estampado de pequeñas flores de color pastel.
Él se acerca sin aplastarme y comienza un largo beso, en donde sorbe mis labios y nuestras lenguas danzan lentamente. En medio del beso siento su mano tocar uno de mis pechos, así como su palpitante entrepierna contra mi vientre.
—No puedo —digo al romper el beso. Lo recuerdo, todas esas manos tocándome, rompiéndome. Sus olores entremezclados me daba nauseas y no podía moverme, mis manos estaban atadas.
—Tesa, mírame —su voz grave hace que abra los ojos. Atlas me mira fijamente mientras toma mis brazos y envuelve su cuello con ellos—. No hay nadie más aquí, ya no pueden hacerte daño.
—Es... cierto... —respondo en un tono casi inaudible. Él permanece quieto, respirando profundo y tratando de ocultar su excitación. Miro sus ojos mieles por un momento, perdiéndome en su color. Entonces asiento en silencio y sus caricias se reanudan. Espero no arrepentirme de esto.
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