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Capítulo 2

Mitad del año escolar. No puedo creer lo rápido que pasa el tiempo y lo rápido en que todo terminó. Hace unos meses era novia de Donato y ahora ni siquiera voltea a verme. Creo que me lo merezco.

Luego del incidente que tuvimos, lo llamé al día siguiente para decirle que pasara por casa para hablar. Él regresó y con mis padres le expliqué por lo que pasé. El alfa me miró con sus ojos cristalizados y luego me abrazó con ternura. Me pidió perdón una y otra vez y también me juró que me protegería de cualquier cosa que me dañara.

Pero ahora estoy aquí, deambulando por la escuela vacía, vulnerable y sola. Podría ser la víctima de algún asesino en serie.

—Vengo a devolver este libro —le digo al bibliotecario. El beta es un hombre amable y gentil, siempre me perdona si no regreso los libros a tiempo, además me deja quedarme aquí cuando necesito tiempo a solas o simplemente dormir una siesta.

—En tiempo y forma, eso es extraño en ti —comenta sacándome una sonrisa.

—Si, aproveché la hora libre para venir.

—¿Por qué no estás con tus amigas en el patio? Sé que no te gusta mucho leer —cuestiona mientras arquea una ceja.

—A veces son insoportables —respondo subiendo y bajando los hombros—. Eh, si alguien me busca no estoy aquí —digo para luego guiñarle un ojo al beta. Él hace lo mismo y suelta una risa sonora, olvidando por un momento que está en una biblioteca.

Suspiro mientras imagino estando tendida sobre mi puff favorito, ese de color azul que está en el lugar más apartado, solitario y tranquilo de la biblioteca. Hace meses que no vengo aquí y olvidé porqué.

—Ahí estás —murmuro bajo cuando veo mi santuario. Está igual a como lo recuerdo. Rápidamente me arrojo sobre el puff y mi cuerpo reconoce la superficie acolchonada de inmediato. Suelto un suspiro al sentirme tan cómoda, hasta creo que podría dormir unos minutos.

—¿Mmm? ¿A qué huele? —De inmediato reconozco un olor que no es el de los libros viejos o el mío. Este aroma es varonil, fuerte. Olfateo el puff por unos minutos para intentar averiguar de qué se trata—. Huele a menta y a pino, es horrible. Pero no puedo detenerme.

En eso, alguien aclara su garganta detrás de mí. Lentamente giro mi cuerpo para encontrarme a un alfa con varios libros en sus manos. Yo sonrío para luego bajar la mirada al suelo.

—Ese es mi lugar —dice manteniendo el ceño fruncido.

—Oh, como no había nadie creí que... Lo siento —respondo, en mi interior grito cientos de insultos porque quería dormir y ahora no podré hacerlo gracias a ese alfa. Ahora su olor llega a mí y efectivamente es el mismo qué está en el puff.

Recojo mi mochila ante la mirada del alfa y trato de irme rápido para evitar problemas. Entonces, cuando paso a su lado, los libros caen al suelo y su mano toma mi muñeca. Suelto un chillido del susto pero quedo sin palabras cuando lo veo inclinarse y olfatear mi mano. Él cierra los ojos mientras frota su rostro contra mi brazo. Da un par de respiraciones más para luego mirarme.

Yo vuelvo la vista al suelo, teniendo las mejillas completamente calientes. Estoy sonrojada.

—Eres tú —murmura con una voz grave. Su mano continúa tomando la mía, me acaricia con su pulgar y luego la dirige hacia su entrepierna. Rápidamente me aparto y cubro mi rostro por la vergüenza. Pude sentirlo muy despierto.

—¡¿Qué te pasa?! —exclamo en susurros—. ¡No quiero tocar tu cosa!

—Es tu culpa, dejaste ese olor aquí y lo he sentido día tras día hasta obsesionarme. Creí que no lo volvería a sentir luego que fue opacado por el mío —me explica mientras avanza hacia mí. Estoy a punto de correr pero noto que me encuentro atrapada por mi propio santuario, el cual se convirtió en un callejón sin salida.

—N-No, por favor —suplico cuando me volteo hacia él—. Otra vez no, no. —Mi voz se quiebra y comienzo a llorar. Continúo retrocediendo pero tropiezo y caigo sobre el puff, me acurruco sobre el mismo mientras le rezo a la Luna que esto termine rápidamente.

—Shh, tranquila —oigo una voz y también siento una caricia suave en mi cabeza—. Alguien abusó de ti, ¿verdad?

