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Capítulo 1

Academia Hyakkaou, una academia de renombre fundada hace 121 años donde estudian los hijos e hijas de líderes políticos. Pero hay algo más que llama la atención de esta escuela, y son las apuestas. Las apuestas deciden todo: Tú presente y tú futuro...

...O eso es lo que yo creía.

Llegué hace dos meses a la prestigiosa Academia Hyakkaou, no soy alguien de clase alta ni nada por el estilo, soy un simple becado que a base de su esfuerzo pudo llegar hasta aquí. Dejé a mi familia en mi ciudad natal y me mudé solo para estudiar en esta escuela.

Mi primer día fue bastante agitado, llegué a las afueras de la Academia Hyakkaou con cierto miedo de no ser aceptado por los hijos de la alta sociedad.

Miraba una y otra vez mi uniforme sin poder creer lo bien que lucía: Chaqueta roja con adornos negros en los puños y en el cuello, una camisa de vestir, corbata negra y pantalones oscuros a cuadros.

Pude recorrer una gran parte de la escuela sin complicaciones hasta llegar a mi salón.

Estaba un tanto nervioso cuando la maestra Hana me presentó ante todos mis compañeros de clase.

La maestra Hana, una mujer de lentes y de cabello castaño, parece ser una persona muy amable.

Me senté en un asiento desocupado en los primeros lugares del salón, miraba solamente a la pizarra, ignoré a todos a mi alrededor, por temor a sus miradas juzgantes.

Las clases transcurrieron con total normalidad, la exigencia de esta Academia la hace digna de su fama, nunca antes había tenido un desafío tan grande en temas académicos.

Cuando ya estaba decidido a levantarme e irme del salón, un tipo alto y musculoso me toma del hombro, haciéndome girar hacía él.

- Así que tú eres el nuevo ¿Eh?, mucho gusto en conocerte novato, soy Jun Kiwatari y a partir de este día te arrepentirás de haber ingresado a esta escuela - su mirada imponente y amenazante me dificultó poder hablar por unos segundos.

- ¿Qué... qué quieres decir?.

- La Academia Hyakkaou no es un lugar donde tus calificaciones definan tu futuro, en este lugar apostamos grandes sumas de dinero y el que pueda gobernar a los otros será alguien exitoso en la vida.

- ¿Y eso qué?

- Déjame explicarte las reglas novato, en esta Academia el que no paga su deuda se convierte en una mascota: Fidos para los chicos y mininas para las chicas. Además, debes pagar tu deuda al Consejo Estudiantil, lo que prácticamente es imposible, tu destino ya está marcado, es un círculo vicioso del que no podrás salir.

- ¿Qué quieres de mí?

- Quiero que apuestes y darte una lección: Los becados son escoria dentro de esta escuela - su mirada se torna sombría.

- No le temo a nada, si estoy aquí es por qué me pude superar a mí mismo. ¡Adelante!, ¡Estoy listo!.

- Bien novato, veremos como andas en las apuestas. ¡Chicos, ya saben que hacer!.

Prácticamente en un abrir y cerrar de ojos, todos mis compañeros de clase ordenaron unos pupitres y las pusieron uno al frente del otro, como también cerraron la puerta y cubrieron las ventanas para que el ambiente fuera tenue.

Ahora que veo mejor, todos ellos tienen puestos una especie de collar, esa debe ser la forma como identifican a las mascotas

Kiwatari saca tres dados de su bolsillo y los coloca en la mesa los dados están pintados por distintos colores: rojo, negro y blanco.

- Bien novato, te enseñaré las reglas. El mejor de tres partidas ganará, en cada partida apostaremos un monto determinado de dinero. Debes elegir uno de los tres dados en cada partida. Posteriormente los lanzaremos al mismo tiempo, y el que obtenga el número mayor ganará. ¿Alguna pregunta?.

- Veo que no son dados normales - tomo el dado rojo - los números tienen un orden distinto.

- Eres observador - se sorprende por mi comentario - así es mucho más interesante. El dado rojo tiene los dígitos 2,2,6,6,7 y 7. El dado blanco los digitos 1,1,5,5,9 y 9. En cambio el dado negro tiene los dígitos 3,3,4,4,8 y 8.

- No deja de sorprenderme esta escuela - suelto una pequeña risa.

