Capítulo 4
Oh Luna, esto es malo. Bastante malo y lo sé al ver a mamá entrar a mi habitación con una gran sonrisa y el desayuno. Es un dejavú.
—Linda, buenos días. ¿Quieres que te acompañe a la escuela? Así podré verlo —dice para luego soltar una risita.
—¿Ver qué? —pregunto al arquear una ceja.
—Tu alfa. Su aroma es encantador y varonil, no como el de ya sabes quien.
—También habías dicho eso del olor de Donato —le recuerdo haciéndola suspirar.
—¿Cómo se llama? —Ella se acuesta sobre la cama boca abajo, apoyando su cabeza en sus manos mientras yo desayuno. Intento comer de forma calmada y tranquila para evitar ahogarme. Al mismo tiempo pienso que si es una buena idea hablar de esto con mamá.
—Sólo si quieres contarme, linda.
—Bueno, se llama Atlas. Su madre ama la geografía y su padre la mitología griega, por eso lo llamaron así —comienzo y puedo ver un bello brillo en los ojos de mamá—. Le gusta leer y estudia mucho, nos vemos en la biblioteca cada día.
—Es maravilloso, me alegro mucho por ti bebé. —Ella avanza para darme un abrazo, teniendo cuidado de no arrojar la bandeja de mi regazo—. ¿Cuándo podré conocerlo?
—Mamá, comenzamos a salir hace unas semanas. —Mentirosa—. Además es un poco tímido.
Mentirosa, embustera, doble cara, vengativa. No, vengativa no.
—Oh bueno. Hay que darle tiempo al tiempo. —Mamá me da un beso en la frente para luego salir de mi cuarto.
Todo el camino hasta la escuela estuve en una especie de trance, más bien, perdida en mis pensamientos, buscando la manera de salir de este enredo que yo misma creé. Entonces tuve a excelente idea de hablar con Atlas, después de todo no necesito de su ayuda, para eso pasé por sesiones terapia hasta que las tuve que dejar por falta de dinero para las cuotas.
En clase me concentro en hacer mi tarea y entregar los trabajos, de esta manera los profesores no se molestan si paso más tiempo en la biblioteca que en sus clases. Además tengo buenas calificaciones y no debería haber ningún problema.
La hora se acerca y comienzo a sudar. El nudo de siempre aparece en mi garganta cuando el timbre suena anunciado el recreo. Suspiro al encontrarme ya ante la entrada de la biblioteca.
—Hola señorita Teresa —me saluda el beta encargado. Nunca supe su nombre.
—Buenos días señor...
—Trevor.
—Trevor, si, buenos días —digo mientras paso por la mesa de entrada.
—Él te espera —comenta haciendo que un escalofrío recorra por mi espina. No respondo y simplemente asiento, provocando que ría.
—Beta metiche —murmuro entre dientes cuando me alejo. Voy a mi lugar especial y, como Trevor lo había dicho, Atlas está cómodamente sentado en mi puff favorito.
—Llegas 5 minutos tarde —habla cuando levanta la vista de su libro para mirarme.
—Vine para hablar contigo sobre-
—Claro Tesa —me interrumpe, dejando sus cosas de lado para ponerse de pie y caminar hacia mí—. ¿Te gustaría hacerlo en mi departamento o en tu casa?
—D-De eso quería hablar, lo pensé y fue una mala idea. Este lugar es tuyo, no volveré a molestar y adiós —hablo para luego darme media vuelta. Pero no consigo moverme porque el alfa sostiene mi mochila, intento luchar pero dejo caer los brazos a los lados de mi cuerpo, rendida.
—Ayer estabas muy segura y lo hiciste bien. ¿Qué cambió?
—Mis padres sintieron tu olor en mí y piensan que eres mi pareja —contesto soltando un suspiro. Giro hacia él y doy unos pasos para apoyar mi cabeza en su pecho.
—Eso es normal —dice y siento sus manos en mi espalda—. Sígueles el juego, cuando terminemos diles que soy un idiota y que por eso me dejaste.
—Pero, ¿no estás molesto?
—Contigo nunca. Ya sabía que esto pasaría, entonces... Sólo debes imaginar que somos pareja y todo será más fácil.
Asiento en silencio cuando levanto la mirada, por su forma de hablar diría que había hecho esto varias veces.
—¿Te gusta que te carguen?
—¿Perdón?
