Capítulo 27
Aaron entra a la habitación de su pequeño para despertarlo, le preparó un delicioso y nutritivo desayuno para recuperar fuerzas.
—¡Arriba dormilón! —exclama, haciendo saltar a su muchacho de la cama. Atlas maldice encontrándose con el cabello muy revuelto y con su rostro con baba seca.
—¿Qué hora es? —pregunta mientras frota sus ojos.
—¿Y eso? —El mayor ve el saco en la cama junto a su hijo y una sonrisa malvada aparece en su rostro—. ¿Qué hiciste en la noche con eso?
—¡No me mires así, no hice nada! —responde de inmediato.
Aaron suelta una ruidosa carcajada para luego limpiar sus lágrimas. Ya más tranquilo toma la ropa de la omega y huele.
—Mmm, floral... —susurra para sí mismo—. Diría que huele a poenía y gardenia. Normalmente las omegas tienen olor floral.
—¿En serio?
—Te lo dije, tengo un buen olfato y sé de lo que hablo. Para mí es un olor normal pero tú sabrás —comenta al darle el saco—. Asegúrate de devolver eso —agrega mientras sale del cuarto.
El lunes Atlas es llevado a la escuela de nuevo, las clases son muy aburridas y, cuando el timbre toca, toma el lugar junto a Ryan.
—Hola —saluda de manera alegre, lamentable el beta tiene un fuerte ataque de nervios.
—A-A-Atlas... Hola... Por favor, no le digas a n-nadie lo que viste en café, ¿si?
—¿Por qué?
—Nathan todavía no está listo para decirle a todos que nosotros... eso —murmura, asegurándose de que nadie más los escuche—. Creo que estamos saliendo.
—Patético, si te quiere no guardaría el secreto, ¿verdad? Ya esperaron hasta ahora para quererse —dice luego de golpear la mesa con su puño—. ¡¿Qué pasa contigo?! Eres un beta, deberías ser más seguro y decirle a los demás lo que sientes.
—Supongo que si —Ryan se levanta de su silla, entonces ambos buscan al alfa rubio siguiendo su olor y lo encuentran con su grupo de amigos.
—Miren, es ese beta.
—Y el alfa que te golpeó —comenta el amigo del rubio, haciendo que este apriete los dientes con fuerza.
—Nathan, tengo algo importante que decirte —habla Ryan con un tono de voz firme.
—Yo me encargo de ellos. —El rubio se levanta y camina a paso veloz hacia el beta—. ¿Qué estás haciendo? Ya hablamos de esto, por favor no-
—¿Tienes miedo? —pregunta Atlas, teniendo una sonrisa de lado en su rostro.
—Desgraciado...
—Nathan mírame —dice Ryan, haciendo que este lleve la vista a él—. Sé que pediste que no me acerque a ti en la escuela pero no puedo evitarlo. Ya pasamos mucho separados y no me importa, las burlas no son nada comparadas a lo sólo que me siento constantemente.
—No lo sabía —murmura el rubio mientras aparta el flequillo del beta para mirar sus bellos ojos—. Lo siento Ryan, de verdad.
A Nathan le toma un segundo darse cuenta que son el centro de atención, entonces lentamente se aleja de Ryan. Sin embargo éste lo atrapa en un abrazo apretado, un último y desesperado intento. El alfa ya no puede luchar contra sí mismo y lo abraza con la misma fuerza para luego dejar muchos besos cortos en su rostro.
Los amigos de Nathan no pueden creer lo que están viendo y tratan de burlarse de la pareja pero Atlas los calla con un gruñido de advertencia. Nadie más dice una palabra ya que el alfa había derrotado a Nathan, el más fuerte de ellos.
—Ryan, quería pedirte... —Atlas se interrumpe al ver que ambos están ocupados, además el alfa rubio ya no le permite acercarse. Entonces roda los ojos y decide ir a entregarle su saco a Tesa él mismo.
Se siente nervioso ya que no sabe qué es capaz de hacer cuando la vea o sienta su olor, sin embargo tiene un respiro ya que ella no está en el salón. Rápidamente deja el saco dentro de la mochila de ella y hace una huida veloz hacia la biblioteca.
