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Capítulo 29

Esto es muy apresurado, pero en el fondo quería solucionar todo con Atlas. Aunque definitivamente no esperaba que volvamos a estar juntos. Ya estaba superando lo que pasó.

—Tengo miedo —me dice el alfa cuando nos detenemos frente a mi casa, entiendo a lo que se refiere. 

—T-También estoy un poco nerviosa pero son mis padres —hablo al tomar una profunda respiración para calmarme.

Él me ayuda a bajarme de la moto, entonces me quito el casco y camino hacia la casa con su compañía. Su mano toma la mía para darme más seguridad.

Así somos recibidos por mi papá luego de que abriera la puerta con mi llave, él hace una mueca para luego tomarme de los hombros y alejarme de Atlas. Pero yo aprieto con fuerza mi agarre en su mano para que no nos separe.

—¿Qué hace él en mi casa? —pregunta mientras gruñe hacia el alfa menor. También intenta separarlo a ambos. 

—¡Basta papá! —exclamo al momento de empujar su pecho—. Entiendo por qué estas molesto pero Atlas habló conmigo. Me presentó a sus padres.

—Si y los invitaron a una cena. Por eso estoy aquí —dice Atlas al dar un paso al frente, en ese momento mamá también se acerca a la entrada—. Le causé muchos problemas y quería disculparme. Amo a Teresa... quisiera que me acepten.

—Una oportunidad, sólo una —murmura papá para luego relajar su postura, creo que vio mi gran sonrisa cuando Atlas dijo que me ama, yo tampoco esperaba eso en verdad. Por eso en la noche ambas familias acuerdan el lugar y la hora de la cena.

Cuando la hora llega, mis padres me llaman para irnos y rápidamente acomodo mi cabello. Ya es hora y estoy muy nerviosa. Aunque mis padres parecen estar más inquietos que yo. En el camino ellos me preguntan sobre los padres de Atlas, sin embargo sólo sé sus nombre y... cómo son sin ropa.

Al llegar al restaurante bajamos del coche luego de estacionar y en la entrada vemos a Atlas junto a sus padre, él está usando un traje mientras que yo tengo una camiseta un poco despintada. Todos ellos están muy elegantes. 

—Son ellos —indico mientras tomo a mis padres del brazo para guiarlos hacia el alfa y su familia. 

Ellos me saludan aunque puedo notarlos un poco nerviosos, tal vez sea por lo que pasó, al recordarlo me sonrojo un poco. 

—Papá, mamá. Ellos son los padres de Teresa —los presenta Atlas, haciendo que los adultos se tomen de la mano como saludo.

—Entonces ustedes son los padres de esta hermosa niña. Es una combinación perfecta de ambos —comenta Aaron para romper el hielo.

—Atlas nos habló de todos los problemas que les causó y espero que sepan perdonarnos. Realmente estuvimos muy ausentes cuando era niño por el trabajo, aunque eso no justifica su comportamiento —comenta su madre mientras peina al alfa joven, él me mira, enseñándome su rostro rojo y tierno. Todos los alfas se comportan como cachorros cuando están junto a sus madres, yo no soy quien para juzgarlo.

—Bueno, entremos. Debemos celebrar que nuestros hijos finalmente están juntos —dice mi mamá, su sonrisa es genuina. Su felicidad también es la mía.

Uno de los empleados del lugar nos lleva a nuestra mesa, Atlas y yo nos sentamos juntos y, a pesar de que todo está yendo muy bien, él me toma de la mano por debajo de la mesa.

Yo lo miro con un momento, entonces le dedico una sonrisa al notar los nervios en su olor. Es extraño ver a Atlas de esta manera, desde que lo conocí siempre se mostró seguro y confiado.

Las preguntas a cada uno comienzan mientras esperamos lo que ordenamos. Cada familia interroga al hijo de la otra.

—¿Qué piensas estudiar cuando acabes tus estudios? —me pregunta Vanessa. La omega me sonrisa en ese momento mientras soy el centro de atención.

—Bueno... No he pensado en eso aún y sé que sólo me queda un año.

—Atlas tampoco pensó en ello —comenta Aaron al mirar a su hijo—. Tal vez deba involucrarse en el negocio familiar. Pero todavía tiene tiempo para pensarlo.

Cuando nosotros dejamos de ser tema de la charla, los adultos comienzan a hablar de sus rutinas y cosas parecidas mientras comemos. El ambiente es agradable y nuestros padres parecen llevarse muy bien. Pero con la llegada del postre Atlas hace algo imperdonable.