- Empecemos, ¿Cuánto quieres apostar novato? - comenta mientras uno de sus asistentes trae unas fichas rojas - cada ficha equivale a mil yenes.

- ¿Cuánto debería apostar? - pregunto algo tembloroso al escuchar el monto de cada una de esas fichas.

- ¿Te parece 200 mil yenes?.

Mi rostro adopta una expresión de horror al escuchar ese monto. No es posible que alguien pueda derrochar 200 mil yenes en una sola partida de dados.

- ¿Qué ocurre?, ¿No tienes esa cantidad?. Creo que nunca habías tenido ese monto en tus manos, bueno... Bienvenido a la Academia Hyakkaou novato.

- ¡Apostaré! - digo con convicción, aunque por dentro dengo miedo de perder eventualmente 400 mil yenes en dos partidas y tener una deuda de 800 mil yenes en total.

Mi respiración se vuelve irregular.

- Esa es la actitud - ríe descontroladamente - ¡Será como quitarle un dulce a un bebé!. te daré la oportunidad de elegir el dado.

- Me quedaré con el de color rojo que tengo en mis manos.

- Está bien, por mi parte elegiré el de color negro.

Las 400 fichas están puestas sobre la mesa. Debo ganar cueste lo que cueste.

- A la cuenta de 1...2...¡3! - gritamos al mismo tiempo.

Los dados han sido arrojados, no hay vuelta atrás.

Mi dado se detiene primero. Saqué un 7, la victoria es casi mía.

Pero para mi mala suerte, el dado de Kiwatari se detiene en el número 8.

- ¡JA JA JA JA!, creo que gané - ríe desenfrenado - ¡400 mil yenes son míos!.

Esto ha sido un balde de agua fría. En mi primera partida perdí 400 mil yenes. Creí que ganaría, tenía un 7, el número más alto del dado.

- ¿Qué sucede?, todavía nos queda una partida más.

- ¡Elegiré el dado negro! - digo sin titubear - ¡Apostaremos 200 mil yenes!.

Debo ganar...debo ganar.

- Así me gusta... bien, creo que elegiré... el dado blanco.

Las fichas nuevamente son colocadas en la mesa.

- A la cuenta de 1...2...¡3!

Los dados nuevamente giran.

El dado de Kiwatari se detiene primero. ¡Es un 5!, creo que podré ganar.

Lamentablemente y contra todo pronóstico, el dado cae en el número 4.

- 2 de 3, ¡yo gano! - Se lleva sus fichas, dejando un total de 800 mil yenes de deuda en mi contra.

- No puede ser... no puede ser, seré una mascota, no podré salir de este pantano. Que idiota fui al pretender que encajaría en esta escuela - llevo mis manos para sostener mi cabeza.

- Ya sabes las reglas, te convertirás en una mascota.

Uno de mis compañeros trae un collar para mí.

- ¡NO! - grito a viva voz - ¡No me rendiré tan fácil!. ¡Seguiré apostando!, ¡No seré tu mascota!.

Le señalo con mi dedo ante la impresión de todos.

- ¡JA!, parece que el becado quiere aumentar su deuda. Está bien, ¿Cuánto quieres apostar?.

- 200 mil yenes y eligo el dado de color blanco.

- Elijo el dado de color rojo - comenta Kiwatari.

- A la cuenta de 1...2...¡3!

Mi dado se detiene en el número 5, mientras que el de mi oponente cae en el número 7.

- Házte un favor y ríndete, ¿Quieres novato?, esto ya dejó de ser gracioso.

- ¿Crees que no me daría cuenta del truco de este juego? - miro fijamente a los ojos - rojo contra blanco, blanco contra negro y negro contra rojo.

Noto el rostro impactado de Kiwatari.

Tomo algo de aire antes de continuar:

- Era lógico, los dados que escogías no los elegías al azar. Ya conocías las probabilidades de ganar, ¿5/9?, ¿No es así?. Si escogía un dado, tu escogías el que tenía una mayor probabilidad de ganar, aunque había algo de suerte en ello, el factor psicológico de perder una y otra vez jugaría a tú favor.

- ¡Mientes!, ¡no hay trucos en este juego!.

- Entonces, comienza tú la partida - le digo sombríamente.