—S-Si —respondo. No sé porqué lo hice, ni siguiera lo conozco.

—Lo sabía. No te haré daño, pero de verdad tu olor es tan... —No termina la oración y se acerca para olisquear mi cabello. Mi cuerpo tiembla y abrazo mis piernas al sentirme aterrada—. Es floral y comencé a investigarlo. ¿Sabías que tu olor es una perfecta mezcla del aroma de gardenia y de poenía?

—No, n-no lo sabía. ¿Qué e-es poenía? —murmuro. Aún no me atrevo a mirar su rostro.

—Es una flor grande y sus colores pueden ser rosa pálido, violetas o blancas —responde mientras aparta el cabello que cubre mi rostro. En ese momento nos miramos a los ojos y pude ver su rostro claramente. Tiene el cabello negro y unos ojos mieles tan intensos y brillantes.

Salí de la biblioteca en cuanto sonó el timbre de recreo. El alfa intento detenerme pero le dije que tenía cosas que hacer y me hizo prometerle que volvería a verlo mañana a la misma hora y lugar.

—Calma Tesa, n-no entres en p-pánico —me digo al verme en el espejo del baño de señoritas. No puedo olvidar sus ojos ni su aroma a pino y menta.

En ese momento veo al grupo de mis amigas omegas, ellas me saludan y me pregunta en dónde estaba mientras se sacan selfies. Entonces siento mi rostro caliente al recordarlo.

—Bueno, creo que me gusta un alfa que-

De repente Zoey, entra llorando e interrumpe mi relato. Ella se encuentran destrozada y todas dejan lo que están haciendo para escucharla y consolarla.

—Fue un alfa —traduce su mejor amiga porque Zoey no puede dejar de sollozar—. Dice que hace unos meses él elogió su aroma y estaba encantada, le dijo muchas cosas bonitas y que estaba obsesionado con ella. Pero luego de dormir juntos él la dejó de lado. El muy imbécil le remarcó que es libre y que nunca comenzaron a salir o algo por el estilo.

—¡Estoy cansada de los alfas! —exclama la pobre Zoey. La demás la consuelan diciéndole que ya pasó mientras la abrazan.

—Lo sé nena, ¿y si pruebas con un beta? Son mucho más considerados —le aconseja el omega que tiene por pareja a un beta, así que sabe de lo que habla.

—Tesa, ibas a contarnos algo.

—Ah, era... —Ahora soy el centro de atención—. Se me olvidó.

Inmediatamente salgo de los sanitarios y corro hacia la biblioteca, a mí no me verán la cara de estúpida. Alfas idiotas. Entro fúrica a la biblioteca y camino a paso rápido hacia mi lugar especial. Allí encuentro al alfa leyendo unos libros y haciendo apuntes. Al verme sonríe.

—No pudiste esperar hasta mañana, ¿verdad?

—Maldito, una amiga acaba de dejarte como una persona despreciable. La usaste y la dejaste —digo señalándolo mientras aprieto los dientes.

—¿Quién de todas fue? —Hasta tiene el descaro de preguntarme eso.

—Zoey de 5-B.

—Oh, si. Canela y miel. Demasiado empalagoso cuando lo hueles por mucho tiempo —contesta de manera desinteresada.

Yo gruño bajo, quisiera golpear al alfa idiota. Pero no puedo, en su lugar pienso insultarlo y le dejaré en claro que no me interesa.

—Tú... —Miro al frente y el aire escapa de mis pulmones. Todo mi cuerpo queda paralizado al tenerlo de pie a unos centímetros de mí.

—¿Yo que? Nunca le dije a esa omega que estábamos saliendo. Pero si es verdad eso de que me encanta tu aroma. —Él extiende su mano hacia mí para acariciar mi cabello, toma una mecha de este y lo olfatea—. Estás temblando de nuevo.

—Mentira —digo retrocediendo unos pasos.

—Puedo ayudarte con eso si quieres —susurra y luego cubre el espacio que nos separa, termino acorralada contra unos estantes mientras él acaricia mi cabello—. Cuando me obsesiono con una omega la sigo a todas partes, la olfateo y también quiero todo de ella. Ya entiendes.

—Entiendo —respondo después de tragar saliva.

—Como tú eres especial, me tomo la molestia de explicártelo. No busco nada serio, solo es hasta cansarme —comenta, manteniendo un mechón enredado por su dedo índice—. Piénsalo, poco a poco superarás tu miedo. Te lo prometo.

—E-Está bien.

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