Capítulo 11
—¿Como? —Él ignora mi pregunta por completo mientras me lleva hacia nuestro lugar especial. Un momento, ¿nuestro? No deberías pensar así omega tonta.
Atlas parece hablar en serio, tanto que comienzo a ponerme nerviosa, no quiero hacer nada inapropiado aquí, además Trevor ya me lo advirtió. Debo detenerlo, no puedo hacerlo yo ya que me tiene atrapada entre sus brazos, es bastante fuerte.
—No hay necesidad de algo como eso, ¿verdad? Sólo se me hizo tarde.
—Justamente por eso debes aprender —murmura en mi oído y deja un beso allí—. Hum... Esa alfa dejó su olor a cereza en ti —comenta haciendo una mueca, entonces me da una sonrisa que me deja aún más nerviosa.
En ese momento siento como se agacha y el puff recibe mi cuerpo con toda su comodidad. Una vez allí, Atlas me sonríe antes de inclinarse y quedar muy cerca de mi rostro. Su aliento a menta se mezcla con mi respiración, estoy un poco agitada ya que se encuentra demasiado cerca y mi cuerpo continúa sensible a cualquier estimulo.
—Voy a tener que marcarte con mi olor de nuevo.
—Está bien —murmuro soltando aire, estoy aliviada que no haya pensado en hacer otra cosa.
—Mmm... Esa alfa, ¿qué es de ti? —pregunta antes de acercarse y frotar su mejilla contra la mía. Ambos estamos muy cerca, él se sostiene con sus brazos para no aplastarme, por lo que sólo la ropa separa nuestros cuerpos.
—E-Es una nueva amiga —respondo con la voz débil. Sus manos rodean mi espalda mientras se acomoda entre mis piernas, con acaricias logró que las abriera lentamente.
—¿Segura? —Atlas me mira fijamente al preguntar eso. Yo me pierdo por un momento en esos ojos.
—Si... —susurro, tengo el impulso de llevar mis manos a su cabello y peinarlo con mis dedos. Él cierra los ojos, empujándose hacia mis manos y suspira profundo. Copio su acción llenando mis pulmones de su aroma fresco y salvaje.
—Dices la verdad —murmura haciendo que sienta la vibración desde su pecho—. Pero aún así te castigaré.
Lo miro sorprendida, creí que había olvidado eso, pero se ve muy decidido. Atlas saca una gran manta de su mochila, tiene un olor peculiar y nos rodea con ella, asegurándose que quedemos completamente cubiertos.
—Neutralizará nuestro aroma mientras hacemos esto. Asegúrate de que nos cubra todo el tiempo o Trevor nos descubrirá —me ordena.
—No entiendo —contesto bajando la mirada, me encuentro sentada en el puff con esa extraña manta sobre mis hombros. Atlas me sonríe diciendo que soy muy adorable, luego coloca sus manos en mis rodillas, indicándome en silencio que abra mis piernas. Mi omega es quien lo obedece mientras yo lucho por retomar el control de mi cuerpo.
—Tranquila, el castigo te gustará. —Él alfa nos cubre a ambos con la manta, dejando la linterna de su celular como única luz. Él está arrodillado frente a mí, en ese momento comienzo a sentir sus manos colarse por debajo de mi falda.
—E-Espera. —Lo detengo haciendo que me mire—. Aquí no.
—Es tu castigo. Pero por ti lo dejaré pasar —responde dándome una sonrisa. Yo respondo de la misma manera y siento un corto beso en mi muslo derecho que me hace estremecer, Atlas no se detiene ahí porque continúa besando, siguiendo algún camino imaginario que lo lleva a subir lentamente.
—Mmm... —gimo bajo y cubro mi boca al instante. Es muy difícil controlar las reacciones de mi cuerpo, menos cuando los dedos del alfa comienzan a acariciar mi cintura. Sus manos tocan la piel debajo de mi blusa. Pero luego se alejan, dándome un pequeño respiro. Sin embargo el alivio no dura mucho porque levanta mi falda y comienza a bajar mi pequeño shorts y, al mismo tiempo, la ropa interior.
