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Capítulo 28

Estas semanas fueron las más agobiantes de mi vida, no tenía ganas de hacer nada, me sentía triste todo el tiempo y Brenda y Esben hacían todo lo posible por animarme.

A pesar de todo eso, sólo necesitaba a Atlas, estando a su lado toda la tristeza desapareció por arte de magia. A pesar de querer alejarme, sacarlo de mi vida, él con unas palabras consigue que mi omega interior se rinda. Incluso ahora lo tengo marcando mi cuello, deja marcas sobre mis clavículas y sus manos se aferra a mí.

—Ya lo entiendo todo —murmura cuando se separa. Estaba actuando raro últimamente y también dice cosas extrañas—. El puff, cuando nos conocimos yo ya había sentido tu olor, lo había estado sintiendo durante días aquí. Me acostumbré a ti —me dice al sostenerme del rostro.

—¿Eso es bueno? —pregunto un poco insegura.

—Me excité —confiesa mientras baja la mirada hacia sus pantalones apretados. Eso me recordó la vez que nos conocimos y me hizo tocar tu entrepierna. Que romántico.

—Atlas... Q-Qué estás-

El alfa se toma la completa libertad de levantar mi camiseta y adentrar su cabeza, siento sus besos húmedos en mi estómago mientras su cabello me hace cosquillas. La sensación es muy agradable, demasiado agradable y mi cuerpo comienza a prepararse para la unión.

—Ya basta —digo al detenerlo, lo tomo de los hombros para alejarlo y acomodo mi ropa—. No podemos hacerlo aquí.

—Estás matándome, mi alfa te quiere ahora —responde acercarse más y más. Con caricias logra hacer que me acuesta sobre el puff para luego colocarse entre mis piernas—. Quiere compensar todo el tiempo que estuvimos separados.

—Pero-

—¡Puffy! ¡¿Dónde estás?! —en ese momento escuchamos a Brenda gritar dentro de la biblioteca seguido por el regaño de Trevor.

—Lo que faltaba —murmura él al rodar los ojos.

—Quedamos para almorzar juntas —digo al levantarme. Echo un rápido vistazo a mi uniforme y tomo mi mochila—. Debo irme —me despido con una pequeña sonrisa para luego ir tras la angustiada alfa.

Al verme ella me da una sonrisa, aunque su expresión cambia repentinamente.

—Lo siento, estaba...

—¿Qué hace él aquí? —señala detrás de mí, entonces siento como Atlas me abraza por detrás, apoderándose se mi cintura.

—Tesa estaba conmigo, ¿algún problema? —responde de manera sería, haciendo que Brenda responda con un gruñido bajo.

—¡Suéltala! Ya le hiciste mucho daño.

—No, está bien —lo defiendo, haciendo que ella se detenga—. Ya lo hablamos, ¿verdad Atlas?

—Ajam, también iré a comer con ustedes —asiente para luego comenzar a caminar.

La situación es realmente extraña, estamos en una cafetería, la cual se encuentra a unas calles de la escuela. Brenda está sentada juntos Esben mientras el alfa no se separa de mí. Antes tenía cuidado de demostrar amor, sólo le importaba llegar a lo otro. Pero ahora besa mi cuello cada vez que puede y mantiene contacto físico en cualquier momento. Ahora por ejemplo estoy sentado sobre su regazo mientras comemos.

—¿Se puede saber qué planeas? —interroga ella al cruzarse de brazos, sus ojos fijos en los de Atlas. Él tararea, haciendo que su voz grave resuene en su pecho.

—Los últimos días sólo he improvisado —contesta, haciendo que ella haga una mueca de confusión, es normal—. ¿Qué hay Esben?

—Hola —responde el gamma.

—¿Ustedes se conocen?

—Si, es una larga historia —contesta para luego frotar su cabeza contra la mía. El nuevo Atlas realmente es muy extraño pero adorable y cariñoso al mismo tiempo.

—¿Disculpa? —Brenda gira su cabeza hacia Esben y comienza a gruñir—. ¿Ese imbécil te hizo algo? —le pregunta mientras abraza la cabeza del gamma, él por su parte se deja ya que su rostro está entre los pechos de la alfa.

—No pasó nada, sólo hablamos —responde, permaneciendo en su posición a pesar que ella ya lo soltó.

Brenda nota las miradas de los demás sobre ella y empuja a Esben, haciendo que éste suelte una risa energética.