- ¡Lo haré!, eligo el dado negro y apuesto 200 mil yenes.

- ¿No crees ni en tus propias habilidades Kiwatari?, si fuera tú y ya que no tienes nada que perder, aumentaría esa apuesta, ¿Qué te parece 600 mil yenes?.

La confianza de su respuesta, asegura mi futura victoria.

- Está bien, te demostraré que no hay trucos aquí novato.

- Por mi parte, escogo el dado blanco.

- A la cuenta de 1...2...¡3!
La suerte está a mi favor, el dado de Kiwatari se detiene en el número 4, mientras que el mío, lentamente se posiciona en el número 9.

- Creo que la suerte está de mi lado.

Mi oponente luce desconcertado. Ha perdido por primera vez.

- ¡Bah!, no es nada. Todavía sigues siendo mi mascota y no has saldado tu deuda, tenemos una diferencia de 600 mil yenes.

Idiota...

Miro a todos a mi alrededor.

- ¿Qué te parece si escogo yo en nuestra última partida? - propongo.

- Me parece bien.

- Eligo el dado rojo(...)

Antes de que pudiera elegir, interrumpo su acción.

- (...) asumo que escogerás el dado negro ¿Estoy en lo correcto?

Su mirada impaciente es cada vez más evidentes.

- ¡Te demostraré que Jin Kiwatari no es un tramposo!, ¡Elijo el dado de color blanco!

- Entonces apostemos 600 mil yenes.

- ¡Trato hecho!.

Realmente es un idiota, si se hubiera detenido a analizar la situación no habría caído en mi trampa. En fín, el juego consiste en dominar a tu rival. En el intento de demostrarme que no haría trampa, pude guiarlo para que escogería el dado blanco, el dado que me da mayor probabilidad de ganar; en cambio, si hubiera escogido el color negro, la victoria hubiera sido suya.

- A la cuenta de 1...2...¡3!

Los dados caen, la presión se siente en el aire.

El dado de Kiwatari cae en el número 5. En tanto el mío, se detiene en el 7.

- ¡No puede ser!, ¡He perdido!, pero aún así estás en deuda conmigo novato- ríe vulgarmente..

- Creo que las matemáticas no son lo tuyo...

- ¿Que dices?, tienes una deuda de 600 mil yenes.

- Por favor, en nuestro primer juego ganaste 800 mil yenes en dos turnos. En el siguiente juego, en tu primer turno ganaste 400 mil yenes más, sumando un total de 1.200 yenes. En el siguiente turno apostamos 600 mil yenes cada uno, entre ambos, la diferencia era de 0 yenes. Ahora, en mi último turno, en tu afán demostrar tu honestidad no elegiste el dado que correspondía, ni tampoco te detuviste en el monto apostado: 600 mil yenes, lo que significa que tienes una deuda de 1.200 mil yenes.

- ¡NO PUEDE SER!, ¡NO PUEDE SER!, no pude perder contra un simple becado. - lleva su rostro hacía la mesa.

Me levanto y me dirijo a su lado.

- Lo malo de la gente como ustedes, es que creen que el dominio es sinónimo de fidelidad. Todos a nuestro alrededor pudieron entender mi estrategia, pero nadie dijo nada, ¿Sabes por qué?, por que en el fondo todos quieren verte caer, todos quieren ver caer al poderoso. Esto fue una batalla al puro estilo David contra Goliat y la historia es cíclica, David ganó.

Al ver su cuerpo temblando y sus llantos de sufrimiento, no pude evitar mirar a todos mis compañeros de salón. Ellos son esclavos de este sistema, yo no soy como ellos, no soy de su clase, puedo marcar la diferencia.

- Saldaré tu deuda conmigo - adopto una postura firme.

- ¿Qué dices? - Kiwatari eleva su rostro.

- No seré parte de este circo, haré la diferencia, no me interesa ser dominado por otros - me alejo de todos y camino hacía la salida.

En un vistazo rápido noto que la puerta está entreabierta, juré que había sido cerrada.

Salgo apresuradamente en busca de alguien. Pero desgraciadamente no veo a nadie.

- Espero que haya sido solo una coincidencia.

Recorro los pasillos en busca de la salida de la Academia Hyakkaou.

- Hoy fue un buen primer día.

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