—Planisferio. —Trevor lo saluda y se burla al verlo un poco agitado.
—Cállate —responde al tomar unos libros e ir hacia el puff, el lugar especial en dónde conoció a la omega de sus sueños y pesadillas por igual.
Esta cosa sigue siendo muy cómoda, piensa luego de arrojarse. Él da una profunda respiración y comienza a leer una historia de misterio, aunque le es un poco difícil concentrarse en la lectura.
Este lugar... Es este lugar...
—Carajo —susurra al sostener su cabeza con la mano—. Ya basta —suplica mientras los recuerdos lo atormentan.
Su alfa interior lo obliga a olfatear el lugar con la esperanza de encontrar algún rastro de la omega. Aunque sólo pueda sentir su olor a pino y menta.
No, no. Ella... La quiero.
—Alfa inútil, todo esto es tu culpa —dice luego de golpear su pecho—. No quiero dañar más a Tesa. Si otra omega aparece-
—Atlas. —Él poco a poco levanta la cabeza luego de escuchar esa adorable voz decir su nombre. Como si hubiera invocado al mismísimo demonio con sus pensamiento, ella está allí frente a él.
—Tesa...
—El viernes mi ropa desapareció y ahora la encuentro dentro de mi mochila con tu olor. ¿Quieres explicármelo?
—Bueno, yo... La tomé prestada por unos días. ¡No hice nada malo, lo juro!
—No lo entiendo —dice al cruzarse de brazos.
Ese olor, esa flor.
Al levantar la mirada ve a Atlas a sólo unos centímetros de ella, él cierra lentamente sus ojos al inclinarse hacia adelante y siente su aroma. Su alfa interior se encuentra extasiado, pero quiere sentirlo más.
—¿Q-Qué haces? —Tesa lo detiene al empujar su pecho, consigue separarlo un poco de su cuello, aunque él la toma de la cintura y la acorrala contra los estantes.
—No lo sé, desde que te conocí comencé a perder el control. Mi alfa te quiere y... Estoy muy asustado —responde, haciendo un esfuerzo por separarse de ella.
Atlas logra controlar su cuerpo y se arroja al puff. Desde ese lugar le explica por qué tomó su saco y lo frustrado que se siente debido al comportamiento de su alfa.
—También te quiero Tesa, siento muchas cosas cuando te pienso, cuando percibo tu olor. Pero no quiero lastimarte, ya pasaste por mucho.
—Eres muy extraño —comenta ella mientras se abraza, también es difícil contener a su omega interior y por ello se escapan unas pequeñas lágrimas de sus ojos.
En silencio ella se sienta a su lado, manteniendo la mirada agachada. Atlas ve sus mejillas húmedas y las seca con sus pulgares, había extrañado tanto tocar su piel.
—Podríamos salir como antes —propone mientras sus manos acunan el rostro de la omega—. No sería de la misma manera porque ambos-
—Está bien —lo interrumpe al tomar su mano—. No importa lo que pase después.
El alfa le da una pequeña sonrisa que desaparece un momento después. Tesa se acerca un poco más y oculta el rostro en el pecho de Atlas, disfrutando del olor y calor del alfa también.
—Entonces... ¿Mi olor es mejor que el de esas omegas? —dice mientras él acaricia su cuello con la punta de la nariz. Éste deja un par de besos antes de responder.
—Mil veces mejor.
—Vas oliendo a todas para buscar el mejor, pervertido... —murmura para luego acercar sus labios tímidamente. Quiere estar enojada con él, quiere odiarlo, pero su omega se derrite al tenerlo presente.
—No lo soy —se defiende y hace un puchero, el cual Tesa besa—. Sólo conozco a la persona, la huelo y mi alfa enloquece por los aromas más exquisitos —comenta mientras pasea sus manos por la cintura de la omega. Tan sólo con su olor se encuentra muy excitado y no puede contenerse más.
—Jaja, en mi caso sentiste mi olor en el puff y luego me conociste —responde sonriendo, luego ve a Atlas paralizado y con los ojos bien abiertos—. ¿Qué tienes? Yo sólo-
—El puff, el maldito puff —dice rápidamente mientras se toma el cabello con las manos—. Este lugar... Eso era lo diferente.
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