—Mio —dice al pinchar y quitarme la brillante y deliciosa fresa que estaba sobre mi porción de pastel se chocolate. En ese momento giro hacia él con el ceño fruncido.

—La cena fue un maravillosa hasta ahora. Quiero irme —digo luego de ponerme de pie.

—Bien, nos iremos a casa —responde papá, aunque mamá lo detiene, recordándole las copas que tomó.

—Yo te acompañaré —se ofrece el alfa ladrón—. Ustedes sigan comiendo, llamaré cuando lleguemos —agrega mientras se despide a mis padres.

Cuando salimos del restaurante Atlas se me acerca con cuidado y toma mi mano.

—¿Te molestaste por eso? Sólo era una fresa.

—No me importa la fresa, quería que estuviéramos solos —contesto al momento que detengo un taxi—. ¿Vienes o no? —cuestiono al verlo paralizado sobre la acera.

En todo el viaje de regreso a casa, el alfa sólo mantuvo su vista en la ventana. Tal vez esté sorprendido que yo haya tomado la iniciativa. Él se remueve en su lugar cuando nos detenemos frente a mi casa.

—Gracias —le digo a la conductora al pagar. Entonces ambos caminamos hacia la puerta—. ¿Para algo? —le pregunta. Atlas está muy callado.

—Sucede de todo —responde en un tono de voz grave, sus pupilas están dilatadas, creo que su alfa tiene el control ahora.

Una vez dentro de la casa, apenas puedo cerrar con llave y enviar un mensaje a mis padres para que no se preocupen. Atlas me atrapa en sus brazos para besarme con necesidad. Había extrañado sus labios, su aroma, sus caricias, su calor.

—Tu boca sabe a fresa —susurro al momento que me da un respiro. Las manos del alfa se aferran en mi nuca y cintura al mismo tiempo que su boca besa mi cuello. Él simplemente hace un sonido de afirmación mientras comienza a marcar mi piel. Es un poco doloroso sentir sus dientes, pero la excitación y placer opaca lo demás.

Mientras vamos a mi habitación dejamos caer la ropa del otro. Ambos queremos sentir nuestras pieles sin ninguna barrera de por medio. Cuando caigo sobre mi cama ya me encuentro con una sola pieza de ropa interior, por su parte Atlas batalla con su cinturón y los botones de sus pantalones.

En eso me acerco, acaricio lentamente su pecho mientras dejo pequeñas mordidas en su cuello y hombros.

—Tesa, e-eso duele —murmura al cerrar sus ojos con fuerza.

—Es mi venganza —contesta y deja otra mordida sobre sus clavículas.

—Que omega tan traviesa. —Sus manos se aferran a mis muslos, haciendo que nuestros cuerpos se rocen—. Parece que ya estás preparada —habla al tocar mi intimidad, sus dedos me acarician por sobre la tela aunque no pierde tiempo en quitarme la ropa interior.

—También tú —respondo al tocarlo.

Eso parece dejarlo un poco descolocado, entonces aprovecho para recostarlo sobre el colchón y colocarme sobre su regazo. Sólo le doy unos segundo para que se colocara protección.

—Te ves hermosa —dice al tomar mi rostro con las manos—. Quisiera...

Atlas entrecorta su respiración cuando nos unimos. Yo también cierro los ojos y muerdo mi labio inferior.

—¿Qué e-estabas... diciendo? —pregunto mientras me tomo un momento para acostumbrarme.

Él se sienta, arrancando unos gemidos de mis labios cuando nuestros pechos se juntan.

—Tanto mi alfa como yo queremos formar el lazo, por eso te mordí tanto. Pero no estoy seguro si también lo quieres —responde al rodear mi cintura con sus brazos. Mientras hablamos yo muevo mi cadera se manera suave.

—Hazlo. —Le sonrío al momento de mirar a un lado, dándole acceso a mi cuello.

—Tesa... Te amo —suelta antes de besarme. Cuando se aleja de mis labios él baja la cabeza y siento una dolorosa mordida en mi cuello. El olor a sangre inunda el cuarto y una extraña sensación se instala en mi pecho. Ahora puedo sentir el latido del alfa como si fuera mío.

—Lo hicimos —digo al mismo tiempo que él se ocupa de limpiar la marca—. ¡Lo hicimos, te amo, te amo, te amo! —chillo y no puedo evitar sonreír, esta no es sólo mi felicidad.

Fin

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