Único.
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Desde entrar por primera vez al templo el cosmos de Poseidón llenó el cuerpo de Julián, haciéndole entender y aprender rápidamente de lo que rodeaba su destino. La herencia que tenía su sangre de manos del dios de los mares. Una orden de guerreros a su Merced, entre los que destacada Kanon. Cómo el mayor, el más fuerte y el más capaz en varios sentidos desde las capacidades físicas como las del liberazgo. Llevaba unos meses asimilando su nuevo papel, el de un dios, pero no pensaba que podía hacerlo solo.
Kanon llegó a su mente, un hombre que fácilmente podía serle de mucha utilidad. Llamándolo.
— Kanon de Sea Dragón. Gracias por venir. — Aunque en el fondo estaba muy indiferente, Kanon mantenía una expresión serena y calmada, atendiendo a su dios. O bueno, al chiquillo del que se tenía que deshacer mucho más adelante sabiendo qué Poseidón tardaría en despertar.
— ¿A qué debo su llamada?
— Quiero hacerte una propuesta. Primero, quítate la armadura y párate frente a mi. — Quería verlo vulnerable, a su Merced como si quiera dominarlo desprotegido por la armadura, ese Kanon lo entendió. Engrosando la mirada pero parándose frente a él tocándole aceptar.
Julián sonrió notoriamente complacido. Acariciando el rostro de Kanon para el desconcierto de este. Disfrutando de la acción, el detallar la belleza de otro hombre, sacando el deseo que pudiera generarle.
— Eres hermoso. El mejor guerrero de aquí. Mi arma más poderosa, ¿O me equivoco? — Kanon se mantuvo el silencio, asintiendo a la pregunta aún con la mano de Julián sobre si cara. — Kanon de Sea Dragón, te quiero proponer algo; Sé mío, mi segundo al mando, mi mayor cercano y mi amante cada que lo pida. ¿Aceptas?
Julián tenía el valor para pedirle matrimonio a una chica que acaba de conocer, parecía que tenía el mismo valor para pedirle eso a un tipo mayor que él, aunque por lo menos a Kanon si lo conocía desde ya unos meses.
Kanon sonrió de medio lado, básicamente Julián le estaba ofreciendo lo que necesitaba en bandeja de plata. Aunque sorprendió no necesito mucho tiempo para saber que le convenía, y detallando a Julián, feo no era por nada del mundo.
— Cómo usted desee, mi señor. — Sujetando el mentón de Julián ambos se acercaron, sellando su promesa con un beso, simple y placentero. De un momento a otro, Kanon sujetó a Julián de la nuca, apretando contra él y cambiando el ambiente, metiendo su lengua a su boca, acción que Julián disfruto.
— Veo que disfrutas bar órdenes. Pero te voy decepcionando, solo yo las voy entre los 2.
— Veamos si puede cumplir eso. — Moviendo su rostro besó su cuello empezando ese juego de poder. Dejando inmóvil el portador de Poseidón en su trono.
En su recamara Julián se terminó por desnudar, acostándose boca abajo en la cama a espera de Kanon, parado desnudo en frente de él, detallando su espalda, glúteos y piernas. Julián no tenía nada de feo.
— ¿Ya tan rápido me quieres dentro? Yo deseo verte. Párate frente a mi. — El contrario sonríe pícaro, como si deseara provocarlo. Parecía olvidar mucho de lo que dijo hace un momento, porque cualquiera que lo vea no pensaría que es un dios orgulloso.
Eso le gustaba a Kanon. Sujetando a Julián en sus brazos, alzando una de sus piernas de forma que sus miembros se toquen y allí besarlo como hace un momento. Sin pudor y desenfrenado. Palmeando el trasero del dios fácilmente.
Kanon parecía disfrutar más de lo que quisiera. Un amante como Julián, poderoso, guapo, con mucho que demostrarle en la cama.
— Ahh… — Gimió fuerte. Nunca había experimentado el sexo como en ese momento. Sujetando a Julián del cabello mientras practicada un oral consigo.
— Terminamos aquí. — Kanon parpadeó sin entender eso. Ya estaban desnudos y en el cuarto, Julián parecía hambriento también, limpiando los rastros de pre-semen de sus labios, parándose cómo si hubiera estado chupando su erección.
— ¿Puedo preguntar por qué está decisión? — Notoriamente insatisfecho se cruzó de brazos. Obligado a ver cómo se volvía a poner la ropa, aunque ganas de tomarlo y continuar no le faltaban.