—¿Y por qué el cambio? —cuestiona al cruzarse de brazos—. Estabas evitando a Tesa todo este tiempo.

—Fue porque... No te importa, ya le expliqué a Tesa. Con eso es suficiente. —Atlas comen unas cuantas papas fritas, luego toma la fruta, una manzana, y la corta en varios trozos. En eso me mira mientras pone parte de la manzana en su boca, se inclina para que yo la tome pero empujo su rostro.

—Aquí no —murmuro bajo. Siento mi rostro arde y, al mirar a mi alrededor, muchas personas nos están observando, incluso Esben y Brenda—. E-Es muy vergonzoso —digo bajo cerca de su oído.

Él termina de masticar la manzana para luego tragar, entonces se levanta, tomándome en brazos en el proceso.

—Entonces iremos a mi departamento, adiós —habla mientras se despide de los otros dos. Brenda trata de seguirnos pero yo niego rápidamente con mi cabeza al asomarme sobre el hombro de Atlas. Él me deja con cuidado en la parada del autobús para llamar a un taxi, el cual nos lleva a su departamento.

—Tesa, lo siento —me dice luego de haberme acorralado mientras estamos dentro del ascensor del edificio—. Estuvimos separados por mi estupidez —agrega y comienza a dejar besos en mi cuello, se encarga de acariciar la piel expuesta con sus suaves labios.

—Está bien, tenías miedo —respondo apenas. Mis piernas están temblando, esas caricias y besos son demasiado para mi omega interior. Pensar en su confesión y en tenerlo frente a mí, sólo para mí, hace que el aliento se me escape.

Mi uniforme está apunto de ser arrancado por él, pero las puertas se abren, dándome un respiro. Atlas peina su cabello con una mano para luego tomar la mía y guiarme hacia su departamento.

Él saca sus llaves y abre la puerta, aunque nos detenemos en seco al sentir otros olores dentro, el de un alfa y omega los cuales tienen sexo en la sala. Yo me cubro los ojos rápidamente mientras escucho los gritos de Atlas.

—¡Mierda papá, ponte algo!

—¡Dijiste que volverías tarde!

—Pero no por eso debía traer a una... ¡¿Mamá?!

—Hola bebé, ¿quien es ella?

Atlas les ordena vestirse y luego me guía hacia su cuarto, en ningún momento quité mis manos de los ojos. La situación es demasiado incómoda y me encuentro abrumada por los olores entremezclados.

Con cuidado ambos nos sentamos en la cama y lentamente quita las manos para encontrarme con su mirada molesta, está frunciendo el ceño y haciendo un pequeño puchero.

—Esos eran mis padres —dice mientras suelta un suspiro—. No quería que los conocieras así.

—Está bien —respondo al recostarme por su hombro.

—Tampoco esperaba que estuvieran... ¡Ah! Tendré que quemar ese sillón después.

—No exageres —susurro al subirme en la cama para abrazarlo por detrás. Él se queda quieto por un momento, entonces levanta su mano para acariciar mi cabeza.

—Que tierna —comenta para luego agregar—. ¿Sabes que puedo sentir perfectamente tus senos contra mí?

—Lo sé —respondo, a pesar de sentir mi rostro muy caliente, me aferro a él haciendo que me sienta mucho más.

De repente el alfa se gira y me acorrala contra la cama, sus ojos dilatados y respiración agitada. Pero antes de que pudiéramos hacer algo, abren la puerta de la habitación. Es la misma pareja del sillón. Por lo que rápidamente nos ponemos de pie para saludar.

—Hola, debes ser Teresa —saluda el hombre de manera alegre y amable—. Soy Aaron y ella es mi esposa Vanessa.

—Me disculpo por haberlos recibido de esta manera —dice ella sonriendo.

—¿Qué haces aquí mamá? —pregunta Atlas pensativo.

—Me enteré que tu padre estaba de vacaciones aquí y pensé en hacerle una visita antes de seguir con mi viaje —responde para luego soltar una risa—. Pero todo se nos salió de control —agrega para luego darle una nalgada a su alfa.

—Basta mamá —protesta Atlas al hacer una mueca, admito que es gracioso verlo tan irritado y parece que sus padres lo molestan a propósito.

—Tengo una idea. Ya que nos conocimos de una muy mala manera, podemos ir a cenar —propone Aaron.

—Bien, lo que sea —acepta Atlas luego de rodar los ojos.

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