—Es que eres pequeña y tierna. —El alfa se inclina frente a mí para tomarme en sus brazos. No puedo defenderme porque los míos están atascado a los lados de mi cuerpo. Atlas sonríe ante mis intentos fallidos y frota su rostro contra el mío de manera suave.
—Bájame... —le ordeno. Pero simplemente me ignora y se echa en el puff conmigo sobre él—. Ya no soy una niña —gruño bajo. En lugar de intimidarlo, consigo que Atlas sonría y pellizque mi mejilla.
—Lo sé, una niña no hace lo que hacemos nosotros —responde de manera burlesca.
El alfa deja de sonreír para avanzar hacia mí poco a poco. Al mismo tiempo me alejo pero si continuo me caeré, por esto él acaba tomando mi boca. Sorbe mi labio inferior suavemente y luego los lame con cuidado al mismo tiempo que siento su mano acariciar mi cuello. La otra sostiene mi cintura, manteniéndome pegada a su cuerpo.
—Bien, sigue así —susurra cuando se separa por un momento—. Comenzaré a tocar, ¿bien?
En ese momento siento como sus manos levantan mi blusa lentamente, estoy asustada y un chillido sale de mis labios. Es el llamado. Cubro mi boca con las manos y trato de acomodar mi ropa.
—Está bien. —El alfa susurra en mi oído y deja un par de besos en mi cuello. Él me dice que respire con calma y es cuando siento sus manos sobre mi piel. Ambas acarician toda mi espalda de arriba y abajo con cuidado, todo ese tiempo me mantuve aferrada a su pecho hasta que sus dedos comienzan a hacerme cosquillas.
—Jaja, b-basta. —Me retuerzo intentando escapar y solo consigo que él ría.
—Ya estás un poco más suelta Tesa. Tampoco sabía que supieras besar —comenta y aprieto los labios al verlo arquear una ceja.
—Es que... Ya había tenido un novio —confieso subiendo y bajando los hombros.
—No me extraña. ¿Qué pasó con él? —Atlas espera mi respuesta y ladea la cabeza cuando me señalo.
—Quería acariciarme, besarme y más. Pero lo arruiné, él se cansó de esperarme y terminamos —le explico para luego suspirar—. N-Nosotros hemos hecho más cosas en dos días que mi ex y yo en meses.
—En primer lugar, jamás te culpes por algo así. Él debió ser un idiota —responde cuando toma mi rostro con sus manos, así se asegura que lo mire a los ojos—. En segundo lugar, lo que dijiste me hace sentir muy especial.
—¿Lo dices en serio?
—Ah si. Las otras omegas sólo-
—No, lo primero —interrumpo deteniendo sus labios. Luego me disculpo y bajo la mirada, sus manos acarician mi rostro para luego bajar a mi cintura.
—Si, es en serio. Él debió entender tu situación. Si de verdad te amaba te hubiera esperado.
—Entiendo —susurro manteniendo la vista en mis manos, las cuales se aferran a la camiseta del alfa mientras mi corazón late de manera irregular.
—Lamento molestar pero me preguntaba si la pareja necesita algo. —Al escuchar a Trevor mi cuerpo se paraliza y giro mi cabeza poco a poco. El beta está ahí con una gran sonrisa, misma que desaparece al ver al alfa.
—Planisferio —murmura entre dientes cuando da unos pasos hacia nosotros.
—Ya lo había escuchado —responde Atlas de manera desinteresada. Sin embargo su actitud cambia drásticamente cuando Trevor me sube sobre su hombro—. ¡Eh! Devuélmela.
—Quieto, te falta mucho para retarme —contesta entre gruñidos. Naturalmente, al ser mucho más joven, Atlas baja la mirada de mala gana mientras Trevor me saca de allí. Continúo sobre su hombro y lleva mi mochila en su mano izquierda. Al llegar a la mesa de entrada, él me baja y frunce el ceño. No tengo palabras, mi cara arde y sólo mantengo la vista en mis manos.
—¿En serio? Habiendo tantos, ¿tú te interesas en ese chico? —Sus palabras son calmadas, pero también siento que me está regañando.
—B-Bueno, eh... Qué pasó con "él te espera" cuando llegué —digo para luego cruzar mis brazos, ni siquiera sé porqué debo darle explicaciones.
—Pensé que estabas con otro alfa, conozco a varios que vienen a estudiar aquí. Pero jamás pensé que sería Atlas —él da una pausa mientras coloca su mano en mi hombro—. Tiene mala reputación, utiliza a las omegas y no quiero que seas lastimada.
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