—Con unos besos ya estás muy excitada —comenta para luego enseñarme una sonrisa de lado.
—Estás l-loco —digo apartando la mirada. Siento como la ropa se desliza por mis piernas y termina en mis tobillos, entonces el alfa ronronea cuando reanuda el camino de besos.
—Lo estoy —murmura al llegar a mi intimidad. Su aliento choca cintra mi piel haciendo que un fuerte escalofrío recorra cada rincón de mi ser.
—Es-Espera. —Intento detenerlo colocando mis manos en su hombro, pero ya es demasiado tarde. Debo llevarlas a mi boca para callar los gemido que se escapan de mis labios. Su lengua me acaricia lentamente, es tan cálida, además su respiración eriza mi piel, no puedo apartarme porque sus brazos me rodean y sujetan mi cintura, impidiendo cualquier movimiento de mi parte. Sólo me queda rezarle a la Luna para que nadie nos descubra.
—Tu voz ahora es muy bonita —susurra Atlas al detenerse por un momento. Luego continúa lamiendo, haciendo que me retuerza un poco.
Sus manos comienzan a masajear mi cintura mientras penetra rápidamente mi interior. La sensación que causa me lleva a tomar su cabello con las manos, me muerdo los labios para no gemir alto y alertar a todos de lo que estamos haciendo. Mi cintura se mueve en busca de más cuando curvo la espalda, todo esto debido al estímulo del alfa en los lugares correctos que ni yo misma sabía que existían.
—Ah... más, más... —se me escapa junto a un suspiro. Él tararea en respuesta, las vibraciones me hacen llevar la cabeza hacia atrás.
Yo lo pedí y lo tengo. Ahora lame mucho más rápido, haciéndose paso entre mis labios una y otra vez para luego parar y sorber con fuerza ese punto que me deja sin aliento.
Al momento de llegar al éxtasis, debí reprimir un grito apretando los labios con fuerza y aferrando mis manos a los hombros del alfa. Él continúa lamiendo y sorbiendo mientras mi cuerpo tiembla, hasta que por fin se separa, dejando una mordida en mi muslo interior.
Atlas no dice nada, simplemente me mira para luego lamer sus labios, ese simple gesto hace que sienta mucha pena.
—Te lo dije, terminó gustándote.
No sé qué debería responder, simplemente intento ordenar mi vestimenta. Pero él detiene mis manos, me indica esperar un momento, entonces saca unas toallas húmedas de su mochila y asea mi intimidad con cuidado y sin otras segundas intenciones.
—No volveré a olvidarlo —murmuro al regresar mi ropa al lugar en donde estaba.
—Espero que sí para repetir esto. —Atlas suelta una risa al ver mi cara, más me vale agendar el horario de nuestros encuentros en mi celular.
—Ya no necesitamos esto. —Aparta la manta y luego la dobla con cuidado para guardarla nuevamente en su mochila. No estoy segura si esa cosa realmente neutralizó nuestro olores, aunque tal vez sí lo hizo, sería una buena explicación del por qué nadie nos descubrió.
El timbre suena y Atlas hace una mueca. Forma un puchero al mirarme, entonces se acerca y frota su cabeza contra la mía.
—Debo asistir al menos una clase —habla desganado al momento de separarse de mí.
—Oh, también yo —respondo bajando la mirada—. Nos vemos mañana.
—Y espero que lo olvides —se despide guiñando un ojo. Luego se da media vuelta y se pierde de mi vista entre los estantes.
—Eso fue intenso —me digo a mí misma una vez que estoy sola. A pesar de estar asustada por lo que pasó, mi omega interior quedó muy emocionada.
De repente mi celular me saca de mis pensamientos, tengo mensajes nuevos y son de Brenda, ahora recuerdo que le había dado mi número.
Brenda
Oye, la sonrisa funcionó
Pero no tuve los resultados que buscaba
Yo
No entiendo
¿Qué quieres decir?
Brenda
Estos son mis pretendientes:
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro