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14 de febrero de 1996


Deneb bajó las escaleras del pasadizo de las mazmorras. Fred le había enviado un mensaje en el medallón para verse allí.

Estuvo tratando de esquivarlo lo más que pudiese, no porque eso fuera lo que quería, sino porque era muy complicado escaparse para verse a escondidas con él mientras tenía los ojos vigías de Montague detrás de ella.

Siendo también que, al enterarse sus padres de su relación con "uno de los Weasley", no quería darles la satisfacción de que supieran quién de todos los hermanos era el correcto -aunque tan sólo se reducía a dos de ellos si hacían bien las matemáticas-.


— No has ido a Hogsmeade... —dijo el pelirrojo cuando la vio a Deneb bajar las escaleras del pasadizo. Estaba apoyando su espalda en una de las frías paredes, con las manos en los bolsillos del pantalón— suena idiota quizás pero, no lo sé, esperaba pasar el día contigo.

— No quería tener una cita romántica con Montague, por eso no he ido —Deneb se paró frente a Fred y lo miró con los brazos cruzados— ¿Y cuándo será el día que entiendas que no podemos estar juntos? ¿Esperabas acaso tomar té conmigo en San Valentín a la vista de todos?

— Jamás dije que fuésemos a tomar té, mucho menos que alguien nos viese.

Ella negó con la cabeza.

— Tienes que frenar esto Fred. Es cada vez más difícil ocultar que salgo a escondidas. La mitad del planeta ya se ha enterado. Las cosas no son fáciles. Incluso estar aquí ahora –la interrumpió.

— No puedo Den, te amo. Quiero estar contigo. Tú quieres estar conmigo. ¿Por qué te interpones entre nosotros?

— No me quiero casar, no quiero a Graham. Pero tienes que entender que simplemente no puedo estar contigo ahora. Tienes que entenderlo Fred, por favor.

— Pero la hemos pasado tan bien —el chico se despegó de la pared y se acercó a Deneb para tratar de besarla, pero ella corrió la cara, aunque con cierta dificultad. Fred simplemente acarició su mejilla.

No puedo seguir arriesgándome así. Te estoy poniendo en peligro —susurró— Saben que tú estás en el medio.

Los dos se quedaron en silencio por unos segundos, mirando al suelo, tratando de pensar en tantas cosas al mismo tiempo.

— Podemos intentar ser amigos —murmuró ella, con la voz algo rota. Fred volvió a apoyarse en la pared y negó con la cabeza.

— Imposible.

— Es lo máximo que puedo ofrecerte en estos momentos...

— No lo puedo aceptar.

A Deneb se le hizo un nudo en la garganta.

Claro que a ella tampoco le gustaba la idea de ser amigo de la persona que más amaba, con quien se había besado en tantas ocasiones y por quien estaba arriesgando su pellejo para que nada malo le sucediese.

Pero Fred Weasley simplemente no veía las cosas con los mismos ojos, y ella no lo culpaba. No era fácil de entender la vida de un Malfoy.

De acuerdo —susurró ella, algo decepcionada.

— Te amo Den —dijo, tratando de convencerla de no irse del pasadizo.

La joven se quedó quieta unos segundos, giró su cabeza hacia el pelirrojo y con los ojos lagrimosos, a punto de estallar en llanto, le habló antes de salir;

— No lo hagas más difícil Fred.



Deneb caminó con paso rápido hasta la sala común que, por suerte, no quedaba lejos de aquel pasadizo. Lo único que quería era llegar hasta su habitación y acostarse en la cama a llorar en silencio, sin tener que hablar con nadie ni tener que darle explicaciones a la gente.

Quería despejar su cabeza, quería dormirse y perderse en algún sueño que la hiciese huir de la realidad aunque fuese por unas horas.

Pero maldijo el momento en que se encontró con Montague en medio del pasillo hacia los dormitorios.

No porque le cayese mal o porque la tratase como escoria, a diferencia de sus padres, sino porque no tenía ganas de encontrarse con nadie y mucho menos con él. Porque él sí se preocuparía por ella, sobre todo en ese estado.

Y no quería mentirle. No quería decirle que se veía con un chico, que hacían el amor casi todas las noches –no como con él- y que disfrutaba de sus labios con un placer que él no podía darle.

Tampoco quería decirle que pensaba en Fred Weasley cuando le besaba, para poder hacerlo sin que le causara rechazo.

— Den —dijo él, con una pequeña sonrisa en la cara, poniéndose delante de ella. La joven miró hacia el suelo, tratando de ocultar sus mejillas rojas y sus ojos aguados— ¿Te sientes mejor del estómago? Espera, ¿Qué sucede?

— No quiero hablar ahora.

— ¿Estuviste llorando?

— Graham —volvió a decir ella, de forma cortante— que no estoy de humor he dicho. Más tarde platicamos.

— Sí, claro —rodó los ojos— siempre dices lo mismo.

— ¿Y qué quieres que te diga? —Lo miró con el ceño fruncido— ¿Qué me encanta ser tu prometida?

— ¿Tú crees que a mí me gusta esta situación? ¿Qué me encanta ser tu prometido?

Deneb se quedó con la boca a medio abrir, sin poder decir algo sobre eso. No esperaba que Graham dijese aquello porque según ella la situación sí era beneficiosa para él, más en cambio no era recíproco.

— Pues en el pasado no te he visto quejarte, de hecho intentaste besarme en varias ocasiones, ni hablar de coquetearme —replicó— ahora has ganado.

— Eres hermosa Deneb, claro que he querido besarte en el pasado y ahora también —dijo, algo cortante— pero no por eso tengo ganas de casarme contigo —Graham apretó la mandíbula— ¿Sabes? Yo también prefiero un matrimonio donde la otra persona me quiera, para variar.

Ah Deneb, a ti te buscaba —dijo una voz masculina detrás de Montague. El chico se volteó y Timothy Nott apareció caminando por el pasillo.

Graham le echó un último vistazo a Deneb, no muy amigable, y se fue hacia la sala común con cara de enojado. Timothy lo recorrió con sus ojos hasta perderlo de vista y luego miró a la joven slytherin que tenía enfrente de él.


Si no les hubiese interrumpido la escena, Deneb habría ido detrás de Graham para hablar seriamente con él sobre su matrimonio arreglado y sobre lo mal que ambos la estaban pasando en aquella situación... fingiendo algo que jamás pasaría a ligas mayores que una amistad entre compañeros de escuela.

— Y ahora tú —dijo ella cruzándose de brazos— ¿Qué quieres?

— ¿Ni un gracias por sacarte de esa situación?

— ¿Qué quieres? Era algo en lo que no debías entrometerte.

Yo, sólo —se encogió de hombros— no sé, sólo quiero verte bien.

— ¿Y ahora te acuerdas?

Deneb descruzó sus brazos y caminó hacia los dormitorios de mujeres para aislarse del resto del colegio, o al menos de una gran parte. Pero Timothy le frenó el paso agarrándola de un hombro, haciéndola voltear por inercia.

— Siempre quiero verte bien —murmuró él— y aunque no me guste decirlo, sé que amas a otra persona. Graham es buen chico pero no dejaré que te cases con él. Déjame ayudarte.

— ¿Por qué? —Deneb lo miró a los ojos, después de tantos meses de siquiera hablarse entre sí. El silencio entre los dos la hizo sentir mal, la hizo sentir culpable de que ya no fueran amigos, de que ya no pasasen tiempo juntos. Comenzaron a escaparse algunas lágrimas que caían por su mejilla— No me lo merezco.

— No seas idiota, claro que te mereces estar con alguien a quien amas.

— ¿Por qué quieres ayudarme?

Timothy acortó la poca distancia entre ambos y rodeó el cuerpo de ella entre sus brazos.

Un abrazo que necesitaban darse hace mucho para sanar todas sus penas.

Por-porque eres mi mejor amiga, Den —dijo con la voz quebrada. 

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