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Capítulo 17

—Si quiero p-pero me... da-da pena. —Ahora parezco una beta balbuceando cosas sin sentido. El alfa, por su parte, me toma en brazos para caminar a su habitación.

—Pareces un koala por la manera que te aferras a mí —comenta él, sus manos sostienen mis muslos y aprovecha esto para acariciarlos. Cada toque hace que mi piel se erice bajo su tacto cálido.

—Tengo miedo de caer —digo, para entonces apretar un poco más mis piernas alrededor de su cintura.

—Mmm... No dejaré que pase —responde esto mediante un gemido ronco. Sus palabras suenan cada vez más graves debido a la excitación que recorre su cuerpo y también por mi causa. Al estar rozando nuestras intimidades.

La cama me recibe con su suave consistencia y ese aroma a alfa que me hace suspirar una y otra vez, para llenar mis pulmones como una droga embriagante.

En ese momento Atlas me voltea, dejándome boca abajo mientras lo siento sobre mi cuerpo. Me cubre completamente y presiona su hombría contra mi muslo.

—¿Está bien así? —murmura en mi oído, sus manos acarician mi vientre y hacen un amague de bajar, sin embargo me toma de las piernas para mantenernos en contacto. Lo siento muy despierto, se frota contra mí con un poco más de energía y provoca que mi ropa interior comience a humedecerse.

Mis uñas se clavan en la almohada mientras respiro de forma agitada, el aroma de Atlas está en todas partes y jadeo al notar que comienza a bajar lo último que me queda de ropa.

El frío hace que mi piel se erice cuando ya no hay nada que nos separe, incluso se deshizo de sus boxers, permitiendo que él pueda sentir mi húmeda.

—Oh... Tesa, Tesa —lo escucho susurrar bajo. Pero no quiero voltear, muero de vergüenza al estar en esta posición—. Quisiera tomarte una foto.
—¡¿Qué?! —me sobresalto y volteo, cubriendo lo que puedo de mi cuerpo con la almohada.

—Es broma —él ríe y aparta el cabello de mi rostro—. Pero ganas no me faltan de inmortalizar este momento —agrega mientras avanza para besar mis labios.

El alfa, mediante caricias, logra colocarme de nuevo en esa posición vergonzosa, pero a la vez es un poco satisfactorio al saber que él me desea.

Siento sus dedos separar mis labios suavemente, haciéndome gemir contra la almohada debido a su aliento tan cálido. Él vuelve a probar de mí, solo que esta vez llega mucho más profundo.

—Uhmm, ah... ah... —Muerdo la almohada para intentar controlarme, mi voz suena muy aguda y es imposible contenerla cuando su lengua acaricia todo de mí. Atlas me saca un pequeño grito cuando muerde una mejilla, esto causa que ría y vuelve a cubrir mi cuerpo con el suyo.

—¿Lista? —pregunta al momento de apartar todo mi cabello, dejándolo descansar sobre mi hombro derecho. Su respiración golpea mi piel y todo mi cuerpo comienza a temblar al oír esa voz ronca y cargada de lujuria.

—Si —respondo apenas, mi voz se oye débil a comparación con la suya.

Inmediatamente después de dar mi respuesta, se separa para colocarse protección y comienzo a sentir como entra poco a poco. Su brazo derecho rodea mi pecho al mismo tiempo que se sostiene con el izquierdo y oculta su rostro en mi cuello.

Duele un poco y mis uñas rasgan la almohada, pero él ya está completamente dentro y me distrae con cortos besos en la zona más sensible de mi cuerpo.

—¿Estás bien?

—Si, e-es solo que... —Mis brazos no pueden soportar el peso de mi cuerpo por lo que comienzan a temblar. Pero gracias a la Luna, él me sostiene con gentileza y coloca las almohadas debajo, asegurándose de que esté cómoda mientras se mueve contra mí. Lo hace de una manera lenta, esperando a que mi cuerpo se adapte.

Luego sostiene con ambas manos mi cintura para dar estocadas más rápidas y menos profundas. Sus movimientos me arrancan suspiros profundos y jadeos. Mi mejilla se encuentra contra la almohada mientras siento tan vivo el aroma del alfa.

—No, n-no... No m-me gusta.

—¿Qué tienes? —Atlas se detiene, dándome lugar para voltear y mirarlo con los ojos llorosos—. Todo está bien.

—Es que quiero verte —murmuro.

—Oh... Bien —contesta para después sonreír, al mismo tiempo limpia mis lágrimas con sus pulgares.

Él me recuesta sobre la cama mientras su boca toma la mía, lo sigo como puedo pero debo apartarme al sentirlo nuevamente en mi interior. Me sostengo de su cuello y lo abrazo al sentir las lentas embestidas, que poco a poco van recobrando velocidad. 

—Si, a-así —digo, mis palabras se oyen entre cortadas debido a mi respiración agitada. Entonces me separó un poco para observar su cuerpo, caliente, cubierto de una fina capa de transpiración y que expulsa feromonas que enloquecen a mi omega interior.

Cruzamos miradas por un momento, sus ojos mieles me observan fijamente, pero debo cerrar los míos cuando llego a mi límite. Gimo su nombre en voz alta mientras mi cuerpo tiene pequeños espasmos, él aún no ha terminado, por lo que debo soportar unas salvajes embestidas más.

—Hazlo —Esa palabra hace eco en mi mente y poco a poco giro la cabeza a un lado. Es mi omega interior quien tiene el control y eso me asusta un poco.

—A-Atlas... mar-

Cubro mi boca con las manos rápidamente antes de delatarme, el alfa, por su parte, se encuentra muy distraído, sus ojos ahora están cerrados y mantiene el ceño fruncido. Entonces, con un gruñido ronco, da la última estocada para luego detenerse. El nudo nos mantiene unidos en este momento y respiro de manera agitada por el esfuerzo realizado.

—Tesa.

Lo miro mientras mi pecho sube y baja, él está en las mismas condiciones o peor. Sus ojos dilatados se detienen en los mios durante una fracción de segundo antes de avanzar. Él se acerca a mi cuello y muerde con ferocidad, luego se separa con la misma velocidad, desparramando una gran cantidad de plumas sobre nosotros y la cama.

Él escupe la tela de la almohada a un lado, después aparta unos mechones de su cabello mientras varias plumas están a nuestro alrededor y caen suavemente. Es la vista más impactante y bonita que vi en mi vida.

Atlas se arroja a mi lado, teniendo cuidado de no lastimarme y quita las plumas que aún siguen en su boca. La habitación queda me silencio, siendo nuestras respiraciones agitadas lo único que se puede oír.

—¿Estás bien? —su voz interrumpe la paz y siento un par de besos en mi rostro—. Fui un poco rudo.

—Estoy bien —murmuro, dejándome mimar por sus caricias.

—Yo por poco... Casi lo arruino otra vez.

—No, yo quería —me muerdo la lengua, pero ya es demasiado tarde. Atlas aleja su mano, la cual estaba acariciando mi cabello, para mirarme.

—Eso no, no lo haré —niega para luego desviar la mirada.

Ya sabía que esto pasaría, no puedo pedir más sabiendo que no lo tendré. Estúpida omega.

—Lo lamento —susurro. Yo lo arruiné, ¿por qué simplemente no pude cerrar mi boca y disfrutar un poco más?

Los minutos pasan y Atlas finalmente puede separarse de mí, dejando un vacío en lo profundo de mi ser. Él se levanta de la cama y se coloca la ropa interior mientras me cubro con las mantas.

—Te llevaré a casa luego de que tomes una ducha.

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