Capítulo 26
Atlas no sabe muy bien lo que sucede entre Nathan y Ryan, pero tampoco se aleja ya que tiene curiosidad por cómo termina.
—Atlas y yo nos vamos—. Ryan lo toma del brazo para comenzar a caminar, pero Nathan lo detiene. Él aparta a Atlas, tomando al beta de los hombros, al principio se resiste un poco queda paralizado cuando recibe un fuerte abrazo.
—¿Yo... te gustaba?
El olor de Nathan lo arrolla y no lo deja moverse, tampoco se lo permite al estar atrapado entre sus brazos. Atlas queda sorprendido y al mismo tiempo siente una fuerte sensación de dejavú.
—Okey... —murmura al dar unos pasos hacia atrás—. Los dejo solos para que puedan hablar con más calma.
Él se libera de esa situación incómoda fácilmente y se encuentra con su padre y la bestia roja. A pesar de decirle que no lo venga a buscar, Aaron termina apareciendo siempre.
—¿Tienes lo que necesitas para el experimento? —pregunta cuando llegan al estacionamiento del edificio.
—Si, está en mi mochila —responde al quitarse el casco—. No hacía falta que me buscaras.
—No quiero estar todo el tiempo en el departamento y no conozco los lugares interesantes de aquí —comenta al subir y bajar los hombros.
Una vez en su cuarto, Atlas se queda mirando la prenda dentro de la bolsa. Saber que esa prenda es de Tesa hace que su cuerpo se siente extraño, incluso su corazón comienza a latir rápidamente. Aunque termina guardando la misma dentro de su cajón, su padre le ordenó esperar hasta realizar el experimento.
Al día siguiente él es el primero en despertar, es sábado, pero tienen muchas cosas que hacer. El café de lectura está a unas calles, él, su padre y Trevor desayunan allí, dejando impresionado al joven alfa.
—Este lugar se ve agradable —comenta al mirar a su alrededor.
—Debe serlo, cómodo y tranquilo para la lectura -agrega Trevor.
—Y para atraer a las omegas. —Aaron recibe las miradas de los otros dos, haciendo que se pregunten cómo convenció a esas chicas de reunirse allí—. Repartí unos folletos y les di unos cumplidos, fue fácil manipularlas.
—¡Papá!
—Oh, manipular está mal Atlas.
El beta no nueve evitar reír, en ese momento ve entrar a las primeras clientas. Las omegas se ven un poco temerosas, sin embargo al ver el decorado con color pastel y el agradable aroma del café.
—Parece que sí es real —comenta una de ellas, entonces Trevor se acerca para recibirlas con una gran sonrisa y anotar sus pedidos
—Bienvenidas al Trevor's coffee, pueden sentarse donde quieran —les dice, dándoles la confianza para escoger uno de los lugares de descanso.
—Los asientos son muy cómodos y hay libros de mi autora favorita —murmura una de las omegas al mirar a su amiga.
—Nada puede ser mejor.
En ese momento sus pedidos son traídos por un alfa vestido de traje, demasiado elegante para el lugar en dónde se encuentra pero para los ojos de las omegas se ve como un príncipe.
Atlas deja las tazas de café sobre la mesa frente a ellas mientras da unas rápidas inhalaciones, el olor del café no llega a opacar el olor de las omegas y se concentra en sus aromas. Sin embargo su alfa interior no reacciona en absoluto. Él se retira en silencio y camina hacia la barra, la cual es atendida por Aaron, de hecho él es quien prepara el café y la comida.
—¿Y bien? —le pregunta en un tono bajo.
—No tienen nada en especial —responde con la misma discreción mientras toca su nariz.
—Está bien, ya vendrán más omegas.
—Papá, ¿qué pasará si encuentro otra omega con un aroma mejor que el de Tesa? —cuestiona al bajar la mirada.
—No puedes luchar contra tu alfa interior, me temo que si eso pasa debes olvidarla —murmura al entregarle un pastelillo para él. Atlas lo toma y come el mismo de un par de bocados grandes.
En cuestión de minutos el café recibe a muchas omegas y Aaron debe trabajar rápidamente al igual que Atlas. Esto se debe a que las primeras dos clientas hablaron del lugar en sus redes, afirmando que un alfa muy atractivo trabaja allí.
Gracias a eso Atlas consigue sentir más aromas, de diferentes intensidades, suaves, dulces, algunos parecidos al olor de los pasteles. Pero nada que mueva a su alfa interior.
—¿Y? ¿Sientes algo?
—Me siento igual de miserable que antes —contesta para luego suspirar. Las omegas le piden su número mientras las atienden o las más atrevidas lo toman de la mano cuando reciben sus pedidos.
—Que extraño, ellas de verdad huelen muy bien —comenta Trevor en voz baja.
—Tu opinión no importa, eres beta —habla el alfa al cruzarse de brazos.
—Soy tu jefe ahora.
Atlas suspira cuando ve a más clientes, pero se lleva una sorpresa. Ryan y Nathan entren al lugar, entonces se acerca a ambos.
—Hey —los saluda, provocando que el beta se ponga muy nervioso por alguna razón. Por otro lado Nathan le gruñe en advertencia.
—¿Qué haces aquí?
—Trabajo aquí, ¿qué hacen ustedes? —contesta mientras sonríe. Ryan evita mirarlo ya que está muy rojo.
—Es una cita —confiesa el alfa rubio al desviar la mirada.
—Lo sé, ¿qué van a pedir? Tenemos café, café y... más café.
—Quiero dos y pastelillos, ¿está bien Ryan? —Nathan mira a su acompañante, quien trata de ocultar su rostro con las manos.
—Mmm, s-si —responde en voz baja.
Atlas se retira diciendo que en unos minutos traerá su pedido, entonces Trevor arquea una ceja. Como el menor supone que se está haciendo una idea errada, rápidamente se explica.
—Ese es Ryan, resulta que le gusto pero sólo somos amigos y ese es Nathan, su amor de la infancia. No son mis exs ni tampoco hicimos una especie de trio, ¿okey?
—Hum... —El beta sólo entrecierra los ojos, haciéndolo bufar.
La jornada acaba y Trevor cierra el café a las nueve, ellos se despidieron y cada uno fue a casa. En todo el camino Atlas se preguntó por qué ninguna de esas omegas atrajeron a su alfa interior. En todo momento éste le decía que esos aromas no eran el de Tesa, insistía en ir con ella y olfatearla. Además de su pelea interna, él terminó muy agotado, ya que nunca había trabajado antes.
Ya en el departamento se arroja boca abajo en el sillón, totalmente agotado. Pero Aaron lo despeina, diciéndole que se anime.
—Esas fueron las omegas que había escogido y más pero no reaccionaste a ninguna. ¿Qué significa?
—Sus olores eran corrientes.
—Okey, iré al baño, necesito una ducha caliente. —Aaron silva mientras camina hacia el cuarto con una toalla colgada por su hombro.
Atlas roda los ojos mientras escucha la melodía, en eso recuerda la prenda de Tesa. Rápidamente va a su habitación y abre el cajón. El saco sigue dentro de la bolsa, entonces abre el precinto despacio.
Él da una profunda respiración para luego tomar la ropa entre sus manos. Siente los hijos suaves y frío, entonces el olor a omega llega a su nariz. Su alfa interior domina el cuerpo en ese momento, haciendo que olfatee la tela como si no hubiera un mañana. Incluso frota su rostro contra el saco.
—Parezco un desquiciado enfermo —se dice cuando recupera el control, le parece patético oler la ropa que robó como si fuera la mismísima Tesa —. ¿Por qué eres diferente?
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