— Porque soy un dios con responsabilidades, y aparte también soy virgen. — Ya con los pantalones puestos se paró frente a Kanon, susurrando cerca de él. — Tu cargo no es ser solo mi amante, eres mi general, mi guerra de mayor cargó. Si quieres tenerme en la cama, tienes que esperar a que sea de noche. Y como obligación, está noche tienes que estar aquí antes de las 10. Y serás todo mío. — Besando su mejilla empezó a ponerse la túnica antes de irse, dejando a su Marina, riendo con ironía, forzado a masturbarse para quitarse el calor qué le dejó su boca encima.
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— Kanon… — Suspiraba, en la cama que Julián utilizada Kanon se apoyada en la pared extendiendo sus piernas de modo que su dios tenga un espacio perfecto pará él en ellas. Sentado sobre su cadera con su miembro moviéndose dentro de su trasero primoroso.
Su general lo sostenía de la cintura moviendo sus glúteos encima de su miembro. Sus cuerpos sudados se abrazaban, besándose en medio de un vaivén que ya llevaba bastante rato. El miembro de Kanon duro como cualquiera de los pilares que habían en el Santuario, cubierto por esos suaves falanges de piel cálida que Julián tenía, acariciando su miembro como si le estuviera ordeñando.
— Mi señor. — Dijo tras el orgasmo inminente que les llegó. Abrazándose mutuamente mientras les llegaba el aliento. Su primera noche juntos fue una experiencia placentera que les abrió el camino de la sexualidad de forma exitosa uno con el otro.
Tras un momento de silencio dónde ambos parecían casi dormidos, Julián se paró, dejando caer pequeñas gotas del Semen de canon por sus piernas, buscando una bata antes acostarse junto a Kanon.
Julián ha demostrado ser capaz de bastante estás últimas semanas. Cómo su general era el más enterado de sus planes y le encantaban la gran mayoría, sólo tenía el problema de la inexperiencia militar.
Por lo que entendía Julián, Poseidón quiere la tierra y solo los humanos más capaces se quedarán con él. Solía hablar de eso con Kanon en sus reuniones durante el día, ya que podían sentir próximo el resurgir de Athena.
— Dentro de poco todo empieza. Espero a mi mayor general peleando a mi lado.
— Así será, joven Julián. — Tomando la mano del menor la beso.
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Levantando el rostro del suelo Kanon despertada, mareado en la orilla del mar tras la batalla. No recordaba si sus acciones fueron movidas por un deseo de poder, o simplemente él deseo de proteger a Julián de la locura de Poseidón. En cualquier caso, solo se movió por instinto ayudando a Athena y devolviendo al joven Solo su conciencia. Volviendo a ser él, lejos de las manos de Poseidón.
— Kanon… — La voz de Saori/Athena estaba tras él. Ayudándole a levantarse. — Debo decir que me alegra que nos hayas ayudado, no estoy conciente de mucho de lo que te rodea, por eso quisiera conversar un momento ¿Qué piensas hacer ahora?
— Nada, Julián desde hace años es mi responsabilidad, tengo que ir con él. — No mentía.
— Lo comprendo. — Sonriendo dulcemente entendió. El nombrado no estaba muy lejos de ellos, pero parecía aún aturdido. Señalandole en dirección dónde estaba Julián. — Cuídalo entonces. Espero que, aún podamos tener cierta conexión de ahora en adelante.
— Si lo que buscas es tener el cosmos de Poseidón en él contratado, no tendré problemas en avisarte. — Y se fue. Caminando por la playa aún con sus heridas en busca de Julián.
Cuando esté lo vió parecía reconocerlo rápido, acercándose a él rodeando su rostro con sus manos besándolo por unos segundos. Más no mencionó nada de lo pasado en el templo submarino. Hasta Sorrento se preguntaba si habría perdido la memoria. Pero no tenían él tiempo para hablar de eso. Julián los guío, pues en sus planes tenían un viaje que realizar.
Hasta el momento Kanon nunca tomó de verdad partido en la seguridad de Julian, allí, tomó la responsabilidad del joven huésped del dios de los mares, con la rabia de ver que Poseidón lo tuviera controlado en sus manos, en un instinto totalmente irracional en primer momento termino olvidando sus planes, sus intenciones y cualquier instinto de Malicia que tuviera, Julián era de él. Sólo de él.
Riendo para que adentros, por la ironía que era el karma, ver al Julián en ese momento seguro y sano le generaba mucha satisfacción. Destetando casi sus propias decisiones pero no arrepintiéndose.
Quedándose con él como un guardaespaldas y amante furtivo.
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